Liderazgo
¿Deberían los ancianos ser ordenados?
En la mayoría de las denominaciones o iglesias, los titulares para los cargos son públicamente reconocidos cuando son instalados para éstos. Las preguntas que tenemos ante nosotros, entonces son, ¿cómo entendemos el significado de este acto? Y ¿y cuándo debería realizarse?
EL SIGNIFICADO DE LA ORDENACIÓN
Para analizar el significado de reconocer públicamente a un titular de un cargo, necesitamos mirar los diferentes términos utilizados en el Nuevo Testamento para describir este proceso. Leemos en Hechos 14:23 que Pablo y Bernabé «nombraron ancianos» en cada iglesia en varias ciudades de Asia Menor. El término griego traducido «designado» es cheirotoneo, la cual es una palabra compuesta tomada de «mano» (cheir) y «estirar» (teinô). En el griego clásico, la palabra significaba «elegir» o «escoger», originalmente levantando la mano. Con el tiempo, sin embargo, el elemento «mano» se convirtió en una metáfora muerta [1].
Por tanto, en el griego bíblico, cheirotoneo simplemente significa designar a alguien para un oficio o designar a alguien para una tarea específica. La única otra aparición del verbo en el Nuevo Testamento se encuentra en 2 Corintios 8:19, donde un hermano muy conocido fue «designado por las iglesias» para acompañar a Pablo en su viaje. Está claro en este caso que cheirotoneo significa designar o nombrar a uno para un puesto [2].
No obstante, en el griego patrístico volvió a significar «ordenar con la imposición de manos». Debido a este último uso, algunos intérpretes leen este significado posterior dentro del Nuevo Testamento y sostienen que Pablo y Bernabé ordenaron a los hombres al oficio de ancianos por la imposición de sus manos, lo que indica una concesión especial de autoridad o poder eclesiástico.
Aunque la imposición de manos a menudo se asocia con el nombramiento de ancianos, el autor transmite dicho significado al usar un término diferente. Por ejemplo, cuando Lucas quiere hablar de la imposición de manos, usa el verbo epitithemi más el sustantivo «mano» (cheir) (Hechos 6:6; 8:17, 19; 9:12, 17; 13:3; 19: 6; 28:8; ver también 1 Ti. 5:22). Otros afirman que la palabra cheirotoneo significa votar en el contexto de Hechos 14:23. Aunque este es un posible significado del verbo, no es probable que se base en el contexto. Pablo y Bernabé nombraron no votaron, para elegir a los ancianos de la iglesia.
El otro verbo usado para transmitir la idea de «nombrar» se encuentra en Tito 1:5, donde Tito es exhortado por Pablo a «nombrar ancianos [kathistemi] en cada ciudad» (NVI). Tanto en el griego clásico como en el bíblico, kathistemi se usa con el significado de nombrar a alguien para el cargo. Por ejemplo, Jesús le pregunta a alguien: «¿Quién me nombró a mí juez o árbitro entre ustedes?» (Lucas 12:14, NVI, énfasis agregado). También leemos acerca de cómo Faraón le mostró su favor a José, «que lo nombró gobernante del país y del palacio real» (Hechos 7:10, NVI, énfasis agregado).
La imposición de manos a menudo se asocia con el nombramiento o la comisión de alguien para un oficio o tarea específica. Los Siete que fueron elegidos para servir a la iglesia para aligerar las responsabilidades de los apóstoles «los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos» (Hechos 6:6). En la iglesia en Antioquía, el Señor escogió a Bernabé y a Pablo para realizar una tarea especial: «entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron» (Hechos 13:3).
En otro contexto, Pablo exhorta a Timoteo a no descuidar el don que le fue dado «mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio» sobre él (1Timoteo 4:14) [3]. Debería observarse aquí, que todo el cuerpo de ancianos impuso las manos y designó a Timoteo para el servicio y no solo un anciano u obispo. Finalmente, Pablo advierte a Timoteo: «No impongas con ligereza las manos a ninguno» (1 Tim. 5:22). Aunque Pablo no especifica la instalación pública de alguien en el oficio de anciano, el contexto trata exclusivamente con los ancianos [4].
La oración y el ayuno es también asociado con la selección y el nombramiento de líderes. Los apóstoles siguieron el ejemplo de Jesús, quien oró toda la noche antes de elegir a sus doce discípulos, los apóstoles (Lucas 6:12-13). Después de que la iglesia seleccionó a los Siete, leemos que los apóstoles «orando, les impusieron las manos» (Hechos 6: 6). De manera similar, cuando Bernabé y Pablo fueron nombrados misioneros, la iglesia ayunó y oró y luego los envió (Hechos 13:3).
El Nuevo Testamento nunca usa la palabra «ordenar» (en el sentido moderno y técnico) en relación con un líder cristiano el cual es instalado en un cargo [5]. Por tanto, a menudo es engañoso usar el término «ordenar» en nuestro contexto moderno si uno tiene en mente el concepto bíblico de nombrar o instalar públicamente a alguien en un cargo. Hoy, la palabra «ordenar» conlleva la idea de que una gracia especial se transfiere a través del acto de imposición de manos. A diferencia de la tradición episcopal, la cual afirma que la autoridad del oficio proviene del obispo aprobado al que es designado por la imposición de las manos; la autoridad del oficio proviene de Dios, quien llama y da a los hombres para guiar a su iglesia (Hechos 20:28; 1 Co.12:28; Ef. 4:11). El Nuevo Testamento no enseña que los elegidos para dirigir a la iglesia sean «ordenados» a un oficio sagrado y sacerdotal.
Es el deber de la iglesia reconocer a aquellos a quienes Dios ha apartado para este importante deber. Grudem comenta: «Si uno está convencido de que la iglesia local debería seleccionar a los ancianos, entonces parecería apropiado que la iglesia que eligió a ese anciano, —no un obispo externo— debería ser el grupo que confiera el reconocimiento externo en las elecciones instalando a la persona en el oficio u ordenando al pastor» [6]. Strauch advierte contra la comprensión del nombramiento de los ancianos a la luz del sacerdocio del Antiguo Testamento:
Los ancianos y los diáconos no son nombrados para un oficio sacerdotal especial u orden clerical sagrada. En cambio, están asumiendo cargos de liderazgo o servicio entre el pueblo de Dios. Deberíamos tener cuidado de no sacralizar estas posiciones más de lo que lo hacen los escritores en las Escrituras. El Nuevo Testamento nunca envuelve la instalación de ancianos en misterio o ritual sagrado. No hay rito sagrado que realizar ni ceremonia especial que observar. El nombramiento para el anciano no es un sacramento sagrado. El nombramiento no confiere ninguna gracia especial o empoderamiento, ni uno se convierte en sacerdote, clérigo u hombre santo en el momento de la instalación [7].
EL TIEMPO DE ORDENACIÓN
Es común para las personas recibir el título de «pastor» sin haber sido ordenadas. Pero si el análisis anterior es correcto, entonces, legítimamente, ser un «pastor» (o diácono) es ser «ordenado» en el sentido de ser instalado públicamente en ese oficio. La idea de separar el título del acto público de ser comisionado no se encuentra en la Biblia. Los ancianos no son nombrados para un cargo después que se convierten en ancianos. Pero al convertirse en ancianos, son nombrados para el oficio.
Por tanto, ser nombrado para el oficio de anciano implica que un hombre ha cumplido con los requisitos bíblicos, ha sido llamado por Dios, ha sido aprobado por la congregación y, en consecuencia, ha sido reconocido públicamente como uno que ocupa ese cargo. No necesariamente implica que él trabaja a tiempo completo para la iglesia o ha estado en el seminario. Más bien, significa que Dios ha llamado y dotado a una persona para guiar humildemente a la iglesia. Tampoco tiene precedentes bíblicos llamar a algunos líderes de la iglesia «pastores» antes de la ordenación y luego «reverendo» o «ministro» después de la ordenación.
RESUMEN
Los ancianos deberían ser «ordenados» si por ordenación simplemente nos referimos al reconocimiento público de alguien a un cargo y ministerio en particular. Quizás un término más apropiado y bíblico sea «nombramiento» o «comisión». El nombramiento para un ministerio era frecuentemente acompañado de oración, ayuno y la imposición de las manos. Estos actos públicos llaman la atención sobre la seriedad e importancia del nombramiento. Además, los ancianos deberían ser nombrados tan pronto como asuman su cargo.
Traducido por Renso Bello.
1.Por tanto, es poco probable que el verbo signifique «haber sido nombrado por voto popular». Ver JM Ross, «El nombramiento de presbíteros en Hechos 14:23», Expository Times 63 (1951): 288–89; Strauch, Anciano bíblico, 137–39.
2.Para un uso similar, ver Philo, De Specialibus Legibus 1.14.78.
3.Más tarde, Pablo indica que el don se le dio a Timoteo mediante la imposición de sus manos, lo que probablemente indica que Pablo estaba separado del consejo de ancianos mencionado en 1 Timoteo 4:14.
4.La imposición de manos también se encuentra en la conexión de aquellos que reciben el Espíritu (Hechos 8:17,19; 19:6) y aquellos que reciben sanidad (Hechos 9:12, 17, 28:8).
5 Banks, por ejemplo, escribe: «La ordenación, tal como la conocemos, no aparece en las cartas paulinas» (R. Banks, «Orden y gobierno de la Iglesia», en Diccionario de Pablo y sus cartas, eds. Gerald F. Hawthorne, Ralph P. Martin y Daniel G. Reid [Downers Grove, IL: InterVarsity, 1993], 135).
6 Grudem, Teología Sistemática, 925.
7.Strauch, Anciano bíblico, 285.