Teología bíblica

¿Qué deberíamos buscar exactamente? Reflexiones sobre mi reciente búsqueda de una iglesia

Por Simona Gorton

Simona Gorton supervisa las operaciones internacionales de 9Marks desde Seattle, Washington. Ha realizado trabajos de fotoperiodismo en todo el mundo para varios ministerios y es autora de una biografía de Elaine Townsend.
Artículo
28.05.2021

Aprendí desde muy temprano en la vida, que la reputación de Cristo en la tierra podría ser estropeada en un momento, por el liderazgo humano pecaminoso. Cuando tenía siete, un diácono en mi iglesia cometió adulterio. Luego vinieron los falsos testimonios, los cambios en la teología y muchos más pecados encubiertos por los líderes de la iglesia. Todo esto acabó en una división de la iglesia.

Diez años después, mi pastor se convirtió al catolicismo. Varios años después de eso, el liderazgo autónomo de su sucesor hizo que toda la congregación se desintegrara.

Mientras asistía al instituto bíblico, me uní a una iglesia sana y prosperé al ver a cristianos imperfectos que vivían en armonía bajo la Palabra de Dios. Por primera vez, sentí que estaba viendo genuinamente a Dios obrando en su cuerpo aquí en la tierra. Mi esposo y yo nos conocimos y nos casamos, luego nos mudamos de regreso al estado de Washington, donde yo había crecido, temiendo no volver a encontrar una iglesia como las que habíamos amado y dejado. Llevamos agua para la proverbial experiencia del desierto.

Al atravesar las puertas de varias iglesias nuevas, entablar conversaciones con creyentes, y sentarnos a escuchar la predicación de diferentes maestros, batallamos con la línea entre la preferencia y la creencia, entre la mediocridad bien intencionada y la fidelidad madura a la Palabra de Dios. Ninguna iglesia es perfecta, así que empezamos a preguntarnos: ¿Qué deberíamos buscar exactamente?

Dios ha trazado los límites de su imagen de lo que es una iglesia sana: es nuestro trabajo reconocer con qué fidelidad una determinada congregación aplica los colores de la práctica. Si estás buscando una iglesia, te invito a que te hagas algunas de las mismas preguntas que nosotros nos hicimos y examinar algunos de los principios establecidos en la Escritura.

CABECERAS: EL EVANGELIO Y EL LIDERAZGO

La pregunta más importante que hicimos de una iglesia fue esta: ¿El evangelio es comunicado claramente por líderes calificados?

Otras preguntas relacionadas son: ¿El evangelio alegra a los pastores incluso después de años del ministerio? ¿Su amor por Cristo hace que su enseñanza de la verdad parezca tan atractiva para la congregación como para animar al creyente y atraer al incrédulo (Ro. 12:1)? ¿Predican con fervor y con un deseo claro de ver a enemigos de la cruz transformados en hijos de Dios (Ro. 10:14-15; 2 Ti. 1:14; He. 13:17)?

Los estilos de músico y el ministerio de niño no son temas inherentes a la ortodoxia, pero la trayectoria de una iglesia se hace evidente en la estructura del servicio dominical semana tras semana, ya que los aspectos ordinarios de la vida de la iglesia ponen en evidencia las creencias corporativas. ¿El liderazgo de la iglesia está educando activamente a los miembros de la iglesia para que conozcan las Escrituras y vivan fielmente su enseñanza en todas las áreas de la vida (Ef. 4:11-15)? ¿Se abre paso esta enseñanza en los encuentros después del servicio y en las conversaciones de hombres y mujeres fuera de las cuatro paredes de la iglesia? Hablando de enseñanza…

LA PALABRA ENTREGADA: PREDICACIÓN EXPOSITIVA, TEOLOGÍA BÍBLICA, SANA DOCTRINA

Investida de poder por Dios mismo, la Palabra no puede regresar vacía. Convence y pone al descubierto nuestros pensamientos más profundos (Is. 55:11). A veces, esto es incómodo para nosotros hombres y mujeres caídos, pero la audaz exposición de la penetrante Palabra de Dios no nos deja en nuestra debilidad; en cambio, nos consuela con la suficiencia de Cristo.

Sentarnos a escuchar una predicación evangélica audaz nos ayuda a reconocer el poder de los medios de gracia ordenados por Dios para preservar a su pueblo de la deriva espiritual. Esto es lo que caracteriza a la Iglesia de Dios: la entrega fiel de su Palabra en toda su plenitud (Jn. 17:6-19). Cuando el consejo completo de Dios es llevado al pueblo de Dios, éste es alimentado y sostenido en su peregrinaje hacia la gloria (Hch. 20:32; He. 13:20-21; Judas 1:24).

Por tanto, cuando busquemos una iglesia, en lugar de examinar su «sensación» o rellenar una lista, deberíamos hacernos estas preguntas: ¿Nos da esta iglesia las herramientas para leer la Palabra de Dios por nosotros mismos y para vivirla fielmente en este mundo? ¿Somos desafiados sistemáticamente por nuestro pecado cuando es traído a la luz de la revelación de Dios (Jer. 17:9; Ef. 4:11-32)? ¿Somos sacados sistemáticamente del trono de nuestro propio corazón al adorar a Dios, o adoramos a un dios creado por nosotros mismos a nuestra manera (Ro. 1:16-32)? ¿Salimos con la voz de Dios o con la voz del hombre resonando en nuestros oídos (1 P. 2:2; He. 5:2)?

Creemos que estas preguntas y consideraciones son las más importantes: preguntas acerca de la enseñanza y el liderazgo evangélico. Pero eso no fue todo…

LA VIDA JUNTOS: MEMBRESÍA, DISCIPLINA, DISCIPULADO, ORACIÓN

También queríamos saber acerca de la vida en común de la iglesia.

¿Esta reunión de creyentes se toma en serio la membresía? ¿La consideran un privilegio y una responsabilidad (Ef. 4:1-6)? ¿Se entiende en la práctica que los miembros de la iglesia son responsables de animarse unos a otros, de desafiarse mutuamente y de sobrellevar las cargas de los demás con esperanza (Mt. 18:15-17; Ef. 5; Ro. 12:9-13)?

¿Los programas y eventos de esta iglesia capacitan a la congregación para que entienda que cada creyente es responsable ante ciertas personas y por ciertas personas? ¿Buscan los hombres y mujeres mayores a los más jóvenes para discipularlos en sabiduría y discernimiento, y las generaciones más jóvenes acogen este trabajo (Tito 2:3-5)? Una isla autosuficiente es un lugar peligroso para acampar.

¿Se reconoce el poder del Espíritu a través de tiempos intencionados de oración (1 Co. 6:11; Fil. 2:1-13)? ¿Ora el pastor para que el Espíritu le dé poder al llevar la Palabra y ablande los corazones de sus oyentes? ¿Las personas de esta iglesia no solo oran, sino que se desafían mutuamente para crecer en la oración como una prioridad y una habilidad (1 Ts. 5:16-18)?

Conocer las respuestas a estas preguntas tomará algo de tiempo, pero son vitales. Pero aún hay más…

FUERA DE LA BURBUJA: EVANGELISMO, CONVERSIÓN, MISIONES

También queríamos saber cómo se preocupa la iglesia por el mundo que la observa.

¿Se ve este cuerpo de creyentes como un puesto de avanzada del reino en un mundo perdido, y actúa para traer a los enemigos del evangelio a su comunión como pecadores redimidos (Mt. 5:13-16)? ¿Recibe a los incrédulos, les presenta las afirmaciones de Cristo con amor y les suplica encarecidamente que abandonen sus propios esfuerzos de justicia (Ro. 8:6; Ef. 2:1-10; Col. 2:13)? ¿Ministra a la comunidad local, y más allá de la comunidad local a la región, y más allá de la región a otras culturas y naciones donde la Palabra de Dios no es proclamada y la iglesia no está establecida (Mt. 28:18-20)?

El evangelio en sí mismo es ofensivo, pero es nuestra responsabilidad asegurarnos de que nuestra conducta como creyentes no cree barreras adicionales para que nuestros amigos incrédulos crean (1 Co. 8:9-13; 9:19-23; Hch. 16:3; 21:17-26). Un líder de un ministerio de plantación de iglesias lo dijo de la siguiente manera: «La iglesia sana entiende su misión y propósito en el mundo, y organiza su vida y trabajo para ser fiel y eficaz en su respectivo contexto»[1].

¿Aumenta la adoración y la comprensión del evangelio en una iglesia el calor y la energía de sus miembros como embajadores de la paz del evangelio (2 Co. 5:11-15)? Si no es así, el dominio teológico solamente ha servido para cultivar el orgullo intelectual (1 Co. 4:1-7; Ro. 11:18).

La iglesia está llamada a ser única en la cultura que la rodea, deleitándose en el evangelio y alcanzando al mundo circundante con un amor que haga que las afirmaciones del evangelio suenen verdaderas.

UNA COSA HE PEDIDO

Mi esposo y yo hemos echado raíces en una iglesia local aquí en Washington, donde la Palabra se proclama con valentía, donde los creyentes procuran la santidad y persiguen una comunión significativa. Estudiamos juntos a Jonás, oramos con un ex convicto tras el rechazo de su esposa separada, y desarrollamos relaciones en torno a un guisado de pollo y conversaciones en las noches lluviosas de los martes.

Estamos agradecidos de que nuestra búsqueda de iglesia haya terminado. Estamos agradecidos por haber encontrado agua en un lugar desértico.

A lo largo del camino, se nos ha recordado continuamente que asistir a la iglesia no es principalmente una cuestión de «encajar» entre los compañeros, sino, como David escribió tan directamente, de estar en la casa del Señor:

«Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré:

que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida,

para contemplar la hermosura del Señor,

y para meditar en su templo». Salmo 27:4.

Traducido por Nazareth Bello

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[1]. Take Your Church’s Pulse [Toma el pulso de tu iglesia], Koster y Wagenveld, 2014.