
No le pongas bozal al buey
La Palabra de Dios languidece en el púlpito porque a las iglesias se les ha enseñado a invertir en edificios y proyectos, no en hombres que se han entregado al ministerio de la Palabra. Hemos llamado erróneamente e incluso pecaminosamente a los hombres a elegir entre desobedecer el llamado de proveer a sus propias familias (1 Ti. 6:8) y el llamado a ir por amor a su nombre. Si bien, Dios podría llamar a pastores y misioneros a soportar dificultades financieras por el avance del evangelio, a ninguna iglesia se le pide hacerla su política ministerial.

África, el evangelio de la prosperidad y el problema de las iglesias desprotegidas
No se puede negar que las distorsiones del evangelio han sido integradas en muchas de las iglesias que se encuentran en África, siendo la principal de ellas el evangelio de […]