Ministerio
Una palabra de estímulo para animar a tus pastores
No soy pastor, pero conozco suficientes pastores para saber que la tienen difícil. Llenan su tiempo con sesiones de consejería, reuniones de ancianos y preparación de sermones. Luego tienen que escuchar al bromista ocasional que dice: «¿No trabajas solo un día a la semana?».
Como alguien que «aspira al cargo de [anciano]» (1 Ti. 3:1 LBLA), tengo un lugar especial en mi corazón para los pastores. En lo personal, estoy agradecido por los míos: Randy, Justin, Paul y Paul. Mi objetivo aquí es animar a estos cuatro hombres y, en el proceso, ofrecer algunos consejos generales sobre cómo puedes animar a tus pastores.
1. Toma en serio sus sermones
Aunque predicar no es todo el trabajo, suele ser lo que más entusiasma a los pastores. Estoy seguro de que esto no es universal, pero suele ser lo más común. Esto no es sorprendente. ¿Por qué no iban a disfrutar de algo a lo que dedican tanto tiempo?
A la luz de esto, ¿qué es lo mejor que puedes hacer? Toma en serio los sermones de tu pastor. Presta atención. Escucha lo que dicen. Tenemos la bendición de escuchar una enseñanza y una predicación fieles. Semana tras semana, sabemos que nuestros pastores predicarán un mensaje fiel de la Biblia. Esto no significa que sus predicaciones sean perfectas, sino que siempre quieren agradar a Dios en sus sermones. Predican «a Cristo y a éste crucificado» (1 Co. 2:2) ¡sin disculpas!
2. No desprecies su corrección
Aunque mi iglesia nunca me ha puesto bajo disciplina, ciertamente he sido reprendido por mis pastores, y con justa razón. ¿Por qué? Porque soy pecador y a veces digo o hago cosas imprudentes. Como resultado, he sido puesto en mi lugar amorosamente. No es una sensación agradable, y no siempre respondí bien al principio. Pero fue necesario para mi crecimiento no solo como cristiano sino como alguien que aspira al ministerio pastoral.
Agradezco estar bajo la dirección de pastores que están dispuestos a tener estas conversaciones difíciles con humildad y afecto.
3. Pregúntales cómo les va
Tus pastores son humanos. Pecan igual que tú. Tienen luchas, dolores y defectos. Los pastores no son súper cristianos, sino que simplemente han sido llamados por Dios para ser subpastores. Por tanto, debemos estar al pendiente de ellos.
Los pastores no están exentos de la tentación. Siguen siendo susceptibles al desánimo y a la depresión. Necesitamos pastores. ¿Pero sabes qué? Los pastores necesitan a sus congregantes.
Lo he oído decir un millón de veces: los días más difíciles de los pastores son los lunes. Predican y a veces se sienten como basura. Ese es el momento perfecto para llamarlos o enviarles un simple mensaje de texto.
Encuentra formas creativas de afirmar lo mucho que los valoras. No hagas nada de esto solo para apaciguarlos o halagarlos. El objetivo es su ánimo y edificación, no el tuyo.
Tus pastores, ojalá sean varios, velan por tu alma, como dice el autor de Hebreos (13:17). Es un trabajo, claro. Pero más que eso, es un llamado divino. No cualquiera puede ser pastor. No cualquiera puede ser un subpastor. No cualquiera tiene la capacidad dada por Dios para predicar y enseñar, aconsejar y pastorear, modelar y dirigir.
Amigo, si estás en una iglesia saludable, y espero que lo estés, de vez en cuando toma tiempo para enviar un mensaje de texto, llamar o reunirte con tu pastor. Nunca entenderás realmente lo que significa para ellos escuchar tus palabras de ánimo.
Traducido por Nazareth Bello
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