Reseñas
Reseña del libro: Truth or Territory [Verdad o territorio], de Jim Osman
Es probable que la mayoría de los cristianos nunca hayan escuchado el término «guerra espiritual de nivel estratégico». Pero a través de la práctica de «orar caminando», pidiendo a Dios que «ate a Satanás» y orando «setos de protección», muchos cristianos están participando involuntariamente en una forma no bíblica de «oración de guerra» desarrollada por C. Peter Wagner.
¿Qué es la «guerra espiritual de nivel estratégico», y cómo está haciendo incursiones en las misiones y las iglesias locales hoy en día?
En su libro Truth or Territory: A Biblical Approach to Spiritual Warfare [Verdad o territorio: Un acercamiento bíblico a la guerra espiritual], Jim Osman, pastor de una iglesia local en Idaho, identifica cinco enfoques no bíblicos de la guerra espiritual que han entrado en la corriente sanguínea del evangelismo:
Orar por «cercos de protección».
Orar para anular las «maldiciones generacionales».
Orar para «atar a Satanás».
Reprender a Satanás.
Mapeo espiritual a través de «paseos de oración».
Esta reseña proporcionará una visión general del libro y luego examinará cada uno de estos elementos por separado. Al hacerlo, espero que los pastores y las iglesias estén mejor equipados para participar en la guerra espiritual bíblica, en lugar de perder el tiempo en alternativas no bíblicas.
NUESTRA FUENTE DE AUTORIDAD: ¿LA PALABRA DE DIOS O LA EXPERIENCIA?
El punto de partida de Osman es establecer las Escrituras como nuestra única autoridad cuando se trata de la guerra espiritual. Mientras que los pentecostales y los neopentecostales afirman esto, Osman argumenta que, en la práctica, permiten que la experiencia triunfe sobre la Palabra de Dios. «El peligro al que nos enfrentamos en el ámbito de la guerra espiritual no es que neguemos rotundamente la autoridad y la fiabilidad de las Escrituras, sino que no apliquemos esa creencia» (17).
En la práctica, Osman observa una y otra vez que los llamados «expertos en guerra espiritual» casi siempre desarrollan sus métodos a partir de sus experiencias o incluso de lo oculto, en lugar de una clara justificación bíblica. Aunque profesan creer en la autoridad y suficiencia de las Escrituras, en la práctica, permiten que la experiencia triunfe sobre las Escrituras.
DEFINICIÓN BÍBLICA DE LA GUERRA ESPIRITUAL
Otra contribución crucial del libro de Osman es la definición bíblica de la guerra espiritual. Para muchos pentecostales, la guerra espiritual se concibe como una «interacción directa contra los demonios para ganar territorio espiritual o físico» (21), es decir, decir determinadas oraciones y adoptar ciertas prácticas para arrebatarle el territorio a Satanás. En contraste con esto, Osman sostiene que «la verdadera guerra espiritual no es una batalla por el territorio, sino una batalla por la verdad» (33). De ahí el título del libro, Truth or Territory [Verdad o territorio)].
Para defender este punto de vista, Osman recorre cuidadosamente pasajes del Nuevo Testamento como 2 Corintios 10:3-5 para mostrar que Pablo entendía la guerra que libraba principalmente en términos doctrinales.
«Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Co. 10:3-5).
Osman demuestra que Pablo utiliza el término «fortaleza» para referirse no a un territorio geográfico, sino a los «pensamientos» y «argumentos» que se levantan contra Dios, es decir, las falsas doctrinas que se difunden en la iglesia de Corinto. Pablo explica además que sus armas en esta lucha no eran «carnales» sino «espirituales», entendidas como la Palabra de Dios. A Osman le preocupa que, en su enfoque de la guerra espiritual, los pentecostales hagan exactamente lo que advierte este versículo al adoptar «armas carnales» en lugar de bíblicas.
CINCO ENFOQUES NO BÍBLICOS DE LA GUERRA ESPIRITUAL
La mayor parte del libro analiza cinco enfoques no bíblicos específicos de la guerra espiritual, incluyendo orar por «cercos de protección», orar para anular las «maldiciones generacionales», orar para «atar a Satanás», reprender a Satanás y el llamado «mapeo espiritual» a través de «caminatas de oración».
Incluso los lectores que no tengan experiencia de primera mano en las iglesias pentecostales reconocerán probablemente algunas o todas estas prácticas, ya que se han ido introduciendo en la corriente principal del evangelismo. Como señala Osman: «Estas cosas no están aisladas en algún movimiento marginal dentro del cristianismo. Se enseñan en las iglesias fundamentalistas, conservadoras, creyentes en la Biblia y centradas en el evangelio. No son propiedad exclusiva del movimiento carismático» (64).
1. «Cercos de protección»
Orar por un cerco de protección suena algo así:
«Señor, te pido un cerco de protección alrededor de esta casa en el nombre de Jesús. Te pido un seto de espinos alrededor de mis hijos en el nombre de Jesús. Oro por un cerco alrededor de Bob, que necesita la salvación» (64).
Se cree que orar por un muro de protección o un seto de espinos alrededor de alguien o de algo impide que Satanás y sus demonios le ataquen o le influyan. Los pasajes que se suelen citar para defender esta práctica son Oseas 2:6 y Job 1:8-10, pero Osman muestra cómo estos pasajes se sacan de contexto. Oseas utiliza el lenguaje de «seto de espinos» como una imagen de juicio, no de protección, y Job 1 utiliza el lenguaje del «seto» para referirse a la voluntad soberana de Dios.
Osman concluye que, en lugar de escoger dos textos que se refieren a los «setos» y sacarlos de contexto, deberíamos hacer oraciones bíblicas, siguiendo las pautas que Pablo establece en Efesios 1:15-23, Filipenses 1:3-11 y Colosenses 1:9-12. Es bíblico pedirle a Dios que proteja soberanamente a alguien o lo libre del poder de Satanás. Pero usar «cercos» como un encantamiento con fuerza o poder especial del que carecen otras oraciones es bíblicamente injustificado y peligroso.
2. «Maldiciones generacionales»
Otro enfoque no bíblico de la guerra espiritual implica las llamadas «maldiciones generacionales». Al malinterpretar Éxodo 20:5 («Yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y la cuarta generación de los que me aborrecen»), algunos enseñan que los hijos, incluso los cristianos, heredan los demonios por la desobediencia de sus padres. Citando a Osman:
«A menos que el cristiano confiese consciente y verbalmente en la oración los pecados de sus antepasados, y renuncie a esos pecados y a todas las maldiciones y consecuencias que conllevan, Satanás tendrá un “control legal” en la vida del creyente que le impedirá la libertad espiritual, la santificación, el crecimiento espiritual y las bendiciones de Dios» (77).
Este punto de vista ha sido popularizado por escritores como Mark Bubeck y Neil Anderson. Osman muestra de forma útil cómo este punto de vista ignora el contexto de Éxodo 20 y socava la suficiencia de la obra de Dios en la conversión y la justificación. Toma las promesas que Dios dice que pertenecen a todo cristiano en virtud de su unión con Cristo (limpieza, perdón, adopción, libertad) y las hace depender de que se haga una oración no bíblica.
La realidad para todo creyente, independientemente de los pecados de sus padres y antepasados, es que ha sido liberado del dominio de las tinieblas y trasladado al reino del Hijo amado de Dios (Col. 1:13). Socavar esas verdades es contradecir la Palabra de Dios y sembrar semillas de duda en los corazones de los tiernos creyentes.
3. Orar para «atar a Satanás»
Una tercera práctica no bíblica que se ha vuelto casi omnipresente en las oraciones de los cristianos evangélicos es orar para «atar a Satanás». Esto supuestamente limita la esfera de actividad de Satanás y su capacidad para interferir. Los defensores de la guerra espiritual utilizan Mateo 12:29 como texto de prueba: «Porque ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no le ata? Y entonces podrá saquear su casa». Argumentan que Satanás es el hombre fuerte que debe ser atado para que la obra cristiana proceda efectivamente.
Sin embargo, en el contexto, los cristianos nunca están llamados a emular la metáfora de Jesús en este sentido. Jesús simplemente estaba usando una analogía para refutar las falsas afirmaciones de los fariseos de que estaba usando poderes demoníacos para sanar a la gente y expulsar a los demonios. Aunque no está mal orar para que se frustre la obra de Satanás, no hay que dar especial importancia al lenguaje específico de «atar» cuando oramos.
4. Reprender a Satanás
Algunos enseñan que los creyentes tienen la autoridad para ordenar y controlar verbalmente a los demonios invocando el nombre de Jesús. Uno podría orar algo como: «Te ato, Satanás, por la sangre y el nombre de Jesucristo» (102). Algunos piensan que los creyentes pueden ordenar objetos inanimados o enfermedades de esta manera; por ejemplo, reprendiendo al demonio del «cáncer» o del «dolor de espalda» en el nombre de Jesús.
Pero, como señala Osman: «El Nuevo Testamento no nos proporciona ningún ejemplo de cristianos que traten al diablo de esta manera». De hecho, «no hay ni un solo mandato o instrucción acerca de reprender al diablo» (112).
5. El mapeo espiritual a través de «caminatas de oración»
Otra práctica común defendida por los «expertos en la guerra espiritual» se conoce como «mapeo espiritual», «guerra espiritual de nivel estratégico» o simplemente «caminatas de oración». Osman dice: «Este puede ser el enfoque de evangelización de más rápido crecimiento en la iglesia hoy en día» (115).
Al hablar de «caminatas de oración», Osman no se refiere a orar en silencio a Dios mientras se camina, sino a una forma específica de «guerra espiritual», basada en la idea de que los espíritus o demonios territoriales están asignados a diferentes regiones geográficas. Esta concepción de la guerra espiritual fue desarrollada por el misiólogo del Seminario Teológico Fuller, C. Peter Wagner, que la aplicó a las misiones. Basándose en Efesios 6:12 («contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes»), Wagner especuló que hay una jerarquía de poderes demoníacos, y que los espíritus territoriales son demonios de alto rango que llevan a cabo las órdenes de Satanás a nivel territorial.
Estos espíritus territoriales, argumenta, son a los que se refiere Jesús en la parábola sobre atar al hombre fuerte en Mateo 12:22-29. Tales espíritus pueden ocupar territorios pequeños, como un barrio, o territorios tan grandes como la ventana 10/40 (una región que, según Wagner, está controlada por un espíritu territorial particularmente poderoso llamado «la reina del cielo»).
El «mapeo espiritual» a través de las caminatas de oración permite a los creyentes determinar los límites precisos de estos espíritus, con el fin de atarlos y exorcizarlos eficazmente (116). Al igual que otros enfoques de la guerra espiritual que se discuten en este libro, el «mapeo espiritual» no se enseña en las Escrituras, ni tampoco la idea de que los demonios ocupan territorios específicos. Tales enseñanzas no tienen sus raíces en la revelación divina, sino en experiencias humanas no autorizadas o en el ocultismo.
CONCLUSIÓN
Antes de que tu iglesia envíe a un equipo misionero de corto plazo a participar en «caminatas de oración» en el extranjero, deberían detenerse a examinar la enseñanza bíblica de la guerra espiritual y leer este libro. Está cuidadosamente investigado, bíblicamente argumentado, y garantiza el beneficio de todos los que lo lean.
El libro de Osman equipará a los pastores y a las iglesias para entender mejor lo que es y lo que no es la guerra espiritual. Este libro será especialmente útil para los cristianos de trasfondo pentecostal, los misioneros que trabajan en partes del mundo con historia de ocultismo, y todas las áreas del país y del mundo impactadas por el pentecostalismo. Al recuperar la verdadera guerra espiritual como una conquista de la verdad a través del estudio y la predicación de las Escrituras (2 Co. 10:3-5), los pastores estarán mejor equipados para ayudar a sus congregaciones a «vestirse de toda la armadura de Dios, para que puedan estar firmes contra las asechanzas del diablo» (Ef. 6:11).
Traducido por Nazareth Bello