La Reforma
¿Qué es la Reforma y por qué importa?
Se cuenta que hace unos años, un grupo luterano alquiló la catedral católica en St. Louis, Missouri, para una reunión. El sacerdote les saludó con este comentario: «Nos complace prestar la catedral. Por favor, no claven nada en las puertas esta vez».[1]
El 31 de octubre se celebra el día de la Reforma protestante. Fue un 31 de octubre hace 500 años que un monje clavó el documento que se conoce como las 95 tesis de Martín Lutero en el Facebook de su día, la puerta de la capilla en Wittenberg, Alemania. Este evento, aunado a una serie de procesos que vivía Europa, desató la Reforma protestante, acontecimiento histórico cuyas consecuencias —no solo en el ámbito religioso, sino también en lo político, económico y social— han llegado hasta nuestros días.
Martín Lutero nació en 1483, después de lo que se conoce en la historia como «la cautividad babilónica del papado» (que duró setenta y dos años, 1309-1377)[2] y «el gran cisma papal» (que duró 39 años, 1378-1417).[3] Durante esos oscuros años, los líderes de la Iglesia Católica Romana vivieron en la ostentosidad, el desenfreno sexual y el abuso de poder.
Uno de los precursores de esta época fue el papa Bonifacio VIII (1294- 1303), quien «varias veces apareció ante los peregrinos vestido con trajes imperiales, gritando: “Yo soy César. Yo soy emperador”».[4] Según se reporta, «su corona papal contenía cuarenta y ocho rubíes, setenta y dos zafiros, cuarenta y cinco esmeraldas y sesenta y seis perlas grandes ».[5] Este fue el mismo papa que emitió la famosa bula papal Unam Sanctam en la cual declara: «es absolutamente necesario para la salvación que toda criatura humana esté sujeta al romano pontífice».[6]
Por abusos y excesos como estos dentro de la Iglesia Católica Romana, los cuales afectaban toda la vida en toda Europa, se escucharon voces que pedían un cambio. Pero esas voces eran rápidamente silenciadas por la maquinaria romana. Dios, en su providencia, envió a Lutero, quien vivió en un tiempo oportuno para que se produjera esta gran revolución que se ha llamado «la Reforma protestante».
El movimiento que se desató en 1517 se conoce como «Reforma» porque transformó o remodeló el concepto que muchos europeos tenían del cristianismo y la vida bajo el gobierno político-espiritual de la Iglesia Católica Romana. También se conoce como «protestante» porque el 19 de abril del año 1529 un grupo de luteranos presentaron una «carta de protesta» en respuesta a la Dieta de Espira, en la cual se había decidido en contra del progreso de las ideas de la Reforma.[7]
Este proceso histórico ha sido descrito como «el movimiento más grande del Espíritu de Dios desde los días de los apóstoles»[8] y «la recuperación más importante del evangelio desde los días del Nuevo Testamento».[9]
¿Por qué importa la Reforma protestante?
Lamentablemente, el mensaje de la Reforma no llegó a nuestras naciones latinoamericanas con el mismo impacto que caló en Europa y en parte de Norte América. Lo que nos llegó fue un falso evangelio traído por los colonizadores europeos que luego se sincretizó con las religiones indígenas existentes en nuestras tierras, produciendo una religión falsa, alejada del evangelio verdadero.
A principios del siglo XX Ernst Troeltsch llamó al protestantismo:
Una «modificación del catolicismo» en la que persisten los problemas que enfrentaban los católicos, pero a los cuales se les da diferentes soluciones. Las cuatro preguntas que el protestantismo respondió de una manera nueva son: (1) ¿cómo puede ser salva una persona?, (2) ¿dónde reside la autoridad religiosa?, (3) ¿qué es la iglesia? y (4) ¿cuál es la esencia de la vida cristiana?[10]
Las respuestas que daba la Iglesia Católica Romana del siglo XVI a estas preguntas eran todas incorrectas. La salvación no es por las obras o méritos del pecador ni se puede comprar pagando indulgencias. La autoridad de la iglesia no es suprema sobre todos y todo, sino que está limitada por las Escrituras. La iglesia no es un imperio que gobierna políticamente sobre sus súbditos y donde se puede pelear por posiciones de poder y autoridad. La vida cristiana no es una que se vive bajo los tormentos del terror ni bajo el dominio del pecado.
En total contraste, los Reformadores afirmaron que la salvación es solamente por la fe en Cristo y no por obras, que el ser humano es incapaz de lograr su salvación por méritos propios fuera de la gracia de Dios, que Cristo Jesús ha sido, es y será el único que nos puede reconciliar con Dios, que solamente la Escritura es la regla de fe y conducta para los hijos de Dios, que la iglesia es el cuerpo de Cristo formado por reyes y sacerdotes que viven agradando a Dios en todo y que el plan de Dios es recibir la gloria por siempre.
Estas cuatro preguntas continúan siendo formuladas hoy en día. Lamentablemente, muchas respuestas que han sido escuchadas en los países latinoamericanos son igual de erróneas que aquellas que se ofrecían en los siglos XV y XVI.
Muchas iglesias evangélicas predican salvación por moralismo o legalismo. Otras expresan su necesidad de tener cobertura apostólica de alguna mega iglesia o algún reconocido pseudo-apóstol para ser bendecidas por Dios. Muchos líderes eclesiásticos ven a sus congregaciones como trampolines para saltar a la política o la fama, y es difícil encontrar una región en América Latina en la cual no haya penetrado la falsa idea de que la vida cristiana es de prosperidad material, por lo tanto, todo creyente debe «arrebatar la bendición», «confesar que se hará lo que pide» y «atar las maldiciones del diablo».
Sin minimizar los errores y pecados de los reformadores, sin venerarlos como a hombres intachables que jamás se equivocaron y sin idealizar el pasado como si fuera una época perfecta que debemos imitar,[11] hacemos eco de las palabras de Charles Spurgeon: «Queremos otra vez a Luteros, Calvinos, Bunyans, Whitefields, hombres adecuados para marcar eras, cuyos nombres siembran terror en los oídos de nuestros enemigos. Tenemos una desesperada necesidad de ellos».[12]
En América Latina necesitamos el antiguo mensaje que se oyó durante la Reforma saliendo de la boca de hombres y mujeres valientes y sensibles al obrar de Dios, que amen a los que no tienen a Cristo a tal grado que estén dispuestos a pararse firmes en la verdad de Dios ante el error.
De vuelta a Cristo: celebrando 500 años de la Reforma
500 años han pasado y el mensaje que se predicó durante la Reforma aún importa. Esta serie de artículos tiene como propósito dar una introducción accesible al lector latinoamericano sobre la historia, los pilares doctrinales, los personajes principales y la influencia de la Reforma.
¡Dios conceda a Latinoamérica experimentar otra gran Reforma!
Este artículo pertenece al libro De vuelta a Cristo: Celebrando los 500 años de la Reforma escrito por pastores hispano hablantes y publicado por Soldados de Jesucristo. Puedes descargarlo aquí.
[1] Timothy Paul Jones, Christian History Made Easy [Historia cristiana accesible] (Torrance, California: Rose Publishing, Inc., 2009), pos. 2060 de 4846.
[2] El título hace eco de la cautividad de los judíos en Babilonia.
[3] Durante el cual hasta tres hombres se adjudicaban el título de «papa» de la Iglesia Católica Romana.
[4] Bruce L. Shelley, Church History in Plain Lenguage [Historia de la iglesia en lenguaje simple], (Nashville, TN: Thomas Nelson, 2013), 225.
[5] Ibid.
[6]Bonifacio VIII, Bula Unam Sanctam, 18 de noviembre de 1302.
[7] Justo L. González, Historia del cristianismo: tomo 2, vol. 2 (Miami, FL: Editorial Unilit, 2003), 57. El término «protestante» ha tenido una connotación negativa desde entonces.
[8] Robert Rothwell, “What is Reformation day all About?”, entrada en el blog del Ministerio Ligonier, 29 de octubre de 2014. //www.ligonier.org/blog/what-reformation-day-all-about/
[9] Erwin Lutzer, Rescuing the Gospel: The Story and Significance of the Reformation [Rescatando el evangelio: la historia e importancia de la Reforma], (Grand Rapids, MI: Baker Books, 2016), xiii.
[10]Shelley, Church History in Plain Language, 224.
[11] Los reformadores fueron hombres falibles que dejaron en evidencia la gran necesidad que todo ser humano tiene de la gracia de Dios. Nadie lo explica mejor que James Montgomery Boice y Philip Graham Ryken: «¡La depravación humana es una doctrina que los calvinistas no sólo creen, sino que también practican! Fue en la Ginebra de Calvino que Miguel Serveto fue quemado en la hoguera por herejía; los puritanos ejecutaron a Carlos I y dirigieron los juicios de brujas en Salem; [Jonathan] Edwards era dueño de esclavos. Estas tragedias no fueron el resultado inevitable del calvinismo, pues estuvieron en desacuerdo con sus propios principios. Sin embargo, nos advierten que no podemos idealizar el pasado. Una de las lecciones dominantes de la historia de la iglesia es que los cristianos (incluyendo los calvinistas) nunca están a la altura de los ideales de Dios, por lo que estamos en tan desesperada necesidad de su gracia salvadora». (James Montgomery Boice y Philip Graham Ryken, The Doctrines of Grace: Rediscovering the Evangelical Gospel [Las doctrinas de la gracia: redescubriendo el evangelio evangélico], (Wheaton, IL: Crossway, 2012), 56-57).
[12] Charles H. Spurgeon, Autobiography, Volume 1: The Early Years [Autobiografía, volumen 1: los años tempranos] (Edimburgo: Banner of Truth, 1962), v.
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