Pastoreo

Veinte Lecciones del Tamaño de un Tweet para El Presidente de Los Ancianos

Por Isaac Adams

Isaac Adams es pastor de Capitol Hill Baptist Church y el anfitrión fundador de United? Oramos: un podcast dedicado a la oración sobre las divisiones raciales en las iglesias. Lo puedes encontrar en Twitter en @isickadams.
Artículo
19.10.2021

Por la gracia de Dios, he tenido la alegría de servir como el presidente de los ancianos durante los últimos tres años en Capitol Hill Baptist Church. Sabiendo que era el más joven de los hermanos en la junta de ancianos (lo sigo siendo), sabía que mi sabiduría al dirigir las reuniones era escasa en comparación con quienes estaban en la mesa. Por esa razón, he estado tomando notas acerca de las lecciones que he aprendido como presidente; a veces, ¡aprendí estas lecciones a las malas!

Lo que siguen son 20 de esas lecciones. La mayoría de ellas son simplemente cuestiones de prudencia y no necesariamente principios bíblicos. Dicho eso, si bien una reunión de ancianos no es un servicio de adoración, oro para que estas lecciones ayuden a tus ancianos a hacer todo «decentemente y con orden» (1 Co. 14:40).

1. Una de las principales formas de servir a tu iglesia es presidiendo el pastorado

La mayoría de los pastores preferirían pasar tiempo con los miembros de la iglesia que planificar una reunión de ancianos, pero la última sigue siendo trabajo pastoral. Ser el presidente requiere tiempo y energía, y es fácil sentir que estás fuera de la primera línea pastoral o que estás ejerciendo menos el pastorado. Pero no es así; solo estás dirigiendo de una manera diferente y tu servicio en este sentido puede bendecir grandemente a tu iglesia.

2. Eres en parte pastor, en parte arbitro, en parte controlador de tráfico aéreo y en parte vigilante

El presidente anterior me ayudó a entender que el presidente tiene múltiples tareas. Asistes y participas como uno de los pastores, así que sigues teniendo cierta voz en estas reuniones. Pero tu voz debería estar limitada en las reuniones porque también la estás arbitrando, dices lo que está y no está dentro de los límites de las discusiones, les haces saber cuánto tiempo hablaremos de algo y cuánto no. Si bien tu voz está limitada durante la reunión, tienes una voz más grande para dar forma a la agenda de toda la reunión. Eso se debe a que, como presidente, eres el controlador del tráfico aéreo. Dices lo que entra en la reunión y lo que no entra; determinas cuáles conversaciones van a despegar y cuáles deben seguir dando vueltas en la pista. Este trabajo puede tornarse complicado, y en ocasiones como presidente, tendrás que asegurarte de que el resto de los ancianos siguen las acciones que se supone que tienen que hacer fuera de la reunión, para que las cosas no se salgan de control rápidamente. De ahí la función de vigilante.

3. Conoce las reglas del juego. En otras palabras, entiende las reglas y los procedimientos de tus reuniones

¿Tus reuniones de ancianos funcionan según las Reglas de Orden de Robert? ¿Son más informales? Cualquiera que sea el caso, debes conocer cómo marchan tus reuniones de ancianos, o se producirán desastres innecesarios. Imagina a un árbitro intentado oficiar un juego sin conocer las reglas. Recuerdo la vez que un anciano hizo una «moción de privilegio» y yo —el presidente— pensé para mis adentros: «¿Eh, qué rayos es eso?».

4. Cuando más control tienes, te das cuenta del poco control tienes

Puede que como presidente tengas el mayor control sobre la reunión, pero a veces queda claro que la reunión tomará un giro inesperado. En esos momentos, te das cuenta de que no tienes el control absoluto de la reunión. Hermanos, algunas reuniones simplemente serán problemáticas, y no hay nada que puedas hacer al respecto. El ministerio es complicado, y también lo serán las reuniones de ancianos.

5. La retrospectiva realmente es 20/20

No te castigues por reuniones que no hayan resultado según tus ideales. Solo planifica la próxima y sigue dirigiendo.

6. Cuando alguien te hace una pregunta, no necesariamente están dudando de tu liderazgo

Esto fue importante para mí como joven. Los hermanos me preguntaban por qué hacíamos algo de cierta manera, y me lo tomaba personal. ¿Pero podría ser que solo estuvieran preguntando genuinamente para estar más claros? ¡Sí! No supongas que alguien está cuestionando tu liderazgo simplemente por hacer una pregunta. No te pongas a la defensiva. No dejes que tu confianza reciba un golpe innecesario y empieces a cuestionarte a ti mismo. Lo cierto es que…

7. Hay muchas formas de realizar una tarea (o de dirigir una conversación) y todas tienen ventajas y desventajas

Algunas personas pueden pensar que una forma es mejor que otra, otros podrían pensar que otra es mejor. Escoge una y quédate con ella hasta que quede claro que estás equivocado.

8. Las encuestas rara vez son útiles

Al presidente que me precedió le encantaba usar encuestas, por lo general, para sondear las opiniones respecto a una conversación. Yo lo he intentado, pero parece que nunca puedo lograr hacer una encuesta sin que las cosas se vuelvan… incómodas. Por lo que esto es solo una nota divertida para recordar que las tácticas para presidir una reunión son como la armadura de Saúl. Algunos presidentes lo hacen de cierta forma, otros de otra.

9. Hazle saber a la gente que pueden hablar contigo

Estar seguro de tu liderazgo no significa que no debas cultivar la retroalimentación. Por tanto, crea ciclos de retroalimentación. Una manera de hacerlo es intentando tener al menos un almuerzo con cada anciano y obtener sus opiniones de cómo van las cosas. Asegúrate de que saben que quieres hablar acerca del liderazgo en el almuerzo para que tengan tiempo de pensar y hacer comentarios útiles.

10. Cuidado con el «bikeshedding»

Sí, es posible tener ancianos piadosos y desperdiciar el tiempo en una reunión de ancianos. ¿Por qué? El efecto de la Ley de Parkinson de la trivialidad o bikeshedding brinda una explicación. Aquí tienes otros consejos para dirigir una buena reunión y por qué hacerlo es más importante de lo que pensamos.

11. La eficacia es buena, pero no es el objetivo principal, puede convertirse en un ídolo

Nadie quiere desperdiciar el tiempo de los ancianos, pero debemos recordar que la eficacia no lo es todo. No buscamos escuchar del Señor: «bien, siervo bueno y productivo». Sin embargo, es fácil estar tan concentrados en llevar a cabo una buena reunión que descuidamos la devoción a las cosas correctas, como la oración (Hch. 6:4). Recuerdo que una vez hubo una reunión de ancianos en la que teníamos que discutir un asunto delicado, así que planeé cortar la sección de la reunión en la que orábamos por nuestros miembros. Sucedió que pasamos rápidamente por el asunto supuestamente delicado, pero aún así decidí que dejáramos de orar por nuestros miembros. Levanté la reunión para que los hermanos pudieran llegar antes a casa. ¡La reunión se sintió tan corta, tan agradable, tan eficaz sin ese tiempo tan aparatoso de orar por nuestros miembros! Cuando salía de la reunión, Mark Dever se inclinó hacia mí y me dijo con una sonrisa: «Ten cuidado con cortar ese tiempo de oración. Es una droga a la que es fácil engancharse». Fui confrontado. No creo (ni Mark) que hayamos pecado por no orar por nuestros miembros esa noche, pero diré que desde entonces no ha habido una reunión en la que hayamos cortado esa sección.

12. Debes estar haciendo mucho trabajo que la junta no ve

He descubierto que la mayor parte de mi trabajo como presidente no consiste en dirigir la reunión, sino en planificar la reunión y la reunión después de esa. Intento conservar un documento de Word de todas las futuras reuniones programadas de los ancianos y hago notas de cuándo necesitamos discutir qué (por ejemplo: «En mayo, tenemos que discutir el presupuesto»). Esto me ayuda a saber qué viene y cuándo.

13. Como presidente, serás la casualidad de la confusión entre bastidores

A veces quedarás atrapado entre dos ancianos que discuten un problema entre bastidores, y no quedará claro cómo quieren proceder o cuándo o cómo involucrar a todo el liderazgo. El proceso para tomar una decisión podría estancarse, entonces, cuando otras personas esperaban que avanzara, te mirarán a ti para ver cuál era el problema.

14. ¿Eres un facilitador o un líder?

Recuerdo que cuando comencé a presidir, un anciano me hizo a un lado y me dijo: «Está bien que aparezcas en las reuniones y te limites a facilitar el debate, pero me encantaría que nos muestres cierto liderazgo en cuanto a lo que deberíamos pensar y hablar como ancianos». Eso me dio un empujón de confianza para intentar ayudar a orientar las reuniones, en lugar de solamente facilitarlas.

15. Sirves a la junta tomando a veces decisiones por ella

No quiero decir que debas actuar como si pudieras tomar tú solo las decisiones de los casos pastorales. Me refiero a que, a veces, la junta se ve ayudada cuando decides sobre un asunto práctico. Por ejemplo, en un momento dado, tenemos entre 25 y 30 personas en nuestro equipo de ancianos. Recuerdo que una vez pregunté a los hermanos por los temas de los que les gustaría hablar a lo largo del año (por ejemplo, el divorcio, la edad del bautismo, la raza.). No obtuve mucha respuesta, así que decidí de qué hablaríamos en las reuniones más centradas en los temas. O cuando hay una reunión de emergencia, en lugar de preguntar a cada anciano cuándo puede reunirse (ya que tenemos que reunirnos rápidamente y tomaría algo de tiempo poder recibir la respuesta de todos), a veces digo: «Hermanos, nos reuniremos el sábado por la tarde», y lo dejo así.

 16. Identifica los problemas antes de intentar resolverlos

A veces, un par de ancianos pueden pensar que hay un gran problema en la iglesia, y quieren que todo el cuerpo de ancianos hable de ello. Estos ancianos pueden tener razón, por supuesto, pero no necesariamente tienen razón. Si todos los ancianos no están de acuerdo en que hay un problema, puede haber reuniones confusas y difíciles. Por tanto, asegúrate de que la junta de ancianos (o al menos un número suficiente de la junta) esté de acuerdo en que hay un problema y si hay o no una manera de resolverlo antes de que dirijas al grupo para actuar en una solución. O, al menos, asegúrate de que todos tengan claro que no están de acuerdo con que haya un problema antes de seguir adelante.

17. Mantenlo simple, modesto y breve

Por lo general, las reuniones más cortas son las mejores. Nunca me ha escrito la esposa de un anciano para decirme: «Me gustaría que hicieran las reuniones más largas». Me sorprende la frecuencia con la que la navaja de Ockham es correcta cuando se trata de discusiones para el pastorado: La forma más simple de tener una discusión es a menudo la mejor.

18. No envíes información al pastorado hasta que te sientas cómodo

«La mansedumbre hará cesar grandes ofensas» (Ec. 10:4). Rara vez es necesario tomar decisiones rápidamente. Una vez me sentí presionado para enviar un memorándum de un hermano a los ancianos, ya que necesitábamos tomar una decisión relativamente rápida respecto a algo. Resulta que el memorándum contenía información delicada que terminé enviando a las personas equivocadas porque me apresuré y no lo leí cuidadosamente. Siempre hay que entender lo que se envía, por qué se envía y a quién se envía.

19. Como presidente, tienes una oportunidad de pastorear a los pastores

Como presidente, naturalmente tendrás conversaciones con los hermanos acerca de sus funciones en el pastorado. Tendrás conversaciones acerca de si un hermano está demasiado ocupado para servir o cómo se siente con respecto a otras presiones que pueden llevarlo a renunciar (por ejemplo: «necesito más tiempo con mi familia»). Por supuesto, también hay momentos en los que es necesario tener una conversación fuerte con un anciano (por ejemplo: «Hermano, creo que estás pensando más en ti mismo que en la junta»), pero en mi experiencia, esto ha sido raro.

20. Confía en Dios

Espero que esto sea raro, pero habrá reuniones difíciles que temas dirigir. Es posible que pierdas el sueño por ello. Presidentes, si alguno de nosotros carece de sabiduría, ¿Qué debemos hacer? Pedirla y se nos dará (Santiago 1:5). Anímate, Dios realmente edificará su iglesia (Mateo 16:18).

Traducido por Nazareth Bello