Discipulado

Nueve Factores a Considerar Cuando Elegimos a Alguien para Discipular

Por Mark Dever

Mark Dever es el pastor principal de Capitol Hill Baptist Church en Washington, D. C., y el presidente de 9Marks. Puedes encontrarlo en Twitter como @MarkDever.
Artículo
03.09.2018

Imagina a dos miembros de iglesia. Llamémosles Bob y Bill. Bob es un estudiante de la Biblia. Le gusta saber lo que la Biblia dice sobre todas las cosas. Él puede explicar la doctrina de la Trinidad si le pides que lo haga. Algunas de sus acciones pueden no mostrar que él es un cristiano. De hecho, su vida no se ve muy cristiana. ¡Pero él conoce su Biblia!

Luego está Bill. Bill no anuncia el hecho pero él no lee mucho su Biblia. Ciertamente él quiere ser «bueno» Él trata de amar a los demás. Pero a Bill se le hace difícil dar una explicación ortodoxa de quién es Jesús, o lo que es la iglesia. Y él tampoco define muy bien ni de forma cuidadosa los asuntos éticos. Pero él vive de una manera diferente a la vida egoísta y auto-consumista que viven los demás. A él le gusta pensar de sí mismo como un «joven de relaciones» en lugar de un «joven de la Biblia» o un «joven de la doctrina».

¿Algunos de estos individuos se parece a ti?

Bob debería preocuparse más por las personas, y Bill debería preocuparse más por la verdad. Realmente, ambos deberían preocuparse más por Jesús, porque Jesús ama las verdades de la Palabra de Dios y la vida del pueblo de Dios.

El trabajo de discipulado de una iglesia debería ayudar a ambas personas a seguir mejor a Jesús. Jesús dijo que «el que quiera venir en pos de Él, tenía que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirle» (Marcos 8:34). Bob necesita negarse a sí mismo y seguir a Jesús amando más a las personas. Bill debe hacer esto buscando amar más la Palabra de Dios. Un discípulo no es alguien que simplemente dice seguir a Cristo. Un discípulo es alguien que realmente sigue a Cristo.

Ahí es donde cualquier conversación sobre discipular a otros debe comenzar—recordando lo que significa seguir a Jesús. Discipular significa ayudar a otros a seguir a Jesús. Discipular es una relación en la que buscamos hacer un bien espiritual a alguien iniciando, enseñando, corrigiendo, modelando, amando, humillándose, aconsejando e influenciando.

¿Cómo, entonces, es que discipulamos? ¿Cómo exactamente ayudamos a Bob a preocuparse más sobre vivir su fe, y a Bill a preocuparse más sobre entenderla?

Estas no son sólo algunas preguntas para pastores. La Biblia nos asigna a todos este tipo de trabajo. Juan nos dice que nos amemos unos a otros (2 Juan 5). Pablo nos dice que nos exhortemos unos a otros y edifiquemos unos a otros (1 Tesalonicenses 5:11). Él también nos dice que nos instruyamos unos a otros, ya que queremos ver a todos madurar en Cristo (Colosenses 1:28). El autor de los Hebreos nos dice que consideremos como motivarnos unos a otros al amor y las buenas obras (Hebreos 10:24).

El primer asunto que tendrías que decidir es, ¿con quién pasas el tiempo? Sólo tienes tiempo durante la semana. No puedes discipular a toda la iglesia, así que ¿cómo decides en quien invertir?

Con la Biblia en la mano—a continuación nueve factores a considerar—y probablemente en este orden.

  1. UN MIEMBRO DE LA FAMILIA

Pablo escribe, «si alguno no provee para sus familiares, y especialmente para los miembros de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo» (1 Timoteo 5:8).

La Biblia enseña es este pasaje y otros que cada uno de nosotros tiene una responsabilidad especial por los miembros de nuestra propia familia. En la familia, Dios nos da relaciones a largo plazo y fundamentos naturales para el afecto y la preocupación. Y esos afectos y responsabilidades naturales deberían ser utilizados para fines Cristocéntricos. Ese es el caso especialmente si vives con esos miembros de la familia. Es aún más el caso si las Escrituras te encarga de una responsabilidad especial por ellos, como lo hace con los padres con hijos o esposos unos con otros. Estas relaciones son las relaciones de discipulado más importantes que alguna vez tendrás.

  1.  EL ESTADO ESPIRITUAL

Deberías evangelizar a tus amigos no cristianos, pero no tiene sentido discipularlos como si fueran cristianos. Pablo nos dice que «el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente» (1 Corintios 2:14). Quieres discipular a un cristiano.

  1.  LA MEMBRESÍA DE IGLESIA

Considera estos encargos del libro de los Hebreos:

Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe… Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso (Hebreos 13:7, 17).

Ciertamente estos versículos nos llaman especialmente a escuchar a los líderes de nuestras iglesias. Sin embargo, una implicación más es que las sendas ordinarias del trabajo de discipulado trabajan mejor dentro del contexto relacional de nuestras iglesias.

Tenemos una responsabilidad mayor por nuestra propia congregación—para ayudarles y ser ayudados por ellos. Los miembros de la misma iglesia siguen y se someten al mismo cuerpo de ancianos. Afirman la misma declaración de fe y pacto de iglesia. Experimentan la misma enseñanza sobre asuntos primarios y secundarios. Se ven unos a otros por lo menos una vez a la semana. Por todas estas razones, es normalmente más conveniente construir relaciones de discipulado dentro del contexto de nuestras iglesias.

Además, si un amigo tuyo asiste a una iglesia no sana, puede estar haciéndole un daño a su vida espiritual al discipularlo. ¿Cómo? Tu apoyo espiritual, irónicamente, hace que él o ella permanezca en una iglesia que no enseña la Biblia. Esta no es una regla absoluta, pero sería mejor simplemente motivar a tu amigo a unirse a una iglesia sana. Los cristianos necesitan a todo el cuerpo, no sólo a ti.

  1.  EL GÉNERO

La Escritura es sensible a asuntos de género en el discipulado. Por ejemplo, Pablo le dice a Tito, «las ancianas asimismo sean reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada» (Tito 2:3-5).

En asuntos públicos, enseño a hombres y mujeres. Además, todos tenemos una madre y un padre, y muchos de nosotros tenemos hermanas o hermanos o esposas—lo cual significa que discipular al sexo opuesto es construido en nuestras familias. Y en la iglesia pactamos juntos con hombres y mujeres y tenemos amigos de la familia.

Sin embargo, en lo que se refiere a una relación normal y deliberada de discipulado, es sabio para los hombres discipular hombres y para las mujeres discipular mujeres. Reconocemos que el género es una realidad dada por Dios, por eso entendemos que debe ser tratado de manera realista y con respeto. Deberíamos amar a todos en la iglesia, y al mismo tiempo evitar intimidades equivocadas.

  1.   LA EDAD

Así como la Escritura es sensible al género, también es sensible a la edad. En el pasaje de Tito mencionado anteriormente, las mujeres jóvenes aprenden de las mayores. En otra parte, Pablo le dice a Timoteo que no permita que su juventud sea despreciada, y en la misma carta motiva a Timoteo a respetar a los hombres mayores (1 Timoteo 4:12; 5:1).

Normalmente discípulas a alguien que más joven que tú. Habiendo dicho esto, las Escrituras están llenas de ejemplos excepcionales sobre jóvenes enseñando a mayores. Y seguro que mientras avanzamos en edad, también queremos avanzar en la humildad de aprender de aquellos que tienen nuestra propia edad, y aún aquellos que son más jóvenes que nosotros. Por otra parte, ¡ya no tenemos maestros! Personalmente, encuentro que aprendo mucho de amigos que están en sus veinte y treinta, así como lo hago de amigos en sus setenta y ochenta.

  1.   DIFERENTES A TI

Pocas cosas reflejan de manera visible el poder del evangelio como la unidad que se alcanza entre las personas que son divididas por las categorías de este mundo. «Porque a través de [Cristo],» observa el libros de los Efesios, «ambos [judíos y gentiles] tenemos acceso en un mismo Espíritu al Padre» (Efesios 2:18). La pared divisoria que había entre judíos y gentiles cayó en la cruz.

Ahora, la sabiduría de Dios es reflejada a través de la unidad de esas personas que están dividas formalmente (Efesios 3:10). Y claro, la unidad de la iglesia experimentada a través de lo étnico, lo económico, lo educacional y otro tipo de divisiones anticipa ese día cuando «Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero» (Apocalipsis 7:9-10).

Así que, ¿qué significa esto de manera práctica?

Mientras buscas a alguien a quien discipular, por todos los medios, las madres de edad mediana deberían hacer amistad unas con otras; y las parejas jóvenes deberían pasar tiempo juntos; y los solteros en sus veinte deberían salir juntos. Dichos grupos tienen cosas en común que Dios utiliza para crecimiento.

Pero también considera el hecho de que puedes aprender pasando tiempo con estudiantes universitarios; o trabajando con niños y jóvenes; o ayudando a extranjeros de Inglaterra, Brasil o Corea; o si eres un joven esposo blanco, reuniéndote con un esposo mayor afroamericano.

¡Cuánto tiene Dios que enseñarnos sobre sí mismo a través de las personas que son diferentes a nosotros! Y como el evangelio es reflejado por medio de nuestra unidad—no sólo la unidad de gustarnos, sino la unidad de aprender unos de otros.

  1.   ENSEÑANZA

Una y otra vez, los Proverbios elogian al hijo enseñable y descarta al necio que desprecia, reprende la instrucción y el consejo. Además, nos dice que Dios «dirige al humilde en lo que es correcto y enseña al humilde su camino» (Salmos 25:9; Proverbios 11:2). Por consiguiente, Pedro instruye, «igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes» (1 Pedro 5:5).

No quieres pasar el tiempo tratando de enseñar a alguien que piensa que no tiene nada que enseñarles, y que no tienen nada que aprender. Enseña al enseñable. Y trata de ser enseñable tu mismo.

  1.   FIDELIDAD PARA ENSEÑAR A OTROS

Recuerda las palabras de Pablo a Timoteo: «lo que has oído de mí ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros» (2 Timoteo 2:2).

Queremos discipular a todos, y queremos especialmente discipular a aquellos que volverán y discipularán a aquellos que discipularán a otros. Añadiremos algo si tenemos que hacerlo, pero lo que realmente queremos hacer es multiplicar. No estamos simplemente mentoreando a la próxima generación; ¡sino que estamos tratando de alcanzar a todas las generaciones por venir!

  1.   PROXIMIDAD Y PROGRAMAS

Finalmente, lo creas o no, la Biblia es sensible al tiempo y a nuestras agendas ocupadas. Pablo escribe, «así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe» (Gálatas 6:10). Encontrarás otros versículos como este, llamándonos a hacer el mejor uso posible de nuestro tiempo (por ejemplo, Efesios 5:16).

Esta característica final de la que estoy hablando es un asunto de sabiduría. Pero generalmente, recomendaría buscar a aquellos cuyas agendas sean conforme a la tuya. Debes también considerar el lugar donde vives o trabajas, y tu tiempo de compromiso con la familia, el trabajo y la iglesia. Asume que Dios no te está llamando a hacer algo que es imposible.

En todo esto, claro, Dios prepara las buenas obras de antemano para nosotros hacerlas (Efesios 2:10). Y así como el buen samaritano, algunas veces Él pone personas en nuestro camino en las que comúnmente no pensaríamos pasar tiempo con ellas. Tal vez es un miembro de tu iglesia que trabajaba en tu oficina, o cuyos niños participan en los mismos eventos deportivos que tus hijos. O tal vez alguien dejado por su pareja, y la parte del duelo te toca a ti.

Todo eso para decir, sé sabio y considerados sobre la persona que escoges con quien pasar tiempo, pero entiende que la providencia de Dios algunas veces anula toda nuestra planificación. ¡Alabado sea Dios, que nos mantiene dependientes de Él!

UNIÉNDOLO TODO

¿Recuerdas a Bob y Bill? Imagina que tu programa sólo te permite pasar tiempo con uno de ellos, pero no con ambos. ¿Cómo haces para escoger? Ciertamente deberías orar por ello, pero no necesariamente hay una respuesta correcta, y no deberías sentirte culpable si no puedes pasar tiempo con ambos. Para eso es que tenemos al cuerpo de Cristo.

Puedes escoger pasar tiempo con Bob porque su programa de trabajo se parece al tuyo o porque vive en tu vecindario o sus esposas ya son buenas amigas. Puedes decidir trabajar con Bill porque él se mudará a Colombia el próximo verano, y él muestra una inclinación hacia enseñar a otros y quieres equiparlo para que él pueda equipar a otros en Bogotá. Cualquiera que sea la razón, ora, pide sabiduría, y luego toma la decisión.

En todo esto, ya sea que conscientemente te encuentres discipulando una persona o cuatro, asegúrate de que tú mismo estás creciendo espiritualmente, y luego ayuda a esos que están a tu alrededor a crecer. Ambas cosas son importantes, y una contribuye con la otra.


Traducido por Samantha Paz, Rep. Dominicana.