Clases esenciales: Dirección

Dirección – Clase 4: La Fidelidad

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
13.02.2018

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Clase esencial
Dirección
Clase 4: La Fidelidad


Introducción

Cada vez que tomas una decisión, quieres saber si tendrá éxito. ¿Cómo decides cuáles acciones elegir? Las que pareciera que valdrán mucho dinero cuando te jubiles. ¿Cómo decides que marca de mantequilla de maní comprar? La que sabrá mejor. ¿A cuál seminario asistir? Al que tiene el profesor más genial, ¿no?

Cada decisión tiene una medida particular de éxito en mente. ¿Qué estamos tratando de lograr? Pero, ¿qué es eso para un creyente?

Estaremos hablando de eso el día de hoy. En resumen, tomamos decisiones con el objetivo de ser fieles. Y eso tiene grandes repercusiones en cómo y por qué tomamos decisiones.

Lo que haremos hoy, en primer lugar, es ver de dónde surge esta idea de fidelidad en la Escritura. Luego, veremos las libertades y responsabilidades que esta fidelidad produce en nuestra toma de decisiones.

Primero: ¿Qué es la fidelidad según la Biblia?

  1. ¿Qué es la fidelidad?

Abordemos esta pregunta comenzando con un repaso de la semana pasada. La última semana miramos algunas de las cosas que la Biblia dice son la voluntad de Dios para nuestras vidas. ¿Recuerdas alguna de ellas? Que obedezcamos–Juan 14:21;  que seamos santos—1 Tesalonicenses 4:3; que Cristo sea exaltado—Efesios 1).

Hablamos sobre lo frustrante que es que todo esto tenga que ver con cosas aburridas como el desarrollo de nuestro carácter y madurez, en lugar de decisiones realmente importantes en la vida como con quién deberíamos casarnos o qué trabajo deberíamos tomar. Y cerramos con una cita de Kevin DeYoung sobre cuán desordenadas están nuestras prioridades si pensamos de esta forma.

Dicho de manera sencilla, la voluntad de Dios es tu crecimiento en semejanza a Cristo. Dios promete que todas las cosas trabajan para nuestro bien para que seamos conformados a la imagen de su Hijo. Y el grado en que esto suena como una promesa poco convincente es el grado en que preferimos a las piedras y escorpiones de este mundo antes que al verdadero pan del cielo. Dios nunca nos garantiza salud, éxito o paz. No obstante, nos promete algo mejor: Promete hacernos amorosos, puros y humildes como Cristo. En resumen, la voluntad de Dios es que tú y yo seamos felices y santos en Jesús. 

El aspecto de la voluntad de Dios que él ha escogido revelarnos son cosas como «obedece a Jesús» y «sé santo» y «sé como Cristo». ¿Por qué parece que él cree que eso es tan importante? Porque en la Escritura, parece que Dios se preocupa mucho más por lo que eres que por lo que haces.

Permíteme repetir eso una vez más porque es importante y más significativo de lo que podríamos pensar en un principio. Dios se preocupa mucho más por lo que eres que por lo que haces. Deja que me explique.

¿Cuál es el gran objetivo de Dios para el universo? [Mostrar su gloria.] ¿Por qué es eso bueno? [Porque es la razón por la cual nos creó; él es el ser más excelente, gratificante y dador de gozo en todo el mundo. Sería desagradable y erróneo señalar en última instancia cualquier cosa menos a él.]

Dios te hizo y te redimió… para demostrar su gloria. ¿Cómo lo hace? Bien, esto nos lleva a una paradoja de la vida cristiana: Él muestra su trabajo mediante tu trabajo. Mira Filipenses 2:12-13 en tu folleto:

«Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor…».

Ese es nuestro trabajo. «Ocupaos en vuestra salvación».

«… porque Dios es el que produce en ustedes lo mismo el querer como el hacer, por su buena voluntad ».

Finalmente, ¿quién se lleva el crédito? El que envió a su hijo para liberarte de las cadenas del pecado. El que te dio un nuevo corazón. El que está rehaciendo tus deseos. El que te ayuda por su Espíritu y guía por su palabra. Es en última instancia su trabajo el que vemos a medida que te vuelves más santo, así que él es quien recibe la gloria.

Dios es el gran escultor, y está creando en ti una obra maestra para reflejar su poder, su bondad y su gloria. Eso quiere decir que todo lo que haces tiene doble valor. Tiene valor por lo que logra, y tiene valor porque tu decisión de hacerlo dice algo acerca de Dios. Te daré un ejemplo. Digamos que eres un asistente legislativo. Trabajas arduamente toda la noche para ayudar a terminar una disposición legal, manteniendo la calma cuando otros está perdiendo el control, y sin ofenderte cuando personas te insultan. ¿De qué manera eso muestra la gloria de Dios?

Bueno, existe la sustancia de lo que ha sido logrado. Has tenido algo que ver con lo que esperas sea una buena ley. Y si es una buena ley, demuestra la gloria de Dios al mejorar el gobierno. Un buen gobierno apunta a un buen Dios. Después de todo, Dios inventó el gobierno.

Pero también está el modo en que lo lograste. Trabajaste tan duro porque al final te veías trabajando para Jesús, y no para tu jefe.  Trataste a los demás con amor y no por obligación, lo que puede ser bastante contracultural en el ámbito político. Eso refleja la nueva vida que Jesús ha estado construyendo en ti desde el día en que fuiste salvo. Tu trabajo demuestra su trabajo.

Ahora bien, cuando nos reunamos eternamente ante el trono de Dios, creo que estaremos adorando a Dios por estas dos cosas. La sustancia de tu trabajo y el modo en que tu trabajo demostró su trabajo. Pero basado en la posición que toma la Escritura, creo que la segunda a menudo resultará ser más importante.

Siguiendo esta línea de pensamiento: En la Biblia, el propósito principal de Dios en todo es mostrar su gloria. Como resultado, él está más interesado en lo que está haciendo en ti que en lo que en realidad logras en un sentido temporal. Así que tu trabajo importa principalmente por cómo éste demuestra su trabajo en ti.

Demos un vistazo a la parábola de Jesús sobre los talentos en Mateo 25 para ver cómo todo esto se relaciona con el concepto de fidelidad.

No pasaremos tiempo leyendo toda la parábola, pero la resumiré. Antes de emprender un largo viaje, un hombre encomienda diferentes cantidades de dinero a tres siervos distintos. Los dos primeros ponen el dinero a trabajar y hacen más dinero. El tercero entierra el dinero. Al final de la parábola, los tres entregan lo que tienen al maestro. Los primeros dos siervos son recompensados. Pero cuando llega el tercero, Jesús le da un cambio a la historia.

«24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes».

¿Qué hizo el siervo infiel que fue perezoso y malvado? [Escondió el dinero en la tierra] ¿Por qué esto estaba mal?  [1) Él descuidó su responsabilidad; 2) Él no considero digno a su señor] ¿Y cuál fue la consecuencia?  [Fue arrojado a la oscuridad—al infierno]

¿En serio? ¡El infierno parece una consecuencia exagerada para algo tan simple como enterrar dinero! Quiero decir, devolvió el dinero, ¿no? Él no robó. ¿Qué sucede aquí?

Permíteme describir de manera un poco más detallada lo que hicieron los siervos. Los siervos fieles confiaban en que su señor regresaría como había dicho, y por tanto, arriesgaron absolutamente todo por su promesa. No retuvieron nada. Pero el siervo infiel decidió ir a lo seguro. O bien pensaba que el maestro no regresaría como había—o que cuando lo hiciera, la fidelidad no sería recompensada. Por tanto, evadió su apuesta y redujo sus riesgos al enterrar el talento, y hacer otras cosas con su tiempo.

Los siervos fieles confiaron en la palabra de su señor y en su bondad. Pero el siervo infiel no tenía fe ni en su señor ni en su bondad. Ahora bien, cuando colocamos a Dios en el lugar del señor, como lo hace Jesús, entendemos cuán errada es esta suposición. ¡Dios no es un señor severo! Él es hermosa y eternamente bueno, gratificante y digo de confianza. Es más, una buena administración anuncia que Dios es bueno. Una mala administración dice que Dios no es bueno. Y dado que él es la fuente, personificación y suma de todo lo que es bueno, la difamación de su bondad es la esencia del mal.

Quizá pienses que puedes jugar para ambos equipos y complacer a ambos señores, pero al final tu deseo demuestra que no tienes fe en Dios. No eres cristiano. Esta parábola no trata sobre ser un cristiano «bueno» o «mediocre», como si esas categorías existieran. Trata acerca de la diferencia entre el cielo y el infierno.

¿Y cómo es llamado el buen siervo por su señor? Así es. Fiel. En la Biblia, la fidelidad significa administrar todo lo que Dios nos ha dado para mostrar su bondad. Administrar nuestro tiempo, nuestro dinero, nuestras habilidades y nuestras relaciones. Cuando usamos todo eso para sus propósitos, demostramos que creemos en sus propósitos de ser supremamente bueno. Esa es la vida de la fe.

Este es nuestro objetivo en la toma de decisiones. Cada decisión que tomes tiene el potencial de decir algo cierto o falso sobre quién es Dios. A él le preocupa inmensamente eso. Sobre todas las cosas, queremos ser contados como fieles. ¿Por qué? Porque  ser «fiel» significa que hemos usado todo lo que Dios nos ha dado para mostrar su valor. ¿Por qué preocuparse por eso? ¡Porque para eso Dios creó a este mundo! Hasta que punto hemos sido capaces de hacer eso es lo que más importa para la eternidad en el cielo.

Permíteme analizar esta idea de la «toma de decisiones enfocada en la fidelidad» un poco más. Tomar decisiones así quiere decir tres cosas:

  • Enfoque: Significa tomar cada decisión con nuestros ojos enfocados directamente en el Último Día. Hebreos 4:13, «Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta». Para el creyente, esa no debe ser una razón para temer en ese día; al igual que Juan nuestro clamor debería ser «¡Ven, Señor Jesús!». ¡Maranatha! Sin embargo, es un día serio, por decirlo suavemente. Deberíamos tomar decisiones enfocando nuestros corazones en las cosas de arriba, no en cosas terrenales (Colosenses 3:2).
  • Objetivo: Significa que el objetivo de cada decisión es la gloria de Dios. 1 Corintios 10:31, «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios». Una vida bien invertida, una vida fiel, es una vida enfocada enteramente en reflejar la excelencia de quien es Dios. Esa es una vida cuyo valor durará hasta la eternidad.
  • Duración: Significa pensar en cómo todo lo que somos puede ser usado para esta labor. Independientemente de los resultados que Dios elija traer de mis esfuerzos, quiero entregar todo lo que soy a su servicio. Romanos 12:1, «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional».

Este mundo dice que tu valor se encuentra principalmente en lo que haces. Mientras más importante sea tu contribución a la sociedad, tu vida tendrá más valor. Pero el paradigma de la fidelidad es el polo opuesto. Dios dice que tu valor se encuentra principalmente en lo que tu vida demuestra sobre lo que él ha hecho. Y eso quiere decir que algunas veces, lo que es de inmenso valor no se percibe ante los ojos de este mundo. ¿Cuál vida valió más? ¿La del doctor que salvó la vida de miles de niños? O, ¿el adicto en recuperación que gastó cada pizca de su fe y más solamente para vivir una vida normal y estar en la iglesia cada domingo? No podemos saberlo. Pero lo que sí sabemos es que, «sin fe es imposible agradar a Dios». Y puede que él nos sorprenda cuando lleguemos al cielo en lo que respecta a las vidas que fueron verdaderamente fieles.

  1. La fidelidad trae libertad

Generalmente, la toma de decisiones a la que estamos acostumbrados es lo que podrías llamar una «toma de decisiones enfocada en los resultados». En otras palabras, tu meta al tomar una decisión es asegurar un resultado determinado, como lo mencioné al inicio de la clase. Invierte en acciones para asegurar tu jubilación. Consigue un trabajo para asegurar salud y felicidad. Y así sucesivamente. Contrasta eso con una «toma de decisiones enfocada en la fidelidad». Invierte en acciones para ser fiel con el dinero que Dios te está dando, pero confía plenamente en él para cuando te jubiles. Acepta el trabajo para ser fiel al mandamiento de Dios de trabajar, pero confía en su providencia para lo que sea que tu trabajo pueda traer.

Simplemente para ir distinguiendo las diferencias, contrastemos estas dos:

  1. En la toma de decisiones enfocada en los resultados, confiamos en nosotros mismos para los resultados. En la toma de decisiones enfocada en la fidelidad, confiamos en Dios para el resultado. Como con el ejemplo de la jubilación que di antes. Digamos que tomas decisiones sabias con tu dinero, y luego algo completamente inesperado sucede, y lo pierdes todo. El mundo dice que eres un fracaso. Pero desde la perspectiva de la fidelidad, puedes estar bien. Tu decisión fue fiel, incluso si no funcionó como lo habías planeado. Aun así demostró la bondad de Dios.
  2. En la toma de decisiones enfocada en los resultados, recibimos el crédito por los buenos resultados. En la toma de decisiones enfocada en la Fidelidad, Dios se lleva todo el crédito.
  3. En la toma de decisiones enfocada en los resultados, el éxito es algo que podemos ver. ¿Ocurrió el resultado que queríamos? En la toma de decisiones enfocada en la fidelidad, las cosas son un poco más oscuras. No podremos ver cuál fue el éxito hasta que lleguemos al cielo, aunque puedo estar seguro de que somos fieles a Dios si estamos siendo obedientes a sus claros mandamientos en la Escritura.

De acuerdo. Con estas definiciones expuestas, miremos cómo el concepto de fidelidad trae gran libertad en la toma de decisiones. Específicamente, tengo en mente tres libertades que verás en tu folleto.

  1. Libertad del perfeccionismo. Algunos de nosotros luchamos con una parálisis al tomar una decisión porque somos perfeccionistas. Ni siquiera puedes decorar tu habitación porque tiene que ser perfecta. O agonizas por tu decisión sobre a cuál escuela ir, o qué casa comprar, ¡porque TODA MI VIDA DEPENDE DE ESTA SOLA DECISIÓN! O te da pánico casarte porque ¡podrías estar casándote con  el SR. EQUIVOCADO! 

Ahora bien, no quiero necesariamente minimizar  la realidad de esos miedos. Para tomar ese último ejemplo, vivir en un matrimonio malo… No creo que las palabras puedan hacerle justicia. Tus decisiones importan. Importan enormemente.

Sin embargo, aquí está la clave: No confíes en tu destreza cuando te cases. Confía en Dios. Ingresas en esa unión por fe en él, no por fe en que has hecho muy bien tu tarea, y estás preparado para la vida. No sabes lo que te deparará el matrimonio ¿o sí? Pero Dios sí. Él promete que sea lo que provenga de su mano, será para tu bien eterno y final. Y para su gloria. Puedes confiar en él.

Así que, deja de creer que tu principal objetivo al tomar decisiones es asegurar cierto resultado, como un matrimonio feliz. O la decoración perfecta para el hogar. Dios no promete nada de eso, independientemente de lo bien que sigas algún proceso para una buena toma de decisiones. Haces una buena decisión para ser fiel con las oportunidades que Dios te ha dado. Luego, le confías el resultado a él. Si el resultado no es lo que habías esperado, trabajas por fe para confiar que su plan siempre es mejor.

Un consejo sabio y secular que he recibido antes, es que si es una decisión reversible, tómala decisivamente, y avanza. Siempre puedes volver a mudarte. Siempre puedes renunciar a tu nuevo empleo. Siempre puedes vender tu casa. Creo que este consejo es especialmente apto para creyentes que confían realmente en el cuidado de Dios para con ellos. Esfuérzate por reunir la información que necesitas para tomar una decisión fiel. Luego, continúa. No te quedes inmóvil, incapaz de tomar una decisión porque no sabes si saldrá perfectamente. ¡Confía en Dios! Él está en control, él sabe lo que es mejor. ¿Fuiste fiel en el modo en que tomaste la decisión? ¿Tu decisión demostró que él es bueno y digno de confianza? Entonces has hecho lo que tenías que hacer. Esa es la confianza que podemos tener como siervos de un Dios todopoderoso y misericordioso.

  1. Libertad del arrepentimiento. Hay una segunda libertad relacionada que deberíamos examinar. Al haber tomado una decisión, algunos de nosotros pareciera vivir la vida mirando por encima de nuestros hombros, llenos de miedo de que hayamos tomado la decisión equivocada. Y, si somos honestos, algunas veces ese miedo se convierte en una profecía auto-cumplida, ¿no es así?

En ocasiones, el arrepentimiento es conducido por el miedo a la opinión de otras personas. ¿Me admirará la gente por mi precaución al comprar esta casa? ¿Mi jefe se enojará conmigo por tomar una decisión empresarial muy tonta? ¿La gente me ridiculizará por mi elección en el color de la alfombre? Algunas veces ese arrepentimiento es dirigido por la realidad. Está claro que tomaste una mala decisión. Tú pagaste demás por tu apartamento, elegiste el compañero de cuarto equivocado, rentaste una casa vacacional terrible, hiciste una mala inversión.

¿Cuál es tu respuesta cuando eso sucede? ¿Te enloqueces, castigándote por tu mala decisión? ¿Te obsesiones con saber qué fue lo que salió mal?

La cosa es que necesitas darte cuenta de que Dios pudo haber evitado que tomaras esa decisión si así lo hubiese querido. Eso sin duda está en su poder. ¿Por qué no lo hizo? Bueno, él debe tener mejores cosas en mente que tú, incluso si no esperas entender eso hasta el cielo. En ese sentido, encuentro a Apocalipsis 15 confortador. Un día nos levantaremos con los redimidos en el cielo y cantaremos esta canción:

Grande y maravillosas son tus obras, Señor, ¡Dios todopoderoso!

Justos y verdaderos son tus caminos, ¡Rey de los santos, rey de los santos!

¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre?

Pues solo tú eres santo, y por lo cual, todas las naciones vendrán y te adorarán,

y te adorarán.

Porque tus juicios han llegado.

La clave aquí es el tiempo del último verbo.  «Porque tus juicios han llegado». Desde ese ventajoso punto de vista, veremos todo lo que Dios ha hecho y finalmente tendrá sentido. Seremos capaces de llamar buenos a todos sus actos porque los veremos como correctos. No por fe, sino por vista.

Por supuesto, es bastante probable que no hayas sido fiel en la manera en que tomaste esa mala decisión. En ese caso, deberías arrepentirte de tu falta de fidelidad, no principalmente por la consecuencia de la mala decisión, sino por una decisión infiel que desmiente la falta de confianza en un Dios eminentemente digno de confianza, que nunca te ha dado la más mínima razón para alguna vez desconfiar de su cuidado.

No obstante, ¿tienes que castigarte por encima de las consecuencias? No, necesitas soportarlas paciente y humildemente como parte del buen plan de Dios? La autoflagelación por una mala decisión puede parecer humilde y contriste, pero en su núcleo puede parecer algo arrogante.  «¿Por qué tome una mala decisión? ¡Merezco tomar buenas decisiones! No tengo porque tomar decisiones malas. Soy una persona exitosa después de todo». Puedes ver a dónde va eso.

La toma de decisiones enfocada en la fidelidad trae libertad del arrepentimiento porque confiamos en la bondad de Dios incluso con las consecuencias de nuestras malas decisiones. Una mala decisión de ninguna manera niega la promesa de Romanos 8:28, que él usará todas las cosas para tu bien.

  1. Libertad del orgullo. Pero hay una tercera libertad que un enfoque sobre la fidelidad trae, la libertad del orgullo. ¿Qué sucede cuando tus decisiones salen como lo planeado? Cuando tu casa aumenta en valor, tu familia ama las vacaciones, tu cita está maravillada por tu bondad, tu currículum crece como una escalera al cielo? ¿Te vuelves orgulloso? El rey Nabucodonosor en Daniel 4 antes de ser humillado: «¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?».

Cuán tontos debemos parecerle a Dios. Cuatro personas realizan inversiones  bursátiles igualmente proféticas. Dios decide bendecir a uno de ellos. Se hincha de orgullo; los otros tres retroceden avergonzados y arrepentidos. ¡Qué ridículos! Como ora Ana en 1 Samuel 2:7, «Jehová empobrece, y él enriquece; Abate, y enaltece».

Cuando tomes una decisión, haz que esa decisión sea ser fiel, y encomienda el resto a Dios. Si él bendice, ¡alabado sea! Si él bendice a través de tu decisión, ¡alabado sea! Toda la sabiduría que posees fue un regalo de Dios, después de todo. Que Dios nos proteja de transformar sus regalos en un orgullo que nos separe de él.

  1. La fidelidad trae responsabilidad

Toda esta charla sobre la libertad de la ansiedad y la preocupación es exactamente lo que algunos de ustedes necesitan escuchar. Eres del tipo A con tu closet organizado por color y tus vacaciones planeadas antes de la hora. Pero no todos nosotros somos aquí, ¿cierto? Para algunos de nosotros, las tres libertades que acabo de describir nos empujan peligrosamente a la irresponsabilidad. «Entonces, lo que estás diciendo es, toma una decisión segura y no lo pienses dos veces, ¿cierto?». Con lo que quieres decir, «Haz un intento poco entusiasta de pensar sobre el tema, ¡y luego continúa!».

Allí es donde debemos recordar que el llamado a la fidelidad es un llamado alto. Llegará un día en el que tengas que comparecer ante el Señor para rendir cuentas sobre tu vida, al igual que lo hicieron esos tres siervos en la parábola de los talentos. La Biblia no aclara exactamente lo que sucederá, o la intersección entre nuestra justicia perfecta en Cristo y nuestra responsabilidad como cristianos. Pero está claro que  este día debería consumir nuestra atención.

¿Hay algo más importante en tu vida como cristiano que ser contado como un fiel administrador en la casa de Dios? Hay algo ligero o trivial acerca de ese llamado? Es Dios quien trabaja en nosotros y es Dios quien recibe la gloria, y por eso, a través de su poder deberíamos buscar con todas nuestras fuerzas ser tan fieles en esta vida como sea posible. Y cuando fallamos, arrepentirnos y continuar procurando ser fieles.

Conclusión

Quiero terminar nuestra clase de hoy escuchando de ustedes lo que ha sido más útil sobre este concepto de una toma de decisiones enfocada en la fidelidad. ¿Es importante porque necesitas liberarte de la ansiedad? ¿O es importante porque necesitas sentir el peso de esta responsabilidad? ¿Cuál de las libertades que mencioné te parece más liberadora? ¿Qué ha sido más útil sobre la clase de hoy?

Ora.