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Las viudas: El recurso desaprovechado en tu iglesia

Por Keith Collier

Keith Collier es un anciano de la Iglesia Bautista Normandale en Fort Worth, Texas, y se desempeña como editor en jefe del periódico de noticias bautista del sur TEXAN. Él está persiguiendo su Ph.D. en Predicación e Historia de la Iglesia en el Seminario Teológico Bautista del Suroeste.
Artículo
28.01.2025

Los expertos en energía llevan décadas buscando alternativas limpias y eficientes a los combustibles fósiles tradicionales. Los recursos naturales relativamente inexplotados de la energía eólica, solar, hidroeléctrica y geotérmica hacen que las empresas se esfuercen por obtener energía por encima, en y por debajo de la superficie de la tierra.

¿Y si te dijera que hay un recurso espiritual justo debajo de la superficie de tu iglesia que, si se aprovecha, puede producir un gran poder espiritual?

Estoy hablando de aprovechar el regalo de Dios de las viudas.

ACTIVOS, NO ANTIGÜEDADES

Cuando la mayoría de los pastores y miembros de la iglesia piensan en las viudas, sus mentes se dirigen inmediatamente a la responsabilidad del cristiano de cuidar de ellas (Santiago 1:27), y con razón. Jesús tenía un corazón para las viudas. Pero no las veía simplemente como personas vulnerables necesitadas de cuidados, sino también como ejemplos de servicio activo al Señor.

El primer encuentro con una viuda en los Evangelios es Ana. Lucas nos dice que ella «no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones» (Lucas 2:37). Fue una de las primeras en proclamar al niño Jesús como redentor del pueblo de Dios.

Jesús utilizó el ejemplo de las viudas para enseñar a sus discípulos la adoración correcta a Dios. Sentado en el templo, observó cómo una viuda echaba sus dos últimas monedas en la caja de las ofrendas y destacó su generosidad sacrificial y su devoción incondicional al Señor. Contó una parábola sobre una viuda insistente para celebrar las vidas de oración tenaces.

Las viudas no son adornos delicados para poner en un estante y quitarles el polvo de vez en cuando; son servidoras vitales que hay que desplegar en la vida de la iglesia. Pueden enseñar a la Iglesia mucho acerca de la fe, la devoción, el servicio y la oración.

En otras palabras, no te límites a atender a las viudas; movilízalas. No las descartes, despliéguelas.

EL REGALO DE DIOS DE LAS VIUDAS A NUESTRA IGLESIA

Por la gracia de Dios, uno de los mejores consejos que recibí cuando comencé mi primer cargo de pastor principal fue cómo cuidar y empoderar eficazmente a las viudas en mi iglesia. Un pastor veterano me recomendó tener un almuerzo mensual para escuchar cómo puedo orar por ellas, pero también para emplearlas como guerreras de oración. Este ritmo regular proporcionó una manera eficaz de prestar atención a sus necesidades y utilizar su energía e influencia sin aprovechar.

Ya teníamos un estudio bíblico los domingos por la mañana para señoras adultas mayores, la mayoría de las cuales eran viudas, así que empecé por ahí.

Mi enfoque es sencillo: mi ayudante prepara una comida ligera en la iglesia y luego me reúno con estas queridas damas durante una hora. Mientras las visito, les pregunto por sus familias, sus recuerdos de la actividad de Dios en nuestra iglesia en el pasado y cómo ven a Dios trabajando en nuestra iglesia hoy. Al final de cada almuerzo, les pregunto cómo puedo orar por cada una de ellas específicamente, y luego les doy una tarjeta con la «Lista de Oración del Pastor», que incluye peticiones de oración específicas por mi familia, mi ministerio y nuestra iglesia.

Les he dicho desde el principio que, aunque no puedan hacer físicamente todo lo que hacían antes, siguen siendo una parte vital de nuestra iglesia y pueden marcar una diferencia espiritual a través de sus oraciones. Creo de todo corazón que una gran parte del reciente crecimiento y eficacia de nuestra iglesia está directamente asociada a las fervientes oraciones de estas viudas. Los almuerzos mensuales han hecho que estas santas se sientan vistas, conocidas, amadas y necesitadas, y se han convertido en algunas de mis mejores amigas y alentadoras.

PROMOTORAS DE LA UNIDAD

Cuando llegué a la iglesia, teníamos dos cultos: uno tradicional y otro contemporáneo. Sólo unos cuantos asistían al servicio tradicional, y la mayoría de ellos estaban en la clase de señoras mayores. Lamentablemente, debido a esta división, la mayoría de nuestros miembros no conocían a estas preciosas santas. además, estas damas se perdían los bautismos y la presentación de nuevos miembros que ocurrían durante el segundo servicio; en una palabra, estaban desconectadas del cuerpo.

Yo sabía que Dios deseaba que fuéramos una iglesia unificada y rápidamente busqué la manera de guiar sabiamente a la congregación hacia ese fin.

Gracias la providencia de Dios, durante uno de nuestros almuerzos, las señoras expresaron estas preocupaciones. Una de ellas dijo: «No sé por qué tenemos dos servicios. Es como si fuéramos dos iglesias diferentes. Creo que deberíamos cambiar a un solo servicio».

Fue en ese momento que supe que estábamos listos para dar el paso, mucho antes de lo que había planeado en un principio. Cuando anuncié a nuestra iglesia que unificaríamos los servicios, pude hablar del servicio fiel de estas miembros vitales durante décadas, junto con su ministerio actual de oración y aliento. Gracias a la bondad de Dios, la transición a un solo servicio fue perfecta. Cada domingo, es una gran bendición ver a una generación declarar las obras de Dios a la siguiente.

Podría seguir, pero una cosa más será suficiente. Estas señoras han enseñado a nuestra iglesia cómo es una verdadera comunidad evangélica. Se reúnen semanalmente en la casa de una de ellas para almorzar. Están profundamente involucradas en la vida de las demás. Se animan, apoyan y sirven unas a otras. Y, por supuesto, aquellas que son físicamente capaces sirven activamente en varios ministerios de la iglesia. Es una bella imagen de cómo debería funcionar el cuerpo de Cristo.

El regalo de Dios de las viudas a tu iglesia

¿De qué manera podría tu iglesia movilizar a las viudas? ¿De qué manera podrías desplegarlas para fortalecer tu ministerio?

 

Traducido por Nazareth Bello

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