Liderazgo

Cómo las congregaciones que ejercen autoridad se someten a los ancianos

Por Bobby Jamieson

Bobby Jamieson es pastor asociado de la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, DC. Él es el autor, de su más reciente libro, La Muerte y Ofrenda Celestial de Jesús en Hebreos. Puedes encontrarlo en Twitter en @bobby_jamieson
Artículo
04.05.2020

Si la congregación en su conjunto es el tribunal al que apelamos finalmente, ¿qué significa para una iglesia local someterse a sus líderes?

La Biblia enseña que los ancianos deben enseñar la Palabra, mostrar un ejemplo piadoso para la congregación y supervisar sus asuntos (1 Ti. 3: 2; 1 P. 5: 3; 1 Ti. 5:17). Por tanto, las Escrituras llaman a todos los cristianos a «someterse» a los líderes de nuestras iglesias (He. 13:17). Al mismo tiempo, las Escrituras enseñan que la congregación en su conjunto tiene la autoridad final en cuestión de disciplina (Mateo 18:17; 1 Co. 5: 4-5) y doctrina (Ga.1).

¿Ves el dilema? Si la Biblia localizara la autoridad de la iglesia exclusivamente en los ancianos, la idea de sumisión sería simple: los ancianos tomarían las decisiones y la congregación se sometería a esas decisiones. Pero, ¿qué significa para una congregación someterse a sus ancianos cuando la congregación misma tiene la autoridad final?

En lugar de considerar esta pregunta en forma abstracta, hagámoslo en un entorno real que pueda considerarse.

En un caso de disciplina eclesiástica. Yo diría que, incluso en una iglesia congregacional, el proceso de disciplina debe ser dirigido por los ancianos. Trabajar para restaurar a alguien que está en pecado requiere madurez espiritual (Gálatas 6: 1, Judas 23). Por tanto, tiene sentido que los ancianos sean el equipo principal que trabaja detrás de la escena para abordar los problemas del pecado en la congregación.

Aun así, la congregación mantiene la autoridad final. Finalmente, La decisión de excomulgar a alguien debe ser de ella. Los ancianos no pueden simplemente «anunciar» que han excomulgado a tal o cual persona. Deben llevar todos los casos irresolubles de pecado no arrepentido a la congregación para una decisión final.

Ahora, la verdadera pregunta difícil es esta: ¿cuánto necesita saber la congregación para poder ejercer legítimamente su autoridad en materia de disciplina pública?

Este es un tema delicado. Por un lado, no edificaría a la congregación conocer todos los detalles, y el hacerlo puede perjudicar innecesariamente al miembro que cometió la falta. Por otro lado, la congregación necesita saber lo suficiente para tomar una decisión informada y ejercer su responsabilidad con integridad.

Imagina que estás en una reunión congregacional y los ancianos recomiendan que la congregación discipline a un hombre por «borrachera habitual no arrepentida». Los ancianos usan esas palabras exactas y explican que han estado trabajando con este individuo por algún tiempo, y él ha persistido obstinadamente en su pecado. Explican además que el apóstol Pablo claramente enseña que las personas que viven de esta manera no heredarán el reino de Dios (1 Co. 6:11). Entonces recomiendan que la iglesia actúe para excluir a este individuo de la membresía y para orar por su arrepentimiento y restauración.

Ahora te toca a ti y a los demás miembros de la iglesia considerar el caso. Como respondes, ¿qué significa someterte a tus ancianos cuando tú, junto con los otros miembros de su iglesia, son llamados a tomar una decisión en este asunto?

Una respuesta completa puede diferir de un caso a otro, pero aquí hay una parte crucial: la confianza.

Un miembro poco sumiso no estará satisfecho con los detalles aparentemente escasos que los ancianos han proporcionado. En cambio, exigirá una cuenta completa detalles de incidentes específicos, transcripciones de las conversaciones de los ancianos con el individuo o de lo contrario, rehusará participar. Insistirá en tener todos los hechos, para poder hacer un juicio independiente. Querrá escuchar argumentos opuestos por el bien de la «justicia». No considerará las palabras de los ancianos para nada.

Desconfiará de los ancianos, encubriéndose en un lenguaje de «responsabilidad», «transparencia» y «derecho».

Pero ese tipo de actitud hace que la disciplina eclesiástica —y muchas de las otras responsabilidades de la iglesiasea prácticamente imposibles de cumplir. Esto conduce al tipo de comité del congregacionalismo general lo cual, comprensiblemente, le da un mal nombre al congregacionalismo. Paraliza a los ancianos de la iglesia a quienes se les da un título y una responsabilidad, pero luego tienen que colgarlo al sol, cuando más necesitan la confianza de una iglesia.

En cambio, un miembro de la iglesia sumiso, no se establecerá como un comité de revisión independiente para cada decisión que tomen los ancianos.  Reconocerá que los ancianos han sido establecidos para liderar; y que, para liderar, se necesita confiar en ellos.

Entonces, un miembro de la iglesia piadosa se inclinará a tomar en serio la posición de los ancianos. Se inclinará a confiar en su evaluación del pecado de alguien. Él confiará en que han seguido fielmente los pasos bíblicos que preceden a la disciplina pública y que los ancianos tienen buenas razones para no contarle a la congregación, todos los detalles bochornosos del caso. Eso no quiere decir que nunca, bajo ninguna circunstancia, disentirá o expresará desacuerdo. Por ejemplo, puede haber momentos en que un miembro de la iglesia sabe algo crucial que los ancianos, de alguna manera, han pasado por alto. Tampoco significa que nunca hará preguntas. Lo que significa es que está dispuesto a seguir a los ancianos a pesar de no conocer todos los detalles. Se someterá, confiando en ellos.

Para que una congregación ejercite su responsabilidad en la disciplina, los ancianos deben darle suficiente información para actuar sabiamente. Y para poder ejercer esa responsabilidad de manera sumisa, una congregación necesita confiar en sus líderes.

¿Qué pasa si no confías en los ancianos para actuar de manera responsable? Quizás deberías estar en una iglesia diferente. ¡No todos los ancianos son confiables!

Pero si eres el tipo de persona que tendría problemas para confiar en los ancianos en cualquier iglesia real, no hipotética, el problema podría estar en ti. Puede haber más orgullo en tu corazón de lo que estás creyendo. Los que estamos llamados a someternos a nuestros ancianos deberíamos estar dispuestos a seguirlos sin tener todas las respuestas, al igual que seguimos al Señor que los designó.


Traducido por Renso Bello