Oración

Mirando el pasado para lecciones sobre la oración

Por Thomas S. Kidd

Thomas S. Kidd es profesor de historia en la Universidad de Baylor y director asociado del Instituto de Estudios de Religión de Baylor. Es miembro de Highland Baptist Church en Waco, Texas. Puede encontrarlo en Twitter en @ThomasSKidd.
Artículo
02.04.2020

Frecuentemente pensamos en la Reforma como inspirada por el acceso del laico a la Biblia del lenguaje común, y la doctrina de la salvación solo por gracia. Esas eran preocupaciones preeminentes, por supuesto, pero los reformadores y sus sucesores también lucharon para devolver la práctica de la oración a una base firmemente bíblica.

LOS PURITANOS Y LA ORACIÓN

Una serie de asuntos relacionados con la oración se referían a los protestantes reformados. Querían alejarse de las oraciones litúrgicas, como las del Libro de Oración Común, hacia las oraciones no escritas y sinceras. También querían eliminar todos los vestigios católicos de la oración, como la invocación de los santos, una práctica que algunos ministros de la Iglesia de Inglaterra todavía respaldaban a principios del siglo XVI.

Por extraño que fuera, los reformadores también querían reducir el porcentaje de tiempo de oración en la reunión dominical, especialmente las lecturas litúrgicas. En su lugar, aumentaron la cantidad de tiempo para la enseñanza y predicación exegética. Este fue un delicado equilibrio. Los puritanos en particular buscaron poner la Palabra en el centro de los servicios de la iglesia, al mismo tiempo que reavivaron la oración pública improvisada.

Independientemente del equilibrio y el orden de servicio que instituyeron, todas las reuniones de la iglesia puritana tenían una cosa en común: eran largas. Las iglesias generalmente se reunían dos veces los domingos, además de las reuniones entre semana, compañerismo y grupos de oración. No era inusual que la reunión del domingo por la mañana durara tres horas, o incluso más.

La reunión típicamente comenzaría con una oración pastoral que podría durar alrededor de 15 minutos. Luego leían pasajes de las Escrituras, que el pastor explicaba a menudo. La congregación cantaba salmos (los himnos que no son salmos entraron lentamente durante el siglo dieciocho), y solo entonces la iglesia escucharía un sermón…eso podría durar una o dos horas. Finalmente, el pastor diría una oración o bendición. Los domingos ocasionales, la iglesia observaba la Cena del Señor o los bautismos (la mayoría de los puritanos practicaban el paidobautismo).

UN COMPROMISO SERIO

¡Esta gente hablaba en serio, se podría decir! Es cierto, pero también tenemos que imaginar un mundo en el que las reuniones dominicales fueran un descanso bienvenido para la mayoría de las personas que asisten regularmente. La mayoría de los feligreses trabajaban en granjas los otros seis días a la semana. Los puritanos no solo tenían una gran visión del sábado, sino que los primeros gobiernos de Nueva Inglaterra tomaron medidas enérgicas contra los quebrantadores del sábado.

Además, su mundo tenía pocas distracciones compitiendo con la asistencia a la iglesia: sin ligas deportivas, sin futbol americano, prácticamente sin restaurantes. Sospecho que, para la mayoría de las personas, especialmente las que se toman en serio su fe, un servicio de tres horas con oración ferviente y predicación fiel fue una delicia.

Los historiadores de la religión encuentran extrañamente difícil descubrir cómo se veían realmente en la práctica los servicios no litúrgicos a lo largo de la historia del cristianismo. Más allá de un marco general descrito anteriormente, y el texto de los sermones sobrevivientes, los detalles de los servicios a menudo no se registraron. Entonces, aunque tenemos una idea general de que la oración era una parte regular de las reuniones puritanas, y que sus oraciones fueron más largas que en la mayoría de las iglesias evangélicas de hoy, nos toca imaginar las formas en que los pastores y los ancianos oraron.

LAS EVIDENCIAS EN JONATHAN EDWARDS

Un tesoro sorprendente de evidencia proviene de una colección de «peticiones» de oración que sobrevivieron en los documentos del gran pastor y teólogo de Nueva Inglaterra Jonathan Edwards. Como ha demostrado el historiador Stephen Stein, los feligreses le darían pequeños pedazos de papel a Edwards durante la semana, y él se referiría a ellos durante sus oraciones congregacionales el próximo domingo. Muchas de las solicitudes podrían sonar familiares para nosotros hoy, ya que comúnmente se ocupaban de enfermedades, lesiones y muertes. Pero las peticiones de oración también mostraron una internalización de las creencias reformadas sobre la voluntad soberana de Dios y su dependencia de él.

Clásico fue el pedido de un tal Benjamin Bartlet, para su hijo más joven que estaba «terriblemente enfermo». Pidió que el niño recupere la salud, si es la voluntad de Dios. Pero incluso si no fuera así, Bartlet oro para que él y el niño estuvieran «preparados para la santa voluntad y el placer de Dios». Edwards presumiblemente dirigió a la iglesia en oración por el niño sobre esas especificaciones.

LAS ORACIONES HACIA EL GRAN DESPERTAR

Durante el medio siglo anterior al Gran Despertar de las décadas de 1730 y 40; sin embargo, las oraciones de los nuevos ingleses parecen haber experimentado un cambio importante. Las oraciones por la curación y otras preocupaciones cotidianas sin duda continuaron. Pero otras oraciones pastorales pasaron de centrarse en la reforma moral al avivamiento.

A principios de la década de 1700, había una sensación creciente de que los esfuerzos por cambiar la moralidad en declive de la sociedad habían fallado. Los pastores puritanos lamentaron durante mucho tiempo el declive de Nueva Inglaterra de la misión espiritual de su generación fundadora. Pero el esforzarse en reprimir y exigir a la gente no hizo el cambio.

En las décadas de 1720 y 30, los pastores comenzaron a enfatizar que la reforma no tenía esperanza sin avivamiento, y el avivamiento no dependía de un mayor esfuerzo humano, sino de un derramamiento de Dios por el Espíritu Santo.

Dios no necesitaba que la iglesia orara para enviar el avivamiento, pero la oración ferviente por el poder liberador de Dios era a menudo la primera señal de avivamiento. Estos primeros pastores evangélicos a menudo oraban de acuerdo con Isaías 44: 3: «Derramaré agua sobre el que tiene sed, y ríos sobre la tierra seca: mi espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tu descendencia». Este cambio hacia la oración, por el derramamiento del Espíritu, fue un desarrollo crítico que preparó el camino para el Gran Despertar.

LO QUE DEBEMOS APRENDER DE ELLOS

Lo que sabemos acerca de la oración en las iglesias evangélicas puritanas y tempranas debe instruirnos hoy. Aunque la gente de los primeros Estados Unidos disfrutó de un excelente sermón y un hermoso canto, las reuniones de la iglesia no fueron las actuaciones orquestadas que muchas iglesias evangélicas realizaron hoy. En particular, la oración extemporánea siguió siendo un aspecto vital, y a menudo largo, de esas primeras reuniones americanas. Los pastores y los ancianos respondieron a las solicitudes de oración de su gente, pero también guiaron la oración para que las peticiones tuvieran una visión más amplia que las necesidades físicas de la congregación.

Con el debido respeto a las circunstancias individuales de las iglesias, es difícil justificar la falta de oración congregacional en muchas de las iglesias de hoy en día, o la relegación de la oración a una perspectiva obligatoria. Las personas necesitan oración pastoral y congregacional por las cargas que traen a la iglesia. Y cualquiera que sea la brillante programación de una iglesia, solo el poder de Dios cumplirá la misión de la iglesia y fomentará el avivamiento. Ningún elemento de adoración indica mejor la dependencia de los cristianos de Dios que la oración. Los pastores que ponen la oración al frente y al centro cada semana están demostrando esa dependencia de una manera práctica y bíblica.


Traducido por Renso Bello.