Membresía
¿Qué es una iglesia?
¿Qué es una iglesia? ¿Cómo podríamos responder a esa pregunta? ¿Por dónde deberíamos empezar?
Podríamos empezar por la palabara en sí. En el Nuevo Testamento, la palabra «iglesia» se traduce del griego ekklēsia. Una vieja idea que sigue circulando es que ekklēsia significa «los llamados», dado que ek significa «de» y klēsia viene de la palabra griega «llamados».
Suena bien —¡somos los llamados!—, pero la mayoría de las veces este enfoque no es una buena manera de determinar el significado de una palabra. Un girasol no es un sol que gira, ¿verdad? Tenemos que ver cómo se usa realmente una palabra para saber lo que significa, y en el momento en que se escribió el Nuevo Testamento, la palabra ekklēsia no significaba «los llamados». En cambio, tenía el significado básico de «asamblea», y hay dos hilos que se unen para ayudarnos a entender esto.
TRASFONDO DEL ANTIGUO TESTAMENTO
El primer hilo conductor procede del Antiguo Testamento. En los siglos anteriores al nacimiento de Cristo, la Biblia hebrea se tradujo al griego. Este Antiguo Testamento griego, llamado Septuaginta, era la Biblia utilizada por muchos judíos en la época de Cristo. Muchos cristianos de hoy se sorprenden al descubrir que la palabra ekklēsia se utiliza, según un recuento, 65 veces en el Antiguo Testamento griego. La mayoría de las veces, la palabra se refiere a la asamblea de Israel, cuando el pueblo de Dios se reunía ante Él.
Por ejemplo, Deuteronomio 9:10 habla del día en que «habló Jehová en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea».
Josué 8:35 se refiere a Josué reuniendo a todo Israel para oír la ley, y dice: «No hubo ni una palabra de todo lo que había ordenado Moisés que Josué no leyera delante de toda la asamblea [ekklēsia] de Israel». Y sigue y sigue, 65 veces (más o menos).
TRASFONDO POLÍTICO
Ekklēsia también tiene un trasfondo secular. La palabra se utilizaba en la política griega para referirse a la asamblea de los ciudadanos de una ciudad. De hecho, vemos este uso en el Nuevo Testamento en Hechos 19, que describe la revuelta en Éfeso. El versículo 32 dice: «había confusión en la asamblea». Cuando el secretario de la ciudad los hace callar, les dice en el versículo 39: «si demandáis algo más que esto, se decidirá en asamblea legítima». Y luego, en el versículo 41: «Y habiendo dicho esto, despidió a la asamblea».
¿Adivina qué palabra se utiliza para «”asamblea» en cada uno de esos versículos? Ekklēsia. «» «Iglesia».
A estas alturas podemos ver cómo la palabra «iglesia» significa básicamente «asamblea». Y eso nos ayuda a entender uno de los aspectos esenciales de lo que es una iglesia. Una iglesia es un grupo de personas que se reúnen regularmente.
EL MITO DE LA IGLESIA URBANA
Hubo un tiempo en que realmente luché con esto. Veía todos estos usos de ekklēsia en el Antiguo Testamento y otros lugares de la Biblia, y vi que siempre se refería a una asamblea, una reunión real.
Pero esa observación chocaba con otra idea que yo mantenía: la iglesia de la ciudad. Muchos cristianos están familiarizados con la idea de que, según el Nuevo Testamento, hay una «iglesia» en cada ciudad o pueblo, formada por todos los cristianos de esa zona. Así, la «iglesia en Roma» eran todos los cristianos de Roma, y la «iglesia en Colosas» eran todos los cristianos de Colosas. Esos cristianos se reunían en pequeños grupos en las casas de diferentes personas, que a veces se llamaban «iglesias», pero sin embargo todos eran parte de la única iglesia en esa ciudad.
Me costaba entenderlo, porque ¿cómo podía llamarse «asamblea» (ekklēsia) a todos esos cristianos si siempre se reunían en grupos más pequeños y nunca llegaban a congregarse? Si la «iglesia en Roma» se reunía en un montón de casas diferentes, ¿cómo podía llamársele iglesia?
Sabía lo de la Iglesia universal: que a todos los cristianos de todos los tiempos se les llama a veces «la iglesia». Como cuando leemos que «Cristo amó a la iglesia» (Ef. 5:25). Pero sabemos que todo el pueblo de Dios de todos los tiempos se reunirá un día en la presencia de Dios. Hebreos 12:23 habla de esta asamblea celestial o «iglesia» (ekklēsia) como una realidad espiritual incluso ahora.
Pero no se puede decir lo mismo de Roma o Éfeso. Así que tuve curiosidad y empecé a investigar [1].
Y lo que descubrí es que la idea de una «iglesia de ciudad» es —si se me permite el juego de palabras— una leyenda urbana. Cuando realmente se mira para ver lo que dice la Biblia, no está allí.
Comencemos con Roma. Sabemos que había múltiples grupos de cristianos que se reunían en diferentes «iglesias» en Roma. En Romanos 16:5, por ejemplo, Pablo envía saludos a Prisca y Aquila y a «la iglesia que está en su casa». Así que hay al menos más de una «iglesia» o reunión en Roma. Y, sin embargo, Pablo escribió su carta a «la iglesia de Roma», ¿verdad?
Falso. La carta a los Romanos está dirigida «a todos los amados de Dios que están en Roma, llamados a ser santos: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo» (Ro. 1:7). No hay ninguna referencia en la Biblia a «la iglesia de Roma».
¿Y Colosas? Sabemos que había varias «iglesias» más pequeñas en Colosas. Colosenses 4:15 habla de la iglesia en casa de Ninfa, y Filemón, escrita a un cristiano colosense (Col. 4:9), habla de «la iglesia que está en tu casa» (Flm. 2).
Pero Pablo escribió una carta a «la iglesia» de Colosas, ¿no es así? Una vez más, no es eso lo que encontramos. «A los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre» (Col. 1:2).
¿No escribió Pablo ninguna carta a la iglesia de una ciudad concreta? Pues sí. Las dos cartas a los Tesalonicenses son dos ejemplos. Ambas están escritas a «la iglesia de los tesalonicenses». Y, sin embargo, ninguna de ellas dice nada sobre más de una iglesia o reunión. Nada acerca de «la iglesia en su casa».
Sólo hay dos cartas más escritas por Pablo que se dirigen a una iglesia en un lugar, y son las cartas a los Corintios. «A la iglesia de Dios que está en Corinto» (1 Co. 1:2).
1 Corintios es una carta larga. Corinto era una gran ciudad. Seguramente debe haber todo tipo de evidencia de múltiples iglesias en las casas en Corinto, ¿verdad? En realidad, es todo lo contrario. 1 Corintios está llena de referencias a la iglesia reunida como una sola.
- «En el nombre de nuestro Señor Jesús, cuando vosotros estéis reunidos, y yo con vosotros en espíritu, con el poder[a] de nuestro Señor Jesús» (1 Co. 5:4).
- «Pues, en primer lugar, oigo que cuando os reunís como iglesia hay divisiones entre vosotros; y en parte lo creo» (1 Co. 11:18).
- «Así que, hermanos míos, cuando os reunáis para comer, esperaos unos a otros» (1 Co. 11:33).
- «Por tanto, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos sin ese don o son incrédulos, ¿no dirán que estáis locos?» (1 Co. 14:23).
- «¿Qué hay que hacer, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada cual aporte salmo, enseñanza, revelación, lenguas o interpretación. Que todo se haga para edificación» (1 Co. 14:26).
Había una iglesia en Corinto, un grupo de cristianos que se reunían regularmente. Por otra parte, al escribir cartas a grupos de cristianos que no se reunían todos juntos como uno solo, Pablo evita referirse a ellos colectivamente como «la iglesia».
Así que esta idea de una «iglesia de ciudad» no tiene ninguna evidencia que la apoye. «Iglesia» sólo significa asamblea: un grupo de cristianos que realmente se reúnen (Hch. 14:27). Cuando el Nuevo Testamento habla de «la iglesia en» o «de» una ciudad específica (como en Apocalipsis 2-3), la conclusión más natural es que había una sola asamblea eclesiástica en esa ciudad que se reunía regularmente. Eso es lo que significa la palabra «iglesia», y ese significado se concreta en la forma tan específica en que Pablo utiliza la palabra en sus cartas.
NO SÓLO UNA REUNIÓN
Una iglesia es una reunión. Una iglesia no es sólo gente, es gente que se reúne regularmente. Una iglesia nunca es menos que eso. Pero una iglesia también es más que eso. En otras palabras, hay una gran diferencia entre una iglesia y una reunión aleatoria de cristianos que pasan el rato o incluso se reúnen para recibir instrucción bíblica como en una conferencia.
Esta última afirmación puede ser controversial para aquellos que creen que cada vez que se reúne un grupo de cristianos, se tiene algo que se puede llamar «iglesia».
Pero eso no es lo que vemos en las Escrituras. La Biblia nos muestra que una iglesia es un grupo de cristianos que no sólo se reúnen con regularidad, sino que están unidos por un compromiso común: un acuerdo para ser juntos el cuerpo de Cristo. Esto significa que la iglesia no es cualquier reunión de cristianos, sino un grupo específico que se reúne regularmente y sabe quiénes son los demás.
Encontramos esto ya en el libro de los Hechos, donde la iglesia demostró una clara comprensión de quién era (y quién no era) parte de ellos. Hechos 5:12-13 dice que la iglesia de Jerusalén «estaban todos unánimes en el pórtico de Salomón. Pero ninguno de los demás se atrevía a juntarse con ellos; sin embargo, el pueblo los tenía en gran estima». En otras palabras, era un grupo definido. No era cualquiera que se presentara un día determinado. Ellos sabían, y los demás sabían, quién formaba parte de la iglesia y quién no.
Hechos 6:2 dice: «Los doce convocaron a la congregación de los discípulos». Esto supone que sabían quiénes eran todos los discípulos. No era sólo quien quería aparecer. Sabían cuando estaban todos presentes y contados.
1 Corintios 5 es un pasaje significativo sobre la naturaleza de la iglesia. Un hombre debía ser expulsado de la iglesia por inmoralidad impenitente, y las instrucciones de Pablo dicen que «cuando vosotros estéis reunidos, y yo con vosotros en espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesús, entregad a ese tal a Satanás para la destrucción de su carne, a fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús» (1 Co. 5:4-5).
Observa, en primer lugar, «cuando vosotros estéis reunidos». Eso es importante. Significa que tenían una manera de saber: «sí, estamos reunidos», o «no, todavía no están todos». Lo que significa que sabían quién era y quién no era parte de su iglesia. No era sólo quien se presentaba en un día determinado.
Y entonces ellos debían remover a ese hombre de su comunidad: expulsándolo de la iglesia, de regreso al reino de Satanás. Esto no tiene sentido si una iglesia es un grupo cualquiera de cristianos. Una iglesia tiene una identidad definida y un claro entendimiento de quien es y quien no es parte de esa iglesia (cf. vv. 12-13).
La disciplina de la iglesia no funciona con un grupo de personas al azar y no comprometidas. Sólo funciona con un grupo de cristianos que se reúnen regularmente y que han acordado algunas cosas importantes y han hecho algún nivel de compromiso para ser una iglesia juntos. Es decir, eso es lo que es una iglesia.
Pero aún hay más. Según 1 Corintios 11, las iglesias celebran la Cena del Señor cuando se reúnen. La frase «reunirse» se usa cinco veces en ese capítulo (vv. 17, 18, 20, 33, 34) y nos muestra que una iglesia que se reúne como una sola para celebrar la Cena del Señor es una parte vital de su vida en común.
Otro elemento clave para una iglesia bíblica es tener un liderazgo bíblico. 1 Timoteo y Tito nos dicen que las iglesias deben tener ancianos y diáconos que han sido investigados y cumplen con ciertos requisitos de carácter. Y uno de los trabajos importantes de los ancianos es enseñar y predicar la Palabra al pueblo reunido.
Hay más que podríamos agregar, pero en conjunto todo esto nos muestra que una iglesia no es cualquier reunión de cristianos. Una iglesia es un grupo de cristianos que se reúnen con regularidad y que tienen un cierto grado de compromiso entre sí para ser el cuerpo de Cristo juntos, lo que incluye el liderazgo y la enseñanza bíblicos y la predicación, una adecuada celebración de la Cena del Señor y una correcta aplicación de la disciplina cristiana.
PERSPECTIVAS HISTÓRICAS
Por eso Juan Calvino dice: «Dondequiera que veamos la Palabra de Dios puramente predicada y oída, y los sacramentos administrados según la institución de Cristo, allí, no cabe duda, existe una iglesia de Dios» [2].
En realidad, esa es también una concepción luterana. La Confesión de Augsburgo de 1530 afirma: «La Iglesia es la congregación de los santos [la asamblea de todos los creyentes], en la cual el Evangelio es rectamente enseñado [puramente predicado] y los Sacramentos rectamente administrados [según el Evangelio]» [3].
La Confesión de Fe Belga declara: «Las señales por las que se conoce la verdadera Iglesia son estas: Si en ella se predica la pura doctrina del evangelio; si mantiene la pura administración de los sacramentos según fueron instituidos por Cristo; si se ejerce la disciplina eclesiástica para castigar el pecado; en resumen, si todas las cosas se administran según la pura Palabra de Dios, se rechaza todo lo que es contrario a ella y se reconoce a Jesucristo como la única Cabeza de la Iglesia. De este modo puede conocerse con certeza la verdadera Iglesia, de la que ningún hombre tiene derecho a separarse» [4].
Los Artículos de Religión Metodistas de 1784 afirman: «La Iglesia visible de Cristo es una congregación de hombres fieles, en la que se predica la Palabra pura de Dios y se administran debidamente los sacramentos, según la ordenanza de Cristo, en todo aquello que necesariamente se requiere para la misma» [5].
Una de mis definiciones favoritas de iglesia proviene de la Confesión de Fe Bautista Sueca de 1861: «Creemos que una verdadera iglesia cristiana es una unión de cristianos creyentes y bautizados, que han pactado esforzarse por cumplir todo lo que Cristo ha ordenado, sostener el culto público, bajo la guía del Espíritu Santo, elegir entre ellos pastores o supervisores y diáconos, administrar el bautismo y la Cena del Señor, practicar la disciplina cristiana de la iglesia, promover la piedad y el amor fraternal, y contribuir a la difusión general del evangelio; también que cada una de tales iglesias es un cuerpo independiente, libre en su relación con otras iglesias cristianas y que sólo reconoce a Cristo como su cabeza» [6].
Estas diferentes tradiciones dentro de la historia del cristianismo, muchas de las cuales tienen prácticas muy diferentes en lo que se refiere a la iglesia; sin embargo, comparten la convicción común de que una iglesia es un grupo específico de personas unidas por algo más que la simple decisión de presentarse de vez en cuando.
¿POR QUÉ ES IMPORTANTE?
¿Por qué es importante? Lo es porque nuestro futuro espiritual depende de formar parte de una iglesia. No basta decir: «Soy parte de la iglesia en tal y tal ciudad», y reunirnos una semana para un grupo pequeño aquí, y pasar el rato con nuestra familia aquí, e ir a un servicio allá, y pensar que eso es todo «iglesia». Necesitamos ser parte de una iglesia. Una iglesia real. Una iglesia a la que tengamos que rendir cuentas.
Una iglesia que nos conozca. Una iglesia que pueda expulsarnos si empezamos a vivir impíamente mientras seguimos llamándonos cristianos. Una iglesia en la que participemos, sirvamos, amemos y seamos parte integral del cuerpo.
En esta etapa de la historia, el «Plan A» de Dios se construye en torno a las iglesias locales, y no hay Plan B.
Así que, si aún no has tomado tu lugar como miembro comprometido de una iglesia local, ¿le pedirías al Señor que te ayude a hacerlo? No pierdas el tiempo. No tenemos toda la vida. «Y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca» (He. 10:24-25).
Traducido por Nazareth Bello.
* * * * *
[1]. Y recibió una gran ayuda de Jonathan Leeman en su libro One Assembly.
[2]. Juan Calvino, Institutos de la Religión Cristiana & 2, ed. John T. McNeill, trans. John T. McNeill, trans. Ford Lewis Battles, vol. 1, The Library of Christian Classics (Louisville, KY: Westminster John Knox Press, 2011), 1023.
[3]. Philip Schaff, The Creeds of Christendom, with a History and Critical Notes: The Evangelical Protestant Creeds, with Translations, vol. 3 (Nueva York: Harper & Brothers, 1882), 12.
[4]. Ibídem, 420.
[5]. Ibídem, 810.
[6]. W. J. McGlothlin, Baptist Confessions of Faith (Filadelfia, American Baptist Publication Society, 1911), 367.