Predicación expositiva

«La Palabra lo Hizo Todo»: La Necesidad de Predicar Según Los Reformadores Protestantes

Por Shawn Wright

Shawn Wright es profesor asociado de Historia de la Iglesia en el Seminario Teológico Bautista del Sur en Louisville, Kentucky. También es el Pastor de Desarrollo de Liderazgo en la Iglesia Bautista de Clifton.
Artículo
29.01.2022

Uno de los peligros de familiarizarse con la historia es precisamente este. Resulta muy familiar para nosotros. O eso creemos. Nuestra familiaridad con los hechos, las relaciones causa-efecto y la narrativa pueden impedirnos ver realmente lo que sucedió, o por qué lo que sucedió es importante para nosotros. La narrativa de la Reforma Protestante sirve como ejemplo. Martín Lutero (1483-1546) simplemente leyó la Biblia, redescubrió la doctrina de la justificación solo por la fe (Sola Fide) y predicó el evangelio. Y en el proceso, él y los reformadores posteriores como Juan Calvino (1509–64) trastornaron el mundo [1]. ¿Cierto?

No tan rápido, argumenta Brad Gregory. Gregory, un historiador de la Reforma altamente capacitado, sostiene que la Reforma desató el mundo estrechamente entrelazado de la síntesis Tomista entre la fe y la razón y la concepción católica de la cristiandad en que lo secular y lo religioso se articularon estrechamente. Sin saberlo, Lutero desató un torrente que se expandió al mundo moderno con todos sus problemas posteriores a la Ilustración.

En otras palabras, los reformadores protestantes, inconscientemente, provocaron la modernidad. ¿Cómo? Lo más fundamental es alejarse de la definición de dogma de la iglesia católica y considerar la perspectiva de que la Biblia, no la iglesia, determinaba la verdad. La Sola scriptura causó los problemas que Occidente ha enfrentado en la modernidad [2].

LUTERO, SOBRE LA PREDICACIÓN Y LA ORACIÓN

Sin embargo, cuando Lutero y Calvino describieron lo que condujo a las transformaciones trascendentales de sus días, con una sola voz declararon la recuperación del evangelio y la predicación clara de ese evangelio, lo cual causó que la gente saliera de la oscuridad espiritual a la luz. Sola Fide fluyó de Sola Scriptura.

Lutero luchó durante meses (¡quizá más!) para comprender cómo «la justicia de Dios» (lo cual pensó que debe referirse a la justicia retributiva de Dios) podría ser una «buena noticia» en Romanos 1: 16-17. Después, finalmente se da cuenta de que Dios, por su gracia, imputaba la justicia de Cristo a su pueblo[3] . Lutero describió la doctrina de la justificación por la fe sola como «el resumen de toda la doctrina cristiana» y «el artículo por el cual la iglesia permanece o cae» [4] . En otro lugar observó, «Nada en este artículo [de justificación] puede ser abandonado o comprometido, incluso si el cielo y la tierra y las cosas temporales debieran ser destruidos… En este artículo descansa todo lo que enseñamos y practicamos contra el Papa, el diablo y el mundo» [5].

Lutero argumentó que la corriente de la Reforma avanzó únicamente sobre la predicación de la Palabra de Dios: «Simplemente enseñé, prediqué y escribí la Palabra de Dios; por lo demás no hice nada. Y luego, mientras dormía o bebía cerveza en Wittenbergla Palabra debilitó tanto al papado como nunca un príncipe o emperador le haría tanto daño. No hice nada. La Palabra lo hizo todo» [6].

Allí lo tienes. La Palabra lo hizo todo.

Para que la iglesia se reúna como pueblo de Dios, debe haber tanto la predicación de la Palabra de Dios como la oración, exhortó Lutero. «En cada servicio, un pasaje de la Escritura debe ser leído y después ser interpretado. A esto le seguirá la oración de los Salmos y otras oraciones» [7]. Lutero enfatizó que la Palabra era la misma Palabra de Cristo. Y Cristo trajo a la Palabra ser soportada con poder por medio de su Espíritu. Aunque «Dios usa los medios ordinarios de lectura y predicación de la Palabra por ministros del evangelio», no obstante, la Palabra «se vuelve hacia adentro cuando interiormente es recibida y creída. Esta es la obra del Espíritu Santo. Es a través de la Palabra que obra el Espíritu Santo» [8].

CALVINO, SOBRE LA PREDICACIÓN Y LA ORACIÓN

Calvino estuvo de acuerdo con Lutero el precursor. Describió la justificación solo por la fe como «la bisagra principal sobre la cual gira la religión» [9] . Y el medio de proclamar este exquisito evangelio es la predicación ordinaria de la Palabra de Dios. Calvino consideró «un privilegio singular» que Dios haya consagrado «así mismo la boca y la lengua de los hombres para que su voz resuene en ellos» [10]. La predicación es esencial. De hecho, nada es «más notable o glorioso en la iglesia que el ministerio del evangelio, ya que es la administración del Espíritu, de la justicia y de la vida eterna» [11].

Y Calvino vivió como escribió. Él predicó, ¡y mucho! El comentario de John Leith es apropiado y discreto: «El volumen de la predicación de Calvino es impresionante». Siempre concibiendo el ministerio de la predicación regular como su vocación principal, el pastor de Ginebra llevó una carga de predicación impresionante. Durante los últimos 15 años de su vida predicó dos veces los domingos y una vez de lunes a sábado, en semanas alternas.

Solo desde 1549 hasta 1560 predicó 2.042 sermones. Según Dawn DeVries, entre 1541 y 1564 Calvino predicó a través de «los Salmos, Jeremías, Lamentaciones, Miqueas, Sofonías, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Daniel, Ezequiel, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, 1 y 2 Corintios, Job, Deuteronomio, Isaías, Gálatas, Efesios, Los evangelios, Hechos, Génesis, Jueces, 1 y 2 Samuel y 1 Reyes» [12] . Cuando se considera el corpus completo de los sermones de Calvino, constituye casi la mitad de todo lo que escribió este prolífico autor. Aunque Calvino predicó sin notas, el ayuntamiento de Ginebra sabía el fenómeno que tenían en Calvino. Así que pagaron a un grupo de secretarios para que tomaran los sermones del predicador y los publicaran [13].

¿Por qué Calvino dedicó tanto tiempo a la predicación? Sencillamente, e increíblementeporque en la predicación Dios se comunicó a su pueblo: «Cuando se predica el evangelio en el nombre de Dios, es como si él mismo hablara en su propia persona». El Dios Todopoderoso, que habita en una luz inaccesible, se comunica a través de la predicación de su Palabra. Y lo realiza de tal forma que hace que el evangelio salga adelante con poder para salvar a sus elegidos:

La voz del hombre no es más que un sonido que se desvanece en el aire, y sin embargo es el poder de Dios para la salvación de todos los creyentes (dice Pablo). Entonces, cuando Dios nos habla por boca de los hombres, se une a la gracia interior de su Espíritu Santo, hasta el fin, para que la doctrina no sea inútil, sino para que dé fruto. Mirad, pues, cómo oímos al Padre celestial, es decir, cuando nos habla en secreto por su Espíritu Santo, y luego venimos a nuestro Señor Jesucristo [14].

Calvino creía que Dios le hablaba a su pueblo a través de los medios ordinarios de la predicación de su Palabra. A través de la Palabra predicada, Dios salvó a su pueblo. A través de la Palabra predicada, los conformó cada vez más con Cristo, porque Dios «nada quiere que se predique en su nombre sino lo que aprovecha y edifica» [15].

Otra razón empujó a Calvino a enfatizar la predicación regular de la Palabra de Dios: las personas a menudo se extravían de los medios apropiados para conocer a Dios y su voluntad. Los católicos señalaron a la gente hacia la iglesia. Los libertinos y fanáticos buscaban experiencias notables. Ambos tenían fallas, dijo Calvino. Conocemos a Dios en su Palabra cuando el Espíritu Santo, quien fue el autor del libro, nos ilumina para comprender su Palabra. Calvino afirmaba, «por una especie de vínculo mutuo, el Señor ha unido la certeza de su Palabra y de su Espíritu para que la religión perfecta de la Palabra permanezca en nuestra mente cuando el Espíritu, que nos hace contemplar el rostro de Dios, resplandezca; y que, a su vez, podamos abrazar al Espíritu sin temor de ser engañados cuando lo reconocemos en su propia imagen, esto es, en la Palabra» [16].

Tanto Lutero como Calvino creían que la recuperación del evangelio bíblico de la justificación solo por la fe era esencial para que las personas nacieran de nuevo. Al mismo tiempo, el evangelio predicado también provocó un crecimiento en los cristianos. Porque en la predicación, Dios habló por su Espíritu. Y actuó. De modo que Lutero y Calvino simplemente estudiaron, oraron y predicaron, escribieron, discipularon, dirigieron y trabajaron casi hasta la muerte. Y Dios usó a estos hombres imperfectos pero comprometidos para cambiar el mundo.

CÓMO LA PREDICACIÓN DE LA REFORMA CAMBIÓ EL MUNDO

Las Reformas alemana y suiza, y los movimientos luterano y calvinista que condujeron, trastornaron al mundo en el siglo XVI. Un vistazo rápido a los efectos del lado calvinista de la Reforma demuestra la manera en que la Palabra predicada construyó la iglesia. Calvino predicó, pastoreaba y discipulaba a otros [17] . Esto no solo condujo al crecimiento de la iglesia en Ginebra, sino que también resultó en que la iglesia de Ginebra enviara plantadores de iglesias a Francia.

Los franceses eran bastante hostiles a la fe protestante, sin embargo, los misioneros ginebrinos se pusieron a trabajar fielmente. Antes de 1555, no parece haber habido ningún esfuerzo organizado por parte de Ginebra. Pero luego comenzaron a enviar hombres jóvenes, muchos de ellos. Como cuenta Robert Kingdon, «Entre 1555 y 1563 el ‘Registro de la Compañía de Pastores’ registra unos 88 misioneros enviados, pero este es solo un número parcial porque los registros están incompletos» [18] .

Lo que sucedió con la predicación fiel de estos hombres jóvenes es notable. Según Pierre Courthial, «En 1555 había cinco iglesias reformadas organizadas en Francia; en 1559, año en que se reunió el primer sínodo nacional en París, había casi 100; y en 1562 eran 2.150» [19] .La Palabra predicada condujo a un crecimiento extraordinario a través de conversiones y plantación de iglesias.

Podríamos referirnos a la manera en que la Palabra predicada condujo a una nueva vida y profundidad espiritual en la era puritana en la Inglaterra del siglo XVII. También podríamos observar la forma en que la predicación sacudió a las colonias inglesas en el Primer Gran Despertar de aproximadamente 1735 a 1745, impulsada por Jonathan Edwards y George Whitefield. El hilo conductor de los siglos XVI al XVIII fue la predicación fiel, clara y apasionada de la Palabra de Dios combinada  con una sujeción firme a la doctrina de la justificación solo por la fe [20].

CONCLUSIÓN

Dios por su Espíritu continúa obrando de la misma manera hoy. El Señor bendice el mismo evangelio y los mismos predicadores ordinarios que confían en la autoridad de su Palabra y en la necesidad del Espíritu Santo para traer convicción e iluminación. En la Reforma, la Palabra lo hizo todo. Quinientos años a partir de ahora, que pueda eso ser dicho de tu ministerio y el mío.

 

Traducido por Renso Bello

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[1] . Michael Reeves presenta de manera encantadora la narrativa de la Reforma Protestante en  Unquenchable Flame: Discovering the Heart of the Reformation  (Nashville, TN: B&H, 2010). Un tratamiento más completo que reconoce el enfoque religioso y doctrinal es Carter Lindberg,  The European Reformations , 2ª ed. (Malden, MA: Wiley-Blackwell, 2009).

[2] . Para el argumento extendido de Gregory ver Brad S. Gregory, The Unintended Reformation: How a Religious Revolution Secularized Society (Harvard, MA: Harvard University Press, 2012). Destaca los efectos negativos de LSola Scriptura en «Una respuesta al evangelicalismo» en Viajes de fe: evangelicalismo, ortodoxia oriental, catolicismo y anglicanismo  , ed. Robert L. Plummer (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2012), 165-178. Los lectores podrían estar interesados ​​en dos reseñas inteligentes del argumento de Gregory, la primera de Michael Horton (https://www.thegospelcoalition.org/reviews/the-unintended-reformation/), la segunda de Carl Trueman (https: // www. reformation21.org/articles/pay-no-attention-to-that-man-behind-the-curtain-roman-catholic-history-and-the-e.php).

[3] .Véase Martín Lutero, «Dos clases de justicia», en  Escritos teológicos básicos de Martín Lutero , ed. Timothy F. Lull (Minneapolis, MN: Fortress, 1989), 155-164.

[4] .Timothy George,  Teología de los reformadores (Nashville, TN: Broadman, 1988). 62.

[5]. Martin Luther, Los Artículos de Esmalcalda, en Escritos teológicos básicos de Martin Lutero, 502-503.

[6] .George,  Teología de los reformadores , 53.

[7] .Hughes Oliphant Old,  La lectura y predicación de las Escrituras en el culto de la Iglesia cristiana. Vol. 4: La era de la Reforma (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2002), 31.

[8] .Antiguo,  Lectura y predicación de las Escrituras, pág. 41.

[9] .Juan Calvino,  Institutos de la religión cristiana , Biblioteca de clásicos cristianos, 2 volúmenes, ed. John T. McNeill, trad. Batallas de Ford Lewis (Filadelfia: Westminster, 1960), 3.11.1.

[10] .Calvino,  Institutos, 4.1.5.

[11] .Calvino,  Institutos, 4.3.3.

[12] .Dawn DeVries, «Calvin’s Preaching», en  The Cambridge Companion to John Calvin , ed. Donald K. McKim (Cambridge: Cambridge University Press, 2004), 111.

[13] .John H. Leith, «La doctrina de Calvino sobre la proclamación de la Palabra y su significado para hoy», en  John Calvin and the Church: A Prism for Reform , ed., Timothy George (Louisville, KY: Westminster / John Knox , 1990), 206-207.

[14] .Juan Calvino, tercer sermón sobre Jacob y Esaú, citado en Leith, «La doctrina de Calvino sobre la proclamación de la Palabra», 227, n. 31.

[15] .Juan Calvino, sermón sobre 2 Timoteo 2: 16-18, citado en Leith, «La doctrina de Calvino sobre la proclamación de la Palabra», pág. 222.

[16] .Calvino, Institutos, 1.9.3.

[17] .Un libro maravilloso sobre el ministerio pastoral de Calvino y el de la próxima generación es Scott M. Manetsch,  «Compañía de Pastores de Calvino: Cuidado Pastoral y la Iglesia Reformada Emergente», 1536–1609  (Oxford: Oxford University Press, 2012).

[18] .Robert M. Kingdon,  «Ginebra y la llegada de las guerras de religión en Francia», 1555-1563  (Ginebra: Librarie E. Droz, 1956), 14.

[19] .Pierre Courthial, «La edad de oro del calvinismo en Francia», en  «Juan Calvino: Su influencia en el mundo occidental» , ed. W. Stanford Reid (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1982), pág.77.

[20] .Sobre el crecimiento del Calvinismo, ver Jon Balserak,  Calvinism: A Very Short Introduction  (Oxford: Oxford University Press, 2016), y John T. McNeill,  The History and Character of Calvinism  (Oxford: Oxford University Press, 1954) . Para la influencia de Calvino en las misiones, tomar en cuenta Michael AG Haykin y C. Jeffrey Robinson, To the Ends of the Earth: Calvin’s Missional Vision and Legacy (Wheaton, IL: Crossway, 2014).