Misiones

¿Pescador de Hombre o de Hombres? Considerando la Misión Corporativa de La Iglesia

Por Matt Sliger

Matt Sliger es uno de los pastores de la Iglesia Bautista de South Woods en Memphis, Tennessee.
Artículo
20.11.2021

Cuando Jesús dijo en Mateo 4:19: «Los haré pescadores de hombres», ¿Te imaginas a una persona sentada en el borde de un muelle con una caña y un carrete? ¿O te imaginas a un grupo de pescadores inclinándose sobre un lado del bote, cada uno sosteniendo su parte de una gran red?

Más importante aún, ¿en qué clase de pesca pensaron los discípulos?

¿TÚ O USTEDES?

Los cristianos occidentales con frecuencia se imaginan a la persona sobre el muelle. ¿Por qué? En primer lugar, los traductores a menudo nivelan la distinción entre los pronombres de la segunda persona del singular y la segunda persona del plural en el inglés: entre «you » y «you all ustedes». Mateo 4:19 utiliza el pronombre de la segunda persona del plural. Por tanto, las palabras de Jesús podrían traducirse de la siguiente manera: «Los haré a ustedes pescadores de hombres». El cambio es sutil, pero significativo.

Sin embargo, la traducción no es la única explicación. También tenemos que considerar las intuiciones culturales de quienes han crecido en Occidente. ¿Es posible que algunos de nosotros leamos ocasionalmente nuestras presuposiciones individualistas en la Biblia? Ciertamente lo es.

Una gran cantidad de textos acerca de la misión en el Nuevo Testamento emplean esos mismos pronombres plurales. Por ejemplo, Hechos 1:8 podría ser, con razón: «Ustedes serán mis testigos». La anterior declaración de Jesús debería ser: «Ustedes son la luz del mundo» (Mt. 5:14). Los creyentes del siglo I que escucharon esos textos, y muchos otros, habrían asumido que la misión era una tarea corporativa. Por tanto, en lugar de escoger evangelizar solos, participaron en la misión de la iglesia juntos.

Por supuesto, estas implicaciones concernientes a la misión de la iglesia proceden de la naturaleza de la iglesia. La iglesia es, inevitablemente, lo que la iglesia hace. El Dios que salva a las personas solo por la fe no las salva para que estén solas. Tampoco las salva para que cumplan su misión en solitario, como un silo evangelístico.

Reconozco que todo esto puede sonar altamente teórico, pero permíteme intentar demostrar la practicidad de esta misión corporativa. Es posible que, sin categorías teológicas para ello, ya estés evangelizando junto a otros.

EL MINISTERIO DE LOS NIÑOS

Recuerdo la primera vez que uno de mis propios hijos alcanzó la edad para asistir a la Escuela Bíblica Vacacional. Es cierto, porque un niño al que menciono ahora llevaba una de las etiquetas con su nombre, mis antenas misiológicas se agudizaron.

Esto es lo que recuerdo. Durante esos pocos días de la EBV, varios miembros de la iglesia saludaban con entusiasmo a los niños cuando entraban en el edificio. Otros voluntarios trabajaban en la seguridad. Unos cuantos santos amables cuidaban a los bebés para que los esposos y las esposas pudieran pasar tiempo con los niños. Una de esas esposas enseñaba hábilmente canciones infantiles de cómo Jesús es el camino, la verdad y la vida. Mientras tanto, otros hermanos preparaban piezas de pollo y repartían jugos de frutas. Afortunadamente, una joven pareja pensó en maneras creativas para que los niños quemaran algo de azúcar jugando al aire libre. Y cada noche, nuestro anciano Cris —uno de los adultos favoritos de mi hijo— enseñaba a todos los niños acerca del Rey que habría de venir.

Este grupo de hombres y mujeres usaron con gusto su tiempo, energía y dones para presentar el evangelio a este grupo de niños, uno de los cuales regresaba a casa conmigo cada noche emocionado de volver al día siguiente. Si bien mi esposa y yo ciertamente conservamos la responsabilidad principal de enseñarle a ese jovencito el evangelio, algunos de mis más queridos hermanos y hermanas en Cristo se nos unían esa semana.

En ocasiones, estamos tan preocupados por los que no están en nuestras reuniones que descuidamos a los que Dios hace entrar por la puerta cada semana. En nuestro escenario, cerca del 30% de nuestros asistentes semanales aun no han profesado públicamente creer en Cristo. La mayoría de ese 30% también es lo suficientemente joven para asistir a una Escuela Bíblica Vacacional o a nuestras clases semanales para niños. Y cada domingo, mientras un voluntario los saluda en la puerta principal, alguien más cambia pañales para que otra persona pueda enseñar a niños de 4to grado las glorias del evangelio de Jesucristo.

CONCLUSIÓN

Ya sea que nos demos cuenta o no, la evangelización corporativa sucede en nuestras iglesias semana tras semana. Desde el ministerio de los niños hasta el grupo de jóvenes, esta disciplina aparece en casi todo lo que hacemos.

Por ejemplo, piensa en ese vecino o compañero de trabajo que has estado evangelizando. Tal vez puedes pedirle a tu grupo pequeño o a algunos amigos de la iglesia que se unan a ti para orar por él o ella. Luego, la próxima vez que vayas al parque, asistas a un partido, o decidas hacer un asado, invítalos a acompañarte. Tus hermanos y hermanas en Cristo ya se han unido en oración. Ahora ese nombre tiene un rostro. ¡La evangelización corporativa es así de fácil! Y mientras estás en el parque o en el patio, ora para que esas relaciones dentro del cuerpo de Cristo puedan ser un reflejo atractivo de cómo la gracia de Dios ha transformado tu —disculpa—, sus vidas.

La misión de la iglesia es, de hecho, la misión de la iglesia. En lugar de ser una sola persona quien echa la caña desde un muelle, es un conjunto de hombres y mujeres que sostienen su parte de la red.

 

Traducido por Nazareth Bello.