Clases esenciales: Nuevo Testamento

Nuevo Testamento – Clase 3: Introducción a los Evangelios y Hechos: La supremacía del Rey

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
27.06.2018

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Clase esencial
Panorama del Nuevo Testamento
Clase 3: Introducción a los Evangelios y Hechos: La supremacía del Rey


Introducción

Las grandes figuras suponen grandes historias. Y requieren grandes historias. Políticas o religiosas, verdaderas o míticas, las grandes figuras tienen grandes historias. Por esa razón, asignamos biógrafos para que sigan a nuestros presidentes durante los años que ejercen el cargo. Hollywood se alimenta de los héroes y las historias que los rodean, historias que personifican nuestras aspiraciones y agudizan nuestros sueños. Está el héroe perfecto que representa todo lo que esperamos ser, está el héroe con un defecto fatal, y luego, por supuesto, el héroe de hoy: una persona como nosotros, enfrentando circunstancias como las nuestras, anhelando el mismo futuro que imaginamos para nosotros.

Cuando lees los Evangelios, ¿esperas la misma clase de héroe? ¿La clase de héroe que encontrarías en un libro que descargas de Amazon o en la próxima película de cine?

Bueno, de alguna manera eso es lo que encontramos. Jesús es el típico héroe en muchas maneras. Una gran persona, superando grandes pruebas, enfrentando dificultades, muriendo trágicamente, resucitando de la tumba. Pero si únicamente lo vemos de esa manera, como un héroe, si nos sumergimos en esto simplemente por las historias, las enseñanzas y los ejemplos a seguir, perderemos completamente el punto, y nos haríamos un gran daño en el proceso. Por ello, hacemos una pausa antes de adentrarnos en los Evangelios para hablar durante una semana acerca de qué son los Evangelios, con el fin de que no perdamos su mensaje principal. Esta mañana, nuestro objetivo es triple: discutir qué son los Evangelios, porque no son la típica biografía heroica. Recorrer la cronología de la vida de Jesús, para que en las siguientes semanas podamos ir más allá de los hechos cronológicos de la vida de Jesús y enfocarnos en la importancia de esos hechos. Y luego, finalmente, veremos cómo deberíamos usar los Evangelios como cristianos.

¿Qué es un Evangelio?

Entonces… ¿qué es un Evangelio? A diferencia de las biografías modernas, los Evangelios no tienen la intención de ser relatos «equilibrados» de la vida de Jesús. Se enfoncan principalmente en los 3 años del ministerio público de Jesús, y especificamente en los acontecimientos que conducen a su muerte y resurrección.

Mateo, Marcos y Lucas son todos muy similares mientras que Juan es bastante diferente de los otros tres Evangelios. Los primeros tres son conocidos generalmente como los «Evangelios sinópticos», que viene de la palabra griega synopsis que significa «ver juntos». Los sinópticos se parecen en el lenguage, el material incluido y el orden de los acontecimientos y las frases de Cristo que se registran.

Y al observar cuánto de cada Evangelio se dedica a la narrativa de la pasión de Jesús (8 de 28 capítulos en Mateo, 6 de 16 en Marcos, 6 de 23 en Lucas, y casi la mitad del libro de Juan), puedes ver lo importante que fue esa semana a los ojos de estos autores. Generalmente, la primera mitad de cada libro está diseñada para mostrar quién es Jesús: el Hijo divino de Dios, el Mesías. Y una vez aclarado el punto, todo gira en torno a su muerte en la cruz y su resurrección.

Así que en ese sentido, los Evangelios no son como el periodismo moderno. Y no deberíamos leerlos equivocadamente de esa manera.

Sin embargo, los Evangelios tampoco son como una biografía antigua. Las biografías antiguas no se preocupaban mucho por la historicidad. Estaban más interesadas en el carácter del tema transmitido que en reportar los eventos que realmente sucedieron. Encajarían en algún lugar entre una biografía moderna y una obra histórica de Shakespeare.

Pero los Evangelios y Hechos hacen declaraciones explicitas e implícitas de estar profundamente preocupados por la precisión histórica. De hecho, la propia naturaleza del Evangelio es tal que es de vital importancia si estas cosas ocurrieron. Los Evangelios fueron algunas de las últimas partes del Nuevo Testamento en ser escritas; si lo único que importaba eran las enseñanzas de Jesús y no la historicidad de la vida, muerte y resurrección de Jesús, entonces el Nuevo Testamento habría sido solo cartas. Pero era fundamental preservar el testimonio apostólico del Jesús histórico para que podamos saber que esto en realidad sucedió. Sin encarnación, sin la vida perfecta de Cristo, la muerte sacrificial y la resurrección, no hay evangelio.

De manera que los Evangelios no son como biografías modernas ni como biografías antiguas. Pero hay una tercera categoría con la que también debemos interactuar: los Evangelios tampoco son como los Evangelios gnósticos. En los últimos años, la prensa ha prestado cierta atención a los «nuevos Evangelios», incluyendo el Evangelio de Tomás, de Judas, de María Magdalena, entre otros. Lo sorprendente de estos libros es que ninguno de ellos posee el mismo tipo de literatura que los Evangelios. No son Evangelios, sino simples colecciones de dichos. No se esfuerzan por incorporar los llamados dichos de Jesús dentro de un marco histórico, y fueron escritos demasiado tarde (algunos cientos de años después) como para que los autores tengan acceso a los relatos de los testigos presenciales de la vida de Jesús. No les preocupa la historicidad, porque la teología gnóstica se preocupa más por la experiencia espiritual que por este mundo físico.

Por tanto, los Evangelios son un tipo de literatura que afirma la precisión histórica, que se enfoca en una agenda teológica, que se lee como un relato de testigos oculares. Así que al leer los Evangelios, en realidad nos estamos encontrando con nuestro señor Jesús. El Evangelio de Juan dice: «Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre» (20:30-31). Ese es el objetivo de los Evangelios.

La vida de Cristo según los cuatro Evangelios

Esa es una breve introducción a este tipo de literatura. Y he dejado en claro que el enfoque no está en la historia de la vida de Jesús, sino en quién él es y cómo terminó su vida. Pero para facilitar un enfoque más nítido en las próximas semanas acerca del mensaje e importancia de cada Evangelio, pasaremos los siguientes minutos recorriendo esta historia, a fin de que podamos tener una sola línea cronológica en la cual conectar todo lo demás que veremos en los Evangelios.

Visto en conjunto, la progresión cronológica de los Evangelios puede desglosarse en once secciones:

1. Vista previa de quién es Jesús

Cada Evangelio inicia con su conclusión: Jesús es el Mesías, el divino Hijo del hombre. Esa sería la declaración de propósito del escrito de Lucas a Teófilo, la dramática declaración de apertura de Juan que establece a Cristo como Dios preencarnado y ahora como Dios hecho carne, y los linajes de Mateo y Lucas.

2. Nacimiento de Juan el Bautista

Y entonces la historia comienza con Juan el Bautista. Lucas registra el relato del nacimiento de Juan el Bautista, y leemos el encuentro entre las embarazadas María y Elisabet, y al bebé Juan el Bautista saltando de alegría en el vientre de su madre. Lucas es el único Evangelio que registra el cántico de María, que es similar al cántico de Ana en 1 Samuel 2.

3. Primeros años de Cristo

Lucas y Mateo proporcionan relatos del nacimiento de Jesús y de sus primeros años, con muy poca superposición. Un ángel visita a María para anunciar el nacimiento de Cristo, y José recibe una visita parecida con un mensaje similar. Mateo registra la visita de los Reyes Magos y la huida de José, María y Jesús a Egipto. Luca añade detalles acerca del censo romano y los acontecimientos que condujeron a José y María a Belén; nos habla de los ángeles que visitan a los pastores; y registra la circuncisión de Jesús y su presentación en el Templo de Jerusalén.

4. Ministerio de Juan el Bautista

Y la historia regresa a Juan. Los cuatro Evangelios nos hablan acerca de Juan el Bautista; los Evangelios sinópticos nos dan detalles del inicio del ministerio de Juan el Bautista, quién era, el mensaje que predicaba y el bautismo que ofrecía.

5. Fin del ministerio de Juan el Bautista e inicio del ministerio de Cristo

Lo que vemos a continuación es, en esencia, un pase de Juan a Jesús. Los sinópticos registran el bautismo de Jesús y su tentación en el desierto; Juan, en cambio, escoge centrarse en la identificación de Jesús como el Cordero de Dios por Juan el Bautista al inicio del ministerio público de Cristo. En Juan también aprendemos acerca del primer milagro de Jesús, la conversión del agua en vino, y de la purificación del templo por parte de Jesús a comienzos de su ministerio (los sinópticos registran la purificación del templo mucho después, durante la semana de la Pasión).

Y Juan registra la interacción entre Cristo y Nicodemo, «un hombre de los fariseos» que va a Jesús de noche, presuntamente para explorar las acciones de Jesús en el templo, y especialmente su explicación aparentemente extraña: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Más adelante en Juan leemos acerca del encuentro de Jesús con la mujer samaritana en el pozo. En ambos relatos, Jesús declara su divinidad: Él es el camino para «nacer de nuevo» y el «agua» que pondrá fin a toda sed.

6. El ministerio de Cristo en Galilea

Con estos primeros capítulos como base, Jesús regresa a Galilea donde comienza a encontrar oposición en Nazaret, lo que lo lleva a establecerse en Capernaúm. En esta coyuntura de su ministerio, Cristo llama a los discípulos, sana a la suegra de Pedro y limpia al leproso (que no puede permanecer callado). En esta fase, Cristo reestructura la comprensión contemporánea del día de reposo. En el día de reposo, sana a un hombre cojo, permite que los discípulos recojan granos y sana la mano de un hombre. ¿El resultado? Un intento de asesinato en su contra, ya que se compara con el Dios que nunca deja de trabajar. El día de reposo estaba destinado para señalar el descanso que tenemos con Dios en Cristo, pero se había convertido en una opresión para el pueblo. Esta controversia acerca del día de reposo es nuestra introducción a la realidad del Reino de Cristo.

En respuesta a esta persecución, Jesús se retira al mar de Galilea donde enseña acerca de la verdadera naturaleza del Reino en el Sermón del Monte. Este no es un reino terrenal; se ingresa a través de la fe y el arrepentimiento, es habitado por los pobres de espíritu, los mansos y los puros de corazón. Cristo usa el sermón para responder una simple pregunta: «¿Quién puede entrar en el reino de los cielos?». ¿Y cuál es la sorprendente respuesta? Nadie. No necesitamos mejores obras, sino nuevos corazones.

Jesús continúa enseñando acerca del Reino, enfocándose en el arrepentimiento. Una delegación de maestros de Jerusalén llega para investigar su enseñanza, pero finalmente lo rechaza, sugiriendo que su autoridad viene de Satanás. Y así, Jesús cambia su enseñanza a la forma de parábolas, para continuar explicando los misterios de su Reino. Algunas de ellas:

La parábola del sembrador, que la Palabra de Dios caerá en suelos diferentes con resultados diferentes, contradice el conocimiento común de que será evidente si estás o no en el Reino. Todo lo contrario: las respuestas aparentes pueden ser engañosas.

El trigo y la cizaña nos muestran que el Reino no vencerá inmediatamente a sus enemigos. Más bien, el Reino continuará existiendo entre sus enemigos hasta que el Señor regrese. El Mesías no ha venido para establecer su Reino en la tierra, en cambio, llama a su pueblo a vivir como luz en un mundo oscuro. De manera similar, la parábola de la semilla de mostaza explica que aunque el Reino de los cielos hoy es tan ridículamente poco impresionante como una semilla de mostaza, un día llenará toda la tierra, creciendo en un árbol que evoca la visión de Daniel en Daniel 4, excepto que este Reino permanecerá para siempre.

La parábola de la levadura sugiere un reino que crecerá para afectar al mundo entero, en lugar de estar geográficamente centrado en Jerusalén. Y para que no tengamos dudas, la parábola del tesoro escondido nos asegura que este reino vale lo que cueste.

¡El Reino ha llegado y no es lo que nadie esperaba! También es durante este tiempo que el ministerio de sanidad de Cristo entra en plena vigencia. Sana al hombre paralítico, a la mujer que toca su vestido, resucita a la hija de Jairo de entre los muertos, a los ciegos y a los mudos. Aunque hubo sanidades en el Antiguo Testamento, esto está en una escala completamente diferente. No uno o dos, sino a todos los que vinieron a él, desde pueblos enteros. Jesús enviando a los doce muestra que la autoridad del Rey está con los miembros del Reino cuando salen en su nombre.

7. El ministerio de Cristo alrededor de Galilea

Después de retirarse de Galilea, Cristo alimenta a los 5000 con los panes y pescados de un muchacho. Luego de alimentar a la multitud, Cristo cruza el lago y camina sobre el agua durante una tormenta. Por otro lado, continúa enseñando en base al milagro que acaba de realizar, presentándose como el Pan de Vida, y advierte a la multitud de los maestros religiosos y políticos de la época.

Es aquí, fuera de Galilea, donde aparece un importante momento decisivo en los tres Evangelios sinópticos: Pedro reconoce que Jesús es el Cristo. Habiendo enseñado tanto acerca de su Reino, Jesús inmediatamente comienza a enseñar sobre su futura muerte y resurrección, para confusión de sus discípulos. Tras la confesión de Pedro, Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan a un monte donde se transfigura y se muestra sin lugar a dudas como el Hijo de Dios. Y luego, Lucas registra: «Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén» (9:51).

8. Subsiguiente ministerio en Judea

Una vez más, el ministerio de Jesús cambia de lugar, esta vez a Judea. Juan presenta la respuesta mixta de Jesús mientras enseña en la fiesta de los Tabernáculos, incluyendo los intentos de los fariseos de arrestarlo mientras continúa enseñando que él es la luz del mundo.

Lucas registra la comisión de los 72, al igual que el envío de los 12 apóstoles, de ir y propagar el mensaje del Reino. Lucas también expone el gran mandamiento, al proporcionar el ejemplo de Jesús del buen samaritano.

A medida que Jesús se acerca al final de su ministerio terrenal, la tensión continúa incrementando entre los líderes religiosos. Luego de expulsar a un demonio, Jesús es acusado de actuar en el espíritu de Satanás. Surge un debate entre los escribas y fariseos acerca de la naturaleza de su poder, con Jesús señalando que tal poder constituye una evidencia innegable de que el Reino de Dios ha llegado (Lucas 11:20). La sección cierra con Cristo proclamando infortunios sobre los fariseos, y luego procediendo a advertir acerca de los peligros de la hipocresía, la codicia, la confianza en las riquezas y la necesidad de estar preparados para la segunda venida de Cristo.

9. Ministerio alrededor de Perea

Jesús entra en la región de Perea, al este del río Jordán, a medida que el propósito de la vida y el ministerio de Cristo alcanzan su clímax.

Durante esta etapa final antes de ir a Jerusalén una última vez, Cristo continúa enseñando lo que significa ser discípulo, cómo entrar en el Reino, el costo de seguirle, y una vez más, el peligro de confiar en las riquezas de este mundo.

Mientras continúa enseñando lo que ha de venir, Jesús sigue haciendo milagros. Resucita a Lázaro de los muertos, trayéndolo de vuelta a la región de Jerusalén, y presagiando su propia resurrección.

10. La semana de la Pasión

Como ya hemos notado, los escritores de los Evangelios dedican la preponderancia de sus relatos a la última semana de Jesús. Lo cual tiene sentido cuando recordamos el punto de estos relatos. Es casi como si adelantaran la película, y cuando llegan a este momento, se detienen y observan los últimos momentos con la minuciosidad que se merecen. Los acontecimientos de la última semana de Cristo son la base de Reino y la fuente de nuestra salvación.

La semana empieza con Cristo entrando en Jerusalén como el Rey que sus discípulos habían estado esperando. Llega ante las multitudes, y éstas reconocen quién es él; ¿qué sería lo próximo? ¿El derrocamiento del gobierno de los romanos? Pero las cosas rápidamente se convertirían en terror absoluto para los seguidores de Jesús cuando Jesús provoca a las autoridades religiosas al purificar una vez más el templo.

En el Sermón del Monte de los Olivos, Jesús continúa enseñando que regresará nuevamente, pero la próxima vez en juicio, ya no en misericordia.

Mientras se prepara para ser entregado a las autoridades gracias a la traición de Judas, Cristo se reúne con sus discípulos para la cena de la Pascua. Lava sus pies y predice que será negado por Pedro. Al trasladarse al huerto del Getsemaní, la agonía de la cruz se hace más profunda, Cristo sabe que ha llegado el tiempo de cumplir con la misión por la que ha venido a la tierra y, sin embargo, el peso de cargar con los pecados del mundo y la separación de su Padre, es extremadamente pesado.

Desde el huerto, los restantes pasos a la cruz son rápidos. Cristo es traicionado, las autoridades romanas lo arrestan, es juzgado por los líderes judíos, y luego sufre la peor injusticia en la historia ante Pilato. No hay espera, ni celda de espera, ni apelación, es llevado inmediatamente para ser crucificado.

El Rey Jesús sufre golpizas, burlado por la multitud y los soldados romanos, y luego sube por el Gólgota donde clavos atraviesan sus manos y pies, y es ejecutado. El cielo se oscurece, los muertos resucitan y el velo del templo se rasga de arriba abajo: esta no es una muerte cualquiera. Y el cuerpo de Jesús es colocado en una tumba bajo custodia.

Y afortunadamente, el relato de los Evangelios continúa. En la mañana del domingo, algunas de las mujeres que seguían a Jesús fueron a la tumba, solo para encontrar que Jesús ya no estaba allí, había conquistado la muerte, había vencido la agonía de la cruz. Su afirmación de ser el Rey divino es vindicada; la semilla de mostaza que había descrito está empezando a crecer.

11. Posresurrección y ascensión

Luego de su resurrección, Jesús aparece a muchos de sus seguidores. ¡Imagina lo que debe haber sido vivir en Jerusalén en esta época! Ese hombre que afirmó ser Dios, realmente se levantó de los muertos; está vivo. Todo lo que había dicho de sí mismo, todo lo que dijeron los profetas acerca del siervo sufriente y un cordero resucitado se ha hecho realidad.

Bien, como no hemos visto a Cristo con nuestros ojos, vivimos en el tiempo posterior a la resurrección, y veremos cómo debemos vivir en este tiempo al mirar el libro de Hechos y las Epístolas.

Y esa es la cronología de la vida de Jesús en once partes de las cuales se reúnen los cuatro Evangelios.

Cuatro retratos, un solo Jesús

Es interesante, sin embargo, que lo que Dios inspiró no fue esa cronología que acabamos de recorrer, sino cuatro Evangelios distintos: cuatro lentes distintos para mirar quién fue Jesús y lo que él hizo. En las próximas semanas, estudiaremos cada uno individualmente, pero permíteme presentarlos conjuntamente para que puedas ver las diferencias, y luego cerraremos con cómo usar estos Evangelios en tu vida como cristiano.

  1. Mateo: Jesús, el Rey prometido.

Tema: Jesús, como el Mesías sufriente, es el cumplimiento del Antiguo Testamento.

Mateo se enfoca en el cumplimiento, mostrando a través de una extensa cita de la Escritura cómo Jesús cumplió todas las promesas y tipos en el Antiguo Testamento. De gran importancia es el cumplimiento de las promesas mesiánicas por parte de Jesús, así que Mateo tiene un enfoque especial en Jesús como el Hijo de David. El Mesías que ha sido crucificado por su pueblo y ha resucitado nuevamente para tener autoridad sobre todos las naciones.

  1. Marcos: Jesús, el Rey siervo.

Marcos es el más simple de los Evangelios, con 16 capítulos enfocándose en dos preguntas básicas:

Capítulo 1-8: «¿Quién es Jesús?»         Respuesta: ¡Jesús es el Cristo!

Capítulo 9-16: Qué clase de Cristo    Respuesta: El Hijo del hombre que vino a entregar su vida en rescate por muchos (10:45).

Por tanto, Marcos reúne todas las ideas de dos profecías mesiánicas distintas: el Hijo divino del Hombre en Daniel 7 y el siervo sufriente en Isaías 53. 

  1. Lucas: Jesús, el Rey salvador.

Aunque Lucas comparte mucho material con Marcos, y plantea el mismo Evangelio, lo hace con un énfasis ligeramente diferente. Se preocupa por retratar a Jesús no solo como el Rey de Israel, sino como el salvador de todo el mundo. Así, hay un enfoque en el hecho de que Jesús vino incluso por aquellos que son considerados como marginados en este mundo.

  1. Juan: Jesús, el Rey divino.

Por último, llegamos a Juan. En ninguna otra parte, la deidad de Jesús es más explícita que en el Evangelio de Juan. Sin embargo, es en este Evangelio con una imagen tan exaltada de Jesús que también podemos ver la imagen increíblemente íntima de Jesús como el Cristo que conversa con su madre, Nicodemo, la mujer en el pozo, el paralítico en el estanque, el hombre que nació ciego, María y Marta luego de la muerte de su hermano, los discípulos en el aposento alto y su Padre en su oración del sumo sacerdote.

¿Por qué? Porque está escrito por el discípulo a quien Jesús amaba, para que podamos tener vida en su nombre, convirtiéndonos en los discípulos a quienes Jesús ama.

¿Por qué cuatro Evangelios?

Así que esos son los cuatro Evangelios. Pero, ¿por qué cuatro? ¿Y por qué existen? Piensa en esa pregunta por un momento; es inmensamente importante al abordar estos libros. Muchas décadas después de la muerte de Jesús, cuando los problemas y la confusión amenazaban a la Iglesia, el Espíritu Santo no respondió con el catecismo o el tratado teológico, sino inspirando biografías de la vida de Jesús en la tierra. Y no una, sino cuatro. ¿Por qué? Creo que la respuesta a esa pregunta te ayudará a entender a cómo usar los Evangelios como cristiano.

¿Por qué existen los Evangelios? Permíteme ofrecer tres posibles respuestas:

  1. Primero, porque lo que Jesús hizo es tan crucial para nuestra fe. Aquellos que alegan que el cristianismo es básicamente igual a cualquier otra religión debido a la similitud del código moral, pierden por completo este punto. Los Evangelios fueron escritos porque lo que Jesús hizo, en su muerte y resurrección, fue mucho más significativo que lo que enseñó. Y, de hecho, gran parte de lo que enseñó fue para convencernos de la necesidad de su sacrificio por nosotros, para explicar la verdadera naturaleza de su Reino al ser inaugurado en su sufrimiento y muerte, y para ayudarnos a comprender cómo vivir como su pueblo redimido. Todo se centra en su sacrificio por nosotros.
  2. Segundo, el Espíritu Santo inspira los Evangelios porque la historicidad es crucial para la fe cristiana. Creemos fundamentalmente en una fe basada en un acontecimiento, no en una fe basada en una idea. Como dice Pablo, si Jesús no resucitó de entre los muertos, estas ideas son absurdas o peores. Por tanto, usa los Evangelios (y Hechos) para reforzar tu confianza en el hecho de que estos eventos realmente sucedieron. Lee críticamente, como un historiador. Admira cuán reales se sienten estos relatos al leerlos. Cuando la tormenta llegue a tu fe, acude a los Evangelios, porque los Evangelios nos ayudan a creer que estos acontecimientos fueron reales y, por tanto, nuestra fe es real.
  3. Tercero, nuestra fe está en una persona y no en un concepto. Así que lee los Evangelios para conocer a Jesús. Como lo expresa John Piper: «Realmente creo que la razón fundamental por la cual Dios nos dio cuatro retratos de Jesús en los cuatro Evangelios es para que podamos ver y saborear más plenamente y con más exactitud las glorias del Salvador que encontramos personalmente en el evangelio, y para que podamos disfrutar una comunión con él en esta vida, tal como lo conocemos personalmente por lo que hizo y dijo en sus días en la tierra». Por muy maravillosas que sean las Epístolas para enseñarnos acerca de lo que Dios ha hecho y por qué, nuestra fe se encuentra fundamentalmente en Jesús, y es mirando lo que él hace, escuchando lo que dice (y elige no decir), que podemos aprender a conocerlo y amarlo. Toma tiempo para meditar en los Evangelios, para comprender su estructura y mensaje, y finalmente, para ser presentado a Jesús. Aprende cómo usar los cuatro Evangelios como cuatro ángulos de cámara en esa vida singularmente fundamental. Disfruta ver las diferencias de énfasis, los diferentes subtramas que cada escritor extrae de la vida de Jesús. Recuerda, el objetivo no es interpolar estos cuatro autores para descubrir al «verdadero» Jesús, sino usar cada  uno de estos retratos perfectos e inspirados de nuestro Señor para comprenderlo y adorarlo.

Conclusión

Si crees que estos cuatro Evangelios son palabras fieles e inspiradas por Dios para presentarnos a su Hijo, ¡qué tesoro te espera! No solo estas semanas, ¡sino el resto de tu vida! Así que permíteme invitarte al almacén donde podemos admirar tesoros nuevos y viejos, y reencontrarnos con nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.