Clases esenciales: Cristianos en el lugar de trabajo

Cristianos en el lugar de trabajo – Clase 4: Un nuevo objetivo: El éxito es la fidelidad

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
26.02.2019

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Clase esencial
Cristianos en el lugar de trabajo
Clase 4: Un nuevo objetivo: El éxito es la fidelidad


Introducción

¡Bienvenido! Quiero hablarte de cuatro cristianos al comenzar la clase de hoy.

Sam está estresado en el trabajo. Está a cargo de preparar la oferta para renovar el contracto de su compañía, y las cosas no están saliendo bien. 30 empleos están en riesgo si no lo hace bien. Y por encima de las cosas temporales, está estresado por las cosas espirituales. ¿Está invirtiendo tanto tiempo en el contrato que se está perdiendo de oportunidades para compartir el evangelio? ¿De qué le sirve a un hombre ganar un contrato gubernamental si perdiere su alma?

Willa se pregunta si está desperdiciando su vida. Ella y su esposo decidieron hace cinco años que renunciaría a su trabajo para estar en casa a tiempo completo con sus hijos. Sus amigas amas de casa siguen asegurándole que lo que está haciendo es realmente valioso, incluso si el mundo no está de acuerdo. Pero ninguna de ellas tenía el trabajo que ella tenía. ¿Realmente es más valioso limpiar narices que negociar la paz en zonas de guerra?

Felicia está profundamente metida en los males del fracaso. Pasó los primeros 30 años de su carrera levantando una compañía que acaba de desaparecer. Sus empleados, sus ahorros, su entusiasmo y su optimismo se han ido. ¿De qué sirvió todo?

Y Sean se está gloriando del éxito. A diferencia de la compañía de Felicia, su negocio va viento en popa, y después de años de arduo trabajo, casi no tiene que mover un dedo para seguir produciendo dinero. Un trabajo de 4 horas a la semana. ¿Qué hay de 40 minutos a la semana? De esto consiste la vida, ¿no es así?

Entonces, ¿qué dice la Biblia al estresado Sam, la dudosa Willa, la fracasada Felicia y el exitoso Sean?

Como puedes adivinar del título de nuestra clase, la razón por la que escogí estos cuatro ejemplos es que todos estos cristianos necesitan un objetivo más bíblico para su trabajo. Es decir, en lugar de medir el éxito en base a la productividad, el valor o los resultados, deberían trabajar con el objetivo de ser considerados como fieles. Por tanto, la «fidelidad» es nuestro tema el día de hoy. Empezaremos mirando qué es la fidelidad, cómo el trabajar para ser fieles es distinto a cómo trabajamos la mayoría de nosotros, y finalmente regresaremos para aconsejar a estos cuatro amigos confundidos.

¿Qué es la fidelidad?

Comencemos enlazando la clase de la semana pasada. La semana pasada, hablamos acerca de cómo cuando somos cristianos obtenemos un nuevo jefe. Trabajamos para Jesús, y él nos ha dado una nueva asignación: mostrar su gloria en nuestro trabajo. Dicho de otra manera, el trabajo se ha convertido nuevamente en un acto de adoración como lo era en Edén.

Y la gran implicación aquí es que para quién trabajas es más importante que lo que haces. El mundo te dirá lo contrario. Te dirá que la vida encuentra su significado en el trabajo, o que el trabajo es solo un mal necesario en el camino hacia el ocio. Pero eso no es verdad. Trabajas para Jesús. Y eso es más importante que cualquier trabajo en sí, ya sea que seas un ama de casa o un banquero, un empleado político o un albañil, un barista o un contador. Sin importar lo que estés haciendo, lo haces para glorificar a Jesús.

Si mantienes esta idea en mente, cambiará la manera en que piensas acerca de tu trabajo y la manera en que te involucras en tu trabajo. ¿Por qué? Porque cuando glorificar a Jesús es nuestra principal motivación, nuestro trabajo, independientemente de sus detalles, se convierte en un acto de adoración. Somos libres de pensar que el trabajo no tiene un propósito, y somos igualmente libres de pensar que tiene un propósito final. Un trabajo se convierte en la principal forma en la que servimos y amamos a nuestro Señor.

Para quién trabajas es más importante que lo que haces porque tu trabajo finalmente se trata de él, no de ti. Es un acto de adoración.

Y eso es lo que nos lleva a esta idea de fidelidad. Si tu trabajo es un acto de adoración, ¿de qué manera evaluará tu verdadero jefe, Jesús, tu desempeño? En base a lo que tu vida en el lugar de trabajo dice de él. Y eso es lo que la Biblia llama ser fiel. La fidelidad consiste en actuar en obediencia para mostrar la bondad de Dios.

Ahora bien, ese podría ser un uso de la palabra ligeramente diferente al que estamos acostumbrados. Pensamos en la fidelidad como algo aburrido o confiable. O un sinónimo para una persona religiosa. Pero el enfoque de la Biblia es mucho más profundo y emocionante que eso. Para ver esto, vayamos a la parábola de Jesús acerca de los talentos en Mateo 25.

Aprende del siervo infiel

Permíteme resumir la parábola. Un señor da cinco talentos a un siervo, dos a otro, uno a un tercero, y se va. Cuando regresa encuentra que los dos primeros pusieron los talentos a trabajar e hicieron más. Así que cuando él los llama a rendir cuentas, esto es lo que dice al primer siervo: «Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor». Dijo lo mismo al segundo. Pero cuando el tercer siervo llega, la respuesta es diferente.

«24 Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; 25 por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 26 Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. 27 Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. 28 Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. 29 Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 30 Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes».

El tercer siervo va al infierno. «Allí será el lloro y el crujir de dientes». ¿En serio? No perdió el talento, ¿cierto? ¡Lo devolvió! ¿El infierno? ¿Solo porque no regresó más de lo que había recibido? ¿Qué está sucediendo?

Bueno, lo creas o no, lo que está sucediendo es el evangelio. Omite esta parte, y toda la parábola se vuelve moralista. Sin este último detalle, la parábola trata acerca de hacer lo mejor, de esforzarte al máximo por complacer a Dios. Pero si podemos descubrir por qué las acciones del tercer siervo lo hacen merecedor del infierno. Podemos leer esta parábola con nuevos ojos.

La clave aquí es lo que las acciones de este siervo dicen acerca de su señor. Trató de salir airoso en ambos sentidos. Estaría bien si su señor regresaba y estaría bien si no regresaba. ¿Lo ves? El tercer siervo estaba practicando una estrategia de mitigación de riesgos. Estaba cubriendo sus apuestas. Y lo que eso decía era que su señor no era confiable para cumplir sus promesas. La promesa de que regresaría, la promesa de que recompensaría a sus siervos. Pero ese no era el caso, ¿verdad? Este señor era digno de confianza e increíblemente generoso. «Entra en el gozo de tu señor». Después de todo, este señor representa a Dios. Así que cuando el tercer siervo dijo: «Señor, te conocía que eres un hombre duro», demostró que no conocía a su señor en absoluto. Y sus acciones además mintieron acerca de la excelencia y fidelidad de este señor.

Compara eso con las acciones de los dos primeros siervos. Ellos apostaron todo a las promesas del señor. Creyeron con sus vidas que él era fiel a su palabra, y que arriesgar todo por él era lo mejor que podían hacer. Y estaban en lo correcto.

Este giro al final demuestra que esta es una parábola que trata acerca de la fe. La fe en el Señor. Como dijo Jesús en el Sermón del Monte, nadie puede servir a dos señores. No puedes tener ambas cosas: vivir para ti, y vivir solo lo suficiente para que Dios te permita entrar en el cielo. La doble mentalidad de este siervo demostró que no tenía fe.

Santiago nos dice que incluso los demonios creen en Dios y tiemblan. ¿Cuál es la diferencia entre la fe demoníaca y la fe salvadora?  La fe salvadora no solo cree los hechos acerca de Dios. Cree que Dios es bueno para con nosotros. Que sus recompensas son valiosas. La fe salvadora cree en la bondad de su plan y entra con entusiasmo al cuidado de Dios, dejando todo atrás. Cuando realmente creemos que las recompensas de Dios valen el costo aquí en la tierra, nuestras vidas se convierten en anuncios vivientes de lo bueno y deseable que es él. Pero cuando decimos: «Quiero ir al cielo, pero tampoco quiero arriesgarlo todo porque en realidad no confío en los planes de Dios para mí». Entonces nuestras vidas se convierten en anuncios vivientes que comunican que él no es bueno, que no es digno de confianza. Al igual que este siervo infiel.

Los dos primeros siervos fueron considerados fieles porque actuaron de buena fe, fueron obedientes. Pero la obediencia no fue un fin en sí; la obediencia demostró la bondad y la confiablidad de su señor. Y eso es fundamental. La fidelidad es importante porque demuestra quién es Dios. Eso explica las palabras de Jesús a los siervos fieles. Su recompensa es que ellos entran en el gozo de su señor. Entran en su gozo. El gozo de quien él es. Dios se deleita en su bondad, y cuando somos fieles, también nos deleitamos en su bondad. 

La fidelidad vs. Los resultados

El principio, entonces, es que Dios evalúa nuestro trabajo en base a nuestra fidelidad. En otras palabras, ¿hasta qué punto nuestra obediencia ha demostrado que él es bueno y digno de confianza? Esto aplica a nuestros trabajos, nuestras familias, nuestro dinero, nuestras iglesias, nuestras capacidades, nuestra administración de todo lo que él nos ha dado.

Eso puede parecer sencillo. Pero en realidad es bastante opuesto a cómo la mayoría de nosotros vive. Así que lo quiero hacer ahora es comparar trabajar por la fidelidad, por un lado, y trabajar por los resultados, que es lo que la mayoría de nosotros hacemos.

Tomemos un ejemplo típico de Washington, DC de la vida de uno de los ancianos de CHBC. Bill trabaja para una compañía que depende en gran medida del banco Import-Export que es financiado por el Congreso.  El Congreso no financió al banco este año, y la compañía le dijo a Bill que era su trabajo construir una coalición de compañías y legisladores para que el banco fuera financiado nuevamente. Es una situación de alto riesgo; incluso el jefe de la compañía está encima de Bill para que el asunto se resuelva.

¿Qué motivará a Bill?

  • La reputación. Es la clase de chico que resuelve, y no fallará ahora.
  • Su jefe. Quiere complacer a su jefe, y especialmente cuando el director ejecutivo de una de las más grandes compañías del país está al pendiente.
  • El dinero. Posiblemente si hace bien el trabajo, habrá una buena recompensa para él. Y Bill tiene toda clase de ideas acerca de cómo usar ese dinero para el bien de otros.
  • El bien público. Bill cree que esto es bueno para el país, que su trabajo salvará empleos.
  • La carrera. Victorias como esta es lo que harán que la carrera de Bill avance, lo que le permitirá criar una familia en un lugar costoso como Capitol Hill y continuar sirviendo en nuestra iglesia.

Ahora, aunque todas estas cosas pueden ser idolatradas y mal utilizadas, son en sí mismas buenos motivos. Y estoy seguro de que en el caso de Bill, son buenos motivos. ¿Pero ves que todos están orientados hacia el resultado? Todos consisten en trabajar duro para lograr algo en esta vida.

Y hay dos problemas con trabajar por los resultados que podemos ver.

  1. No sabemos lo que es realmente valioso. Alguien una vez dijo, es como si Dios hubiese venido a la tienda y hubiese cambiado todas las etiquetas de los precios. Simplemente no sabemos cuánto vale cada cosa. Nuestros ojos no pueden decirnos lo valioso que es algo para Dios. Entonces, ¿qué vida parecerá más valiosa desde la perspectiva del cielo? ¿El hombre que pasa su vida luchando con éxito por la fe en Cristo mientras batalla con una enfermedad mental, que nunca prospera, que nunca conserva un trabajo por mucho tiempo, que nunca puede invertir en las vidas de otros y simplemente sobrevive hasta el final? ¿O el hombre que encabeza una gran empresa filantrópica y lucha por la fe, también con éxito, para dar gloria a Dios mientras su organización prospera. ¿Cómo podemos saberlo? ¿Acaso importa? No tenemos la perspectiva de Dios. Pero no la necesitamos; todo lo que tenemos que hacer es obedecer en cualquiera sea la situación que él nos coloque. En otras palabras, ser fieles.
  1. Pero también hay un segundo problema, si medimos el éxito en base al valor nos decepcionaremos porque las cosas de este mundo están desapareciendo. Isaías 40:6: «Toda carne es hierba, y toda su gloria como flor del campo».

Me recuerda del famoso poema de Shelley, Ozymandias:

A un viajero vi, de tierras remotas.

Me dijo: hay dos piernas en el desierto,

De piedra y sin tronco. A su lado cierto

Rostro en la arena yace: la faz rota.

Sus labios, su frío gesto tirano,

Nos dicen que el escultor ha podido

Salvar la pasión, que ha sobrevivido

Al que pudo tallarlo con su mano.

Algo ha sido escrito en el pedestal:

«Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad!

Mi obra, poderosos. ¡Desesperad!

La ruina es de un naufragio colosal.

A su lado, infinita y legendaria

Solo queda la arena solitaria».

Mi esposa ha dicho que, como doctora, se dedica a prolongar la vida, no a salvarla. Porque al final todos mueren. No es que prolongar la vida no sea inmensamente importante, pero no es lo máximo. Si eres profesor, enseñas a niños que olvidarán la mayor parte de lo que les enseñaste. Un constructor construye cosas que algún día serán derribadas. Un escritor escribe cosas que algún día nadie leerá. Si te pones tu sombrero de cínico y pesimista, puedes ponerte bastante triste con cualquier cosa que hagas. Nada dura.

Por tanto, trabajar por los resultados, como puedes ver, no tiene sentido. En cambio, trabaja con tu última evaluación de desempeño en mente. Así como esos siervos en Mateo 25 tuvieron que rendir cuentas, también lo haremos nosotros. Hebreos 4:13: «Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta». En se día el verdadero valor de lo que hemos hecho será descubierto ante él.

¿Cómo trabajamos a la luz de ese día? Trabajamos para ser fieles. Sea que Dios te haya convertido en el director ejecutivo de una compañía o en el empleado de correos, trabajas para el Señor para que un día puedas decirle que aprovechaste las oportunidades que él te dio. ¿Por qué es eso importante? Porque como vimos anteriormente, la obediencia fiel demuestra la bondad y la gloria de Dios. Y eso durará para siempre. Así que, sí, todo en lo que trabajas un día quedará hecho polvo. Pero la buena noticia es que la manera en que lo hiciste, y el motivo por el cual lo hiciste tienen el potencial de glorificar a Dios por siempre y para siempre. ¡Increíble!

Algunos ejemplos prácticos

Finalicemos con algunos ejemplos prácticos de esto, de nuestros cuatro amigos cristianos al inicio de la clase.

Primero, comencemos con el estresado Sam. Si él está en busca de los resultados como el resto del mundo, terminará desobedeciendo el mandamiento de Jesús de no preocuparse. Porque conseguir ese contrato es realmente importante y está realmente fuera de su control. Eso es cierto en el ámbito temporal con el contrato y también en el ámbito espiritual, en el evangelismo. Pero: cuando él reconsidera su rol a través de los lentes de la fidelidad, las cosas lucen bastante diferentes. Por un lado, entiende que la manera en que realiza ese contrato es potencialmente más importante que si lo gana o no. La manera en la que actúa puede decir mucho acerca de la confiabilidad de su Dios, si se rinde ante la preocupación, si cruza los límites de la ética para obtener el trato, si se relaciona con otros en el contrato como personas a quienes servir o personas a quienes usar. Gane o no, eso en realidad es mucho menos significativo desde una perspectiva espiritual. Ahora bien, una observación importante: Por la gracia de Dios, hay una correlación bastante estrecha entre trabajar como para el Señor y ganar contratos, porque las personas que no están estresadas se relacionan con quienes las rodean con amor y generosidad, que son honestas y están llenas de integridad, esas cosas son a menudo buenas para los negocios. Pero Sam está actuando así para mostrar la obra que Dios ha hecho en su corazón, no solo porque son buenas prácticas comerciales.

Lo mismo es igual en la dimensión espiritual. Dios lo ha llamado al lugar de trabajo como un trabajador, no como un evangelista. Sam necesita confiar en que Dios ha diseñado las cosas a fin de que ser fiel en un llamado, como trabajador, nunca lo obligue a fracasar en otro llamado, como evangelista. Ambos son importantes, ambos requieren de su tiempo, y en el plan soberano de Dios ambos pueden llevarse a cabo. Para usar el lenguaje de nuestra clase anterior, todos tenemos múltiples llamados secundarios que apoyan nuestro llamado principal: por Cristo, de Cristo, para Cristo. Nuestro trabajo es ser fieles en todos esos llamados secundarios. Y ya que solo tenemos un señor, el perfecto Señor Jesucristo, podemos hacer todo lo que él nos ha llamado a hacer.

Siguiente, veamos la vida de Willa: la madre que se pregunta si quedarse en casa con sus hijos es realmente más valioso que lo que solía hacer como negociador de paz. Algunas de sus amigas la animan: «Sí, la maternidad es más valiosa de lo que el mundo dice». Otros le dicen que deje de desperdiciar los dones que Dios le ha dado. ¿Qué le dice la fidelidad? Le dice que está haciendo la pregunta equivocada. Willa no está en la posición de determinar qué es más valioso. Ella simplemente está en una posición donde debe ser fiel en la situación donde Dios la ha puesto. Ser un negociador de paz es genial, pero bastante opcional. Ser madre, bueno, dado que ella es mamá y esos niños no irán a ningún lado, eso no es opcional en absoluto. Así que si ella y su esposo deciden que para criar a estos niños, en este momento de la vida, se necesita de una mamá a tiempo completo para ser fieles a su llamado como padres, deberían hacerlo sin arrepentirse. Jesús no depende de Willa para lograr la paz; después de todo, él es el Príncipe de Paz. Por supuesto, quizá en el futuro, ella y su esposo decidirán que para ser fieles ella debería regresar al lugar de trabajo dada las cambiantes necesidades de su familia y su capacidad de glorificar a Dios en el lugar de trabajo.

Luego está la fracasada Felicia. ¿Qué le dice el objetivo de la fidelidad? Bueno, es un recordatorio de que como cristiana su gran objetivo nunca fue el éxito de ese negocio, que de todas maneras no estaba destinado a durar para siempre. No, su gran propósito era obedecer a Cristo en las oportunidades que él le dio, ser ambiciosa para su gloria. Y su esperanza es que el fruto espiritual de esa fidelidad estará con ella en el cielo para siempre, porque Dios estará con ella en el cielo para siempre. Ahora, ¿es posible que el fracaso de su negocio sea en parte resultado de su infidelidad? Por supuesto. Quizá llegó por su ociosidad, por su poca disposición de buscar ayuda, por un mediocre trato hacia los demás. Por tanto, el fracaso es siempre una buena oportunidad para reexaminar si estamos siendo fieles.

Somos tontos si fracasamos ante los ojos de este mundo y nos encogemos de hombros sin pensarlo dos veces, como si creyésemos que no hemos fallado ante los ojos de Dios. Pero hay una diferencia entre cometer errores y ser infieles. Cuando somos infieles necesitamos arrepentirnos. Cuando cometemos errores, simplemente aprendemos y avanzamos. Y avanzamos confiando que incluso en una vida de errores, la fidelidad aún puede proclamar la gloria de nuestro Dios.

Y finalmente, mencioné al exitoso Sean que no necesita trabajar otro día en su vida. ¿En serio? ¿Quién lo dice? ¿Acaso sentarte a hacer nada es ser fiel a tu verdadero jefe? ¿Acaso la Biblia celebra la vagancia? Ahora, quizá su éxito mundano significa que puede cambiar donde invierte su tiempo. Pero la exigencia de la fidelidad a Cristo es la misma ahora que cuando Sean estaba construyendo su negocio con avidez los primeros días. Considera las palabras para él en Efesios 5: «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (v. 15-16).

Cómo podemos ser fieles deliberadamente

En un mundo que está obsesionado con los resultados, es realmente difícil mantener nuestros ojos en la fidelidad. ¿Cómo lo hacemos?

Revisa tu fidelidad a diario. En tu tiempo de oración cada mañana, ora por lo que anticipas hacer ese día. Pero no ores simplemente por los resultados; ora para que puedas ser fiel. Piensa en cómo se vería la fidelidad en cada actividad. Ejemplo: Señor, dame gracia para con mi colega Sue en esta reunión. Dame un deseo de trabajar duro como para ti cuando esté trabajando en ese reporte que detesto. Donde corras el riesgo de fallarle a Jesús en tu día, ora con la mirada puesta en la fidelidad.

Habla de la fidelidad. A veces puede parecer secular cuando nos reunimos con amigos cristianos para hablar del trabajo. Bueno, es cierto que nuestra conversación no debería ser igual a la de nuestros amigos inconversos acerca de su trabajo. Pero si vas a dedicar 40, 50 o incluso más horas a la semana a tu trabajo, es un gran tema para hablar con tus amigos. Solo asegúrate de que esas conversaciones se enfoquen más en tu fidelidad y menos en lo que estás logrando, o esperas lograr, ante los ojos de este mundo.

Revisa tu fidelidad cada año. Es importante ver cada escenario de tu vida como una asignación diferente por parte de Jesús. ¿Cómo te va siendo fiel en esas diferentes asignaciones? Para mí, serían ser un esposo, padre, vecino, empleado de la iglesia, anciano, líder de un grupo pequeño. Escribe tu descripción para cada una de esas asignaciones. La descripción del trabajo de Jesús para ti podría variar un poco de la descripción del trabajo que tu jefe terrenal tendría para ti. Evalúa cómo estás yendo en contra de esa descripción, arrepiéntete del pecado que identifiques y alaba a Dios donde veas fidelidad. Finalmente, considera dónde podrías avanzar para dar fruto. Quizá sea en un buen retiro de medio día o incluso de varios días anualmente. Tal vez solo, tal vez con algunos amigos.

Conclusión

Debemos recordar que estamos sirviendo al Rey, y él es infinitamente sabio en la manera en que nos despliega, para decidir cuál de nuestros talentos y capacidades escoge usar y cómo. Todos queremos ser generales y comandantes en su ejército. Nos sentimos desplazados cuando él no nos explica todo y decide enviarnos a las trincheras. Pero, ¿no es ese su derecho? Y por encima de eso, ¿no podemos confiar en él? ¿Acaso no es un regalo de su magnífica gracia el que podamos trabajar para él? ¿Quiénes somos para aceptar la gracia de su mano y luego malhumorarnos cuando escuchamos nuestra asignación? «Querido hijo, quiero que trabajes en las  trincheras. Tengo una estrategia brillante en desarrollo, y todavía no lo entenderás, pero algún día lo harás». Si nuestros corazones están llenos de fe y amor hacia nuestro Rey, no rechazaremos sus asignaciones; confiaremos por fe en él, sirviendo con gozo porque servimos al Rey de Reyes. Es a quién sirves lo que importa.