Pastores Humildes
“Dios resiste a los soberbios pero da gracia a los humildes” (Stg. 4:6). Nuestra habilidad de ser efectivos en nuestra obra depende del poder de Dios. Podemos entender todo sobre un pasaje, y tener el sermón más elocuente jamás predicado, pero si Dios no respalda nuestro trabajo, en vano laboramos. La realidad es que nosotros somos utensilios en las manos de Dios. Utensilios que sin la gracia de Dios son inútiles. Pero el orgullo depende de sí mismo, no de Dios. Y Dios se opone a los soberbios porque buscan su propia gloria.