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Reseña de libro: Exultación Expositiva, de John Piper

Reseña de Raymond Johnson

Raymond Johnson es el pastor principal de Christ Church West Chester en West Chester, Pennsylvania.
Review
12.06.2021

En la era de charlas TED (TED talks), videos de YouTube, y los en-vivo de Facebook, la idea de escuchar a un hombre dar catedra sobre un libro antiguo pareciera irrelevante, por no decir raro. Si la predicación cristiana solo es una oportunidad para dar catedra sobre una idea interesante, entonces la prioridad de la predicación en la adoración cristiana podríamos concluir que se la ha dado demasiada importancia.

Pero la predicación cristiana es mucho más que dar catedra. Es mucho más que la transferencia de información de una persona a otra, más que definir términos y explicar su contexto, y más que la opinión de un solo hombre. El sermón semanal tiene importancia sobrenatural, porque tanto el orador como el oidor son transformados por la palabra de Dios. Tim Keller sugiere que la predicación realmente tiene el poder de «cambiar a la gente desde sus asientos».

APLICANDO EL HEDONISMO CRISTIANO A LA PREDICACION

Escrito para pastores y para los que están estudiando para el pastorado, la Exultación Expositiva de John Piper es el tercer libro en su trilogía que incluyen: «Una gloria peculiar: Cómo las Escrituras revelan su completa veracidad» (2016), y: «La lectura sobrenatural de la Biblia: Ver y Saborear la Gloria de Dios en las Escrituras» (2017).

Exultación Expositiva demuestra que «la predicación en sí es adoración y ha sido ordenada por Dios para despertar e intensificar la adoración» en la medida que «el predicador de manera simultánea explica el significado de las Escrituras y se exulta una y otra vez la verdad que glorifica a Dios, revelada en su mensaje» (51). Para sorpresa de nadie, Piper aplica la tarea de predicar de acuerdo con su tesis tan conocida que Dios es más glorificado en nosotros cuando estamos más satisfechos en él.

Exultación Expositiva explora la tarea de predicar en siete partes: Un contexto para la predicación, ¿Por qué es la exultación expositiva parte integral de la adoración corporativa?, ¿Cómo se convierte la predicación en un medio para el milagro de la adoración, de forma sobrenatural?, ¿Cómo se convierte la predicación en un medio para el milagro de la adoración, de manera natural?, la atención rigurosa al texto en aras de una penetración radical en la realidad, ¿Qué realidad debemos predicar?, y la Exultación Expositiva en el Antiguo Testamento.

PREDICANDO A LA LUZ DE LA «REALIDAD»

Piper se enfoca en la necesidad que tienen los predicadores en mostrar a sus oyentes el texto de la Escritura, porque tiene la preocupación que aun predicadores que predican la Biblia de manera expositiva a menudo «no ayudan a su gente a ver la conexión entre la realidad que están proclamando y las mismas palabras del texto» (164, cf. 164–167). También estipula que la limitación del texto es necesaria pero no es adecuada en el pulpito, ya que hay asuntos teológicos más grandes que se acercan al contexto cercano a las Escrituras (194).

Hay aspectos de la intención original de un autor que a veces no se incluyen explícitamente en las mismas palabras que estás leyendo, pero que necesitas conocer para interpretar el texto correctamente y que puedes aprender de otras partes de las Escrituras, especialmente otras cosas escritas por el mismo autor (191).

Piper sugiere tres temas dominantes que definen lo que es la «realidad»: la gloria de Dios, como el objetivo final de todas las cosas; Jesucristo crucificado, como la base de todo bien que viene al pueblo de Dios en cada pasaje; y el Espíritu Santo, como el habilitador de una vida transformada (269). Él argumenta que estos «énfasis trinitarios y entrelazados deben tejerse a través de» toda la predicación, a través de cada sermón (270).

No está del todo claro qué quiere decir Piper con «el factor de la realidad en la tarea de la exposición» (161). Explica que «el contenido de la predicación, en su esencia, no es el texto bíblico (sin embargo, sigue siendo indispensable en todos sus detalles), sino la realidad que comunica el texto» (160). Y, para tener acceso a esta «realidad», el predicador necesita conocer «no sólo las intenciones inmediatas que [el autor] deja claras en el texto, sino también la visión global de la realidad que informa la forma en que [él] piensa acerca de todo» (190). Pero toda la discusión parece algo vaga.

LA PREDICACIÓN DESPIERTA LA ADORACIÓN

La tesis del libro de Piper, que «la predicación en sí misma es adoración y ha sido ordenada por Dios para despertar e intensificar la adoración» (51), previene a los pastores de no acercarse al púlpito de manera casual. Piper escribe, «predicar no es conversación. Predicar no es discusión. La predicación no es una charla casual sobre temas religiosos. Predicar no es simplemente enseñar. La predicación es la proclamación de un mensaje impregnado por el sentido de la grandeza, majestad y santidad de Dios» [1].

La predicación, según Piper, «es tanto una enseñanza precisa como una proclamación sincera. Es exaltación expositiva» (66). Piper explica, además, «el mensaje del predicador, el heraldo, no es simplemente un conjunto de datos que deben entenderse. Es una constelación de glorias para atesorar» (66). Argumenta que la predicación es un llamado peligroso y glorioso porque el predicador sabe que «si fracasa en su exaltación expositiva, si la adoración colectiva languidece sin vida porque la palabra de Dios no llega con claridad, fidelidad y poder que satisface el alma, todos los ministerios [de la iglesia local] sufrirán» (307).

Los predicadores no deben mimar a sus oyentes porque el sermón no se trata de la audiencia. Más bien, los sermones deben demostrar la verdad acerca de Dios revelada en el Cristo crucificado, para que las vidas de los oyentes puedan ser realineadas, los afectos recalibrados y los corazones reenfocados sobre la gloria de Dios en Cristo. Piper tiene razón, «nada puede reemplazar la predicación» (307). Solo cuando nos enfocamos en Dios y nos deleitamos él, se cubrirán las necesidades más profundas de la congregación. Los predicadores deben esforzarse en predicar sermones excelentes.

La exaltación expositiva es esencial porque el evangelio es un mensaje que llega al pueblo de Dios en palabras, y porque Dios ha ordenado que la gente vea las «inescrutables riquezas de Cristo» (Efesios 3:8) mediante esas palabras del evangelio. El llamado del predicador es abrir las palabras, oraciones y párrafos de la Escritura y mostrar la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios (Colosenses 1:15; 2 Corintios 4:6).

UNA EXPLORACIÓN DE LA PREDICACIÓN CON MENTE SERIA Y DE MANERA TEOLOGICAMENTE RICA

Exultación expositiva es una examinación seria acerca de la tarea de predicar. El libro de Piper se destaca entre la literatura homilética debido a la fuerza con la que defiende la primacía del evento de la predicación; de hecho, como afirma Piper, «Nada puede reemplazar la predicación» (307), y de la misma manera muestra que la predicación y la adoración van de la mano. Por tanto, los predicadores no solo deben afrontar su tarea con oración, con un sentido de gravedad; sino que también deben afrontarlo con reverencia mientras adoran a su Dios trino.

He dado este libro a los aspirantes al pastorado para ayudarlos a cultivar la tarea de predicar con un enfoque Empapado de las Escrituras. El libro de Piper ayuda a los predicadores jóvenes a ver su responsabilidad personal de sumergirse en la narrativa de la Biblia que forma la fe, para que puedan presentar de manera más fiel y convincente una comprensión teológica coherente de las Escrituras, mientras anuncian la verdad del Cristo crucificado. Además, Piper, un pastor erudito, guía a su lector a través del proceso de llegar a conocer la Biblia, a la medida que crecen en su conocimiento de cómo proclamarla.

12 citas de Exultación Expositiva:

  1. La predicación en la adoración corporativa es esencial para la salud y la misión de la iglesia (15).
  2. La exultación sin explicación no es predicación. Explicación sin exultación no es predicación (51).
  3. La «persona natural» puede ver muchas cosas asombrosas acerca de Jesús. Judas las miró. Pero la persona natural no «discierne» la belleza y el valor irresistibles de Cristo. El evangelio de Cristo es para ellos una locura en lugar de ser su mayor fortuna. Él no es el tesoro escondido en el campo que vendemos todo para obtenerlo (Mateo 13:44). Él no es la perla de gran precio (Mateo 13:46). Él no tiene un «valor superior» que, en comparación, hace que todo lo demás parezca basura (Filipenses 3:8). Ellos ven, pero según Jesús «viendo, no ven» (Mateo 13:13) (85).
  4. El predicador tiene un solo punto de partida a las realidades que importan infinitamente —Cristo, gracia, justicia, vida eterna— y este punto son las palabras inspiradas de Dios en las Escrituras (175).
  5. Estoy abogando contra una clase de predicación que se basa en la Biblia, pero no está saturada de ella. Estoy abogando en contra de la lectura de un texto seguida por una predicación que señala ciertos puntos— a veces, puntos muy buenos que realmente se encuentran en el texto— sin mostrarle a la gente las palabras y frases de las que se extraen los puntos. Estoy abogando contra la predicación que no ayuda a la gente a ver cómo el texto realmente nos lleva a la realidad que es tan importante (181).
  6. Cada sermón que ofrezca algo bueno a los creyentes en Cristo, o que ayude a los creyentes a ver que Dios cambiará para bien todo lo malo en sus vidas, debe ser un sermón que se exulta en el Cristo crucificado (225).
  7. Porque no tendríamos nada más que ira sin la cruz… predicar cada realidad bíblica en relación con la muerte de Jesús… la cruz es el fundamento en cada sermón de todo bien ofrecido en cada texto (229-230).
  8. Cuanta más atención prestemos a lo que Dios puso en el texto, su gloria brillará más radiante en el texto (239).
  9. Sin la muerte de Jesús, no habría ni un solo bien en todo el mundo que fuera un beneficio duradero para el creyente (279).
  10. La predicación no lo es todo, pero afecta todo. Es la trompeta de verdad en la iglesia. Y resuena en cada ministerio y en cada hogar, para dar gozo, fortaleza, amor y perseverancia, o no (307).
  11. Nada puede reemplazar la predicación. Los libros son maravillosos. ¿Quién no se ha visto profundamente afectado por un gran libro? Las conferencias, los debates, el teatro, la poesía, el cine y las pinturas son poderosos. Pero cualquier esfuerzo por reemplazar la predicación con cualquier otra cosa, tarde o temprano, va a fracasar (307).
  12. A Dios le encanta ayudar al predicador que está desesperado por hacer clara la Palabra para el gozo de su pueblo, por la sangre de Jesús, para la gloria de Dios. Él te ayudará (308).

Traducido por Abraham Armenta

 

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[1] Esta es una cita directa del sermón T4G de John Piper: «Por qué la predicación expositiva glorifica particularmente a Dios».