Pastoreo

Hay Almas que Salvar: ¿Cómo es que podemos descansar?

Por David Murray

David Murray es pastor y profesor de Antiguo Testamento y Teología Práctica. Su blogs es HeadHeartHand.org y puedes seguirlo en Twitter @davidpmurray.
Artículo
30.07.2019

Los pastores solían ser una de las personas más felices y saludables, con una mejor esperanza de vida que la población general. Pero al «Tomar un Pan del Trabajo del Señor»,  el periodista Paul Vitello reporta: «los miembros del clero actualmente sufren de obesidad, hipertensión y depresión en niveles mayores que la mayoría de los americanos. Durante la última década, su consumo de antidepresivos ha aumentado, mientras que su esperanza de vida ha caído. Muchos cambiarían sus trabajos si pudieran».

Los altos niveles de estrés, depresión y agotamiento están provocando que sean quebrantados los cuerpos, las mentes, los corazones, los matrimonios y las iglesias. Según la revista Christianity Today, el agotamiento es el responsable del 20 por ciento de todas las renuncias pastorales. Eso es sorprendente, ya que las encuestas revelan que los pastores ponen el ejercicio físico, la alimentación y el sueño en una posición de menor prioridad que el trabajador promedio.

He sido así y he hecho eso, he sufrido las consecuencias. Pero a través de la experiencia personal dolorosa, y también de la consejería de muchos otros, he aprendido que Dios en su gracia ha provisto diferentes maneras para que nosotros reajustemos nuestras vidas quebrantadas y agotadas, y para ayudarnos a vivir una vida al ritmo de la gracia en una cultura de agotamiento. Antes de explicar esto, consideremos el hecho de el porqué tantos pastores se están uniendo a estas estadísticas.

¿POR QUÉ HAY TANTO AGOTAMIENTO?

Primero, el trabajo es tan agradable. Sí, hay tiempos de desaliento en el ministerio pastoral, pero generalmente es el trabajo de tus sueños. Tenemos la oportunidad de estudiar la Palabra de Dios, predicar el glorioso evangelio de la gracia, desarrollar líderes, equipar personas para servir, y ayudar a las personas a morir en la fe. Vemos personas crecer en gracia y dones. Es tan satisfactorio y pleno que en ocasiones queremos hacerlo todo el día y la noche.

Segundo, el trabajo es tan interminable. Podríamos pasar 50 horas en cada sermón y aún así no estaría «perfecto». Siempre hay cada vez más personas por visitar, más almas para evangelizar, más artículos para escribir, más ministerios para lanzar, más oportunidades de servir, más iglesias para plantar. No hay que marcar un reloj, y no hay hora de inicio o de final del día. Aún si hemos trabajado 24/7 siempre hay más cosas por hacer.  

Tercero, el trabajo es tan trascendental. El rol de cada uno en la vida es importante. Sin los recogedores de basura las calles estarían apestosas y habrían muchas enfermedades. Sin los cristales nuestros hogares estarían oscuros o abiertos a las corrientes de aire. Sin los pastores, las almas no serían salvas y multitudes se perderían para siempre en el infierno. Las consecuencias de nuestro trabajo son masivas. ¿Cómo podemos dormir o tomar un día libre cuando hay almas que se pierden que necesitan ser salvas?

Cuarto, el trabajo es tan invisible. Mucho de nuestro trabajo es invisible e intangible, podemos ser tentados a involucrarnos en tareas más notorias para probar que estamos tan ocupados, somos tan fuertes y estamos tan necesitados como todo el mundo.    

CÓMO REAJUSTAR NUESTRAS VIDAS

En el libro Reset: Living a Grace-Paced Life in a Burnout Culture, del cual 9Marcas hizo una reseña aquí, exploré diferentes maneras en la que los hombres en general, especialmente los pastores, pueden aprender cómo vivir una vida al ritmo de la gracia en una cultura de agotamiento. A través de la consejería de varios pastores durante el proceso de reajuste me he dado cuenta de que los reajustes más rápidos y productivos son aquellos de las áreas del sueño, el sabático y la soberanía de Dios.

Sabático

La encuesta de Paul Vitello sobre la caída de la salud y felicidad de los pastores identificó varias causas: el estrés causado por los teléfonos celulares y las redes sociales, una reducción de la disponibilidad de creyentes voluntarios en la era de los hogares que necesitan dos salarios, y las malas percepciones de que cuidarse a uno mismo es algo egoísta y servir a Dios significa nunca negarnos a nada. Sin embargo, la mayoría de la investigación mostró que la razón principal es simplemente que los pastores no están tomando un día libre en la semana. Los pastores parece que piensan que el versículo que dice «seis días trabajarás pero el séptimo día no trabajarás» (Éxodo 20:9-10) tiene un asterisco: a menos que seas un pastor, en cuyo caso debas trabajar los siete días de la semana. No, este es un mandato divino para todos, no una sugerencia opcional para algunos. Dios diseñó este modelo de seis días de trabajo y un día de descanso para personas perfectas en un mundo perfecto. ¿Qué más necesitamos? Jesús dijo que había diseñado el sabático para nuestro bien (Marcos 2:27).

Podemos pensar que hacer todo sin tomar un sabático semanal aumentará nuestra productividad, pero tal y como Wayne Muller destaca en su libro Finding Rest, Renewal and Delight in our Busy Lives, «si no permitimos que un ritmo de descanso sea parte de nuestras ocupadas vidas, la enfermedad se convierte en nuestro sabático, nuestra neumonía, nuestro cáncer, nuestro infarto, nuestros accidentes crean el sabático para nosotros». Igualmente, el pastor J. R. Briggs nos advirtió en Fail, «aún no he conocido a un pastor agotado que practique el sabático religiosamente».

El Sueño

Según el Instituto de Medicina, simplemente una semana de sueño de menos de seis horas la noche da lugar a cambios dañinos en más de setecientos genes, estrechez de la coronaria, y signos de pérdida de tejido cerebral. Lo último es parcial porque el sueño activa el sistema de eliminación de basura del cerebro, limpiando las toxinas y la basura. La falta de sueño crónica está asociada al aumento de riesgo de infección, derrame cerebral, cáncer, presión alta, enfermedad del corazón, e infertilidad. En resumen, el sueño no es una pérdida de tiempo inútil, sino una necesidad biológica esencial que previene la infección y nos ayuda mantener nuestro cuerpo saludable.

Y no sólo es el cuerpo que se beneficia, el sueño mejora nuestro cerebro, fortalece nuestros propósitos, aumenta la auto-disciplina, aumenta nuestras emociones, mejora nuestras finanzas y nuestra vida espiritual. Tal y como expresó John Piper, «para mí, el sueño adecuado no es un asunto de permanecer saludable. Es un asunto de permanecer en el ministerio». El sueño es un don de nuestro Dios de gracia para ser recibido con gratitud y usado para su gloria y nuestro bienestar (Salmos 3:5; 4:8; 127:2).

Soberanía

La raíz teológica de tanto agotamiento es el fracaso en creer en la soberanía de Dios. Simplemente no confiamos en que Dios hará el trabajo que sólo él puede hacer. Podemos confesar que creemos en la soberanía de Dios pero en la práctica vivimos como si nosotros fuéramos soberanos. No creo que podamos medir nuestra creencia funcional en la soberanía de Dios por las veces que tomamos 7-8 horas de sueño en la semana y el número de semanas en las que tomamos un sabático. Si rechazamos estos dones divinos, estamos predicando estos dos sermones de manera efectiva: 

  •   No confío en Dios para mi trabajo, mi iglesia, o mi familia. Seguro que creo que Dios es soberano, pero él necesita toda la ayuda que yo pueda darle. Si no hago el trabajo, ¿quién lo hará? Aunque Cristo ha prometido edificar su iglesia, ¿quién hace el turno de la noche?
  •   No respeto la manera en que mi Creador me ha hecho. Soy lo suficientemente fuerte como  para enfrentar las cosas sin el don de Dios de tener un tiempo suficiente de sueño y un sabático semanal. Me rehúso a aceptar mis limitaciones humanas y necesidades corporales. Me veo a mi mismo más como una máquina auto-suficiente que como una criatura que depende de Dios.

Así que, cuando la conciencia me acusa diciéndome que «hay almas que salvar, ¿cómo puedes descansar? Nuestra respuesta debería ser, «Porque hay almas que salvar es que debo descansar».