Ministerio

¿Qué puede enseñarnos el Tabernáculo Metropolitano sobre el ministerio de las mujeres?

Por Jenna DiPrima

Jenna DiPrima (MDiv, Southeastern Baptist Theological Seminary) trabaja para The Pillar Network en Winston-Salem, Carolina del Norte, donde su marido, Alex, pastorea la Iglesia Emmanuel.
Artículo
11.03.2024

Es probable que hayas oído hablar del «Príncipe de los Predicadores», Charles Spurgeon. Ejerció su ministerio en el Tabernáculo Metropolitano de Londres durante la segunda mitad del siglo XIX. Es menos probable que hayas oído hablar de Lavinia Bartlett. Fue miembro durante mucho tiempo y líder del ministerio de mujeres en el Tabernáculo.

Spurgeon tenía a Bartlett en la más alta estima, y ella llegó a ser una destacada colaboradora suya en la iglesia más grande de la Inglaterra victoriana. Su ministerio dio mucho fruto y su labor influyó profundamente en miles de mujeres del Tabernáculo Metropolitano. Aunque Lavinia Bartlett murió hace más de 150 años, los pastores y las iglesias de hoy pueden aprender mucho de ella, sobre todo cuando se plantean cómo organizar el ministerio de las mujeres en la vida de la iglesia.

¿Quién fue Lavinia Bartlett?

Bartlett nació en el pueblo de Preston-Candover, al oeste de Londres, en 1806. Durante su infancia, escuchaba el Evangelio en una capilla no conformista. Por la gracia de Dios, Bartlett llegó a la fe a una edad temprana. Ya de niña era conocida como una evangelista entusiasta y una guerrera de la oración. Comenzó a enseñar en una escuela dominical de mujeres siendo muy joven. Después de casarse y mudarse a Londres, Lavinia oyó predicar por primera vez a Charles Spurgeon en 1854.

Spurgeon acababa de llegar a Londres para iniciar un ministerio que duraría casi cuatro décadas. Lavinia se mostraba escéptica ante la posibilidad de que «el chico predicador» pudiera estar a la altura de todo lo que había oído. Pero cuando le oyó predicar, se convenció de que estaba ungido por Dios. Desde entonces hasta su muerte, «le escuchó con el mayor provecho y deleite».

En 1859, Lavinia comenzó a impartir una clase de escuela dominical de mujeres en la capilla de New Park Street (que más tarde se convertiría en el Tabernáculo Metropolitano). Mantuvo este puesto durante más de quince años, hasta su muerte. En los primeros meses, la clase pasó de seis a cincuenta. A medida que la clase crecía, se trasladaron a una sala de conferencias donde Bartlett veía entre 700 y 800 asistentes.

Lavinia deseaba desesperadamente llegar a las mujeres perdidas y sin iglesia de Londres. Algunos estiman que hasta 2000 mujeres se salvaron gracias a su ministerio. En una ocasión, seis prostitutas se presentaron para interrumpir su clase. No sabían que cuatro de ellas se convertirían ese mismo día. Una de esas mujeres incluso llegó a ser misionera.

Spurgeon elogiaba y promovía el ministerio de Bartlett siempre que podía. Aunque el Tabernáculo Metropolitano no tenía diaconisas, en referencia a Lavinia, decía a menudo, con ironía: «Mi mejor diácono es una mujer».

Consideraba su clase como uno de los ministerios más importantes de la iglesia. Cuando Lavinia murió en 1875, Spurgeon la elogió en su clase sobre la Biblia:

«No creo que ninguna madre de este lugar conozca a sus hijos mucho mejor de lo que ella conocía a los miembros de esta clase... Había en ella una simpatía de corazón y una afabilidad de trato, y una ausencia de todo lo que se parece a reserva y altivez, que te atraía hacia ella y te retenía. Su corazón era grande y sus esfuerzos incesantes».

¿Qué puede enseñarnos Lavinia Bartlett sobre el ministerio de la mujer?

Para pastores y líderes de iglesias, el ministerio de Lavinia Bartlett proporciona al menos cuatro lecciones sobre la promoción del ministerio de la mujer en las iglesias de hoy.

1. El ministerio de las mujeres debe servir y apoyar el ministerio general de la iglesia

Uno de los peligros de cualquier ministerio demográfico específico es que puede convertirse en una iglesia dentro de la iglesia. Bartlett no permitió que esto sucediera. Siempre trabajó bajo la autoridad de sus ancianos y se esforzó para que su clase sirviera al ministerio general de la iglesia. No se contentaba con que las mujeres simplemente asistieran a su clase, sino que quería que se unieran a la iglesia y participaran en el cuerpo. Spurgeon dijo de ella poco después de su muerte:

«Nuestra estimada hermana tuvo también la gracia de mantener la unidad del espíritu en su conexión con la Iglesia: trabajó en armonía con la comunidad cristiana de la que era miembro. Hemos oído que las escuelas dominicales se han convertido más bien en rivales de la IglesiaNo había temor de esto en el caso de la Sra. Bartlett; era la devota colaboradora del pastor… trabajaba con la labor general de la iglesia, no alejada o en contra de ella; y, por tanto, su éxito era la ganancia de la iglesia en el sentido más feliz».

2. El ministerio de las mujeres es mejor cuando el estudio serio de la Biblia es la ofrenda principal

La Palabra de Dios debe ser central en el ministerio de mujeres. Las lecciones de Bartlett se centraban en la Biblia. Ella exponía fielmente a Cristo semana tras semana. Spurgeon dijo que sus charlas eran «de ‘la vieja, vieja historia’, y nunca de doctrinas novedosas o logros imaginarios». Se apegaba a la cruz, exaltaba a su Salvador, suplicaba a los pecadores que creyeran y estimulaba a los santos a una vida santa. Nunca degeneró en cuentos o citas de poesía… sino que apuntó directamente a los corazones de sus oyentes en el nombre del Señor y reclamó su sumisión a Jesús y a su amor. Se preocupaba si en algún momento los hermanos a quienes invitaba a dirigirse a sus jóvenes se desviaban del único gran tema o lo trataban con un estilo florido o frío. Nada le convenía más que el evangelio predicado con espíritu evangélico».

Nuestros ministerios de mujeres de hoy deben seguir el ejemplo de Lavinia. Deben resistir la tentación de ofrecer a las mujeres sólo consejos prácticos para el hogar, o siete pasos para ser mejores madres, o autoayuda cargada de emociones. En su lugar, debemos ofrecerles la Palabra de Dios. Las mujeres piadosas y en crecimiento no quieren palabrería, mensajes floridos o vídeos pegadizos. Quieren encontrarse con Cristo en las páginas de las Escrituras.

3. El ministerio de las mujeres eleva el listón espiritual de las mujeres

Bartlett elevó el listón espiritual de las mujeres de su clase. Incitó en ellas un mayor interés por las cosas de Dios. Ayudó a las mujeres a darse cuenta de su potencial en el Reino de Dios y en la vida de la iglesia. Muchas de estas mujeres llegaron a hacer cosas increíbles al servicio de Cristo. Sirvieron a los necesitados de su ciudad y ayudaron a fundar iglesias. Algunas se unieron al campo misionero. Lavinia animaba a su clase a intentar grandes cosas para Dios. Su ministerio reforzó el listón de la ambición femenina piadosa.

4. El ministerio de las mujeres necesita el apoyo del pastor

Es poco probable que el ministerio de Lavinia hubiera tenido tanto éxito sin el apoyo de su pastor. Los pastores deben identificar a las mujeres piadosas que sirven a otros y luego apoyarlas. Spurgeon modeló esto de manera excelente. Valoró mucho a Bartlett y la animó en su ministerio. También animó a otros en la iglesia a tomar nota del buen fruto del ministerio de Lavinia y orar para que continuara. Los pastores hacen bien en seguir el ejemplo de Spurgeon.

En Lavinia Bartlett tenemos un modelo excelente de cómo puede ser el ministerio de las mujeres en nuestras iglesias. Aunque no veamos el mismo fruto extraordinario, todos deberíamos observar su fiel ejemplo.

Para terminar, consideremos este llamamiento del propio Spurgeon:

«Que el Señor inspire a muchas mujeres cristianas con la gran ambición de ser útiles, las dirija por el camino correcto y les dé éxito en ello. Hay una gran necesidad de ellas. ¿No hay algunas mujeres santas… que emularían la honorable obra de vida de la Sra. Bartlett?»

 

Traducido por Nazareth Bello