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Reseña del libro: Discipular, de Mark Dever

Reseña de Cristian Ortiz Díaz

Cristian Ortiz, es siervo de Cristo, abogado de profesión, estudiante de Licenciatura en Teología del Seminario Reformado Latinoamericano, y encargado del equipo de plantación de la Iglesia Cristo Redentor en la ciudad de Pemuco, Chile. Casado con Deisy, con quien tienen un hijo de dos años llamado Bruno.

Review
30.03.2020

«Íd y haced discípulos». Estas palabras de Jesús, dichas hace casi dos mil años resuenan con un eco eterno por toda la tierra y en los oídos de los creyentes en todo lugar. Se escuchan fuertes y claras, como en el mismo momento en que Cristo se las dijo a sus propios discípulos, siendo este su último mandato. Son imperativas, fuertes y potentes, y no dejan lugar a duda alguna para la iglesia: su deber es ir, y haced discípulos.

A algunos de los apóstoles, Jesús les dijo «ven, y sígueme», y se transformaron en sus seguidores, más comúnmente conocidos como sus discípulos.

Precisamente Mark Dever, el autor de este gran libro llamado Discipular, y editor de la serie Edificando Iglesias Sanas, nos entrega una sencilla y precisa definición de discipular: «ayudar a otros a seguir a Jesús».

Menos programas, más cultura de discipulado

El libro se divide en tres partes, la primera de ellas, llamada ¿Qué es discipular? Nos transmite la importancia de la influencia, y como influenciamos a otros para que cambien, porque admitámoslo, todos cambiamos, y las personas a tu alrededor te influenciarán, para bien o para mal. Y para bien o para mal tú a la vez afectarás a las personas a tu alrededor. Justamente el objeto de discipular es que el discípulo una vez influenciado y entrenado, cambie hasta ser como su maestro.

El asunto aquí es, de qué manera desarrollamos esta influencia y cambio en las demás personas. Para el autor, tenemos que influenciar a los demás a través de los dones que Dios nos ha dado en la creación. Pero más que eso, el tener un impacto en cuanto al evangelio en las vidas de las personas no solo se da mediante tus fortalezas, sino también mediante tu debilidad, y esto es lo que debe hacer un discípulo de Cristo que discipula a otros ayudándoles a seguir a Cristo, y hacemos esto para servir a otros por la causa de Cristo, así como Cristo vino al mundo no para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.

Para lograr lo anterior, debes entregar tu tiempo, dinero y recursos, trabajar y luchar duro. El autor nos pregunta ¿Quieres conocer el poder de Dios y una fe que obra? Entonces entrégate a la lucha de trabajar para el bien de otros, así como Cristo trabajó y luchó por nuestro bien. Podemos discipular a través de enseñar a otros, corregir a otros, ser un modelo para los demás, a través del amor mutuo, y a través de la humildad, y si lo piensas un poco, todas estas son características que nuestro Señor mostró para con sus propios discípulos.

La segunda parte responde a la pregunta ¿Dónde deberíamos discipular? La respuesta pareciera ser sencilla: La iglesia, pero veremos que en realidad se ha presentado un problema mayor que discipular sin iglesia, y es una iglesia sin discipular. Muchos han tenido una mala experiencia que les ha enseñado que la iglesia local es el último lugar para buscar oportunidades de discipulado, cuando en realidad, para Dever, la Biblia enseña que la iglesia local es el ambiente natural para discipular.

La iglesia debe realizar el discipulado a través de sus reuniones semanales, ya sea a través de la rendición de cuentas, así como a través de sus ancianos. La predicación de todo el consejo de Dios es fundamental, el bautismo, la cena del Señor y la disciplina también son parte de este discipulado. Asimismo las relaciones entre la membresía provee de fortaleza a la iglesia, en donde los miembros se aman los unos a los otros.

Éstas y otras son las maneras en las que nos ayudamos el uno al otro a seguir a Jesús. Nos discipulamos los unos a los otros. Las iglesias no necesitan programas de discipulado tanto como necesitan culturas de hacer discípulos, y es justamente eso lo que este libro promueve.

La tercera y última parte responde a la pregunta ¿Cómo deberíamos discipular? Recordemos que Discipular significa ayudar a otros a seguir a Jesús. Discipular es una relación en la que buscamos hacer un bien espiritual a alguien iniciando, enseñando, corrigiendo, siendo un modelo, amando, humillándonos a nosotros mismos, aconsejando e influenciando. Pero ¿Cómo llevamos esto en la práctica? Dever responde a esto, considerando nueve factores para poder decidir a quien se debe discipular, entre ellos encontramos a un miembro de nuestra familia, el estado espiritual, el género de la persona, la edad y el tiempo disponible.

En este punto, Mark nos dice algo demasiado importante como para no mencionar: Para discipular, se debe pagar un costo. El costo del discipulado se compone de tiempo, estudio, oración y amor. El asunto aquí es que Discipular, tiene sus retos y costos, de eso puedes estar seguro, ya que te estás ocupando de que otra persona que puede ser muy diferente a ti, con sus propios problemas, inquietudes y conflictos, se parezca más a Cristo. Sin embargo, recuerda lo siguiente: ¡Dios se lleva la gloria en todo esto!

Conclusión

Ya sea que formes parte del equipo de ancianos o pastores de tu iglesia local, o bien seas sólo un miembro en tu congregación, este libro será muy edificante para cumplir con el mandato de la Gran Comisión, y cumplir con aquella labor encomendada por Cristo.

Personalmente al estar trabajando en una plantación de iglesia, tenía muchas dudas sobre cómo realizar el discipulado para los nuevos miembros que comenzarían a llegar, por ello he disfrutado cada página de este libro, el cual se puede leer completo en uno o dos días, pero que dará frutos prontamente. Mark Dever nos enseña los principios bíblicos del discipulado y de una forma sencilla y cercana logra mostrar la importancia para establecer un discipulado bíblico en nuestras iglesias.

Te animo a leer este libro y todos los demás de la serie, para que puedas ayudar a otros a seguir a Jesús, y como Mark Dever dice, esto tendrá un costo para ti, pero ¿no es esto también parte de ser nosotros mismos un discípulo?