Respuestas para miembros - Conversión
¿Qué significa aceptar a Jesús?
‘‘Pues ellos mismos cuentan acerca de nosotros, de la acogida que tuvimos por parte de ustedes, y de cómo se convirtieron de los ídolos a Dios para servir al Dios vivo y verdadero”, 1 Tesalonicenses 1:9.
Tú y yo no somos personas unificadas, integradas por dentro como una sola. Nuestros corazones están profundamente divididos, más de lo que imaginamos.
Nuestra realidad interna es algo así como una sala de juntas. Una gran mesa. Sillas de piel. Café. Agua embotellada. Pizarra. Un comité se sienta a la mesa. El yo social, el yo privado, el yo trabajador, el yo sexual, el yo recreativo, el yo religioso, el yo de los recuerdos de la infancia, y otros “yo”. El comité discute y debate y vota. Constantemente agitado. Dividido. Molesto. Rara vez el comité tiene decisión una sincera y unánime.
Sentimos la tensión de lo complicado de nuestro ser interior. Nos sentimos estresados. Nos sentimos distraídos, divididos, siendo arrastrados de un momento a otro por fuerzas interiores que ni siquiera comprendemos. Nos decimos a nosotros mismos que esto pasa porque estamos ocupados, con muchas responsabilidades. Pero la verdad es que somos indecisos. Nos detienen y destrozan pequeños pensamientos acerca de Jesús.
Una persona en esta condición puede ‘‘aceptar a Jesús’’ de dos maneras. (Por cierto, yo no cuestiono la validez de ‘‘aceptar a Jesús”. No me burlo del concepto, como otros. Juan 1:12 describe la conversión cristiana de esta manera: “Pero a todos los que Lo recibieron…’’). Pero una manera en la que podemos ‘‘aceptar a Jesús’’ falsamente es simplemente invitarlo a nuestro comité. Darle a Jesús un lugar en la mesa. Darle un voto. Dejarlo exponer su caso, y luego el resto de ‘‘nosotros’’ decide a favor o en contra. Si esta es la manera en la que aceptamos a Jesús, entonces Él es solo una influencia entre otros, fácilmente opacado por las otras voces que gritan y demandan y amenazan. Esta manera de ‘‘invitar a Jesús a tu vida’’ es común en donde yo vivo. Pero eso no es el cristianismo que vemos en el Nuevo Testamento. Es más bien añadir un elemento religioso, como una influencia menor a mi complicado ser.
La otra manera de “aceptar a Jesús” viene al ser impactado por la gloria del evangelio, lo que resulta en volverse de los ídolos a él y decirle: ‘‘Mi vida no funciona. Por favor ven a mí y despide el comité entero, hasta el último de ellos, y sácalos de mi ser. Me entrego a ti ahora. Quiero que dirijas mi vida entera. Quiero servir al Dios vivo y verdadero. Guíame en cómo hacerlo”. Aceptar a Jesús de esa manera no es una complicación; es la salvación.
Aceptar a Jesús no es solamente añadir a Jesús. Es eliminar a los ídolos.
Artículo publicado primero en Coalición por el Evangelio