Liderazgo
Pastor, la iglesia no es una empresa familiar
Cuando leemos el Nuevo Testamento, es interesante notar que la idea de un cristiano aislado está ausente. Aun el teólogo más influyente del Nuevo Testamento —el apóstol Pablo— era miembro de la iglesia en Antioquia al emprender su viaje misionero. De hecho, el Espíritu Santo mismo le dijo a la iglesia de Antioquia: “apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado” (Hechos 13:2). También el apóstol Pedro dijo que somos más que meros individuos llamados por Dios, somos una “nación santa, pueblo adquirido por Dios” (1 Pedro 2:9). Entonces, ¿qué es un cristiano? Es alguien que ha sido salvado del pecado por Dios y que además ha sido añadido a la familia de Dios en su iglesia. La doctrina de la iglesia es crucial para el entendimiento de Dios porque es la parte visible de nuestra teología.
Con esto en mente, quiero que consideremos la importancia del entendimiento correcto de la eclesiología —doctrina de la iglesia— para la vida cristiana. Dios no solo nos ha dejado instrucciones de cómo debemos vivir delante de él, sino que también nos ha dejado parámetros para vivir juntos como iglesia.
¿Quién gobierna la iglesia?
La iglesia no solo es el cuerpo de Cristo sino que también es una institución creada por él mismo; una institución con estructuras definidas. Pablo dice que Cristo es la cabeza de la iglesia (Ef. 5:23). Es por eso que no podemos pensar en la iglesia como una empresa donde el pastor es el presidente y los súbditos hacen lo que él quiere; eso es algo muy peligroso. La iglesia es un conjunto de creyentes que hacen un pacto entre ellos mismos delante de Dios para vivir rectamente, para practicar las ordenanzas —bautismo y Santa Cena— responsablemente y para anunciar la gloria de Dios al mundo que los rodea.
En Mateo 16:18-19 vemos que Jesús entregó las llaves del Reino de los cielos a la iglesia contra la cual no prevalecerán las puertas del Hades (v. 18). Más adelante en Mateo 18:15-18 vemos que este mismo lenguaje es utilizado para aplicarlo a la autoridad de la iglesia en asuntos de disciplina. Jesús dice que la autoridad final en una iglesia no es el pastor, ni los ancianos, sino la iglesia misma: “Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano”. No hay un escalón en la tierra que nos lleve más arriba en la autoridad de la iglesia que la iglesia misma.
El apóstol Pablo les escribió “a la iglesia de Dios que está en Corinto” —no solo a los ancianos, o al pastor, o a la esposa del pastor— para lidiar con los problemas internos de la iglesia. ¿Por qué? Porque Pablo entendía que la autoridad final de la iglesia está en la congregación a quien Cristo dio las llaves del Reino. A los efesios escribió que Jesús “sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (Ef. 1:22).
¿Qué hay de los pastores?
Algunas personas pueden ser confundidas con lo que acabo de decir porque piensan que si la iglesia tiene autoridad sobre sí misma, el rol de los pastores es ser títeres manejables o manipulables por la iglesia. De ninguna manera. Dios también ha dejado instrucción en cuanto a la conducción de la iglesia (1 Ti. 3). Podríamos decir que la eclesiología bíblica es aquella donde la iglesia es gobernada por la congregación y es conducida por los pastores o ancianos. Es importante destacar que Pablo siempre habla de ancianos, pastores o presbíteros en plural, así que una iglesia que solo tiene un pastor y aspira a seguir así no tiene una eclesiología bíblica saludable. Es la pluralidad de pastores que ayuda a la iglesia local a crecer en el conocimiento de Dios mediante la predicación de la Palabra, la administración de las ordenanzas y la oración. En cierto sentido, el rol de los pastores es sencillo de describir: tomar a las ovejas en donde están y llevarlas poco a poco a la estatura de Cristo hasta que él venga. La dificultad que eso conlleva es otro tema digno de otro artículo.
¿Cuál es nuestra esperanza?
Como cristianos sabemos que el Rey Jesús tiene un cuidado especial por su esposa, y que ella prevalecerá a través de la autoridad que Dios le ha dado. Una comunidad piadosa es aquella cuya autoridad dice “vamos a construir un Reino para la gloria de Dios”, y cuyos líderes dicen “Yo voy a ayudar a este fin”.
Pastor, invierte tu vida en la iglesia, pues es la única institución contemporánea que también será eterna, pues “la multiforme sabiduría de Dios es ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor” (Ef. 3:10).
Este artículo fue publicado inicialmente en “Entre los Tiempos” (blog asociado con Southeastern Baptist Theological Seminary).