Misiones

Siete principios para financiar las misiones en el extranjero

Por Tyler Markson

Tyler Markson es misionero en Asia Central.
Artículo
23.04.2023

¿Cuánto piensa tu iglesia en su presupuesto internacional? Confío en que sepas lo importante que es esta pregunta. Al fin y al cabo, estás administrando recursos financieros que Dios te ha confiado.

Tras haber servido como misionero en Asia Central durante una década, a menudo he visto cómo las iglesias occidentales ofrendan a la labor misionera con la mejor de las intenciones, pero no siempre son tan cuidadosas como deberían en la forma de hacerlo. Y acaban perjudicando a los mismos a los que pretenden servir.

Tanto si se trata de tus donaciones personales como de las de tu iglesia, te animo a que tengas en cuenta estos siete principios antes de enviar dinero al extranjero:

1. Da a través de colaboradores ministeriales de confianza y a largo plazo

Es importante evitar dar a ciegas a personas u organizaciones en el extranjero sin conocer bien su carácter y su misión. Consulta e involucra a los misioneros a largo plazo en el campo cuando realices donaciones internacionales.

He visto a pastores en Los Ángeles enviar dinero a creyentes que nunca han conocido en nuestro país de Asia Central para «proyectos de alcance». En uno de esos proyectos, el pastor local utilizó parte del dinero que le habían dado para comprarle un coche a su hijo. Cuando un miembro de la iglesia le confrontó por esto, respondió: «Intentaré devolverlo en el futuro».

Ese miembro de la iglesia perdió ese día la confianza en su pastor.

2. Da de una manera que fomente la rendición de cuentas

Cuando das dinero, es bueno hacer un seguimiento de cómo se gasta. Haz un seguimiento con las personas a las que das. No des a través de una sola persona; en su lugar, da a través de varios individuos o grupos, ya que esto fortalece la rendición de cuentas. A menudo, es más fácil enviar un cheque y «confiar los resultados al Señor» que hacer el duro trabajo de asegurarte de que el dinero se utiliza correctamente.

Haz preguntas, y muchas. No asumas que la rendición de cuentas comunica desconfianza hacia tus colaboradores. Los cristianos debemos ser personas íntegras que rinden cuentas con gusto de lo que se nos ha confiado. Buscar la rendición de cuentas protege a nuestros hermanos y hermanas de la tentación que surge de gestionar la distribución de donativos.

3. Por lo general, evita financiar los salarios de los ministerios locales

Aunque pagar el salario de un pastor local se ve muy bien en el sitio web de una iglesia o en el informe anual, la realidad puede no ser lo que piensas. Conozco a un amigo pastor que recibe dinero de Occidente para ejercer el ministerio en nuestro país de Asia Central. Este amigo viaja a aldeas remotas (una está a 14 horas de distancia) para estudiar la Biblia con creyentes aislados allí. Parece algo bueno, ¿verdad?

Con el tiempo, otros creyentes se mudaron a un pueblo más cercano a esa aldea remota y expresaron su deseo de levantar líderes para una iglesia allí. Mi amigo se puso en contacto con estos nuevos creyentes y les informó de que los que vivían en la remota aldea eran «su» congregación, y que nadie más que él debía relacionarse con ellos.

¿Por qué haría mi amigo algo así? La respuesta es la financiación extranjera. Debe informar de aquellos con los que estudia la Biblia para seguir recibiendo fondos occidentales. Si estos creyentes ya no son «su congregación», no recibirá dinero para discipularlos.

Este es solo un ejemplo de los muchos que podría compartir en los que los salarios de los ministerios locales financiados con fondos extranjeros han fomentado el territorialismo y han frenado el crecimiento del evangelio.

4. Da de una manera que impulse a la iglesia a la madurez; no de maneras que la mantengan infantil

Una de las formas en que una iglesia madura es pagándole a su pastor. Las iglesias pobres de los países pobres a menudo se apresuran a solicitar y encontrar financiación extranjera para pagar a sus ministros, en lugar de aumentar gradualmente sus donaciones para apoyar a quienes las pastorean. Este instinto rara vez se cuestiona y a menudo se fomenta. Aunque resulte difícil, las iglesias occidentales deben animar a las autóctonas a apoyar económicamente a sus propios pastores. La financiación extranjera puede socavar esta progresión e infantilizar a las iglesias.

5. No te limites a dar dinero; puedes darte a ti mismo

Dedica tu energía, tiempo y atención a orar por los creyentes y las iglesias en el extranjero. Tal vez incluso considerar la posibilidad de servir en el extranjero a largo plazo a ti mismo. No todos están destinados a ir al extranjero, pero algunos sí. ¿Has orado seriamente al respecto?

Desafortunadamente, a menudo pensamos que resolver los problemas implica poco más que arrojar dinero. Nuestro mundo valora la velocidad y la conveniencia, y los cristianos podemos caer en la tentación de valorar lo mismo, pensando que podemos acelerar el (típicamente) lento y desordenado trabajo de plantar iglesias saludables. No se puede apresurar el desarrollo del carácter, y la santificación rara vez ocurre rápidamente. Por tanto, trabaja en oración y camina junto a los hermanos y hermanas en el extranjero.

6. Considerar el impacto del dinero extranjero en la reputación y la posición de los colaboradores locales en la comunidad

Existe una gran disparidad financiera entre los países del mundo. Puede que 300 dólares estadounidenses no parezcan mucho en un contexto occidental, pero en el contexto centroasiático en desarrollo en el que vivo, 300 dólares es más de lo que gana la mayoría de la gente en todo un mes.

Los trabajadores de los ministerios indígenas suelen ganar más dinero al mes que los de su comunidad. Pueden tener coches y una casa comprados con «fondos del ministerio», mientras que los miembros de su iglesia no tienen ni lo uno ni lo otro. Ser «ministro» suele ser sinónimo de ser rico.

A los no cristianos de la comunidad les cuesta entender de dónde sacan el dinero estos ministros. Cuando descubren que procede de fuentes extranjeras, rápidamente se confirma su idea de que la persona que comparte el evangelio con ellos se ha vendido a los extranjeros, convirtiéndose en cristianos únicamente para obtener beneficios económicos. Al descubrir esto, nuestros trabajadores apoyados corren el riesgo de perder el prestigio en su comunidad.

7. Da sabia y generosamente

No hay duda de que el Señor ha confiado grandes riquezas a los cristianos en el Occidente desarrollado. Debemos administrar bien este dinero. Una buena administración implica generosidad y sabiduría.

Busquemos maneras de dar generosa y sabiamente para promover la obra del evangelio en todo el mundo.

 

Traducido por Nazareth Bello


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Para más información sobre este tema, escuche el episodio de Pastors Talk con Markson: Sobre la financiación de las misiones.