Membresía

Cuando busques una iglesia, ten cuidado con el «encaje correcto»

Por Murray Campbell

Murray Campbell es el pastor principal de la Iglesia Bautista Mentone en Melbourne, Australia.
Artículo
21.01.2021

«Estoy buscando una iglesia que se parezca a mí».

Poca gente lo diría de manera tan grosera, pero el sentimiento es el mismo. Frecuentemente oigo a la gente decir que está buscando una iglesia que tenga «el encaje correcto». Con lo que la gente quiere decir, «Estoy en la búsqueda de una iglesia que provea los ministerios que estoy buscando, llena de personas con las que pueda identificarme y donde el estilo refleje mis preferencias personales».

Hay buenas razones para unirse y dejar una iglesia, pero algunas no tan buenas. Hay razones sensatas y pecaminosas. Pero entre los más comunes se encuentra lo que a menudo llamo una versión espiritualizada de la selección natural.

Dejé de intentar recordar todas las veces que alguien me dijo: «Murray, no hay suficientes familias jóvenes en tu iglesia». O, «Hay muchos niños». O, «El grupo de jóvenes es muy pequeño». O, «¿Dónde están todas las personas mayores?» O, «La iglesia es demasiado grande». O, «La iglesia es muy pequeña». «La música es muy nueva». «La música es demasiado tradicional».

Sin duda, también has escuchado todas estas razones y quizá las hayas usado tú mismo. Pero aquí está el problema: estas categorías no provienen de las Escrituras.

¿Por qué valoramos tanto encontrar personas de nuestra edad o personas que compartan nuestras preferencias sociales? En un nivel, tales predisposiciones son naturales. Los estudiantes universitarios se sienten atraídos naturalmente hacia otros estudiantes universitarios. Las familias con niños encuentran fácil mezclarse con otras familias que tienen niños. Nada de esto está mal, pero el evangelio une a las personas no sobre la base de redes naturales e intuitivas, sino sobre la base de la obra sobrenatural del Espíritu de Dios.

LO QUE PABLO DICE SOBRE ESTO

La iglesia en Éfeso enfrentó una gran división cultural entre judíos y gentiles. Pablo les recordó quién los unió:

«12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. 19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo» (Efesios 2:12-20).

A los gálatas les dijo algo similar: «No hay judío ni gentil, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús» (Gálatas 3:18).

Dios no nos eligió de acuerdo con las reglas de la selección natural, sino de acuerdo con la gracia sobrenatural. Cuando juzgamos a nuestra iglesia de acuerdo con los caprichos de la selección natural, estamos cortando los medios por los cuales se establece y crece una iglesia.

Las iglesias del Nuevo Testamento estaban integradas por una variedad de personas de diferentes culturas y clases. Ricos y pobres, hombres y mujeres, judíos y gentiles, todos juntos eran miembros, llamados a servirse unos a otros en amor. Esto hizo que la iglesia fuera atractiva para las personas alrededor de ella. Aquí había un lugar donde el estatus no los dividía, donde las personas diferentes encontraron el vínculo más profundo y más estable.

¿QUÉ CRITERIOS SON IMPORTANTES?

Desde luego, hay algunos criterios que son importantes cuando se trata de unirte a una iglesia. La teología, por ejemplo, es muy importante. Debe haber suficiente alineación teológica; de lo contrario, ya se ha establecido la trayectoria para un final infeliz. El idioma es otro factor importante. Es difícil hablar, escuchar y establecer relaciones cuando no se comparte la misma lengua. Y no debemos descuidar la ubicación. Si viajas 40 minutos en cada sentido un domingo, ¿qué tan involucrado puedes estar en la vida y la salud de esa iglesia? ¿Están tus vecinos y amigos (que probablemente viven cerca de tu casa y a quienes estás invitando a la iglesia) igualmente preparados para viajar esa distancia?

Cuando permitimos que la visión bíblica de la iglesia informe y transforme nuestras expectativas, las ganancias son inmensas. Comenzamos a construir una iglesia basada en la gracia. Demostramos al mundo que Cristo es verdadero y que es suficiente para la unidad perdurable. Demostramos la amplitud y belleza de la reconciliación del evangelio y socavamos el individualismo desenfrenado que disminuye la belleza de la iglesia, niega el poder del evangelio y paraliza la gracia y el crecimiento centrados en el evangelio.

Cuando Susan y yo vivíamos en Londres, nos unimos a un pequeño grupo formado por miembros de nuestra iglesia. Solo tenía 23 años, era el más joven del grupo. El mayor tenía más de 80 años. Cada semana, doce personas de diferentes ámbitos de la vida se reunían en la sala de estar de alguien. Había estudiantes, trabajadores, jubilados, solteros, matrimonios, con hijos y sin hijos. El hecho de que tuviéramos poco en común no le restó valor al grupo. De hecho, lo contrario era cierto. Juntos teníamos a Cristo, y nuestra unidad en Cristo fue suficiente. Aprendimos a amarnos y animarnos unos a otros. Después de todo, eso es lo que hace el evangelio. Reúne a personas que de otro modo nunca se conectarían, y mucho menos construirían una amistad profunda y duradera.

Puede parecer contrario a la intuición, pero unirse a una iglesia como uno de los pocos jóvenes —o la única familia con niños pequeños— podría ser usado por Dios para traer más adultos jóvenes o más familias a la iglesia. En lugar de intentar salir, ¿por qué no confiar y comprometerte?

En resumen, encontrar una iglesia llena de gente «como nosotros» puede ser una mala idea. Algunas veces, el «encaje correcto» no es lo mejor. En lugar de enfocarnos en estos detalles, unámonos y sirvamos a iglesias que se parecen a Jesús y alentémonos a ser más como él, mientras amamos sacrificialmente a aquellos que no son como nosotros.


Traducido por Renso Bello