Clases esenciales: Nuevo Testamento

Nuevo Testamento – Clase 2: Hebreos: El Reino viene

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
27.06.2018

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Clase esencial
Panorama del Nuevo Testamento
Clase 2: Hebreos: El Reino viene


«Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí».

«Espera», seguro estarás pensando, «¿no es esta la introducción a la clase del Nuevo Testamento? ¿Por qué acabas citar los Salmos?». Bueno, en primer lugar, sí estás en la clase del Nuevo Testamento, y no cité exactamente el Salmo 40, sino Hebreos 10 en el que el escritor cita ese Salmo de David cuando conecta la expiación sustitutiva de Cristo con el sistema sacrificial del Antiguo Testamento que apuntaba a Cristo.

Ahora bien, lo siguiente que estás pensando es: «¿me acabo de perder 15 semanas del Nuevo Testamento?». Si la semana pasada fue la clase introductoria, ¿por qué saltamos todos los Evangelios, Hechos y todas las cartas de Pablo? Bueno, de muchas maneras el libro de Hebreos es la puerta del Antiguo Testamento al Nuevo Testamento, por tanto, es fundamental para comprender el Nuevo Testamento. El autor de Hebreos hace referencia y explica muchos pasajes del Antiguo Testamento incluyendo: 2 Samuel 7 y Deuteronomio 32 (1:1-2:4), Salmo 8:4-6 (2:5-18), Salmo 95:7-11 (3:1-4:13), Salmo 110:4 (4:14-7:28), Jeremías 31:31-34 (8:1-10:18), Salmo 40:6-8 (10:1-10), Habacuc 2:3-4 (10:32-12:3), Proverbios 3:11-12 (12:4-13), y Éxodo 19, 20 12:18-29).

Hebreos actúa como el comentario de Dios acerca del Antiguo Testamento, ya que emite de manera hermosa los escritos y la historia de Israel a la luz de Cristo. Cristo es el punto principal del Antiguo Testamento; es a él a quien apunta todo el sistema sacrificial. Y existen pocos lugares en la Escritura que aclaren esto mejor que el libro de Hebreos. Si quieres comprender el rico escenario que provee el Antiguo Testamento para la vida y obra de Cristo, si realmente quieres comprender el Antiguo Testamento, Hebreos es un gran lugar para comenzar. Y, aquí es donde daremos el primer vistazo a la venida del Reino de Dios.

Propósito y contexto

Escrita antes de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70 d. C., la carta probablemente haya sido redactada a mediados de los años 60. Identificar al escritor es una tarea más compleja, pero no necesaria para comprender el libro. El propósito principal de la carta no parece ser simplemente una guía interpretativa del Antiguo Testamento, en cambio, fue escrita para una comunidad hebrea que aparenta ser mayoritariamente cristiana, pero que ahora está en crisis. Aunque fueron perseguidos cuando se hicieron cristianos y ganaron una reputación de servicio sacrificial, el autor ahora está profundamente preocupado por ellos. Los llama a ser pacientes para aprender (6:12) y los insta a no alejarse del Dios vivo (3:12), sino a crecer en madurez (6:1).

«Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo» (3:12).

Parece que en medio de las crecientes dificultades, los destinatarios judíos de esta carta estaban considerando abandonar el cristianismo y regresar al judaísmo. En Hebreos 2:3, el autor pregunta: «¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?». Incluso cuando vemos a estos cristianos siendo tentados a dejar de seguir a Cristo a medida que el llamado a seguir a Cristo se vuelve más difícil, podemos ser animados y advertidos cuando sintamos la tentación de considerar otras opciones menos difíciles que seguir a Cristo.

Tema y puntos clave

El tema general del libro de Hebreos aparece casi en cada página, y es la supremacía y la finalidad de Jesucristo. Jesús, el preeminente de todos los siervos de Dios, como leemos en el capítulo 9, «se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado» (9:26), y en ese sacrificio nos ha traído salvación eterna (5:9; 12:22-24; 1:2). Por la muerte sacrificial de Jesús vemos que ahora tenemos acceso directo a Dios a través de Cristo (4:16, 10:22). Por ello, también vemos mayor énfasis en la necesidad de continuar en la fe (12:1-2).

El escritor de Hebreos se enfoca en tres cosas mientras se dirige a una audiencia que está considerando si es mejor o no regresar a su antigua religión, se enfoca en la superioridad de quien es Jesús, en la supremacía de lo que Jesús ha hecho al establecer el nuevo pacto, en la esperanza que tenemos gracias a estas verdades, y cómo esto debería cambiar nuestras vidas. En el camino, también da varias advertencias a estos cristianos dudosos que consideraremos al concluir.

  1. La superioridad de quien es Jesús (Capítulos 1-7)
  2. La supremacía de la obra de Cristo (Capítulos 8-10:18)
  3. Una esperanza que transforma la vida (Capítulos 10:19-13)

La superioridad de quien es Jesús (Capítulos 1-7)

En Messages of the New Testament, Dever dice: «Existían otros líderes religiosos a quienes estos cristianos se veían tentados a seguir. Y estos otros líderes eran muy impresionantes, quizá sería moralmente menos exigente seguirles; y si era moralmente más exigente seguirles, tal vez sería socialmente menos incómodo y menos riesgoso. De cualquier manera, estos líderes no eran falsos maestros».

El escritor de Hebreos defiende la superioridad de Cristo ante individuos que no estaban siendo desviados por falsos maestros como los gnósticos que encontraremos más adelante en nuestro estudio de 1 Juan. Estaban siendo tentados a regresar a un judaísmo sin Cristo, a seguir a los profetas del Antiguo Testamento, a ángeles que eran mensajeros de Dios y a Moisés. Por tanto, al exponer sus argumentos, el autor de Hebreos reconoce que es crucial no solo declarar positivamente que Jesús es superior a todos los demás, sino usar las Escrituras del Antiguo Testamento para demostrar que estos «maestros» a los cuales los hebreos estaban considerando regresar les dirían que miraran a Jesús y no a ellos.

Desde el inicio de la carta, el autor comienza a establecer la singularidad y supremacía de Jesucristo: «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos».

Superioridad sobre los ángeles

Para cuando llegamos al versículo 4b, el escritor ha seleccionado su primer punto de comparación para establecer la supremacía de Jesús: los ángeles (1:4-2:18). Lee el versículo 5. Vemos que el autor expone varios versículos de los Salmos, 2 Samuel y Deuteronomio. Y en estos versículos el escritor enfatiza la filiación de Jesús (v.5), que es digno de ser adorado (v.6), su gobierno (v.8-9, 13) y eternidad (v.10-12) sobre los roles/estatus de los ángeles como «espíritus ministradores» y mensajeros (v.7, 14).

El punto de esta comparación se hace evidente al inicio del capítulo 2: «Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?» (2:2-3a). En el Antiguo Testamento, los ángeles eran instrumentos que comunicaban la Palabra de Dios al pueblo de Dios. Este mensajero (Jesús) es superior a estos mensajeros angélicos, y el corolario también es cierto que su mensaje es de suma importancia.

La superioridad de Jesús sobre los ángeles se encuentra en su identificación como hombre, con nosotros: «Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo» (2:16-17). Jesús actúa como más que un recadero o mensajero como los ángeles; él se convierte en la satisfacción de la ira de Dios por aquellos que se arrepienten. Los ángeles anuncian la Palabra de Dios, él es la última palabra de Dios. Él es el evangelio, y es imperativo que escuchemos este evangelio y no escapemos (2:2-3).

Superioridad sobre Moisés y los sacerdotes levitas—Jesús es eterno y Jesús es perfecto

Aunque tanto Moisés como Jesús son alabados por su fidelidad, el atributo superlativo de Cristo se ve en el hecho de que si bien Moisés fue fiel como siervo, Jesús es «hijo sobre su casa».

«Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir; pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza» (3:5-6).

El argumento es similar a lo que acabamos de ver con los ángeles. Si el pueblo de Israel fue juzgado por rebelarse contra Moisés, ¿cuánto más deberíamos tener cuidado de seguir a Cristo, que es en realidad superior a Moisés? La urgencia de seguir solamente a Cristo se hace más notoria. Vemos un ejemplo de esta urgente exhortación en los versículos 12-13 del capítulo 3. Él suplica «que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado» hacia el evangelio y Cristo. Nos advierte «que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo», y a animarnos mutuamente para que podamos evitar este engaño. Hermanos y hermanas, ¡deberíamos acatar esta advertencia hoy en día! ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Oras por otros miembros de tu iglesia y cristianos que conozcas? ¿Animas a otros cristianos? El escritor de Hebreos nos dice que necesitamos a otros cristianos en nuestras vidas que nos ayuden a ver nuestra manera de vivir, la incredulidad es una amenaza muy real de la que debemos cuidarnos juntos.

En Hebreos 4:14-7:28, el escritor demuestra que Jesús es un sumo sacerdote superior al sacerdocio levítico. Pero Cristo no está en el linaje aarónico de los sacerdotes levitas. Él es eterno, del linaje de Melquisedec: «y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen; y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec» (5:9-10). El escritor continúa describiendo a Melquisedec en Hebreos 7:3: «sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre». Según el escritor de Hebreos, Jesús era esta clase de Sacerdote. Dever dice: «Jesús es un Hijo eterno de Dios y, por tanto, un sacerdote eterno. Los antiguos sacerdotes murieron. Pero la muerte no pudo retener a Jesús, de manera que él puede continuar intercediendo a nuestro favor». Verdaderamente, Jesús es un sumo sacerdote superior, a través de él tenemos un mediador ante Dios. Además, es capaz de entender nuestras debilidades porque ha sido tentado en todo lo que nosotros hemos sido tentados, aunque nunca cometió pecado. A diferencia de los antiguos sacerdotes, e incluso más importante; a diferencia de nosotros, él es perfecto. ¡Esta es la clase de sacerdote que necesitamos!

Jesús es un gobernante superior a los ángeles, es un profeta de Dios superior a Moisés, y es en realidad un sumo sacerdote superior a cualquier descendiente de Abraham. Habiendo visto quién es como Profeta, Sacerdote y Rey, ahora es tiempo de ver lo que él ha hecho.

La supremacía de la obra de Cristo (Capítulos 8-10:18)

De la superioridad de la persona de Cristo pasamos a la supremacía de la obra de Cristo.

El autor hace una transición de la persona de Cristo a la obra de Cristo en los dos primeros versículos del capítulo 8, aunque en cierto sentido continúa este gran tema de la superioridad de Cristo. «Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre».

La naturaleza del nuevo pacto

El escritor de Hebreos está llegando al clímax del libro. Quiere que sepamos que, así como los antiguos sacerdotes dieron ofrendas y sacrificios, ahora lo hace este nuevo sumo sacerdote. Lo que él nos da es diferente de lo que nos dieron los antiguos sacerdotes. El autor llama a esto un nuevo pacto.

El antiguo pacto tenía la intención de dirigir al hombre hacia Dios e iluminar nuestro estado pecaminoso. La ley era la sombra de las cosas que vendrían y era simbólica (véase Hebreos 10:1-4). En contraste, el punto del Nuevo Pacto es transformar la mente y el corazón (véase Hebreos 8:8-13 y Jeremías 31:33). Esto, dice el escritor, es un cumplimiento y una discontinuidad con el reino que los judíos habían conocido y el reino que ahora vendría (v.13).

El autor alega que el nuevo pacto es superior al antiguo con tres ejemplos/argumentos:

  • Ilustración humana – Una voluntad: El nuevo pacto (o voluntad/testamento en griego y hebreo) solo entró en vigor después de que Jesús murió (9:15-17).
  • Analogía bíblica – Sacrificio y sangre: El primer pacto era ratificado con la sangre de animales; el segundo pacto se inauguró con la sangre de Cristo. ¿Cuál es la importancia de la sangre? Hebreos 9:22: «Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión».
  • Argumento de la experiencia: Un sacrificio hizo perfecto a todos lo que se hacen santos (véase Hebreos 10:14). Una vez que se ha proporcionado el perdón ya no hay necesidad de sacrificios adicionales (10:17-18).

El escritor de Hebreos quiere que sus lectores sepan que somos privilegiados en tener un mejor pacto que el dado a través de Moisés.

El sacrificio de Cristo

En el núcleo del nuevo pacto se encuentra el sacrificio de Cristo. Cristo ha ofrecido un sacrificio efectivo y permanente que expía nuestros pecados.

Los antiguos sacrificios eran ceremoniales, temporales y solo servían como un recordatorio de los pecados. Lo que necesitábamos era un sacrificio que limpiara la conciencia del adorador para siempre (9:9; 10:3). Eso es lo que finalmente cumple el sacrificio de Cristo. Según el escritor de Hebreos, el sacrificio de Cristo cambia la manera en que nos relacionamos con Dios, y lo más importante es que esto sucede porque a través de Cristo nuestros pecados han sido perdonados para siempre. Citando Jeremías 31:31-33, el escritor de Hebreos dice:

«Porque reprendiéndolos dice: He aquí vienen días, dice el Señor, En que estableceré con la casa de Israel y la casa de Judá un nuevo pacto; no como el pacto que hice con sus padres, el día que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos no permanecieron en mi pacto, y yo me desentendí de ellos, dice el Señor. Por lo cual, este es el pacto que haré con la casa de Israel, después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo; y ninguno enseñará a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce al Señor; porque todos me conocerán, desde el menor hasta el mayor de ellos. Porque seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades»  (8:8-12).

El sacrificio en el antiguo pacto es ceremonial: es simbólico y creado con la intención de llevarnos a Cristo. Como leemos en Hebreos 10:3-4: «Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los pecados; porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados». El sacrificio en el nuevo pacto, sin embargo, es moral. Tiene el poder de transformar realmente nuestros corazones. El escritor continúa diciendo en Hebreos 10:12, 14: «pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios… porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados». Dever dice: «Así, por un lado, tenemos a los siervos que murieron por su propio pecado, y cuyos sacrificios de toros y cabríos repetidos interminablemente solo podían hacer que el pueblo quedara limpio ceremonial y externamente. Por otro lado, tenemos al eterno y santo Hijo de Dios, que se entregó a sí mismo una vez para siempre para santificar a su pueblo. Esta es la opción que nos presenta el escritor de Hebreos».

El sacrificio que Jesús ofreció no solo era efectivo, era permanente. Ocurrió una vez por todas (9:12; 9:26; 9:28; 10:10). Es una única acción que no se repite. Esto se contrasta con los rituales diarios y el día anual de la expiación. Lee Hebreos 9:23-28. Incidentalmente, esta es una de las razones por la cual nuestra iglesia discrepa de la idea católica romana de la misa. Novemos la necesidad de repetir el sacrificio de Cristo semana tras semana porque entendemos que él ha completado su obra de expiación. Y, así como señala el autor de Hebreos, mientras que los sacerdotes del Antiguo Testamento están continuamente de pie trabajando, Cristo se ha sentado a la diestra de Dios.

¿Por qué fue la obra de Cristo capaz de ser permanente? Porque él fue el sacrificio perfecto, sacerdotes imperfectos solo podían ofrecer sacrificios temporales, el Cristo perfecto podía ofrecer un sacrificio una vez para siempre.

A la luz de la supremacía del sacrificio de Cristo por nosotros, somos amonestados y exhortados a mantenernos «firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza» porque Dios es fiel, y a no retroceder, sino a continuar en fe para salvación (10:23-39). Podemos hacer esto por medio de la persona y obra de Cristo.

Una esperanza que transforma la vida (Capítulos 10:9-13)

Luego de resumir esta sección acerca  de la obra de Cristo con otra exhortación, el autor ahora pasa a animar a sus oyentes a continuar en su fe, esperanza y amor. ¿Por qué tuvimos que hablar durante todo este estudio acerca de la persona y obra de Cristo primero? Porque como cristianos nuestra fe se centra en una persona, no en una lista de mandamientos. El propósito de la vida para un cristiano no es obedecer una lista de reglas, sino servir al Cristo resucitado. Y la mejor manera de lograr eso no es únicamente recordándonos las normas, sino aprendiendo más acerca de la persona y obra de Cristo. ¿Cómo podemos aprender más acerca de quién es Jesús? Ciertamente, podemos leer los Evangelios y comprender su enseñanza. Pero como aclara el autor de Hebreos, mirar solamente eso ignora los miles de años de la revelación de Dios que apuntan a Cristo. Y para aprender más de Jesús, debemos comprender el Antiguo Testamento. Ese es precisamente el propósito del libro de Hebreos.

En todo momento, el autor nos da puntos de aplicación, inferencias extraídas de la exposición de las Escrituras del Antiguo Testamento. En los últimos cuatro capítulos, esas aplicaciones se elevan. Presenta aspectos de la vida cristiana inspirados en la gracia y basados en el evangelio: la fe, la perseverancia, la esperanza y el amor.

La fe (10:39 y capítulo 11). Comenzamos esta sección acerca de la fe con lo que muchos llaman el «Salón de la fama de la fe» en el capítulo 11. Debemos emular a estos grandes santos demostrando la misma confianza en las promesas de Dios. Casualmente, esta sección enfatiza que el camino a la salvación siempre ha consistido en la fe y la confianza en Dios. Esta es la gran verdad unificadora que vemos a lo largo de la Palabra de Dios. Por tanto, en Hebreos 11:1 encontramos:

«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos».

La perseverancia (12:1-12). Con esta herencia magnífica de la fe, el autor nos llama a seguir los ejemplos de estos testigos. Es en el sufrimiento que vemos la intersección de la fe y la perseverancia. «Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos» (12:7). Lee 12:1-3. ¿Qué significa tener una fe perseverante? Significa confiar en que Dios está en control y que Dios está obrando para cumplir sus buenos propósitos, incluso en medio de una gran dificultad.

La esperanza (12:18-24). Con este vistazo a nuestras actuales circunstancias, el autor dirige nuestras mentes hacia el futuro. Comenzamos con un recordatorio del día en que la ley fue dada a Israel en el monte Sinaí. Lee Hebreos 12:18-24. Debido a que hemos sido hechos parte de este nuevo pacto de la Jerusalén celestial, hay mucho que esperar. La perseverancia se alimenta al meditar en la bondad soberana de Dios para con nosotros mediante Cristo, y en la esperanza que tenemos ante nosotros en el cielo. La esperanza proviene de la fe en la gracia futura.

El amor (13:1). Al pasar al amor, el autor nos exhorta a imitar el ejemplo de Cristo y amar a nuestros hermanos. Con esta gran base de esperanza establecida, el autor recurre al capítulo final para implorar y recordar a sus lectores amar y servir a otros, y finalmente a ser como Cristo que padeció «fuera de la puerta» (para ser desterrado de la ciudad) por el bien de otros (13:12-13).

Hebreos trata acerca de la perseverancia en la fe, la esperanza y el amor por medio de nuestro conocimiento de lo que Dios ha hecho por nosotros a través de Cristo.

Peligros en nuestra lucha por perseverar

En Messages of the New Testament, Mark da siete peligros que el escritor de Hebreos presenta a lo largo del libro para advertir a estos cristianos. Concluiremos nuestro tiempo considerando estos peligros. 

1. Ignorar lo que Dios ha hecho en Cristo

«Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos» (2:1). La Palabra de Dios debe estudiarse cuidadosamente, particularmente lo que tiene que decir acerca de Cristo y de lo que él ha hecho.

2. No creer en Dios

«Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo» (3:12). Un corazón que cree en Dios es un corazón que no solo conoce las Escrituras, sino que busca entender las implicaciones de lo que Dios ha dicho y las aplica a su vida.

3. Dejar de crecer

«Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de las palabras de Dios… Por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección» (5:12, 6:1). El escritor de Hebreos no conoce múltiples clases de cristianos, solamente aquellos que están creciendo y aquellos que no. Si bien puede haber diferentes niveles de madurez cristiana, la Escritura entiende que todos los cristianos deben ser cristianos en crecimiento. Un cristiano que no lleva futo debe considerar si realmente es cristiano.

4. No perseverar en santidad

«Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios» (10:26-27). El pecado repetitivo y sin arrepentimiento en la vida de un creyente profesado es un asunto muy grave. El pecado es realmente aterrador. Dever dice: «Si permanecemos impuros, demostramos que el sacrificio de Cristo ha sido ineficaz  en nuestras vidas; y si el sacrificio de Cristo ha sido ineficaz en nuestras vidas, ¿qué esperanza tenemos?».

5. Perder la fe

«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (11:1). El autor de Hebreos sabía que perder la fe era un peligro, así que provee esta sección en el capítulo 11 para ejemplificar cómo es la fe cristiana. Está caracterizada por una esperanza que está arraigada en una seguridad. La esperanza es el resultado de la fe en una realidad que no hemos visto todavía, pero que sabemos existe.

6. Rechazar la disciplina

«Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados» (12:10-11). El cristiano debe aprender a escuchar la corrección de Dios y obedecer esa corrección. Si no aceptamos la disciplina de Dios, no produciremos la cosecha de justicia que él ha preparado para nosotros.

7. Desechar esta advertencia

«Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos» (12:25). Negarse a escuchar la advertencia que Dios nos ha dado mediante este libro significará que no hay escape de su juicio.

¿Acatarás el mensaje de Hebreos, creerás en Cristo, confiarás en la obra que ha completado para expiar los pecados de todos los que se arrepienten y confían en él?

¿Qué hay la próxima semana?

Estaremos mirando las 5 representaciones del Rey en los Evangelios y Hechos, y lo que los Evangelios dicen al pueblo de Dios como un todo.

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