Membresía
La membresía de la iglesia y la contextualización
Hacer teología implica expresar constantes bíblicas universales de maneras que tengan significado en un contexto particular. Habiendo pasado la mayor parte de dos décadas plantando iglesias en culturas extranjeras, no podría haber evitado esta lección incluso si hubiera querido. Los plantadores de iglesia transculturales son continuamente retados con la necesidad de enseñar doctrina cristiana y al mismo tiempo con la urgencia de un significado contextual y aplicaciones apropiadas de esa doctrina.
Entonces, ¿cómo formular una doctrina de la membresía de la iglesia local sensible contextualmente? Esta es la pregunta que este artículo intentará responder. Nuestra doctrina de la membresía eclesial debería llevarnos cerca de una constante bíblica y universal, pero formular cómo la doctrina es vivida cultural y contextualmente introduce todo tipo de expresiones particulares de la constante universal.
UNA DOCTRINA BIBLICA UNIVERSAL DE LA MEMBRESIA ECLESIAL
Los plantadores de iglesias en contextos extranjeros deben trabajar junto a creyentes locales examinando las Escrituras e intentando expresar la doctrina sencilla de la iglesia local en un lenguaje apropiado. Esto implicará no solo mirar a los textos donde la palabra iglesia (ekklesia) es usada sino leer libros enteros del Nuevo Testamento. La meta aquí es escudriñar lo que el Nuevo Testamento dice acerca de la iglesia local creyente e identificable. ¿Cómo se puede trazar la línea entre los de dentro y los de fuera? ¿Entre los que se juntan y los no creyentes? Será importante considerar lo que el texto asume e implica acerca de la membresía en libros como Romanos, Hebreos, 1 de Juan, y 1 de Pedro, al igual que los códigos de las familias-casas al final de las cartas de Pablo.
Por ejemplo, dejadme intentar expresar la doctrina de la membresía de la iglesia (constante bíblica universal) para un contexto pionero como pudiera ser explicado a una primera generación de una iglesia local.
Una iglesia local tiene una membresía identificable de personas bautizadas espiritualmente en base a su profesión de fe convincente en Jesucristo como Salvados y Señor, una profesión de fe convincente siendo ésta aquella que es acompañada por un arrepentimiento continuo y fe en el evangelio. Estos miembros tienen la intención de ser una (o la) congregación local en ese lugar. Participación en los beneficios del evangelio normalmente conlleva juntarse y pactar con una iglesia local, donde los creyentes buscan vivir hacia fuera todas sus relaciones con humildad bajo la luz del evangelio como aquellos los cuales su casa está en algún otro lugar.
Ciertamente, se podría decir mucho más acerca de la membresía eclesial, como por ejemplo la práctica regular de tomar la Cena del Señor como uno de los beneficios del evangelio. Pero esto es sólo una expresión simple de la doctrina de la membresía de la iglesia local para un contexto nuevo de Cristianismo, un contexto donde el evangelio no ha sido conocido durante al menos varias generaciones.
TERMINOLOGÍA DE LA MEMBRESÍA: ¿LOS QUE SE UNEN, LOS MIEMBROS, LOS DE DENTRO?
La Biblia alude algún tipo de membresía en la iglesia local, pero no nos da una palabra específica para membresía. Entonces, ¿cómo debemos hablar o escribir de membresía de una forma que sea entendida significativamente en la cultura? La respuesta depende en parte a qué palabras están disponibles para nosotros en el idioma local. Un plantador de iglesias tras-cultural necesita considerar qué tipo de membresías ya existen para así compara aquellas con el ideal bíblico- especialmente si escogemos una palabra más genérica para membresía.
Una membresía eclesial bíblica es un tipo diferente de participación o membresía que una Ashram Hindú, un templo Budista, o una mezquita Islamista, o una orden Sufi. Un plantador de iglesias necesita estar percatado de estas diferencias.
Hogares y la vida familiar pueden ofrecer unos conceptos de pertenencia que ayudan. Pero el lenguaje de pertenencia no captura necesariamente la idea de unirse, tal vez con la excepción en el contexto del matrimonio. Aún incluso aquí, muchas culturas han perdido el rumbo de lo que Génesis dice acerca de dejar la familia de uno y venir a ser uno- una nueva unidad familiar.
En resumen, la doctrina bíblica no cambia, pero uno necesita considerar cuidadosamente cómo las palabras para membresía son traducidas en un contexto particular. De forma general, un plantador probablemente querrá utilizar el lenguaje de unidad, asociación, hermanos/ as, para así llegar a la idea bíblica de la membresía eclesial.
APLICACIÓN CONTEXTUAL: ¿LISTAS Y CARTAS DE MEMBRESÍA?
En las sociedades occidentales tan cambiantes y difusas, los creyentes son libres de congregarse sin ninguna interferencia oficial ni persecución. En dichos ámbitos, una lista escrita de membresía presenta una buena aplicación de la constante bíblica. Pudieran incluso ser necesarias para así capacitar a la congregación y sus líderes de seguir la evolución de quién es miembro o no en la iglesia. El propósito de estas listas es distinguir entre los miembros de la iglesia y los innumerables que profesan fe; y seguir la evolución de quién ha sido disciplinado para corrección.
Pero en un contexto pionero, restringido, u hostil, los pocos creyentes probablemente se conocen entre si. Pudiera ser que sólo haya una iglesia local como única opción, un grupo no tan público en una casa o apartamento de la zona. O pudiera ser un grupo de iglesias en apartamentos de la zona. Aquí, hacer listas de miembros no sería sabio, ya que crea un riesgo innecesario para el cuerpo local cuando casas son registradas y libros y papeles confiscados. Mas allá, no hay creyentes desconectados y los límites de la iglesia local están muy claros para todos. Persecución clarifica los límites aún más. Cuando una persona es bautizada en tal contexto, está muy claro (para los de adentro y algunos de afuera) que él ahora pertenece a Cristo y a esta asamblea local. Deseo para el bautismo en tales contextos es una profesión de fe creíble e intrínseca. Cuando un creyente es perseguido por su propio pueblo debiendo identificarse con otra iglesia local clandestina, normalmente ya va a ser reconocido por la iglesia que lo recibe. Las noticias de persecución viajan rápido. No hay necesidad de cartas escritas de recomendación usualmente. Insistir en una carta es innecesario simplemente.
En una sociedad más compleja y diversa donde el Cristianismo ha tenido favor e iglesias locales disfrutan de una posición legal, listas de membresía y cartas de transferencia son una aplicación sabia de una membresía identificable.
La constante universal es que la iglesia local debe saber quien está adentro y quien sigue estando fuera. Intereses culturales dirigen cómo esa constante es puesta en práctica localmente.
APLICACIÓN CONTEXTUAL: ¿PACTOS ESCRITOS Y SUS CONTENIDOS?
Formar parte de una iglesia local es estar de acuerdo en vivir junto con otros creyentes de una manera que es digna del llamado de Dios a vivir como pueblo escogido, real sacerdocio, y nación santa. Es estar de acuerdo en desplegar la gloria de Dios a través de una vida y relaciones centradas en el evangelio. En otras palabras, la iglesia local es una comunidad de fe en un mundo hostil donde nuestras relaciones con Dios, unos con otros, y con los de afuera están exclusivamente centradas en el evangelio y la gloria de Dios.
Para clarificar las responsabilidades de esas relaciones con un contenido particular, muchas iglesias a través de la historia del cristianismo se han beneficiado al usar pactos escritos eclesiales.
El sentido global de la enseñanza acerca de la iglesia en el Nuevo Testamento apunta a cuán importante es tener claro nuestros propósitos para congregarnos y la línea entre los de dentro (miembros) y los de fuera (no miembros). En un sentido, podríamos decir que la Biblia entera y en particular el Nuevo Testamento provee a la iglesia de un conjunto completo de reglas del pacto (propósitos y expectativas para la iglesia). Al mismo tiempo, un pacto escrito sirve a modo de resumen hablado de las expectativas en las relaciones para la iglesia local.
Cuanto más intencionadamente bíblico es el lenguaje del pacto de la iglesia, tanto mejor. Iglesias en casas, por ejemplo, podrían agrupar una serie de frases del Nuevo Testamento en las cuales se describe las tareas y privilegios de los miembros de la iglesia con un mínimo (o quizás no) ajuste al lenguaje de su propio pacto eclesial.
Un pacto de una iglesia puede ser largo o corto, pero debe resaltar las expectativas en las relaciones para los miembros de la iglesia. Puede ser por escrito y recitado regularmente, o memorizado, o incluso cantado, dependiendo del nivel cultural y de educación. Puede ser cantado, recitado, o leído cuando las ordenanzas del bautismo y la cena del Señor se realicen. Las familias pudieran utilizar el pacto como medio de enseñar a los hijos qué significa pertenecer a una iglesia, y cómo el evangelio cambia vidas y capacita con poder a los seguidores de Jesús a vivir diferente en el mundo.
Un pacto de una iglesia debe incluir tanto frases como versículos que estén incluidos en otros pactos, como también frases que dependan de consideraciones culturales. Entonces, todo buen pacto describirá obligaciones de la relación en la vida familiar, en la vida de la iglesia, y en la vida en el mundo. Pero la iglesia establecida en una cultura que es abiertamente hostil al cristianismo, pudiera necesitar un pacto que sea más explícito acerca del amor hacia los enemigos, o al llamado a perseverar en la persecución. Pactos en cada situación cultural pudieran llamar a un compromiso más diligente a evangelizar sin vergüenza y hacer discípulos, pero sólo ciertos casos pudieran requerir ser más explícitos en pedir a miembros el renunciar adoraciones ancestrales o prácticas supersticiosas. En sociedades caracterizadas por una mentalidad guerrera y luchadora, probablemente deberían incluir un compromiso hacia la paz y la reconciliación. Si el pacto hubiera sido escrito por los cretenses que se llamaban a si mismos mentirosos, malas bestias y glotones perezosos, debería incluir un compromiso a decir la verdad, bondad, buenas obras, sobriedad, y control propio. En culturas donde las relaciones son regularmente marcadas por el sexo, pudiera querer enfatizar una vida casta, modestia, y evadir la pornografía.
Cualquiera que sea el contenido, un pacto debe enfatizar la relación universal y ética del evangelio, y tiene que ser particularizado de una manera apropiada. Debe tener sentido para la iglesia local, y apuntar a sus pecados de relaciones particulares y prevalentes. Este balance entre universalidad y particularidad ayuda a los miembros de la iglesia a disciplinarse los unos a los otros donde más lo necesitan.
APLICACIÓN CONTEXTUAL: UNIÉNDOSE A LA IGLESIA LOCAL
No he descrito en lo anteriormente dicho, acerca de la constante bíblica universal de la membresía eclesial, cómo la gente debe unirse a la iglesia local. Lo hice a propósito.
Si que he mencionado el bautismo en la escritura, una profesión de fe creíble, y una vida que exhibe un arrepentimiento y fe en Cristo continuamente. Pero exactamente cómo las iglesias locales en sus distintos contextos deben examinar a los que se quieren adherir probablemente variará.
Tiene mucho sentido las entrevistas de miembros hechas por los ancianos, en esta sociedad compleja y anónima. Pero cuando las iglesias son muy pequeñas, tal vez toda la iglesia debería entrevistar a los candidatos. Es muy alentador para la iglesia local y un buen procedimiento de examen, tener a toda la iglesia escuchando el testimonio de conversión y su explicación del evangelio.
En conclusión, plantadores de iglesias tras-culturales, como cada líder fiel de la iglesia, debe trabajar duro para expresar la constante bíblica universal en expresiones doctrinales significativas, aún cuando trabajamos duro para distinguir doctrina de las particularidades y aplicaciones culturales de la doctrina en si. Siempre, volvemos a la Palabra en oración para instrucción y corrección.
Ed Roberts ha pasado las últimas dos décadas plantando iglesias en naciones predominantemente islámicas.
Traducido por José María Vázquez