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Consejería Bíblica – Clase 2: La antropología bíblica: Llegar al corazón

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
27.09.2024

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Clase esencial
Consejería Bíblica
Clase 2: La antropología bíblica: Llegar al corazón


La antropología bíblica: Llegar al corazón

Jane lucha contra la ansiedad y la amargura hacia sus padres. Le preocupan las finanzas y su matrimonio. Aunque su esposo no ha hecho nada que indique que vaya a serle infiel, no puede evitar desconfiar de él. También le gustaría que su esposo la cortejara más y la llevara a más citas. Está cansada de sentirse ansiosa y desconfiada, y solo quiere sentirse mejor para poder amar mejor a Dios y a los demás.

La consejera de su última iglesia le hizo memorizar Filipenses 4:6 sobre no estar ansiosa, y el Salmo 56:3 sobre confiar en Dios. Está leyendo un libro acerca de la comunicación cristiana y escribiendo breves resúmenes de cada capítulo a la semana para que su consejera la ayude a aprender a comunicarse mejor con su esposo. Y el líder de su grupo pequeño la ayuda a rendir cuentas de lo que estos pasajes dicen que debe hacer.

¿Qué opinas de este consejo? Parece bíblico ya que tiene que memorizar las Escrituras y está leyendo un libro del tema de la comunicación bíblica, ¿no? Pablo dice en Efesios 6: «Tomad… la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios». Además de eso, tiene una consejera que la ayuda a mejorar las cosas que no está haciendo, y alguien que a quien rendirle cuentas sobre ellas. ¿Qué te parece?

Nos gustaría argumentar que este consejo en realidad dista mucho de la verdadera consejería bíblica. Parece depender de la Palabra de Dios con la memorización de las Escrituras, pero por lo que podemos ver, se está utilizando como otro libro de autoayuda y el mensaje a Jane parece reducirse a: «Aquí están las reglas. Solo síguelas». O peor: «Solo detente». O «simplemente empieza».

¿Es este tipo de enfoque la forma de ayudar a alguien a cambiar que vemos en la Biblia? ¿Has probado alguna vez este enfoque? ¿Has intentado dejar de hacer o sentir de cierta manera? ¿O has intentado empezar a sentir o hacer una cosa determinada? No funciona muy bien, ¿verdad? ¿Por qué no funciona? ¿Necesitas una mayor rendición de cuentas? ¿O límites más fuertes? O quizá solo se trate de desarrollar el hábito de hacer o no hacer algo. Si puedes hacerlo el tiempo suficiente para que se convierta en un hábito, todo irá bien, ¿verdad?

Cuando leemos la Biblia, no creemos lo que enseña sobre nosotros y nuestros estados pecaminosos. Informa de quiénes somos como pecadores y de la verdadera naturaleza de qué o quiénes necesitamos cambiar. Si la Antropología es el estudio de los seres humanos, lo que queremos tratar de comprender es la «antropología bíblica».

La Biblia revela que el corazón es el objetivo principal cuando buscamos cambios que glorifiquen a Dios y exalten a Cristo. No queremos buscar solamente cambios superficiales o externos. Queremos ayudar a que el aconsejado tenga nuevos gustos y deseos. Ahora bien, ¿por qué glorificamos a Dios y exaltamos a Cristo? Porque es solo a través del evangelio de la muerte de Cristo en nuestro nombre y su resurrección que podemos tener alguna esperanza de cambiar. Y en última instancia, dependemos totalmente de Dios para cambiar. Para que, si se produce el cambio… podamos estar seguros de su origen y darle toda la gloria.

Definición del corazón

Tomémonos un momento para definir el corazón. Con esto no nos referimos a nuestro corazón físico que bombea sangre a través de nuestro cuerpo, sino a nuestro corazón espiritual.

El corazón es la parte central o más esencial de lo que somos. En varios lugares de las Escrituras, las palabras hebreas o griegas para corazón se refieren a «lo central de algo» (Jon. 2:3; Mt. 12:40)[i].

Otra forma de describir nuestro corazón es nuestra persona interior. «Las Escrituras suelen dividir al ser humano en dos partes: el ser exterior y el ser interior. La persona exterior es su ser físico; la persona interior es su ser espiritual (Ef. 3:16). Cuando los autores bíblicos quieren describir nuestro ser interior, utilizan el término corazón»[ii].

Llegamos a conocer las luchas más profundas de la humanidad mirando su corazón.

Empezamos a ver la importancia central del corazón cuando examinamos versículos como Proverbios 4:23. Salomón escribe: «Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida». Así como un manantial es una fuente de agua (y el agua es un bien crucial para la vida diaria y la supervivencia), así también el corazón es la fuente o manantial del que brota nuestra vida. Salomón quiere que su hijo proteja su corazón porque su corazón es la fuente de la que brota la vida.

El corazón es un término que lo abarca todo. Las diferentes partes de la antropología bíblica —la mente, la voluntad, las emociones, el espíritu o el alma— son todas partes o funciones del corazón bíblico. No son entidades separadas, que describen algo distinto del corazón. Más bien, todos son aspectos o partes de nuestro corazón bíblico[iii].

Los cristianos entienden que el corazón es el «verdadero» yo. Es el núcleo esencial de lo que somos. Salomón escribe: «Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al del hombre» (Pr. 27:19). Al igual que el agua refleja la imagen del rostro, para conocer realmente a alguien (su carácter y quién es), necesitas conocer su corazón.

Piensa en tu propia experiencia en las relaciones. Cuando conoces a alguien, solo sientes que la/lo estás conociendo de verdad cuando vas más allá de los datos mundanos básicos sobre esa persona y llegas a conocerla a nivel de sus deseos, propósitos y motivos. Hay una gran diferencia entre afirmaciones como «Nací en 1977 en California» o «Mido 1,90 y tú no» frente a «Lucho contra el orgullo» o «Siempre tengo la tentación de anteponer el dinero y lo que me aporta a todo y a todos los demás en mi vida».

Para ser claro, los hechos no son inútiles y algunos hechos son más útiles que otros. Así, saber que alguien sufrió malos tratos es más importante que su color favorito. Pero, en el mejor de los casos, los hechos (similares al fruto del que hablaremos dentro de un momento) son solamente el comienzo de un rastro de migas de pan que podemos usar mientras buscamos sacar los deseos, propósitos y motivos del corazón.

 ¿Cómo sabemos que nuestras acciones, pensamientos y palabras son el resultado del corazón? Veremos ahora algunos pasajes que nos ayudan a notarlo.

El corazón es fundamental

En el Evangelio según Lucas, encontramos a Jesús hablando de los árboles:

«43 No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. 44 Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. 45 El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca» (6:43-45).

Bien, el versículo 45 nos muestra que el objetivo principal de Jesús aquí es darnos una lección de botánica, así que veamos si podemos desglosar este pasaje para ver qué dice de nosotros. Y creo que hay un par de cosas que podemos ver.

  1. En primer lugar, se puede aprender mucho sobre una persona observando el fruto de su vida.

Los versículos 43 y 44 parecen darnos un patrón de cómo debemos pensar. Si un árbol es bueno y sano, no dará frutos malos. Y si un árbol es malo e insano, no podrá producir frutos buenos. Y el versículo 44 comienza a reafirmar este punto de manera más concisa al decirnos que podemos reconocer la salud del árbol por sus frutos. Lo esencial, nos dice Jesús, es que existe una relación entre la calidad del fruto y la calidad del árbol.

En el versículo 45, Jesús le dice a su audiencia y a nosotros a lo que está apuntando, es decir, a nosotros. Se llega a comprender a una persona observando el «fruto» general de su vida. ¿Qué es este fruto? Puede ser una gran variedad de cosas:

  • El ejemplo que usa Jesús, son nuestras palabras;
  • Pero otras cosas incluyen nuestros pensamientos o planes;
  • Sentimientos;
  • Elecciones o acciones;
  • Interacciones relacionales;
  • Esperanzas y sueños.

O para ser más específicos, pueden ser nuestras:

  • Decisiones financieras;
  • La crianza de los hijos;
  • Calidad o estado de nuestro matrimonio;
  • Calidad o estado de otras relaciones;
  • Sentimientos de tristeza, confusión, ira o alegría;
  • Nuestra disciplina o falta de disciplina al hacer devocionales;
  • Nuestra asistencia o falta de asistencia a la iglesia; etc.
  • Nuestra vida de oración;
  1. Entonces, ¿de dónde viene todo ese fruto? «de la abundancia del CORAZÓN…».

Jesús, que nos hizo y nos conoce perfectamente, dice que proviene de lo que hay en nuestro corazón: «Porque de la abundancia del corazón habla la boca». Podríamos tender a pensar que tenemos control sobre nuestras palabras y acciones, y es que es puramente cognitivo. Tus palabras y tu elección de palabras o tus palabras instintivas tienen una raíz y esa raíz es tu corazón. ¿Alguna vez has dicho o escuchado a alguien decir que algo que dijo o hizo, simplemente «salió de la nada»? ¿O que realmente «no quiso decir lo que dijo»? Pues bien, Jesús nos está diciendo que nada sale de la «nada» y que, de hecho, «quisimos decir lo que dijimos».

Sabemos por la Biblia que nacemos en pecado y que no hay justo, ni siquiera uno. Y como hemos dicho antes, solo Dios puede cambiar finalmente nuestros corazones.

Pero este pasaje parece indicar que, así como somos culpables de lo que hay actualmente en nuestros corazones, podemos desempeñar un papel en la búsqueda del cambio. En el versículo 45, ¿notaste que el bien se «atesora» en el corazón del hombre bueno? El bien parece «atesorarse» en su corazón. Solo por este versículo, no sabemos cómo o de qué forma, pero de alguna manera se produce un atesoramiento o almacenamiento. Jesús también indica nuestra participación en Mateo 23, cuando reprende a los fariseos, dice: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio» (Mt. 23:25-26).

Entonces, ¿cómo podríamos «atesorar» cosas en nuestro corazón? Un ejemplo positivo podrían ser tus disciplinas espirituales. Como mencionamos antes, la consistencia, o la falta de ella, de tus disciplinas espirituales muestra el fruto de tu corazón, si eres consistente en leer, entender y aplicar la Palabra de Dios, estás confiando en Dios para atesorar el bien en tu corazón. El salmista en el Salmo 119:11 escribe: «En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti». Si has pasado tu vida persiguiendo la comodidad y la facilidad, ¿cuál será la abundancia? Todo lo que hagas, digas y pienses pasará por ese filtro: Tus palabras, cómo inviertes tu tiempo, tus pensamientos y tu horario, todo reflejará la primacía de la facilidad y la comodidad en tu corazón.

Como en el ejemplo sobre el que reflexionamos al principio de la clase, muchas veces tenemos la tentación de abordar el fruto. Yo todavía puedo caer en esa trampa. Pero cuando haces eso, solo estás tratando los síntomas y, en el mejor de los casos, solo ayudarás a la persona a superar ese síntoma en particular. Pero seguirán apareciendo otros síntomas cuando no se haya abordado la raíz. [Usa el ejemplo del bambú como descripción visual].

Bien, si no podemos abordar el fruto, ¿qué aspecto tiene la raíz y cómo la encontramos? Pero antes de continuar…

[PAUSA PARA PREGUNTAS]

El corazón es una fábrica de ídolos

Nuestro problema más fundamental es al mismo tiempo nuestra única solución. ¿A quién o qué adoramos? Nunca somos neutrales en cuanto a la adoración. En la Biblia, si se adora a algo que no sea el único Dios verdadero, el objeto de adoración se denomina comúnmente ídolo. Y el primer y segundo mandamiento prohíben explícitamente la adoración de cualquier persona o cosa que no sea Él. En el Antiguo Testamento en particular, vemos que los objetos de adoración de ídolos son objetos inanimados hechos de metal o madera que fueron creados explícitamente para ese propósito. Sin embargo, a Dios no le preocupan los objetos en sí. Él creó los materiales. Dio las habilidades de tallar o moldear. ¿Un becerro de oro? Puede o no ser de su gusto que lo pongas en tu jardín delantero, simplemente no lo adores. Lo que le importa es por qué fueron creados en primer lugar. Le importa lo que los corazones de su pueblo están adorando.

Vayamos a Ezequiel 14. Nos aclara esto, ya que no hay referencia a un objeto en particular y que el «ídolo» en realidad reside en nuestro corazón.

«Vinieron a mí algunos de los ancianos de Israel, y se sentaron delante de mí. Y vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro. ¿Acaso he de ser yo en modo alguno consultado por ellos? Háblales, por tanto, y diles: Así ha dicho Jehová el Señor: Cualquier hombre de la casa de Israel que hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro, y viniere al profeta, yo Jehová responderé al que viniere conforme a la multitud de sus ídolos, para tomar a la casa de Israel por el corazón, ya que se han apartado de mí todos ellos por sus ídolos.

[SALTA AL VERSÍCULO 7]

 Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice Jehová el Señor: Convertíos, y volveos de vuestros ídolos, y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones. Porque cualquier hombre de la casa de Israel, y de los extranjeros que moran en Israel, que se hubiere apartado de andar en pos de mí, y hubiere puesto sus ídolos en su corazón, y establecido delante de su rostro el tropiezo de su maldad, y viniere al profeta para preguntarle por mí, yo Jehová le responderé por mí mismo» (Ez. 14:1-7).

Entonces, ¿estamos en peligro de adorar ídolos, como los israelitas? Calvino dijo una vez que el corazón humano es una fábrica de ídolos. Lo que quiere decir es que nuestros corazones están constantemente produciendo nuevos ídolos. Como cristianos, Dios debe ser nuestra primera y principal prioridad en todas las cosas. Los ídolos son cualquier cosa que ocupa el lugar de Dios. Cualquier buena dádiva que Dios nos ha dado: dinero, trabajo, relaciones, posesiones materiales, planes, esperanzas y sueños; cualquiera de estas cosas puede convertirse en un ídolo. Todo en la vida tiene su propio «peso» e influencia en nuestra vida. Los ídolos son cosas que han crecido a un lugar donde tienen demasiada influencia. Los ídolos son peligrosos porque pueden controlar nuestra vida, y más específicamente, pueden controlar nuestros corazones. Y notaste en el pasaje la frase: «han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro». También son cegadores. Nos ciegan para que no veamos que existen. Y nos ciegan cuando tomamos decisiones, establecemos nuestras prioridades, hablamos con otros.

El Salmo 135 nos muestra que la adoración activa y la búsqueda de nuestros ídolos en realidad adormecen nuestros sentidos espirituales. Analizar la influencia de los ídolos en nuestro corazón puede ser una de las cosas más importantes que hagas para ayudar a aquellos a quienes estás ministrando.

Al igual que cualquier otra forma de pecado, un creyente puede y no debe tolerar la idolatría en su vida, sino que debe arrepentirse de ella y volverse a Cristo en fe. Sin embargo, algunas idolatrías están tan arraigadas en la vida de una persona, que habrá una batalla continua para combatirlas y reducir su influencia. Pero no podemos arrepentirnos como Dios llama al pueblo a hacer en Ezequiel 14:6 de lo que somos inconscientes y ahí es donde nosotros, como consejeros cristianos, entramos en juego.

Conocer el corazón

¿Cómo podemos saber lo que ocurre en nuestro corazón?

Idealmente, al menos desde nuestro limitado punto de vista, tendríamos una máquina de rayos X espiritual que pudiera mostrarnos la raíz de la lucha de alguien. O, a falta de eso, al menos un gráfico que nos mostrara que si vemos X fruto, entonces sabemos que la raíz es Y.

Lo que aprendimos de Lucas 6 y de la ilustración de Jesús de los árboles es que puedes aprender mucho de una persona observando el «fruto» de su vida. Aunque se puede aprender mucho observando su vida, otra forma de «ver» y «conocer» el corazón de una persona es haciéndole preguntas. Salomón escribe en Proverbios 20:5: «Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre. Mas el hombre entendido lo alcanzará». Los datos superficiales acerca de la vida de una persona no son tan difíciles de obtener, pero los asuntos del corazón —los propósitos, deseos y motivaciones de una persona— requieren un poco más de trabajo. Para llegar al corazón de una persona, hay que hacerle preguntas que buscan un nivel profundo de comprensión que no es habitual en nuestras conversaciones cotidianas.

Considera el ejemplo de un cristiano que lucha contra la mentira. Puedes empezar por hacer preguntas para entender las circunstancias que rodean el pecado: ¿Cuándo empezó este problema? ¿Con qué frecuencia mientes a los demás? ¿En qué situaciones es más probable que mientas? Pero para profundizar, hay que hacer preguntas más incisivas: ¿Qué intentas ocultar mintiendo? ¿Qué motivos egocéntricos te llevan a mentir a los demás? ¿Cuál es la «recompensa» por mentir y crees realmente que merece la pena? ¿Cómo piensas rendir cuentas a Dios cuando tengas que explicar tus hábitos mentirosos?

Para que te hagas una idea de cómo podrían ser otras preguntas orientadas al corazón, he incluido algunas a continuación[iv]:

  • ¿Qué amas y qué odias?
  • ¿Qué quieres, deseas, ansías, anhelas y pides? ¿A qué deseos sirves y obedeces?
  • ¿Qué buscas, a qué aspiras, qué persigues? ¿Cuáles son tus objetivos y expectativas?
  • ¿Qué te mueve? ¿De qué fuente de vida, esperanza y deleite bebes? ¿Qué es lo que realmente te importa?
  • ¿Qué temes? ¿De qué tiendes a preocuparte?
  • ¿En torno a qué organizas tu vida?
  • ¿Dónde encuentras refugio, seguridad, consuelo, escape, placer, protección?
  • ¿En qué o en quién confías?
  • ¿El desempeño de quién importa? ¿Sobre los hombros de quién descansa el bienestar de tu mundo?

El corazón proporciona un nivel de profundidad en la comprensión de los seres humanos. Tendremos mucho más éxito aconsejando a los demás si dedicamos menos tiempo a las cosas superficiales y centramos nuestra energía en llegar a conocer el corazón de la persona.

Circunstancias vs. Problemas del corazón

Cuando una persona acude a nosotros en busca de consejo, lo que solemos obtener es una gran cantidad de detalles y hechos sobre su problema: describen a la persona implicada, sus emociones, los factores de fondo, su interpretación de la situación, sus deseos y esperanzas, su interpretación de por qué otras personas hacen las cosas que hacen, detalles sobre el entorno y muchas otras cosas.

Normalmente, cuando hablamos con nuestros amigos sobre sus problemas, nos centramos en las circunstancias de la situación. Respondemos a las preguntas: ¿Quién? ¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Y cómo? Observamos las circunstancias en la situación de nuestro amigo porque queremos entender lo que está pasando.

Muchas personas se esfuerzan por intentar comprender las circunstancias porque creen erróneamente que las circunstancias controlan realmente esa situación. Por tanto, piensan: «Si comprendo las circunstancias, entonces puedo cambiar las circunstancias, y así, arreglar el problema».

En última instancia, las circunstancias no cambian una situación. Lo hace tu corazón. Abordar las circunstancias puede ayudar a algunos, pero es un remedio más superficial para cualquier problema. Abordar el corazón producirá un cambio más profundo y duradero.

Puede que salgas de esta clase pensando que las circunstancias no importan. Por favor, no pienses eso. No ignores las circunstancias. Para conocer a una persona, tienes que entender algunas de sus circunstancias. Solo asegúrate de dar a las circunstancias el «peso» y la importancia apropiados en cualquier situación dada. Por ejemplo: El sufrimiento de una persona puede ser tan grande que un cambio rápido de circunstancias puede causarle un alivio inmediato. Si ese es el caso, entonces deja a un lado temporalmente tu búsqueda de los asuntos del corazón, ¡y haz ese cambio rápidamente!

Conclusión

  • La consejería bíblica define a la humanidad con una antropología bíblica.
  • El corazón es el núcleo de lo que somos y el centro de control de nuestra vida. Cuando cuidamos a las personas, debemos entender sus corazones y ayudarles a buscar un cambio de corazón.
  • La idolatría compromete nuestra capacidad de vivir fielmente como creyentes.
  • No pongas demasiado peso e importancia en las circunstancias. Define tu vida según tu corazón.

Notas finales

[i]Tripp & Lane, How People Change (Como cambia la gente), p. 94

[ii]Tripp, Instruments in the Redeemer’s Hands (Instrumentos en las manos del Redentor), p. 59.

[iii]Ibid, p. 59.

[iv]David Powlison’s «Preguntas rayos X: Los porqués del comportamiento humano» JBC, Otoño de 1999.