Historia de la iglesia

Un Breve Vistazo a Juan Calvino sobre la Imputación

Por Thomas R. Schreiner

Thomas R. Schreiner es profesor de Interpretación del Nuevo Testamento en el Seminario Teológico Bautista del Sur en Louisville, Kentucky, y pastor de Predicación en la Iglesia Bautista Clifton. Lo puedes encontrar en Twitter en @DrTomSchreiner.
Artículo
10.06.2019

Una de las contribuciones de la Reforma es el entendimiento claro de que la justicia es imputada a nosotros. Aquí pensamos en Juan Calvino, porque él representa un claro entendimiento de esta doctrina. La justicia no puede venir de nosotros mismos porque aún nuestras mejores obras están manchadas de pecado. Nuestras obras no pueden llevarnos a una posición correcta ante Dios porque Él exige perfección, y todos faltamos en muchas maneras. Aquellos que están en derecho ante Dios, entonces, son perdonados de sus pecados, lo cual significa que sus pecados ya no son tomados en cuenta contra ellos o imputados a ellos.

Esta es otra manera de decir que la justificación es forense. Se deduce entonces que la justificación, según Calvino, no significa que somos hecho justos sino que somos contados como justos; los creyentes no son transformados en la justificación, sino perdonados. La justificación es extrínseca en lugar de intrínseca, para que aquellos que son justificados tengan una nueva posición ante Dios. Nuestra justificación, entonces, es perfecta desde el principio. Los creyentes no son más justificados conforme crecen en santidad, porque la justificación no implica una renovación interna sino la declaración de Dios de que somos absueltos y no culpables ante él.

Aún después de nuestra conversión, nuestra fe sigue siendo imperfecta. Calvino apela a 1 Corintios 13:12 donde Pablo dice que nuestra fe es incompleta y parcial en esta vida. En otras palabras, el pecado continúa molestando a los creyentes. La continua presencia del pecado indica que la justicia tiene que ser forense, porque nadie puede afirmar estar correcto ante Dios mientras aún permanece manchado por el pecado. De la misma manera, la fe no puede ser tomada en cuenta para nuestra justicia porque no es perfecta o constante, y por tanto necesitamos que la justicia sea imputada a nosotros para estar seguros de que estamos bien con Dios. Confiar en nuestras obras perturba nuestra conciencia ya que todos fallamos, y en consecuencia los creyentes deben depender de Cristo para disfrutar de la paz con Dios. Calvino enseña que no tenemos paz y descanso a menos que «seamos totalmente justos ante él». Y esta justicia es de hecho nuestra a través de la imputación.

Podemos ver, entonces, porque la imputación es tan importante en la teología de Calvino, porque nuestra seguridad descansa en la verdad de que la justicia de Cristo es imputada a los creyentes. Los creyentes no establecen la justicia en sí mismos sino que son justos porque la justicia de Cristo es contada como si fuera de ellos. Calvino lo pone de esta manera: «Por tanto, explicamos la justificación simplemente como la aceptación con la que Dios nos recibe en su favor como hombres justos. Y decimos que esto consiste en la remisión de pecado y la imputación de la justicia de Cristo». Una persona «no es justa en sí misma sino porque la justicia de Cristo es comunicada a ella a través de la imputación». En la interpretación de Calvino de Romanos 5:19, que habla de los creyentes que son hechos justos a través de la obediencia de Cristo, él dice, «que más es esto que presentar nuestra justicia en la obediencia de Cristo, porque la obediencia de Cristo atribuida a nosotros como si fuera nuestra».

Para Calvino, «la imputación es posible sólo mediante nuestra unión con Cristo y porque en ese mismo momento nos convertimos en miembros de su cuerpo». Por tanto, los creyentes son considerados justos como aquellos que pertenecen a Jesucristo, como aquellos que son injertados a él. El papel crucial que la unión con Cristo juega en la imputación en frecuentemente expresado en Calvino. «Ves que la justicia no está en nosotros sino en Cristo, que la poseemos sólo porque somos partícipes en Cristo». Calvino resume bien la doctrina protestante de la imputación, una doctrina que ha continuado siendo un gran consuelo y fortaleza para los creyentes y para aquellos que son herederos de la Reforma.