Disciplina
«¿Es esto un pecado?»: Triaje ético y disciplina de la iglesia
En lo que respecta a la disciplina de la iglesia, ¿cómo debería una iglesia evaluar las controversias morales donde no hay una respuesta inmediata u obvia? Por ejemplo, ¿debería una iglesia disciplinar a un miembro que posee un negocio de préstamos? Para responder a esta pregunta, las iglesias y sus líderes deben involucrarse en un triajei ético, entender por qué nuestro testimonio moral como miembros de la iglesia local es esencial para nuestra credibilidad como cristianos.
VIAJE ÉTICO
Albert Mohler acuñó el término triaje teológico en 2005. Como argumentó Mohler, los cristianos deben comprender que creer en la resurrección corporal es esencial para la fe cristiana, mientras que cuestiones como la forma de bautizar o creer en el milenio no lo son. Los asuntos de primer orden son esenciales; Las cuestiones de segundo y tercer orden, aunque importantes, no colocan a nadie más allá de la ortodoxia.
De la misma manera, los cristianos deben ser capaces de participar en un triaje ético. Necesitamos poder diferenciar entre los principios morales que se deducen claramente de la Escritura y aquellos que no son tan claros. Necesitamos identificar asuntos morales que son esenciales para que los cristianos lo crean y lo practiquen, y aquellos que no lo son, pero que aún son importantes. La clasificación ética nos ayudan a determinar si las prioridades jerárquicas separan cuestiones morales específicas (por ejemplo, ¿el aborto requiere una respuesta moral diferente al tráfico sexual?).
Cuando se trata de conflictos éticos que enfrentan las iglesias locales, necesitamos distinguir cuidadosamente las categorías de el «puede» (lo permisible), el «debería/no debería» (lo aconsejable) y el «debe» (lo obligatorio). Un cristiano «puede» ir a un concierto de rock. Una pareja casada «debería» compartir una cuenta corriente. Un cristiano «debe» no apoyar el aborto. Pablo en Romanos 14 invoca un argumento similar. Allí, Pablo advierte a los que son «débiles» y a los que son «fuertes» que no dejen que su libertad o su falta de libertad se conviertan en motivos para juzgarse unos a otros donde no exista un mandato bíblico claro.
Como resultado, los cristianos deben permitir una variedad de opiniones donde se permite la diversidad. Un cristiano puede creer que asistir a un concierto de rock secular está mal, mientras que otro cree que está permitido (eventualmente tendríamos que tomar en cuenta lo que está ocurriendo en el concierto para determinar si se necesita más juicio). ¿Cómo concluye Pablo este argumento? Al amonestar al creyente a mirar las necesidades y consideraciones de sus hermanos en la fe por encima de las suyas (Ro. 14: 13-19).
¿Cuáles son algunas posibles pautas o preguntas a tomar en cuenta al participar en la evaluación ética? considera:
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¿La Escritura prohíbe explícitamente el asunto X?
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¿Cómo ha entendido la historia de la iglesia el asunto X?
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¿Participar en el tema X produce un crecimiento personal?
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¿El tema X socava las relaciones personales?
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¿Qué principios de las Escrituras y la teología informan cómo debemos abordar el tema X?
LA RELACIÓN ENTRE LA ÉTICA Y LA DISCIPLINA DE LA IGLESIA
¿Por qué el triaje ético es importante para la disciplina de la iglesia? Porque las iglesias que acomodan su moralidad a la cultura son iglesias que, con el tiempo, dejarán de ser una iglesia. Cuando una iglesia compromete su testimonio moral al abandonar la autoridad bíblica o al no hacer responsables a sus miembros, se vacía y socava su credibilidad. La línea principal de protestantes ha seguido esta práctica durante décadas, hasta el punto de que lo que pasa en esas iglesias en cualquier domingo es difícilmente reconocido como cristiano.
Pero las iglesias conservadoras y evangélicas tampoco son inmunes a esta amenaza. Una iglesia creyente en la Biblia que se hace a la vista gorda ante el adulterio de un miembro rico, o una iglesia que entierra el abuso sexual para proteger su reputación también sacrifica su credibilidad y testimonio. La disciplina eclesiástica es esencial para la vida de la iglesia local si espera retener un testimonio coherente del Evangelio y coherente ante la comunidad.
La disciplina, por tanto, es un asunto particularmente serio. Al plantear inquietudes sobre si una acción, pensamiento o deseo es pecaminoso, el cuerpo de Cristo está deliberando sobre temas importantes que tienen consecuencias considerables en la autoridad docente de una iglesia local y sus líderes. De hecho, descifrar la moral de lo inmoral y exigir que los creyentes ordenen sus vidas en torno a la obediencia, cae dentro de la autoridad de las llaves dadas a la iglesia para atar y desatar (Mateo 16:19).
La deliberación ética y el testimonio ético, entonces, están profundamente entrelazados dentro de la vida de la iglesia, ya que son una medida del compromiso de una iglesia de centrarse en la Palabra y glorificar a Cristo. Cuando una iglesia no investiga los asuntos morales serios, corre el riesgo de caer en un error doctrinal y comprometer todo el cuerpo (Gálatas 5: 9). Este patrón suena cierto a lo largo de la historia de la iglesia: el compromiso doctrinal está indisolublemente ligado al compromiso moral. Permitir que la inmoralidad infecte inevitablemente aflojará a la iglesia de su cohesión doctrinal. No tomar en serio los delitos morales comprometen la santidad, comprada con sangre, de la identidad y misión de una iglesia; actúa contra el Evangelio de Cristo, lo cual incluyó su pago por nuestra rebelión moral.
OBTENER PRÁCTICA
Cada vez que enseño ética, un estudiante pregunta: «¿Es el asunto X un pecado?» Afortunadamente, nunca preguntan sobre temas obvios que las Escrituras prohíben explícitamente. En cambio, preguntan sobre cuestiones que las Escrituras no abordan explícitamente, como por ejemplo la inteligencia artificial.
Para comprender estas áreas moralmente grises, necesitamos volver a lo básico. ¿Qué es un pecado? Es una violación de un estándar divino que los seres humanos están obligados a obedecer (1 Juan 3: 4). En otras palabras, un pecado es cualquier cosa por la cual Cristo necesitaba morir a fin de redimir a una persona.
Sin embargo, no todos los pecados son igualmente claros, y aquí es donde el triaje ético se vuelve útil.
Asuntos de primer orden
Por ejemplo, la Biblia no aborda explícitamente el aborto, pero hay una línea bastante recta entre el sexto mandamiento y una prohibición ética contra el aborto (Ex. 20:13). No se necesita para esto un razonamiento moral elegante. Llamemos a este tipo de asunto: cuestiones de primer orden. Estos abordan los «deberes» morales. Y con los deberes morales podemos designar claramente algo como pecado.
Los asuntos de primer orden justifican la disciplina de la iglesia. La disciplina de la iglesia instruye a los cristianos en lo que es éticamente permisible e inadmisible. La gravedad de esto no puede pasarse por alto: cuando se trata de disciplinar y excomulgar a alguien que antes era un «hermano» o «hermana», la iglesia debe hacer un balance en su toma de decisiones éticas con la mayor sobriedad. Cuando una iglesia hace un pronunciamiento de esta medida, debe estar segura de que ha identificado el tema como inequívocamente incompatible con el discipulado cristiano.
Asuntos de segundo orden
Pero, ¿qué pasa con cuestiones como la anticoncepción o la Fertilización In Vitro (FIV), que la Biblia no aborda explícitamente y que requiere una serie de pasos para pasar de los textos bíblicos a las conclusiones éticas? Estos asuntos no pueden resolverse fácilmente citando rápidamente uno o dos versículos. Sin embargo, tampoco son adiaphora, es decir, asuntos moralmente neutrales.
Llamemos a estos, asuntos de segundo orden. Implican la conveniencia moral, no el «debe», sino «debería» o «probablemente debería». Creo que podemos razonar a partir de principios bíblicos sobre la moralidad en cuestiones como la FIV y la anticoncepción. Pero estos asuntos moralmente complejos no son tan simples como otros como el aborto. Por tanto, aconsejaría a los cristianos que se alejen de la FIV por completo y exhortaría a la extrema precaución cuando se trata de la anticoncepción. Incluso diría que podrían ser pecado. Pero no estoy dispuesto a decir que son necesariamente y siempre pecado, y no alentaría a una iglesia a tratarlos como asuntos para la disciplina de la iglesia.
¿Cómo podrían estos dos asuntos polémicos operar, uno al lado del otro, en una iglesia local? Los pastores deben usar la sabiduría, indicando que tales prácticas son moralmente preocupantes y al mismo tiempo reconocer que no pueden vincular las conciencias de los miembros de la iglesia de la misma manera que lo hacen para asuntos de primer orden.
Cuando los pastores enseñan sobre un asunto de primer orden, deben usar el lenguaje del Debe: «No debes abortar». Cuando enseñan sobre asuntos de segundo orden, quieren ayudar a los creyentes a que comprendan la complejidad moral e incluso los grandes riesgos de los asuntos involucrados. Pero ellos no deberían ofrecer conclusiones dicotómicas. Por ejemplo, yo les enseñaría a los miembros de una clase de la Escuela Dominical que la FIV es moralmente problemática porque separa la procreación de la unión de una sola carne. Frustra el diseño de Dios para la procreación. Reconfigura radicalmente los actos sexuales y embota la esencia misma del diseño masculino-femenino, específicamente, su diseño reproductivo. Pero no les diría que todas las instancias y motivos de la FIV son pecaminosos.
No les diría a todas las parejas que usan métodos anticonceptivos que deben abstenerse inmediatamente de esto o de lo contrario enfrentarán la disciplina de la iglesia. En cambio, alentaría a los miembros de la clase a que hablen con un anciano antes de participar en la FIV.
Predicaría lo mismo en un sermón, y expresaría las mismas reservas con cualquier pareja que viniera a mi oficina a pedir consejo.
La enseñanza y la predicación son actos de declaración autorizada. En cuestiones de segundo orden, no creo que deba atar la conciencia de un creyente. Al mismo tiempo, tampoco creo que sea imposible para una iglesia alcanzar un juicio firme sobre un tema controvertido sin que este juicio se refleje en su autoridad docente. Esto debería ser realizado a través de procesos profundos y deliberativos donde los ancianos y la congregación llegan a conclusiones acordadas.
Asuntos de tercer orden
Finalmente, algunas cuestiones éticas están más firmemente ubicadas en el dominio de la libertad cristiana, lo que podemos llamar cuestiones de tercer orden. Estos son los principios morales, como en «tu puedes o no hacer esto». Por ejemplo, ¿deberían los creyentes enviar a sus hijos a escuelas públicas, privadas o educarlos en el hogar? En cualquier distrito escolar con un niño determinado, creo que los padres pueden razonar las maneras hacia mejores o peores respuestas a esa pregunta.
Y en ocasiones los pastores pueden ayudar a los padres a hacerlo. Pero en este tipo de asuntos de tercer orden, los pastores deberían usar un toque más ligero, para que los padres sepan que no son apóstoles que vienen con una «palabra del Señor» sobre el asunto.
CORRECTO E INCORRECTO, SABIDURÍA Y TESTIMONIO
Las iglesias necesitan comprender las demandas éticas del Evangelio, lo que significa separar cuidadosamente lo esencialmente ético de lo no esencial. Esto puede parecer demasiado técnico, pero el testimonio del Evangelio está en riesgo. Una prejuiciosa iglesia local que trata todos los asuntos éticos como evidentemente obvios; por ejemplo: «¡No ir al cine!», puede conducir fácilmente a un legalismo ético que ata a los creyentes con más leyes que el Evangelio, cambiando así de una obediencia gozosa a un seguimiento temeroso de reglas.
Traducido por Renso Bello.
i Triaje(triage. Francés) término usado en el ámbito de la medicina para clasificar a los pacientes de acuerdo a la urgencia de la atención. Se trata de un método que permite organizar la atención de las personas según los recursos existentes y las necesidades de los individuos.