Clases esenciales: Dirección

Dirección – Clase 2: La soberanía de Dios

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
13.02.2018

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Clase esencial
Dirección
Clase 2: La soberanía de Dios


  1. Introducción

Bienvenido a la clase de «Dirección». Nos encontramos en nuestra segunda semana de examinar detenidamente cómo la Biblia nos dice que debemos tomar decisiones. Como discutimos la semana pasada, nuestro objetivo es no ser personas que toman decisiones ansiosas, sino tranquilas. Descansando en los buenos planes de Dios para nosotros y en sus promesas de llevar a cabo esos planes. Gran parte de ser alguien que toma decisiones sin estar ansioso, es comprender la soberanía de Dios sobre nuestras circunstancias y decisiones—y  cómo nuestra responsabilidad encaja en eso. Eso es lo que estaremos observando el día de hoy. Pero antes de continuar, quiero iniciar con una pregunta.

Si Dios no fuera soberano, ¿cómo cambiaría eso la manera en que los cristianos toman decisiones? 

Mi oración es que al final de esta clase, puedas ver cuán gloriosa es la verdad de la soberanía de Dios, cómo ella es la base de nuestra confianza, y cómo nos da paz al tomar decisiones. Ni siquiera podemos empezar a tomar una decisión de forma bíblica sin comprender cómo ésta encaja con la soberanía de Dios. Comenzaremos estudiando cuidadosamente lo que eso significa, que Dios es soberano. Consideraremos con qué objetivo él está usando todo su poder para lograrlo. Examinaremos de qué manera eso encaja con nuestra responsabilidad. Y finalmente, concluiremos con algunas implicaciones prácticas de todo esto para nuestra toma de decisiones.

Así que, primero:

II. Dios es soberano

Con esto hago referencia a la enseñanza bíblica de que todas las cosas están bajo el gobierno y control de Dios, y que nada sucede sin Su dirección o permiso. Dios no solo obra algunas cosas, sino todas las cosas de acuerdo al designio de Su propia voluntad. Veamos algunas de ellas:

Primero, Dios es soberano sobre nuestras circunstancias. Uno de los versículos más conocidos en toda la Escritura respecto a la soberanía de Dios sobre nuestras circunstancias, está en Génesis 50:20 que dice, «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo».

La circunstancia en cuestión es José siendo vendido como esclavo por sus hermanos. ¿Estaba Dios en control de eso? Absolutamente—y aunque estuvo mal, él lo quiso así para bien: Gracias al tiempo que José estuvo en Egipto, Dios salvó a miles de personas de morir de hambre, incluyendo a la familia escogida de Israel de donde vendría el Mesías. Todas las circunstancias, incluso las difíciles, están bajo el control de un Dios soberano.

Segundo, Dios es soberano sobre nuestro pasado y futuro. Isaías 46:10 dice, «Yo anuncio desde un principio lo que está por venir; yo doy a conocer por anticipado lo que aún no ha sucedido. Yo digo: “Mi consejo permanecerá, y todo lo que quiero hacer lo haré».

No hay rastro de acontecimientos extraños aquí. Todo lo que ha ocurrido en tu vida ha estado bajo el control de Dios, y todo lo que está por venir.

Tercero, Dios es soberano sobre nuestras decisiones. El Salmo 33:10-11 dice, «Jehová hace nulo el consejo de las naciones, y frustra las maquinaciones de los pueblos».

Sin importar lo que decidamos, el resultado está enteramente en sus manos.

Cuarto, y finalmente, Dios es soberano incluso sobre nuestros corazones. Proverbios 21:1 dice, «Como los repartimientos de las aguas, Así está el corazón del rey en la mano de Jehová; A todo lo que quiere lo inclina».

Hay un argumento implícito en este versículo. De mayor a menor. Si Dios es soberano sobre los corazones de los reyes, ¡cuánto más es soberano sobre nuestros corazones!

No vivimos en un universo desorganizado que llegó a existir por azar o que progresa por casualidad. No, vivimos en un universo organizado que fue creado por Dios, y que es gobernado activamente por Él. Ahora bien, al principio eso puede parecer aterrador. Se siente bastante impotente considerar a alguien tan poderoso. Hasta que recordamos sus buenos propósitos. Él usa todo su poder para bien. Esto no nos deja aterrados, sino tranquilos, en paz y calma. Y esa tranquilidad tiene un impacto directo en cómo tomamos las decisiones.

Pero, ¿para qué bien exactamente está él usando su soberanía? Ese es nuestro próximo punto:

II. El objetivo de Dios de glorificarse a sí mismo

Para decirlo de manera sencilla, el objetivo general detrás de todo lo que Dios hace es mostrar cuán increíble es él. Para glorificarse. Como un gran pintor cuyo lienzo es todo el universo, Dios gobierna soberanamente cada acontecimiento, hasta el detalle más diminuto para glorificarse a sí mismo.

Él creó a las personas para exhibir su gloria. Piensa en Isaías 43:7, «Todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice». Y con nuestro soberano Dios detrás de esto, así es como termina la historia. Piensa en las palabras del profeta Habacuc: «Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar».

Puedes ver esto en toda la Escritura. ¿Por qué Dios rescató a su pueblo de la poderosa nación de Egipto? Como Dios le dice a Faraón, «Y a la verdad yo te he puesto para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra (Ex. 9:16)». ¿Por qué rescató a su pueblo de las manos de Babilonia después del exilio? Exequiel 36:22, «Por tanto, di a la casa de Israel: Así ha dicho Jehová el Señor: No lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado». ¿Por qué Dios envió a Jesús a la tierra? Juan 1:14, «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad». ¿Y por qué Jesús fue a la cruz para salvarnos de nuestros pecados? Efesios 1:11, «En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo».

Descomprimiendo ese último versículo por un momento: fuimos predestinados por Dios. Él obra todas las cosas según el designio de su voluntad. ¿Por qué? «Para alabanza de su gloria».

¿Y por qué Jesús ha de regresar? 2 Tesalonicenses 1:10, «cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron».

¿De qué va Dios? Él mismo. ¿Para quién es Dios? Él mismo. ¿Qué subyace en todo lo que él hace? Su propia alabanza.

Pero, ¿no te parece eso extraño e incluso ofensivo? Estamos aquí sentados, tratando de averiguar cómo tomar decisiones en el contexto de un Dios que trabaja todas las cosas para su alabanza. ¿Realmente estamos de acuerdo con eso? ¿Es él realmente tan vanidoso e inseguro?

Así es como Oprah Winfrey describe su distanciamiento del cristianismo tradicional. Ella contaba haber estado en un servicio de la iglesia donde el predicador hablaba de los atributos de Dios, su omnipotencia y omnipresencia.

Luego él dijo, «El Señor, tu Dios, es un Dios celoso», estaba atrapada en el éxtasis de ese momento hasta que él dijo, «celoso». Y algo me golpeó. Tenía 27 o 28, y estaba pensando que Dios es todo, Dios es omnipresente, Dios también es… ¿celoso? ¿Un Dios celoso es celoso de mí? Y algo sobre eso no me pareció bien en mi espíritu, porque creo que Dios es amor, y que Dios está en todas las cosas.[1]

¿Por qué querríamos servir a un Dios que se centra sólo en sí mismo? Porque, ¿en qué otra cosa mejor podría él centrarse?

Así es como lo explica C.S. Lewis, «Toda mi dificultad, en sentido general, con la alabanza de Dios dependía de mi absurda negación, en lo relativo al supremamente Valioso, de que nosotros nos deleitamos (de hecho no podemos evitarlo), en todo lo demás que valoramos. Creo que nos deleitamos en alabar lo que disfrutamos porque la alabanza no solo expresa, sino que completa el gozo; es su propósito consumado»[2].

O escucha a John Piper poner esta verdad en la boca de Jesús, reflexionando sobre la oración de Jesús en Juan 17 para que veamos su gloria:

«Si encuentras tu máxima alegría en tu tesoro terrenal más preciado, al final quedarás decepcionado, y yo seré deshonrado. Porque me ofrezco a ti como la belleza y la grandeza que todo lo satisface, y la sabiduría, la fortaleza y el amor del universo. Soy para lo que fuiste creado. Y te digo que, si ves esto, si me ves como tu tesoro supremo, entonces no tienes que escoger entre tu satisfacción y mi glorificación, porque en el acto de tu ser siendo más satisfecho en mí, yo seré más glorificado en ti».[3]

Dios trabaja todo para la alabanza de su gloria, y así es exactamente como debería ser. Él es el ser más excelente, glorioso y hermoso dentro y fuera del universo. Su mayor deleite, y el nuestro, es que nos dé la bienvenida a la maravilla de quién él es. No hay costo tan alto que no valga la pena cambiar por la maravilla del conocimiento de Dios.

Por tanto, en cada decisión que tomes, necesitas entender que está siendo hecha dentro de un universo que está absolutamente bajo el control de un Dios soberano. Que su poder soberano está obrando para cumplir un gran propósito: exhibir la excelencia de su gloria. Y que él cumplirá ese propósito.

¿De qué manera afecta el gran propósito de Dios de mostrar su gloria nuestra toma de decisiones?

III. La responsabilidad del hombre

De acuerdo. Todo eso parece bíblico y bueno. Pero, ¿cómo concuerdan exactamente estas verdades con una clase sobre la toma de decisiones? Si Dios va a hacer lo que Dios va a hacer—y, además, si lo que él va a hacer es lo más perfecto concebible—la alabanza de su gloria—¿por qué hemos de estresarnos por nuestras decisiones?

Bien, porque la Biblia deja en claro que somos responsables de nuestras acciones. Solo para dar un ejemplo de muchos, considera las palabras de Jesús en Mateo 12:36-37, «Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado».

Somos responsables de las decisiones que tomamos, incluso de la decisión de qué palabras usar—incluso de las palabras que usamos imprudentemente.

Y nuestra responsabilidad es apuntar nuestras vidas al único objetivo que Dios tiene. 1 Corintios 10:31, «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios».

La Biblia nunca explica completamente cómo nuestra responsabilidad coexiste con la soberanía de Dios. Tiene sentido que algunos aspectos de la vida con un Dios infinito no encajen con nuestros limitados cerebros. Sin embargo, la Biblia defiende ambos con mucha fuerza. Dios es soberano sobre todo. Nosotros somos responsables de las decisiones que tomamos. Y el propósito de nuestro trabajo, y el suyo, es mostrar su gloria.

Ese es buen resumen de cómo la Escritura habla de la soberanía de Dios. Pero, ¿qué implicaciones tiene esto en nuestra manera de tomar decisiones? Para el resto de la clase de hoy, me gustaría concentrarnos en tres aplicaciones específicas de esa verdad.

IV. Motivados por la fidelidad

Primero: nuestra motivación al tomar decisiones es ser responsables. Es ser fieles como administradores de lo que Dios nos ha dado. Este punto es importante, y tan contradictorio, que pasaremos toda una clase estudiándolo en unas semanas. Pero antes, unas breves palabras sobre él.

El mundo que nos rodea toma decisiones con el fin de asegurar resultados específicos. Te subes al auto para que puedas ir a la tienda de comestibles. Te ejercitas para que puedas estar saludable. Te casas con Juana para que puedas tener un matrimonio feliz. Parece bastante evidente, ¿no?

En realidad, no tanto. ¿Dios necesita que vayas a la tienda de comestibles para alimentarte? ¿Necesita que te ejercites para mantener tu salud? ¿Necesita que te cases para que seas feliz? ¿Necesita algo de esto para poder cumplir sus planes de gloria? No.

Salmo 50:12, «Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti; Porque mío es el mundo y su plenitud».

Es simplemente una tontería en un universo tomar una decisión para lograr algo. Si Dios necesita algo hecho, ¡él lo hará! ¿Pidió él la ayuda de alguien para crear al mundo? ¿Para destruir al ejército egipcio? ¿Para levantar a Cristo de los muertos? ¿Para convertir a Saulo, el perseguidor, en Pablo el apóstol?

Ahora bien, reconozco que el modo normal de Dios de alimentarme es mi viaje a la tienda de comestibles. Su método normal de mantenerme saludable es mi ejercicio. Pero como cristiano, yo tomo esas decisiones no para asegurar los resultados—como si algo realmente estuviera bajo mi control en este mundo—sino para ser responsable con el tiempo, dinero y las relaciones que Dios me ha dado. Incluso me atrevería a sugerirte que si te encuentras constantemente frustrado e infeliz con las circunstancias de tu vida, probablemente sea en parte porque has olvidado que tu valor no se encuentra en los resultados que obtengas (o no). Se encuentra en cómo tu fidelidad en las decisiones que tomas muestra la gloria de Dios. En otras palabras, tu trabajo es valorable principalmente por cómo éste demuestra Su trabajo (en ti).

Una persona motivada por los resultados vivirá en una constante frustración porque si su valor se encuentra en lo que ella es capaz de producir, alcanzar o hacer, entonces siempre tendrá que producir, alcanzar o hacer cosas para sentir gozo. No obstante, una persona motivada en cambio por la fidelidad entenderá, que independientemente de la situación en la que se encuentre, sea que esté en lo más bajo de la escalera corporativa o en lo más alto, sea que esté soltera, casada o viuda, sin hijos o simplemente empezando una familia, una persona motivada por la fidelidad no encuentra su alegría en sus circunstancias. Al contrario, usa sus circunstancias como un medio para reflejar su gozo en Cristo.

Pero nuevamente, hablaremos más sobre esto en unas semanas. Una gran implicación de la soberanía de Dios para nuestra toma de decisiones.

V. Motivados por el significado

La segunda forma en que estas verdades deberían afectar cómo vivimos nuestras vidas hoy, es que deberíamos ser motivados por el significado que Dios le da a todo. Todo en nuestro orden creado tiene gran significado, valor y propósito porque ha sido ordenado. Ha sido determinado por un Creador soberano que nunca hace nada en vano.

Deberíamos ser personas que comprenden y aceptan que todo, desde salvar una vida hasta lastimarte un dedo, tiene un significado.

La soberanía de Dios le da significado a nuestras decisiones en dos maneras:

  • Un significado de lo que hacemos. Dios no permite que algo suceda si eso no contribuye a su gran narrativa del significado. Es decir, la historia que este universo está contando sobre su excelencia y gloria. Todo lo que sucede, sucede con un propósito, porque nuestro universo está gobernado por un Dios soberano. Y, alabado sea Dios, porque él es bueno, el propósito detrás de todo también es bueno.
  • Un significado de cómo hacemos lo que hacemos. La vida está llena de desilusiones. Como escribió Moisés (probablemente al final de su larga vida), «Los días de nuestra edad son setenta años; y si en los más robustos son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan, y volamos». (Salmo 90:10).

Si llegas al final de tu vida y todo lo que ves a tu alrededor es fracaso y ruinas, ¿ha sido un desperdicio? Estoy seguro de que eso era lo que probablemente Moisés pensaba al final de su larga vida con el pueblo quejándose y vagando por el desierto. «He criado a mis hijos, pero hicieron un desastre con sus vidas. Me entregué a mi compañía, y se vino abajo. Viví para mi matrimonio, y ahora mi cónyuge falleció. ¿Los recuerdos son realmente todo lo que tengo?».

En un universo gobernado por un Dios soberano, la respuesta es un resonante «¡No!» Dios está cumpliendo sus propósitos, no simplemente por los resultados de lo que haces, sino por lo que tu trabajo dice de él. ¿Fuiste fiel al criar a esos hijos? ¿Fiel en tu trabajo? ¿Tu matrimonio mostró la belleza del evangelio? Entonces tu vida ha sido una valla gigante anunciando la fidelidad de nuestro fiel Dios. Sin importar lo que haya quedado en tus manos al final de tu vida, tu vida puede haber sido rica en significado si ha contribuido con el propósito de Dios para el universo: la proclamación de su gloria.

Por tanto, pensemos sobre esto más detalladamente. ¿Cómo la soberanía de Dios da significado?

Primero, Dios da significado a lo mundano.

Según la Escritura, la verdad de que Dios es soberano sobre los detalles más pequeños de la vida es ineludible, y francamente, ¡no quisiera escapar de su soberanía! Mateo 10:29-31 dice, «¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre. 30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados. 31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos».

Así que, hagamos esto real…

  • ¿Manejaste durante 16 minutos antes de encontrar un puesto de estacionamiento esta mañana? Dios es soberano sobre eso.
  • Quizá no manejaste, quizá caminaste a tu iglesia. ¿Tropezaste en alguna de esas desiguales aceras? Dios es soberano sobre eso.
  • ¿Está dañada tu lavadora o secadora? Dios es soberano sobre eso.

Nada es tan pequeño como para no tener un propósito. Nada pasa por casualidad en esta vida. Como dice Proverbios 16:33, «La suerte se echa en el regazo; Mas de Jehová es la decisión de ella».

Segundo, Dios da significado a todas nuestras relaciones. 

Hechos 17:26-27 dice, «Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; 27 para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros».

Quiero que este versículo nos deje maravillados por lo impresionante que es Dios. Piensa en esto. Considera cuántas personas hay en esta clase, todos nosotros nacidos en diferentes épocas, en diferentes familias, en diferentes estados y países, y todos los acontecimientos que nos han sucedido a lo largo de nuestras vidas, todos nuestros tropezones, citas perdidas, transferencias de trabajos, todo eso nos ha traído a cada uno de nosotros aquí hoy. ¡Considera el número de acontecimientos sumados juntos en todas nuestras vidas que han conspirado para reunirnos hoy! ¡Es INMENSO!

Entonces, ¿qué tiene que ver esto con las relaciones? Bueno, ¿por qué tienes los vecinos que tienes? ¿Por qué estás sentado junto a la persona que está a tu lado? ¿Por qué tienes los compañeros de trabajo que tienes actualmente? ¿Por qué todos ustedes se toparán con personas aparentemente desconocidas en la semana? Porque Dios nos ha colocado en la vida de otros, sea que estemos hablando de amigos cercanos o de encuentros con extraños. Y él nos ha puesto donde estamos para que podamos buscarle, y quizá acercarnos y encontrarle, aunque no está lejos de ninguno de nosotros.

Considera cómo eso debería afectar la conversación que tienes con tu conductor la próxima vez que pidas un Uber o tomes un taxi. Considera lo que eso significa en la manera en que interactúas con tus vecinos y compañeros de trabajo. No existe algo como un encuentro casual. Todas las relaciones, todas las personas con las que te topas, todas ellas han sido colocadas soberanamente en tu vida por Dios.

Tercero, Dios le da significado a nuestro trabajo.

Es en la realidad del trabajo que la imagen de Dios en el hombre refleja más claramente a Dios como creador. En Génesis 1 Dios crea el universo, y luego procede a tomar la tierra que estaba ‘desordenada y vacía’ y formó una tierra habitable para que el hombre pudiera vivir. Y luego creó al hombre para que habitara la tierra y trabajara la tierra. El trabajo es básico para nuestra función como humanos. Greg Gillbert, en The Gospel at Work, dice esto, «De una forma u otra, tu trabajo de alguna manera implica la responsabilidad de sacar la belleza de la fealdad, ordenar el caos. Quizá las piezas no ensambladas se juntan para formar un complemento usado para crear un producto que la gente use. O los productos naturales son identificados, aislados y recolectados para crear algo nuevo. La enfermedad es tratada, la injusticia es rectificada; las ventanas rotas son reparadas, las aceras agrietadas son arregladas». (63).

No solo encontramos significado en el reflejo de la imagen de Dios en el aspecto creativo de nuestro trabajo, sino que también encontramos significado en la manera que Dios usa nuestros trabajos para perfeccionarnos y hacernos más como Cristo. Piensa en la soberanía de Dios al llevar a Jacob a trabajar para Labán, ¡quien se aprovechó de Jacob durante 14 años! Sin embargo, estaba dentro de sus propósitos. No solo Dios estaba orquestando soberanamente el linaje de donde Jesús vendría, sino que también estaba perfeccionando a Jacob en el proceso.

Como Pablo recuerda a los Efesios, sea que nuestro trabajo es difícil o agradable, todo debe hacerse para Dios. Dios es nuestro jefe. Y sin importar el lugar en el que estemos trabajando—en casa o en la mansión ejecutiva—Dios lo usa para moldearnos y cambiarnos más y más a la imagen de Cristo.

Así que, ¡alabado sea Dios que servimos a un Dios soberano! Como el autor de Eclesiastés parece clamar al final de su libro, «¡Significativo, significativo! Todo es significativo porque todo está ordenado por un Dios soberano y determinado».

VI. Conclusión: Una toma de decisiones tranquila

Permíteme concluir con una última implicación  de la soberanía de Dios en la toma de decisiones. Podemos estar en paz cuando tomamos decisiones. Jesús fue claro en el Sermón del Monte, «No os afanéis por vuestra vida» (Mt. 6:25). Pero las decisiones pueden ser algunos de los aspectos de la vida que más provocan ansiedad—especialmente para los jóvenes. Entonces, ¿cómo podemos estar tranquilos al tomar decisiones? Recordando que Dios está en control. Escucha Isaías 46:9-10, «Acordaos de las cosas pasadas desde los tiempos antiguos; porque yo soy Dios, y no hay otro Dios, y nada hay semejante a mí, que anuncio lo por venir desde el principio, y desde la antigüedad lo que aún no era hecho; que digo: Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero».

¿Crees que tu decisión puede frustrar su buen propósito soberano? ¿Realmente crees que tienes el poder para arruinar tu vida si Dios la ordenado para bien? El Salmo 84:11 dice que Dios no quitará el bien a los que andan en rectitud. ¿Escuchaste eso? Dios no apartará el bien de ti. Puede que luchemos con ver las cosas en nuestras vidas como buenas, pero estoy seguro de que si pudiésemos hacerlo desde la perspectiva de Dios, y conociéramos lo que él está haciendo en nuestras vidas a pesar de nuestras actuales circunstancias, no cambiaríamos nada.

Nos preocupamos por las decisiones que tomamos no porque pensemos que una mala decisión de alguna forma nos apartará de la buena voluntad de Dios o frustrará sus propósitos, sino porque queremos ser responsables. Queremos ser responsables porque así es como es un fiel administrador, y la fidelidad da gloria a Dios. Por tanto, cuando tengas que tomar una difícil decisión, hazlo lo mejor que puedas, de un modo que glorifique a Dios. Luego siéntate y relájate en el inquebrantable, imparable e intransigente poder de tu Dios bueno y soberano, que obra todas las cosas de acuerdo al designio de su voluntad. Así es una toma de decisiones tranquila.

 

 

[1]http://www.desiringgod.org/conference-messages/is-jesus-an-egomaniac

[2]C. S. Lewis, Reflections on the Psalms [New York: Harcourt, Brace and World, 1958, 93–95]

[3]http://www.desiringgod.org/conference-messages/is-jesus-an-egomaniac