Ministerio

Cuatro formas de amar a los ancianos laicos

Por Taylor Cain

Taylor Cain sirve como Pastor Asociado en la Primera Iglesia Bautista Sylvan Hills. Vive en Little Rock, AR. Obtuvo un MDiv y M.A. en Consejería Bíblica en el Seminario Teológico Bautista del Medio Oeste. Está casado con Callie y tienen una hija, Audry. Síguelo en Twitter en @taylorjuancain.
Artículo
30.09.2022

Soy miembro de una iglesia que tiene la suerte de contar con cinco ancianos que pastorean, enseñan y supervisan nuestra congregación. Los cinco pastores tienen trabajos de tiempo completo que les permiten mantener a sus familias. Como actualmente estamos en un período de transición para contratar a un pastor en el equipo, ellos se encargan de todas las tareas pastorales. Estos cinco hombres aconsejan a nuestros miembros, llenan el púlpito y toman decisiones difíciles, todo ello mientras trabajan entre 40 y 50 horas a la semana en sus empleos.

Aquí hay cuatro maneras de cuidar a los pastores laicos que hacen un esfuerzo adicional por sus rebaños.

1. Proporciona un honorario a los ancianos laicos que predican

A lo largo del año, el pastor principal necesitará tiempo para descansar. Por lo general, un anciano laico ocupará el púlpito cuando el pastor principal se tome un domingo libre. Para que esto suceda, los pastores laicos hacen sacrificios para asegurarse de que su congregación tenga un mensaje de la Palabra de Dios el domingo. La preparación del sermón toma tiempo, lo que puede alejarlos temporalmente de la familia y de otros compromisos semanales.

Pablo le dice a Timoteo: «Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar» (1 Ti. 5:17). Pablo tiene en mente que más de un anciano puede ser considerado digno de una compensación económica («los que trabajan en predicar y enseñar»—plural).

¿Debe esta compensación venir como un puesto de salario a tiempo completo? No necesariamente. Es sabio permitir que los pastores laicos reciban alguna forma de pago por su trabajo. Si los pastores laicos no reciben actualmente un honorario por predicar, considera incluirlo en el presupuesto del próximo año. La iglesia debe procurar ser generosa con los que predican la Palabra. «Más bienaventurado es dar que recibir» (Hch. 20:35).

2. Muestra hospitalidad a los ancianos laicos y a sus familias

Los ancianos laicos no pastorean el rebaño en busca de recompensa y reconocimiento. Al fin y al cabo, gran parte de su trabajo pasa desapercibido, como las reuniones a primera hora de la mañana para atender las necesidades anímicas de los miembros de la iglesia. Las reuniones nocturnas de los ancianos pueden parecer reuniones fraternales, pero estos hombres se están agotando para cuidar de las almas de las que darán cuenta (He. 13:17).

La mejor manera de proporcionar un refrigerio a los ancianos y sus familias es invitarlos a cenar a tu casa u ofrecerles una comida durante la semana. Debemos cumplir los mandamientos de «los unos a los otros» como nos instruye 1 Pedro 4:10: «Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios».

3. Trata a los ancianos laicos con gracia y amabilidad

Aunque algunas necesidades pueden ser urgentes, debemos recordar que los pastores laicos tienen trabajos diarios regulares. A veces están abrumados con proyectos que tienen plazos urgentes. Pueden enfrentarse a una decepción por culpa de un compañero de trabajo difícil, y a veces solo necesitan una tarde tranquila con su familia.

Las necesidades de la congregación son importantes, pero debemos recordar que debemos tratar con gracia y amabilidad a quienes nos supervisan. Esperar que estén a nuestra entera disposición es injusto. Uno de los requisitos de un anciano es que «gobierne bien su casa» (1 Ti. 3:4). Debemos permitir a estos hombres la libertad de cuidar de su familia en primer lugar.

Como miembros de la iglesia, nosotros también debemos estar capacitados y equipados para el ministerio. La próxima vez que surja una necesidad, recuerde que Jesús está ahí para pastorear tu corazón, y que otros miembros son capaces de acercarse a ti para ofrecerte un consejo bíblico. Esto nos ayuda a no depender de nuestros ancianos como si fueran los únicos que pueden hacer la obra del ministerio.

4. Confía en tus ancianos laicos

Al igual que el pastor principal, los ancianos laicos cargan con la mayor parte de las dificultades de la iglesia. Es comparativamente más fácil someterse al pastor que ocupa el púlpito el 80% del año. Lo conoces, o al menos sientes que lo conoces. Le oyes hablar y explicar diversas decisiones y procesos. Pero los pastores laicos no suelen ser el centro de atención. Es probable que no los conozcas tan bien. No les has oído enseñar o explicar las cosas tan a menudo. Pero eso no debería importar. Siguen siendo hombres que Dios ha puesto sobre ti para cuidarte. Así que permíteles que velen por tu alma y que ofrezcan amablemente un consejo correctivo en tu vida. Ellos se preocupan por ti y pueden traer tanta sabiduría a la mesa como otros pastores.

Tristemente, nuestra iglesia recientemente ha tenido que apoyarse en nuestros ancianos laicos más que antes, después de que tuvimos que disciplinar a uno de nuestros pastores. Cuando se descubrió su pecado, nuestros ancianos laicos se apresuraron a informar a la congregación, y este pastor fue destituido la semana siguiente. Durante este tiempo, nuestros ancianos laicos oraron, aconsejaron y pastorearon a los miembros de nuestra iglesia durante horas y horas cada día. Respondieron a las llamadas telefónicas. Leían y respondían a las preocupaciones por correo electrónico. Guiaron a nuestra iglesia a través de una situación terrible.

En pocas palabras, nuestra congregación pudo seguir adelante gracias al fiel liderazgo de nuestros ancianos laicos. Esta es una de las muchas razones por las que una iglesia debe adoptar una pluralidad de ancianos. Continuamos nuestro ministerio evangélico porque teníamos cinco hombres calificados para liderar cuando uno de ellos cayó. Hermanos y hermanas, nombren a hombres piadosos y calificados para que los pastoreen. Confíen en ellos a lo largo de los años. Si lo hacen, la iglesia será más fuerte por ello.

 

Traducido por Nazareth Bello