Familia
Utiliza el culto familiar para preparar el culto congregacional
Don Whitney me presentó por primera vez el culto familiar durante una clase en el seminario en 2015.
Explicó su importancia y proporcionó un esbozo de lo que podría ser en la práctica. El libro de jugadas de Whitney tiene tres partes principales: leer un pasaje de las Escrituras, orar y luego cantar una canción. Parece sencillo, y lo es, pero también tiene una gran fuerza. Desde que adoptamos esta disciplina, mi familia y yo hemos disfrutado de beneficios espirituales de gran alcance. Nuestra mente se fija con más regularidad en las cosas de arriba (Col. 3:2), y nuestros hijos aprenden acerca de la Palabra de Dios y cómo orar y cantarle.
A lo largo de los años, los ritmos del culto familiar han adoptado numerosas formas. Más recientemente, hemos cambiado la rutina de nuestro tiempo juntos como familia para centrarnos en nuestra reunión en el Día del Señor. Como cristianos, se nos ordena reunirnos con el pueblo de Dios (He. 10:24-25). Queríamos anticiparnos a esta reunión durante la semana. Así que, mientras continuábamos leyendo las Escrituras, orando y cantando, comenzamos a alinear estos esfuerzos con los planes de nuestra iglesia para las reuniones del domingo por la mañana. Permíteme explicarte.
LECTURA
Ahora leemos una parte del pasaje sobre el que nuestro pastor va a predicar el domingo. Como tenemos niños pequeños, a veces solo leemos uno o dos versículos. Sin embargo, pasar este tiempo en familia no solamente ablanda nuestros corazones ante ese pasaje, sino que también abre nuestro apetito para escuchar el sermón. También nos recuerda que debemos orar por el predicador mientras se prepara.
ORACIÓN
El culto familiar dominical implica hacer distintos tipos de oraciones a lo largo de la semana. Un día podemos alabar a Dios por algo que hemos leído. Al día siguiente, podemos confesar juntos nuestros pecados. Todos los días oramos una oración de súplica, y concluimos orando por los miembros del directorio de nuestra iglesia.
Mientras mi esposa y yo dirigimos esto, ayudamos a nuestros hijos a hacer breves oraciones de alabanza y confesión. Han aprendido a dar gracias a Dios por lo que es y a confesarse con él cuando pecan. Además, han aprendido que pueden pedirle cosas y que él las escuchará. Mis hijos incluso están aprendiendo a orar por los miembros de nuestra iglesia y sus hijos.
Esta práctica nos prepara para nuestras reuniones dominicales. También nos recuerda que debemos acercarnos a nuestros hermanos para ver cómo podemos orar por ellos y expresarles nuestro deseo de verlos el domingo.
CANTO
Nuestra iglesia local nos facilita una lista de reproducción semanal, para que la congregación sepa qué canciones esperamos cantar. Nos encanta cantar estas mismas canciones durante el culto familiar.
Al hacerlo, nos familiarizamos con la música, meditamos en las letras y nos preparamos para cantar en voz alta con la congregación el Día del Señor.
Mi esposa se sube al teclado y yo al cajón. A mis hijos les encanta coger instrumentos de juguete y tocar con la música. Esta práctica permite a mis hijos aprender las canciones que cantamos en la iglesia. Si Dios quiere, el significado de estas canciones pasará de sus mentes a sus corazones.
CONCLUSIÓN
Normalmente celebramos nuestro culto familiar justo después de cenar. Este horario nos permite incorporar invitados nocturnos a la práctica. Esperamos que el Señor lo use para evangelizar a los perdidos y animar a nuestros hermanos y hermanas a anticipar el Día del Señor con nosotros. También queremos que esta rutina ayude a nuestros hijos a tener una ventaja en su transición del Ministerio de Niños al culto corporativo.
Esta práctica es tan simple y replicable que cualquiera puede hacerla. El tiempo puede ser tan corto o largo como se quiera. El punto es adorar como un hogar y prepararnos para reunirnos con el pueblo del Señor el domingo.
Así como el tráiler de una película crea expectativa para la misma, oro para que el Señor use nuestro culto familiar para hacer crecer nuestras expectativas para reunirnos en el Día del Señor.
Traducido por Nazareth Bello