Ministerio

No hay absolutamente ningún sustituto para el ministerio cara a cara, ni siquiera para un apóstol

Por David Daniels

David Daniels es miembro de la Iglesia Bautista Edgewater de Chicago.
Artículo
05.12.2022

¿Hay algo indispensable en el ministerio en persona, algo que simplemente no puede replicarse a través de la comunicación a distancia?

Incluso si crees que la respuesta a esta pregunta es un sí evidente, en nuestra era de servicios transmitidos en vivo y predicadores en TikTok, las personas en tus bancas —o las personas que esperas que esté en tus bancas— puede suponer lo contrario.

¿Nos ayuda la Biblia a pastorear ovejas escépticas de vuelta al rebaño? Afortunadamente, sí. Podemos examinar algunos pasajes paulinos que abordan la importancia de la cercanía. Para un hombre que mantuvo un prolífico ministerio a la distancia a través de sus cartas, Pablo suena repetidamente descontento con el medio remoto e impersonal.

1. ANSIOSO ESTOY DE ANUNCIARLES EL EVANGELIO (ROMANOS 1:9–13, 15)

Cuando Pablo se sentó a escribir su robusta presentación del evangelio a los Romanos, todavía quería fortalecer la iglesia en persona.

[Dios] me es testigo de cómo sin cesar hago mención de vosotros siempre en mis oraciones, implorando que ahora, al fin, por la voluntad de Dios, logre ir a vosotros. Porque anhelo veros para impartiros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; es decir, para que cuando esté entre vosotros nos confortemos mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la vuestra como la mía. Y no quiero que ignoréis, hermanos, que con frecuencia he hecho planes para ir a visitaros (y hasta ahora me he visto impedido) a fin de obtener algún fruto también entre vosotros… Así que, por mi parte, ansioso estoy de anunciar el evangelio también a vosotros que estáis en Roma (Romanos 1:9–13, 15).

Haddon Robinson reflexiona en su libro La predicación bíblica, lo siguiente: «Pablo comprendía que algunos ministerios sencillamente no pueden operar sin un contacto personal, cara a cara. Incluso la lectura de una carta inspirada no lo puede reemplazar… Hay un poder que emana de la palabra predicada que aun la infalible palabra escrita no puede reemplazar».

Pablo no se limita a orar para que los romanos sean confirmados, y lo deja así. Afirma su deseo de verlos y ministrarles en persona.

2. MUCHO MÁS EN MI AUSENCIA (FILIPENSES 1:1; 2:12, 19–30; 3:17–19)

Pablo exhortó a los filipenses a ocuparse de su salvación sin él, incluso más que cuando estuvo con ellos: «Así que, amados míos, tal como siempre habéis obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor» (Fil. 2:12).

No creo que Pablo atribuya a su presencia una importancia especial para matar el pecado porque sea un apóstol. De hecho, gasta mucha tinta escribiendo acerca del envío de Timoteo y Epafrodito, elogiando su utilidad y nunca elevándose por encima de ellos (Fil. 1:1, 2:19-30).

En cambio, Pablo parece creer que es más difícil ocuparnos de nuestra salvación con un acceso menos inmediato a los santos maduros, lo que es coherente con su mandato de «[observar] a los que andan según el ejemplo que tenéis en nosotros» o de lo contrario enfrentar la «perdición» (Fil. 3:17-19).

3. CARA A CARA (1 TESALONICENSES 3:10)

Pablo no solo oraba por visitar Roma porque no había estado allí antes. Hizo lo mismo por la iglesia que ayudó a plantar en Tesalónica. Les escribe: «Oramos intensamente de noche y de día que podamos ver vuestro rostro y que completemos lo que falta a vuestra fe» (1 Ts. 3:10).

Una vez más, por muy edificante que sea el escrito de Pablo, él no espera que su pluma o incluso sus oraciones remotas «[suplan] lo que faltaba» en su fe. Su ministerio en persona es necesario. Incluso dice que Satanás impidió su regreso a Tesalónica, presumiblemente porque su reunión habría sido especialmente gloriosa para Dios (1 Ts. 2:18). Al fin y al cabo, es imposible ser «tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos» (1 Ts. 2:7).

CONCLUSIÓN

Pablo no utiliza un argumento metafísico para explicar por qué el ministerio en persona es mejor que los escritos de las epístolas, pero su clara preferencia debería hacernos considerar dónde podemos haber cambiado erróneamente las interacciones cara a cara por otros métodos de ministerio: cuando Pablo necesitó tanto el encarcelamiento como a Satanás para impedirle llegar a su amada alegría y corona, la iglesia de Cristo (1 Ts. 2:19, Fil. 4:1).

¿Debemos desechar todos los medios impersonales? Por supuesto que no. Las Biblias impresas son medios. 9Marks.org y todos sus libros y podcasts son medios. Pero son medios que, en última instancia, están destinados a sostener el ministerio cara a cara, que nos invita a amar a Dios por la fe hasta que, cara a cara, todos contemplemos su gloria.

Traducido por Nazareth Bello