Reseñas
Reseña del libro: The Shepherd Leader at Home, [El líder pastor en el hogar], de Timothy Z. Witmer
Nuestra cultura está inundada de confusión y desilusión acerca del núcleo familiar. Nuestro desencanto con la vida doméstica, sin embargo, tiene sus raíces en la ignorancia, la decepción o la rebelión contra el designio de Dios de que los maridos y los padres deben guiar a sus familias en su verdad y su gracia.
Los resultados han sido trágicos. Muy a menudo, como papá va, así va la cultura, para bien o para mal. Por eso, el libro de Tim Witmer es oportuno; pero no es una crítica social ni un tratado teológico. Es sabiduría cristiana sencilla y práctica, arraigada en la verdad y el amor bíblico.
Después de establecer siete fundamentos bíblicos para el matrimonio cristiano, Witmer llega directamente al corazón de su preocupación pastoral: conocer, guiar, proveer y proteger a nuestras esposas e hijos. Estas son las responsabilidades fundamentales del pastor para con las ovejas.
EL PASTOR CONOCE A SU FAMILIA
Si queremos guiar eficazmente a nuestros rebaños familiares, primero debemos tomar la iniciativa de conocerlos bien. Para ello, debemos ser buenos oyentes a fin de que podamos usar nuestras palabras para animar, edificar y dar gracia a nuestras esposas e hijos a la luz de quiénes son, qué piensan y cómo se sienten. Necesitamos tanto tiempo en cantidad como tiempo de calidad, por lo que Witmer sugiere cenas diarias con la familia (48-49), dedicar un día a la semana a estar juntos (50), y luego utilizar momentos estratégicamente planificados a lo largo del año para invertir en conocer y animar primero a nuestras esposas (34-35) y luego a nuestros hijos.
Un gran punto fuerte del libro fue empezar con la importancia de conocer a nuestras esposas e hijos. A menudo suponemos que los conocemos, pero los hombres a menudo nos hemos hecho famosos por no saber escuchar. ¿Es de extrañar, entonces, que no tengamos las relaciones con nuestras esposas e hijos que desearíamos tener? ¿O por qué no responden a nuestro «liderazgo» como quisiéramos? Las relaciones implican conocer… para conocer hay que escuchar y para escuchar se necesita tiempo. Seguimos olvidándolo. Witmer nos lo recuerda. Me alegro de que lo haya hecho.
EL PASTOR GUIA A SU FAMILIA
A continuación, Witmer aclara que los líderes existen para cumplir objetivos e influir en los seguidores para que cumplan sus misiones (64-65), siendo el objetivo en la familia que nuestras esposas e hijos conozcan al Señor (66). Esta pequeña sección sobre el liderazgo me pareció refrescante y sencilla. A veces tenemos la sensación de que el liderazgo es una cualidad etérea, mística, incluso mítica, inalcanzable para todos salvo para unos pocos extraordinarios. Aquí, sin embargo, vemos el liderazgo desmitificado y práctico.
Los maridos y padres jóvenes de tu iglesia se beneficiarán de esta sencilla claridad sobre lo que significa y requiere su posición de liderazgo en el hogar. Quizá también sea tu caso.
Teológicamente, Witmer nos recuerda que el liderazgo de los pastores nace del amor de Cristo; y el amor de Cristo por su iglesia es incondicional, sacrificial y para la santidad de la Iglesia (78-81). El Buen Pastor dio su vida por las ovejas cuando éstas le mordían.
Eso significa que nuestro liderazgo amoroso para con nuestras esposas no se basa en que ellas cumplan ciertas condiciones o parámetros. Debo amar a mi esposa simplemente porque he puesto mi amor en ella, no porque se esté ganando constantemente mi afecto. Después de todo, ¿me gano yo constantemente el suyo? Mi amor debe ser sacrificial, sirviéndola en tareas domésticas tan sencillas como lavar la ropa, limpiar la cocina y guiar a los niños para que ayuden en la casa. Si no estoy dispuesto a hacer esas cosas en el hogar, no debería preguntarme por qué mi mujer está siempre agotada o extenuada. La forma en que la amo debe promover su santidad ante el Señor, no sólo mi conveniencia. Para Witmer, todo esto subraya la importancia de guiar según los principios bíblicos y el ejemplo piadoso (88-92).
EL PASTOR PROVEE PARA SU FAMILIA
Como proveedor material, el pastor líder en el hogar debe guiar a su familia a confiar en el Señor como el Proveedor Supremo, y así orar juntos para que el Señor satisfaga las necesidades y provea las oportunidades. Cuando Dios provee, el hombre piadoso guía a su familia expresando gratitud a Dios y siendo generoso con los demás (99-102).
Como proveedor espiritual, el esposo y el padre lideran hablando y mostrando la verdad de la Palabra de Dios: doctrina correcta aplicada en la práctica correcta. Uno de los conceptos que estoy seguro ayudará a muchos esposos y papás jóvenes es el «ministerio al deambular» (116). Al igual que un gerente puede aprender mucho deambulando por la planta de producción y hablando con los trabajadores, un esposo y un padre pueden ser más eficaces y compasivos visitando a sus hijos en sus habitaciones, metiéndose en su terreno, haciendo cosas con ellos y viendo cómo es la vida en su mundo.
Este ministerio también sucede invitándolos a tu mundo. Hacer, leer y ver cosas con ellos —y luego guiarlos en una conversación sobre lo que acaban de hacer, leer o ver juntos— puede proporcionar oportunidades para conocer los corazones de tu esposa e hijos. Y a medida que conectamos con sus corazones, desarrollamos las relaciones necesarias para guiarlos debidamente.
EL PASTOR PROTEGE A SU FAMILIA
Para Witmer, si deseas proteger tu matrimonio debes protegerlo de tu propia infidelidad matando de hambre tu propia lujuria (124-138). Estas páginas están repletas de sabiduría bíblica y sentido común piadoso sobre cómo cortar de raíz el adulterio matando los pensamientos lujuriosos antes incluso de que germinen y florezcan. Witmer también nos anima a prestar atención tanto a las advertencias bíblicas contra el adulterio, como a los estímulos bíblicos para cultivar una intimidad gozosa con tu propia esposa. También en este caso, se trata de consejos de oro para los recién casados, y de consejos correctivos para los que ya no lo son.
Como maridos y padres, también somos responsables de proteger a nuestros hijos de lobos culturales como el relativismo y el materialismo (141). Podemos hacerlo estableciendo proactivamente límites claros para su forma de hablar y de comportarse (142-146), como una valla alrededor del redil; y luego respondiendo de forma clara y coherente cuando se traspasen esos límites para no provocar la ira de nuestros hijos siendo negligentes, demasiado estrictos o incoherentes e impredecibles (147-153). Sin embargo, también en este caso nuestro propio ejemplo confirmará o pondrá en tela de juicio los límites que establezcamos para nuestras familias. Es demasiado fácil esperar de nuestros hijos un comportamiento mejor del que nosotros mismos estamos dispuestos a modelar.
También es demasiado fácil para nosotros esperar obediencia a los límites, cuando no hemos enseñado a nuestros hijos cómo es la obediencia, o cómo llevarla a cabo en la práctica (145). Los padres podemos estar llenos de expectativas para nuestros hijos, pero tenemos que protegerlos de la desilusión y la frustración mostrándoles no sólo qué hacer, sino cómo hacerlo bien para que sientan que pueden complacernos. Nuestra aprobación significa para ellos más de lo que creemos. La expectativa sin demostración llevará a nuestros hijos a la frustración. Witmer aclara qué significa provocar la ira de nuestros hijos y cómo no hacerlo.
CRÍTICAS
Tengo dos críticas esperanzadoras de un libro por lo demás muy bueno.
Puede parecer un poco «rancio». Es decir, puedes irte con la idea de que hay muchas cosas que debo hacer como esposo y padre, algunas de las cuales son aplicaciones que no necesariamente se correlacionan con cada situación familiar. ¿Es tan realista esperar que una familia de ocho miembros se siente a cenar junta todas las noches, como lo es para una familia de cuatro? Puede que no. Este «deber» también puede terminar pasando por alto la soberanía de la gracia de Dios en la salvación de nuestros hijos. Aunque cumplamos con todos los «deberes», nuestros hijos podrían acabar como Manasés después de crecer en casa de Ezequías (2 R. 21:1-9). Por el contrario, podríamos fracasar en todos los «deberes» y, sin embargo, ver a Dios hacer una obra de gracia soberana, como criar a un pastor real como Josías de un hogar como el de Amón (2 R. 21:19-22:2).
Dicho esto, se supone que es un libro corto, y Witmer no puede decir, y de hecho no necesita decir, todo lo posible acerca del liderazgo cristiano en el hogar. Pero conozco personalmente a padres que han hecho todo lo necesario, y aún así Dios no ha tenido a bien bendecir su fidelidad con la conversión de sus hijos. Un libro sobre el liderazgo familiar podría ser útil para guiar a los padres a través de tal posibilidad para que puedan guiar sus corazones y a sus esposas a través de ella.
Mi única objeción se refiere a una afirmación poco cuidadosa que pretende enaltecer el matrimonio: «Piensa en lo desgraciado que serías si estuvieras solo» (21). Como hombre agradecidamente casado, me siento identificado con ese comentario. Incluso con todas las frustraciones y desafíos del matrimonio y la familia en un mundo caído, mi mujer es lo mejor que tengo en la tierra, y hago bien en no olvidarlo. No quiero imaginar mi vida sin ella. Ella me hace mejor hombre, mejor pastor, mejor amigo. La alegría de nuestro matrimonio, su compañía piadosa y su ayuda en el ministerio son el mayor estímulo terrenal en mi vida. Incluso nuestra iglesia local no sería tan alentadora sin ella a mi lado.
Aun así, me pregunto cómo interpretaría esa afirmación un hermano soltero que se prepara para el matrimonio. Creo que Witmer estaría de acuerdo en que no todos los solteros son desgraciados. Incluso todos los viudos y padres solteros no son necesariamente desgraciados. Dios proveería para mi alegría, aunque me quitara a mi esposa como hizo con la de Ezequiel. Confío en que la alegría del evangelio en mi vida continuaría, incluso si la ilustración del evangelio en mi matrimonio llegara a su fin. Una vez más, confío en que Witmer estaría de acuerdo con estos sentimientos.
CONCLUSIÓN
Dejando a un lado todas las objeciones, hace poco recomendé este libro a un joven esposo y padre de nuestra congregación. Lo devoró y luego sugirió que fuera una lectura obligatoria para todos nuestros jóvenes esposos. Estoy de acuerdo con él. El contenido, la brevedad y las preguntas de estudio hacen que el libro sea útil no sólo para la reflexión personal, sino también para la discusión grupal en un contexto de discipulado.
Incluso podría usarse como plan de estudios para una clase de escuela dominical de hombres o para un grupo pequeño. Si tienes familias jóvenes en su iglesia, esta puede ser una fuente a la que acudir para ayudar a los jóvenes esposos y padres primerizos a comprender su nueva realidad. Es fiel, legible, práctico y transferible. Y por esas razones, es altamente recomendable.
Traducido por Nazareth Bello
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