Misiones

Misión y madurez

Por Jonathan D. Worthington

Jonathan Worthington (PhD, Durham University) es vicepresidente de educación teológica en la organización Formación de Líderes Internacionales.
Artículo
03.08.2023

«No soy un misionero que vuelve a casa para contar historias increíbles de tierras lejanas. Para colmo, a veces me siento más agobiado por la gente de mi vecindario que por los perdidos en el extranjero. ¿Soy inmaduro?»

«Enseñar en una pequeña escuela cristiana de secundaria, del medio oeste, es claramente menos importante que llevar el evangelio a la gente en Irán. Solamente espero que sirva para algo».

Muchos cristianos comparten estos sentimientos, ¿pero siguen la lógica bíblica? Una mirada al apóstol Pablo y su concepción de las misiones nos ayudará a responder a esta pregunta. Ten en cuenta que la concepción de Pablo no encaja perfectamente en las categorías que solemos utilizar hoy en día.

LA VISIÓN MISIONERA INICIAL DE PABLO

Enviados por su iglesia en Antioquía de Siria, Pablo y Bernabé llevaron el evangelio al este, a los gentiles y judíos de Iconio, Listra y Derbe, en Galacia (Hechos 14). Por la gracia de Dios, se produjeron conversiones y se formaron comunidades cristianas. Sorprendentemente, Pablo y Bernabé no dieron por concluida su labor.

En lugar de partir inmediatamente hacia lugares donde el evangelio aún no había llegado, Pablo y Bernabé volvieron —arriesgando sus propias vidas para fortalecer, animar, enseñar e incluso nombrar ancianos en sus iglesias (Hechos 14:21-23). Querían que estas iglesias alcanzaran la madurez en Cristo y por eso trabajaron con ese fin. Pablo y Bernabé regresaron a Antioquía (Hch. 14:26).

La conclusión del «primer viaje misionero» de Pablo y Bernabé no supuso el fin de su atención a aquellas iglesias. Por el contrario, Pablo escribió más tarde a las iglesias de Galacia, diciendo: «Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros» (Gá. 4:19). Además, Pablo regresaba regularmente en persona para «fortalecer» a estos discípulos (Hch. 15:36, 41; 16:1-5; 18:23). Esto demuestra que su labor misionera implicaba una preocupación duradera. Su mente y su corazón estaban enfocados en ver a la gente creer en Cristo y arraigarse en las iglesias locales para que pudieran alcanzar la madurez en Cristo.

ENVÍO DE CARTAS EN MISIÓN

A través de las cartas de Pablo (como la de Gálatas), perseguía sistemáticamente el mismo fin misional. Por ejemplo, él y Timoteo escribieron a los santos de Colosas (y Laodicea): «A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre» (Col. 1:28).

Presentar conversos a Cristo no era el último sueño misionero de Pablo. Tampoco lo era presentar iglesias fundadas. Él quería presentar a Cristo comunidades de creyentes maduros. Las conversiones y la plantación de iglesias son necesarias para ello, sin duda. Pero la misión va más allá de ambas.

ENVÍO DE COLABORADORES EN MISIÓN

Además de cartas y visitas personales, Pablo envió a sus colaboradores para animar a las iglesias. Por ejemplo, Pablo envió a Tíquico y Onésimo a Colosas para animar los corazones de los colosenses y proporcionarles información actualizada sobre el ministerio de Pablo y su bienestar personal (Col. 4:7-9).

Otros miembros de los equipos misioneros de Pablo, como Timoteo y Tito, se trasladaban a zonas para estancias prolongadas con el fin de ayudar a fortalecer y animar a las iglesias de allí. Fueron enviados para equipar a los líderes de las iglesiasancianos y diáconospara la misma misión que Pablo inició con su primera visita: presentar a todo hombre perfecto en Cristo (cf. 1 Co. 4:17; 1-2 Ti.; Tito). El hecho de que Pablo enviara a otros agentes a lugares en los que él ya había estado ponía de manifiesto su persistente sentido de la responsabilidad.

PASTORES Y MAESTROS DE LA IGLESIA LOCAL DE MISIÓN

Los apóstoles, profetas y evangelistas (como Pablo, Bernabé, Timoteo, etc.) no son lo mismo que los pastores y maestros locales a largo plazo. No obstante, sus distintas funciones comparten la misma misión de Cristo: «perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» (Ef. 4:11-12).

Desde este ángulo concretoy es un ángulo crucial, Pablo no veía distinción alguna entre su labor misionera apostólica y la de los pastores y maestros locales. Jesús concedió todos estos dones para edificar a los santos hasta que todos maduren en Cristo y se mantengan firmes en él (Ef. 4:13-16).

Esta misión de madurez es mayor que la de Pablo y sus visitas, cartas, colaboradores y pastores y maestros locales. Incluye a todos los santos. Según Efesios 4:12-16, todos los santos participan en la misma misión mediante actividades como:

  • edificarse mutuamente en Cristo.
  • ayudarse mutuamente a madurar en Cristo.
  • animarse unos a otros a seguir confiando en Cristo.
  • ayudarse unos a otros a ser unificados en el conocimiento del Hijo de Dios.
  • ayudarse unos a otros a resistir las falsas doctrinas.
  • hablar la verdad en amor unos a otro.

Al igual que un cuerpo humano depende de todos sus miembros, la iglesia madura a través de las contribuciones de cada miembro. Véase también 1 Tesalonicenses 3:8; 2 Tesalonicenses 2:15; 1 Corintios 16:13.

¿NOSOTROS DE MISIÓN?

He intentado esbozar brevemente la concepción paulina de la misión. ¿Qué deberías hacer entonces si escuchas a un hermano o hermana menospreciar su ministerio porque no son «misioneros»? Podrías responder: «Pero eres un misionero» y destacar el enfoque de Pablo sobre la misión. Y tendrías razón, más o menos. Al fin y al cabo, todos los cristianos, desde los apóstoles hasta los evangelistas, los pastores y todos los santos, están en la misma misión.

Sin embargo, es útil tener una palabra para designar a los cristianos que dejan su patria por el evangelio y cruzan las fronteras nacionales. Es a ellos a quienes solemos reservar la palabra «misionero».

Entonces, ¿qué decimos? ¿Cómo debemos animar al profesor que trabaja en una escuela cristiana de secundaria suburbana del Medio Oeste? ¿Es su trabajo menos importante que hacer discípulos en Irán? Yo creo que no. En ambos casos, el trabajo y el objetivo deben ser los mismos: ayudar a las personas a conocer a Cristo y alcanzar la madurez en Cristo. Pablo estaba apasionado por este trabajo en Jerusalén y hasta los confines de la tierra. Su amor por la misión de Dios abarcaba todo el espectro. Así debería ser el nuestro.

 

Traducido por Nazareth Bello