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Reseña del libro On Worship (Sobre la adoración) de H. B. Charles

Reseña de Matt Merker

Matt Merker is a pastoral assistant at Capitol Hill Baptist Church in Washington, D. C., where his responsibilities include music and service preparation. You can find him on Twitter at @MerkerMatt.
Review
06.08.2023

¿Cuál es el fin principal del hombre? El Catecismo Menor de Westminster responde: Glorificar a Dios y disfrutarle para siempre. Adorar al Dios trino, nuestro Creador y Redentor, no es algo opcional o periférico. Es el propósito mismo de la vida.

Como tal, el culto es de suma importancia para que los cristianos y los pastores la comprendan. Aunque obtuve una Maestría en Divinidadel título de posgrado estándar para quienes persiguen una vocación en el ministerio pastoral de un seminario evangélico prestigioso, no se me exigió tomar una clase sobre adoración. Algo tan vital como planificar y dirigir las reuniones del pueblo de Dios en el Día del Señor quedó relegado a una clase optativa.

Me temo que mi experiencia no fue inusual. He conocido a muchos pastores, líderes de canto, ancianos y diáconossin mencionar a laicos que informan que nunca se les ha enseñado a entender la teología de la adoración.

H.B. Charles Jr. trata de remediar esta situación en On Worship. Accesible, personal y lleno de cálidas reflexiones devocionales, el volumen es un recurso útil tanto para líderes como para laicos. Charles explica que su libro «no es un tratado teológico, ni un estudio bíblico, ni un manual exhaustivo sobre la adoración» (10). Se trata más bien de una introducción al tema, una brújula para orientar a los peregrinos hacia una definición y una práctica de la adoración corporativa centradas en Dios. Es más un aperitivo que un plato principal. Pero es un aperitivo nutritivo y sabroso que animaría a todos los cristianos a digerir.

FUNDAMENTOS SÓLIDOS

Charles sobresale cuando enfatiza cómo la adoración existe para Dios. «La legitimidad de la adoración se basa en la dignidad del objeto», argumenta (23). Puesto que Dios es santo, justo, omnipotente y abundante en amor inquebrantable, la adoración es la única respuesta apropiada a su gloria. La «prioridad máxima» de la adoración es «asegurarse de que el Señor está contento» (14). Sin embargo, ninguno de nosotros ha complacido a Dios como se merece. Somos idólatras por naturaleza. Solamente ha habido un adorador perfecto: el Señor Jesucristo. Charles subraya con razón que sólo podemos acercarnos a Dios en una adoración aceptable mediante el arrepentimiento y la fe en Cristo y por la inhabitación de su Espíritu (22).

Puesto que la adoración existe para la gloria de Dios, Charles demuestra que Dios ejerce su prerrogativa de ordenar nuestro culto según su voluntad (28-33). Aunque Charles no profundiza en este punto ni utiliza el término «principio regulador de la adoración corporativa», argumenta claramente que Dios decide lo que la iglesia local debe hacer cuando se reúne. La fidelidad en la adoración no depende de la originalidad o innovación del hombre; significa seguir el modelo que Dios nos ha proporcionado en su Palabra.

Otro punto fuerte de On Worship es cómo Charles subraya la necesidad de que la congregación esté reunida para la adoración corporativa. El capítulo 11, «Es necesario reunirse», vale el precio de todo el libro porque Charles ofrece veinticinco sólidas razones por las que los creyentes deben participar regularmente en el culto público. En una época de servicios de streaming y ministerio virtual, nunca debemos perder de vista el hecho de que la iglesia es una asamblea. Nuestra salud espiritual y nuestro testimonio ante el mundo dependen de reunirnos en espacio y tiempo como iglesias locales para adorar al Dios que nos ha salvado, y el libro de Charles es un recurso cálido e irénico que puede persuadir suavemente a quienes no están convencidos de esta verdad vital.

CONTRIBUCIONES ÚNICAS

Una de las razones por las que me complace recomendar On Worship es que Charles habla de varias cuestiones vitales que a menudo no aparecen en los libros sobre el tema. Aquí tienes cuatro.

En primer lugar, Charles aborda sabiamente la polémica intersección entre cultura, etnia y estilo musical. Basándose en la fusión de su propia iglesia de mayoría negra con una iglesia de mayoría blanca, argumenta que debemos «forzar la adoración corporativa para trascender las preferencias culturales» (127). Por supuesto, cada congregación tiene un trasfondo cultural, pero por el bien de nuestra unidad en la diversidad y nuestro testimonio, Charles nos insta a «dirigir de tal manera que los elementos bíblicos del culto no se asocien con una tradición cultural» y a elegir canciones de diversas fuentes para garantizar que nuestro canto congregacional no se limite a una expresión cultural (127).

Es cierto que se trata de una conversación compleja y que Charles sólo araña la superficie, pero sus observaciones constituyen una excelente introducción. Me encantaría ver un libro entero de Charles sobre este tema.

En segundo lugar, Charles demuestra que la ofrenda económica es un «elemento fundamental de la adoración» (55). Ofrece una compacta teología bíblica de la generosidad y demuestra que la adoración corporativa implica mucho más que cantos apasionados u oraciones sinceras. Adorar significa dar a Dios lo que en última instancia le pertenece a él en primer lugar.

En tercer lugar, Charles nos exhorta a priorizar la lectura pública de las Escrituras, tal y como ordena Pablo en 1 Timoteo 4:13. Escuchar la Palabra de Dios es algo profundamente espiritual. Escuchar la Palabra de Dios es profundamente adorable, y Charles argumenta: «La Palabra de Dios debe leerse como un elemento independiente en el servicio» (85). No es una mera introducción al sermón, es un momento vital, un acontecimiento.

En cuarto lugar, Charles recomienda la práctica de decir «amén» en voz alta en la iglesia. Aunque reconoce que se trata de un área de sabiduría, no de ley, nos insta a cultivar la práctica de decir «amén» al concluir las oraciones, que es una forma maravillosa de aumentar la participación de la congregación en todo el servicio. Esta práctica «expresa unidad en la oración, armonía con las peticiones formuladas, e incluso aliento a quien dirigió la oración» (95).

UN INCONVENIENTE Y ALGUNAS OMISIONES

Aunque me complace recomendar On Worship, el principal inconveniente del libro es su formato. Organizado en treinta breves capítulos, el volumen parece a veces una amalgama de pensamientos devocionales más que un argumento sostenido. El contenido de cada capítulo es excelente, pero su brevedad hace que algunos temas no se exploren en profundidad.

Además, para un libro que pretende guiarnos en la comprensión, participación y dirección de la adoración corporativa, he notado algunas omisiones importantes.

Por ejemplo, Charles no proporciona ninguna guía sobre cómo seleccionar canciones para el culto congregacional, aparte de las exhortaciones generales de que nuestra adoración debe girar en torno a Dios y estar lleno de la verdad de las Escrituras (89). Hay miles de canciones que hacen mucha referencia a Dios, pero no todas son igualmente edificantes o cantables. Unos criterios más específicos ayudarían a los encargados de elegir los himnos cada semana.

Del mismo modo, aparte de un persuasivo capítulo en el que se argumenta que el culto congregacional debe comenzar con una llamada a la adoración de la Palabra de Dios, Charles no comenta el orden del servicio ni proporciona ningún ejemplo de orden en la adoración. Para los pastores que deben planificar un servicio cada semana, habría sido útil sugerir principios para una sabia estructura litúrgica.

Por último, me hubiera gustado que se prestara más atención a la oración, el bautismo y la Cena del Señor como elementos del culto. Charles nos llama con razón a ver todo el servicio como culto, no solo el canto, pero estos elementos bíblicos e históricos del culto no recibieron un tratamiento sostenido.

Aun así, On Worship es un recurso excelente. Dado que los capítulos son breves y accesibles, yo animaría a las juntas de ancianos o a los equipos de música a utilizar un capítulo cada semana como devocional durante sus reuniones y ensayos. El libro de Charles es una adición bienvenida al creciente número de recursos accesibles sobre la adoración corporativa que se centran en la prioridad de la iglesia local, y oro para que muchas iglesias sean edificadas y fortalecidas por su fiel trabajo.

 

Traducido por Nazareth Bello