Ministerio

El ministerio mediado por la tecnología: ¿Hasta dónde es demasiado lejos?

Por Heath Woolman

Heath Woolman es el pastor principal de la Iglesia Bautista Fruit Cove en St. Johns, Florida.
Artículo
15.01.2025

El siglo XXI ha planteado a los pastores muchos retos, entre ellos el uso de la tecnología en la iglesia.

Recientemente, mi colega Bryan Barrineau, pastor de NextGen en FBC Enterprise en Alabama, y yo completamos un nuevo estudio sobre el uso de la tecnología en la iglesia local y sus implicaciones para la integración de la iglesia y el discipulado [1]. A raíz del COVID-19, las iglesias comenzaron a salir de las sombras del aislamiento y el discipulado a distancia (más ampliamente en forma de ministerio digital), tratando de discernir lo que su nueva normalidad podría llegar a ser.

Para algunos, cuando las puertas se abrieron y la gente pudo volver a reunirse en persona, las retransmisiones en directo cesaron y su atención volvió rápidamente a las asambleas presenciales y a las prioridades del ministerio cara a cara.

Para muchos otros, sin embargo, la idea de «hacer iglesia» había cambiado radicalmente. Lo que antes tenía que ocurrir en la vida real, entre reuniones físicas de creyentes reales, ahora podía ser incorpóreo y darse en pantallas y dispositivos digitales desde la comodidad del sofá.

LA IGLESIA A UN CLIC DE DISTANCIA

Aunque las preguntas sobre la validez bíblica de la «iglesia en línea» han circulado durante más de una década, pocos han explorado las implicaciones empíricas de la tecnología y sus repercusiones en el «alcanzar y enseñar» (Mt. 28:19-20). La pandemia añadió otro giro a este ya complejo laberinto de convicciones filosóficas, pragmáticas y teológicas al exponer a las masas a un edificio aún más conveniente con cómodos sillones: sus propios hogares.

En 2021, Outreach Magazine publicó un informe «revisado», que incluía las listas de 2019 y 2020 de las «Iglesias de más rápido crecimiento en Estados Unidos». Por primera vez, la lista incluía datos de la audiencia en línea [2]. En resumen, estas iglesias experimentaron un «crecimiento» notable durante una temporada de cierres de iglesias, aislamientos obligatorios y la proliferación de esfuerzos ministeriales impulsados por Internet y las redes sociales. La mayoría de estas iglesias llevaban años tratando de aprovechar la tecnología antes de la pandemia y estaban bien posicionadas para ampliar su alcance digital de forma más fluida que otras iglesias locales.

Cuando comenzamos nuestra investigación sobre las implicaciones de la tecnología en la integración y el discipulado, se hizo evidente que existían muy pocos datos académicos y que se había establecido muy poca terminología para guiar este debate. Claro, todo el mundo sabe lo que es un livestream y cómo navegar por un sitio web de la iglesia, pero lo que descubrimos fue una falta de comprensión con respecto al uso histórico en la iglesia de la tecnología. Rápidamente nos encontramos hablando diferentes idiomas en función de la generación, la región y las convicciones doctrinales de los distintos líderes a los que estábamos investigando.

EL MINISTERIO MEDIADO POR TECNOLOGÍA

En aras de la claridad y la continuidad histórica, hemos establecido el término «ministerio mediado por la tecnología» (MMT). La Iglesia siempre ha empleado la tecnología para avanzar en la tarea de la Gran Comisión. Desde el uso que hizo el apóstol Pablo de la escritura de cartas hasta la maravilla tecnológica del extenso sistema de carreteras romanas del siglo I, pasando por el uso que hizo la Reforma de la imprenta de Johann Gutenberg, la Iglesia siempre ha aprovechado la tecnología predominante del momento para la eficacia de su ministerio.

El MMT trasciende nuestro concepto de «iglesia en línea» y conecta las épocas de Spurgeon y Moody (telégrafo) con los ministerios de R.R. Brown y Barnhouse (radio) y el alcance televisivo de hombres como Billy Graham. Además, la noción de MMT no sólo nos ayuda a comprender mejor el uso de la tecnología en las generaciones pasadas, sino que también nos permite avanzar hacia las nuevas innovaciones del ministerio de realidad virtual, la presencia de la iglesia en el metaverso y cualquier otro desarrollo tecnológico en el horizonte.

Nadie en nuestra generación mira hacia atrás y critica la forma en que los líderes de la iglesia primitiva discipularon a la diáspora de cristianos a través del imperio romano. Sin embargo, hoy cuestionamos la idoneidad del uso que la iglesia hace de la tecnología. ¿Por qué? ¿Por qué luchamos con el uso de Internet y la tecnología digital para ampliar el alcance de la iglesia al mundo conocido?

La respuesta es sencilla: La proximidad.

¿ASAMBLEAS QUE NUNCA SE REÚNEN?

Ninguna otra era del MMT ha permitido a los individuos relacionarse sincrónicamente con la iglesia desde cualquier parte del mundo. Aunque la iglesia siempre ha encontrado formas de difundir el mensaje del evangelio con un alcance cada vez mayor, ésta es la primera generación en la que las personas pueden responder virtualmente en tiempo real y ser vistas y escuchadas desde cualquier lugar del planeta.

En el siglo I, los cristianos respondían a las cartas de Pablo, pero no simultáneamente, ni se consideraban miembros de las iglesias desde las que se generaban sus cartas. Los cristianos en Roma o Tesalónica no se consideraban miembros de la iglesia en Corinto. Los creyentes de Colosas no se identificaban como miembros de la iglesia en Roma. La iglesia primitiva se expresaba en agrupaciones locales de seguidores de Cristo que se reunían por proximidad y convicción.

En la actualidad, los cristianos o los interesados en el cristianismo tienen acceso a una gran variedad de «servicios» para interactuar con la iglesia como nunca. Sin embargo, al igual que a los lectores estadounidenses de los sermones de Spurgeon nunca se les ocurriría identificarse como miembros de su iglesia londinense, nosotros tampoco deberíamos presumir de ser miembros de iglesias a las que no asistimos regularmente, aunque nos sirvamos de diversos ministerios.

Eso es lo que revela nuestra recopilación de datos. El MMT puede ser un método eficaz para el compromiso cultural y la evangelización, pero va en contra de las enseñanzas de las Escrituras acerca la pertenencia significativa a una iglesia basada en la proximidad.

LA CONSECUENCIA DE LA DISTANCIA

Los líderes de las iglesias reconocen que la asistencia, las ofrendas, el servicio, el discipulado, los grupos comunitarios y las misiones son elementos medibles del éxito de la integración de los miembros de la iglesia. No obstante, pocas iglesias (menos del 20%) miden activamente estos marcadores clave con los participantes de su iglesia en línea. Por ejemplo, consideremos la idea de «membresía en línea». Uno de los objetivos de la membresía a una iglesia es la rendición de cuentas. Sin embargo, la mayoría de las iglesias con «miembros» en línea —de hecho, el 90%— no son capaces de articular un proceso real de rendición de cuentas para aquellos que intentan involucrarse con la iglesia a través de la membresía virtual.

Vale la pena preguntarse: ¿hasta dónde es demasiado lejos? Nuestra investigación arroja algo de claridad. Es «demasiado lejos» cuando el MMT intenta sustituir la participación activa y encarnada en una iglesia local. El MMT puede ser un tremendo recurso para alcanzar a los perdidos e interactuar con nuestra cultura. La tecnología puede ser una herramienta eficaz para reforzar los esfuerzos de discipulado de una iglesia. La tecnología también puede beneficiar a quienes se ven providencialmente obstaculizados por los desafíos momentáneos de la vida. Pero ciertas formas de tecnologías en línea y virtuales también pueden diluir la vida cristiana al devaluar y socavar la participación regular y significativa de un cristiano en una iglesia local.

Las Escrituras nos ordenan reunirnos (Mateo 18:20, 1 Corintios 14:26, Hebreos 10:24-25), y estas reuniones anticipan nuestra futura reunión eterna (Apocalipsis 7:9-10). Las Escrituras también nos ordenan participar en los imperativos recíprocos de la vida cristiana (1 Co. 12:25, Gá. 6:2, Col. 3:13, entre otros), los cuales no pueden expresarse ni obedecerse adecuadamente a través de la mediación tecnológica, las «iglesias en línea» o la «membresía a una iglesia en línea».

Deberíamos sentir la libertad de utilizar la tecnología ampliamente y compartir el evangelio en cada plataforma que tengamos disponible en esta generación. Pero nunca debemos sacrificar el valor de nuestras reuniones locales reduciendo su valor e importancia en aras de la relevancia tecnológica. La Palabra de Dios es verdadera y la membresía a la iglesia local es demasiado importante para ser mediada a través de una pantalla.

 

Traducido por Nazareth Bello


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[1]. R. Bryan Barrineau, «Technology-Mediated Ministry and Its Implications for Local Church Discipleship: A Mixed Methods Study», (Ed.D. diss., Southwestern Baptist Theological Seminary), Fort Worth, TX, 2022. D. Heath Woolman, «Technology-Mediated Ministry and Its Implications for Local Church Assimilation: A Mixed Methods Study», (Ed.D. diss., Southwestern Baptist Theological Seminary), Fort Worth, TX, 2022.

[2]. https://outreach100.com/fastest-growing-churches-in-america.

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