Clases esenciales: Unidad y Diversidad en la iglesia local

Unidad y Diversidad en la iglesia local – Clase 2: Cómo Dios crea la unidad y la diversidad

Por CHBC

Capitol Hill Baptist Church (CHBC) es una iglesia bautista en Washington, D.C., Estados Unidos
Artículo
04.10.2019

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Clase esencial
Unidad y Diversidad en la iglesia local
Clase 2: Cómo Dios crea la unidad y la diversidad


  1. Introducción

La semana pasada nos enseñé acerca de los propósitos de Dios para la unidad y la diversidad en la Iglesia. ¿Puedes recordar por qué a Dios le importa la unidad y la diversidad? 

Cita: Porque así es cómo él pretende mostrar su gloria en este tiempo. Él es el ser más hermoso, más satisfactorio y más encantador de toda la existencia. Él es la fuente y definición de todas esas palabras. Y lo más amoroso que puede hacer, el mayor bien que puede lograr, es dejar que su creación lo conozca. ¿Cómo sucede eso? ¿Por medio de las grandes vistas montañosas, del increíble diseño del cuerpo humano, de los actos de altruismo extremo, de los quásares explosivos o de ideas brillantes? Sí, un poco. Pero mucho más que eso, mucho más que eso, a través de iglesias como la nuestra. En particular, mediante su unidad y diversidad que demuestran el vínculo sobrenatural de comunión en Cristo Jesús y el poder de su evangelio. Esa es la razón por la que a Dios le importan estas cosas. Y es la razón por la que a nosotros deberían importarnos.

Jamie me contó una historia que quiero compartir: Cuando él era un estudiante de segundo año en la escuela secundaria, vivió un verano en la recientemente rota Unión Soviética, y le compró a su madre un jarrón en una tienda en Moscú. En casa, lo llenó con agua, y le puso flores frescas. Pero en un par de horas, muy a su pesar, el agua goteaba del florero hacia el suelo. Resultó ser que el jarrón estaba roto. Pero el vendedor lo había esmaltado para que se viera perfectamente bien.

Había una unidad que era artificial. Y una vez que la verdad salió a la luz, el jarrón apenas sirvió como testimonio de la habilidad del artesano. No, anunció su incompetencia.

Es esa distinción entre la diversidad real y la diversidad artificial en la iglesia la que queremos examinar el día de hoy.

  1. La unidad en la diversidad es obra de Dios

Comencemos en Efesios 2-3, capítulos de los que hablamos la semana pasada. Si tienes una biblia, ábrela allí.

Pablo nos presenta el evangelio en los primeros 10 versículos del capítulo 2, y luego avanza a su implicación principal: la unidad en la diversidad de judíos y gentiles. Esto es lo que quiero que veas en este pasaje que no cubrimos en la clase anterior. Haremos una pequeña lección de gramática. ¿Puedes encontrar un verbo en esta sección desde Efesios 2:11 hasta Efesios 3:21? ¿Cuál es? ¿Y otro? ¿Eres capaz de encontrar un tercero? [Todos estos verbos son verbos descriptivos. ¿Cuántos verbos imperativos vemos? El único verbo imperativo en toda la sección está en Efesios 2:11 (RVR 1960): «acordaos»].

Esta sección de la Escritura no trata acerca de lo que necesitamos lograr en la iglesia local. Tampoco trata acerca de lo que debemos hacer. No, trata acerca de lo que Dios ha hecho.

¡No hay nada que tengamos hacer! El evangelio crea una nueva vida y crea para cada cristiano una nueva identidad en Cristo que es infinitamente más profunda que cualquier identidad terrenal que se base en la etnia, educación, clase social, o capacidad. Une a cristianos de todo tipo de trasfondos que comparten esa misma identidad. Otra forma de explicar esto es, que cuando Jesús ora en Juan 17:21: « para que todos sean uno», ¡podemos tener la absoluta confianza de que Dios está respondiendo la oración de Jesús! Esta unidad entre quienes creen el evangelio es un hecho consumado, y el vínculo que sentimos con creyentes verdaderos que nunca hemos conocido da testimonio de eso.

Ahora bien, cuando enciendes una fogata, ¿qué sale? Fuego. Asimismo, cuando Cristo salva a todo tipo de personas diferentes y las llama a compartir en su iglesia, ¿qué se produce? La unidad. En ese sentido, no hay nada que nosotros tengamos que hacer para establecer la unidad en la diversidad. Dios ya encendió la fogata. Solo tenemos que ver y adorar mientras Dios hace lo imposible en la comunidad de la iglesia local.

¿Qué debemos hacer para que la unidad y la diversidad coexistan en nuestras iglesias? En cierto sentido, no tenemos que hacer nada.

PERO, claro está, ¿el hecho de que Dios sea quien establece nuestra unidad significa que nosotros deberíamos sentarnos perezosamente y esperar que personas con todo tipo de personalidades y trasfondos diferentes se amen unas a otras de forma automática? No. Una vez más, el matrimonio es una ilustración útil aquí; todavía no he encontrado al esposo que piense: «Hey, estoy casado; estoy unido a mi esposa. La unidad que este matrimonio disfrutará no requiere de más trabajo». No, necesitamos cultivar la unidad. Y volveremos a este punto en breve.

Sin embargo, es tan fácil saltar inmediatamente a lo que necesitamos hacer que olvidamos lo que Dios ya ha hecho. Nosotros, los evangélicos, tenemos una tendencia a saltar rápidamente a la acción. Mark Knoll, un escritor evangélico, dice en Divided by Faith (Dividido por la fe): «Los evangélicos, como la cultura estadounidense más amplia que moldean, valoran la acción más que la reflexión cuidadosa… La cultura evangélica deja poco espacio para un esfuerzo intelectual más amplio o más profundo porque está dominada por las urgencias del momento». Esa es una acusación penetrante, pero cierta.

La unidad y la diversidad son obra de Dios. Con mucha frecuencia las iglesias cultivan estas virtudes haciendo cosas que, honestamente, es probable que atraigan a una multitud diversa incluso si las personas que vinieran no fueran cristianas. Del mismo modo en que las universidades y las corporaciones buscan diversidad. No obstante, debemos recordar que como cristianos, algo especial sucede. Dios crea una unidad y una diversidad donde se cree el evangelio que es evidentemente sobrenatural. ¡No estamos hablando únicamente de las leyes naturales de la dinámica social!

Entonces, ¿qué pasa si no tenemos esta clase de unidad y de diversidad en nuestras iglesias? ¿Qué ocurre si nuestras iglesias no son diversas, o son diversas, pero no son iglesias unidas, o la unidad y la diversidad que tenemos se debe más a nuestra experiencia especializada en marketing que a una clara demostración del poder del Espíritu?

  1. Cuando la unidad y la diversidad creadas por Dios se pierden

Hay muchas cosas que perdemos. Pero permíteme enfocarme en dos cosas que la Biblia dice dependen de la unidad y de la diversidad en la iglesia.

A. La preservación del evangelio

Al observar Efesios 4, es interesante cómo debemos permanecer fieles al evangelio. Ve allí si tienes una biblia a la mano. Cristo nos da (a las iglesias) ministros de la Palabra, versículo 11. ¿Qué hacen ellos? Nos equipan, enseñándonos, para la obra del ministerio, «para la edificación del cuerpo de Cristo». Ellos son capacitadores; nosotros ministros. ¿Y cuál es el resultado? Unidad y madurez, versículo 13. Y estabilidad, versículo 14. Varias enseñanzas pueden soplar de aquí y allá, pero estamos cimentados ​​en el evangelio. ¿Y de qué depende este ministerio? Versículos 15 y 16: De la diversidad. Permíteme leer estos versículos de tu folleto:

«…sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor».

Necesitamos que cada miembro funcione apropiadamente para que el cuerpo pueda edificarse en amor… A fin de que podamos alcanzar la unidad y madurez necesarias para aferrarnos al evangelio.

Has cierto punto, esto es sencillo. Dios ha dado a cada persona una congregación por una razón. Los necesitamos a todos, a todos sus diversos dones, para hacer lo que él nos ha pedido que hagamos como iglesia.

Pero creo que hay más cosas aquí que eso. ¿De qué manera exactamente protege una iglesia el evangelio? ¿Es principalmente a través de una buena declaración? ¿De una predicación sólida? Todas esas cosas son útiles, incluso necesarias. Pero en la realidad, alimentan algo más, que son las miles de conversaciones diferentes que se dan cada semana entre los miembros de la iglesia acerca de su caminar con Cristo. Una conversación estimulante me ayuda a regresar a la fe después de un momento de tentación. Haz eso mil veces y tendrás una semana típica en la vida de CHBC. Hazlo un millón de veces y habremos mantenido esa fe para la próxima generación. Es, para citar Efesios 4, «[seguir] la verdad en amor». En el nivel más básico, así es como nos aferramos al evangelio.

Ahora bien, hagamos hincapié aquí: Una vez más, ¿qué tiene que ver la diversidad con eso? Bueno, algo contradictorio, mientras menos tengas en común con un amigo de la iglesia, más sólida será tu relación él; será más probable que hables la verdad en amor, incluso cuando duele. Digamos que tienes un buen amigo con quien tienes muchas cosas en común. ¿De qué hablan? De todo tipo de cosas. ¿Por qué son amigos? Por Jesús, seguramente, pero es probable que también por muchas otras cosas más. Ya sabes, soy amigo de Jonathan Morgan. Tenemos casi la misma edad, ambos tenemos bebés, nuestras esposas están embarazadas, ambos somos afroamericanos, la principal diferencia es que a él le gusta el equipo de baloncesto de Duke Blue Devils, y yo creo que eso es una ofensa para Dios y para la humanidad.

Pero contrasta eso con una amistad en la que no tienes nada en común, excepto Jesús. Es posible que no solo hablen de su fe compartida, sino que probablemente ésta sea una gran parte de su conversación, ya que no tienen mucho más en común. Y en lugar de que esa amistad esté cimentada sobre Jesús, y en el lugar dónde creciste, y en el deporte que les guste jugar y en cualquier otra cosa… está cimentada sobre Jesús. Quien nunca cambia. Quien es más estable que cualquiera de esas otras cosas. Esa es una amistad que preserva la fe.

La segunda cosa que la Biblia dice que depende de la unidad y de la diversidad es…

B. La confirmación del evangelio

Sin la unidad y la diversidad, obstaculizamos nuestra capacidad como iglesia de confirmar la verdad y el poder del evangelio. Ya hemos visto esto, así que no pasaré mucho tiempo hablando al respecto. ¿Pero recuerdas en Juan 13:35 qué es lo que mostrará al mundo que somos sus discípulos? [Nuestro amor mutuo]. Y bien, ¿qué clase de amor demuestra más eso? Efesios 3 dice que no se trata de cualquier tipo de amor, sino específicamente del amor mutuo a través de la diversidad entre judíos y gentiles lo que muestra la multiforme sabiduría de Dios incluso a los principados y potestades en los lugares celestiales. El desafío de Jesús aquí de Mateo 5 es útil para nosotros: «Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?». Amar a personas a quiénes el mundo dice que deberías odiar es un testimonio poderoso.

Amados, las relaciones se forman alrededor de algo que tienes en común con alguien más. Cuando se forman relaciones en la iglesia, y es obvio que las personas no tienen nada en común entre sí, eso no significa que no exista un vínculo allí. Lo que significa es que el vínculo es Cristo. Él es el factor x que da sentido a la iglesia cuando nada más puede. Y cuando ese lazo que compartimos es profundo, tan profundo como un lazo familiar, tribal e incluso más profundo, eso demuestra poderosamente que lo que sucede en la iglesia es verdaderamente sobrenatural. Y cuando sabemos que es sobrenatural, sabemos que no merecemos el crédito por ser expertos en materia de diversidad; no, Dios merece la gloria.

Lo que importa aquí es, que vemos la unidad creada por Dios en la diversidad. Si nuestra unidad y nuestra diversidad provienen de otra cosa, no es necesariamente algo malo, pero no logra lo que hemos estado hablando aquí. Es posible que una universidad promueva la diversidad étnica, pero que eso no dé a conocer el evangelio. Es posible que un vecindario planifique su diseño para cultivar una diversidad multi-generacional, pero que eso no muestre el evangelio.

Todas estas cosas pueden ser buenas, pero cuando miramos la iglesia local, necesitamos ver una unidad en la diversidad que sea una señal gigantesca que apunte al evangelio. Dios necesita hacer esta obra, en última instancia.

Entonces si Dios lo hace, ¿cuál es nuestra responsabilidad? Este es el punto 4 de tu folleto.

¿Significa esto que solo debemos sentarnos perezosamente y esperar que suceda? ¿Nos unimos a una iglesia que sea diversa, para poder darnos una palmada en la espalda por estar en una iglesia diversa, y luego no hacer nada?

Bien, momentos después de que Pablo establece que es solo Dios quien une a judíos y gentiles en la iglesia en Éfeso, dice en Efesios 4:3: «solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». Reconoces eso en nuestro pacto congregacional. «Solícitos». Difícilmente suena como sentarse a ver qué sucede, ¿verdad? No es un verbo descriptivo como los muchos que vimos anteriormente; es un nuevo imperativo. Al igual que en muchas de las cartas de Pablo, la primera mitad de Efesios dice: «¡Esto es lo que son en Cristo!», no solo son pecadores que han cobrado vida, son extraños hechos uno. La segunda mitad del libro dice: «Por tanto, vivan como quienes son en Cristo».

Y vimos esta aparente paradoja en toda la Escritura. 1 Corintios 3:6, hablando de una iglesia, Pablo escribe: «Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios». Dios nos usa para nutrir lo que él hace que crezca. O 1 Tesalonicenses 4:3: «pues la voluntad de Dios es vuestra santificación». De acuerdo. ¡Dios lo hará! Pan comido, ¿cierto? No, versículo 4: «que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor». Oh. Sabemos el esfuerzo que eso implica. La vida cristiana es inherentemente paradójica; es una de descansar y trabajar.

Cuando Dios crea algo dentro de nosotros, él se glorifica a medida que nosotros luchamos por cultivar lo que él ha creado. No solo muestra la gloria de su poder, muestra nuestra fe en su bondad.

¿Cómo es esto? Permíteme enseñarte dos grandes categorías en las que estaremos trabajando el resto de estas semanas.

A. Necesitamos dejar de interponernos en el camino. Lamentablemente, a veces nos entrometemos hasta lo extremo. Una vez, tuvimos a un miembro de la iglesia que había sido excomulgado de su iglesia bautista de personas de piel blanca en Alabama por haber invitado a cuatro creyentes afroamericanos a la congregación. Y él era el pastor. En las misiones internacionales, el principio de «crecimiento homogéneo» prevaleció durante mucho tiempo, e incluso hasta la fecha. Sostiene que diferentes castas en la India, o diferentes etnias en Laos, por ejemplo, deberían crear iglesias separadas, ya que la similitud genera crecimiento. Qué terrible. Tanto por lo que compromete acerca del evangelio, como también por lo inmaduro que es eso. ¡Qué testimonio más poderoso podría haber a principios del siglo XXI en la India que creyentes que demuestran a través de su diversidad que Cristo significa más que su nivel de casta!

Pero incluso dejando de lado estos extremos, nos interponemos. Las personas escogen una iglesia, o un grupo pequeño principalmente en base a cuán cómodas se sienten. Lo que se traduce en: «¿la mayoría de las personas allí son como yo?».

Nuestras iglesias se segmentan a lo largo de líneas demográficas para edificar comunidades. Un grupo de solteros para personas solteras, un grupo de madres de preescolar, un servicio contemporáneo y tradicional… Un ministerio por similitud dice a los cristianos que la comunidad debe construirse en base a las cosas naturales que comparten en común en lugar del evangelio sobrenatural. Cuánto del nominalismo cristiano hemos construido en la iglesia evangélica moderna al insistir en este ministerio por similitud en lugar de un ministerio por Jesús.

Nos interponemos. Nos interponemos demasiado.

Pero necesitamos hacer más que simplemente dejar de hacer cosas malas. Al igual que la ilustración de Pablo de un sembrador, debemos cultivar la unidad en la diversidad. Ese es nuestro segundo punto:

B. Cultivar la unidad en la diversidad.

Debemos guardar la unidad en la diversidad. Nutrirla y sacrificarnos por ella. Tomaremos varias semanas más para explicar esto, pero permíteme comenzar con cuatro categorías.

i. Reconoce la invisibilidad de tu propia cultura.

La primera vez que alguien te dijo que tenías un «acento» al hablar, es probable que te hayas reído de la idea. «No tengo un acento. Las otras personas suenan extraño». O, es como creer que el mantecado no es un sabor de helado. Ahora bien, aquellos que forman parte de una cultura minoritaria en una iglesia, por lo general, no tienen problemas para reconocer la cultura mayoritaria. Los que forman parte de la mayoría son quienes posiblemente necesiten abrir sus ojos. No todos comparten sus experiencias o perspectivas. Por ejemplo, Jamie nos cuenta la historia de una de las primeras veces que tuvo la oportunidad de dirigir la oración de confesión un domingo por la mañana, donde la mayoría de los pecados que confesó eran pecados con los que la gente joven, especialmente los hombres jóvenes, tendían a luchar. ¡Y los pastores lo exhortaron después de eso! Había obrado desde su experiencia personal, suponiendo que todos eran básicamente iguales a él. En cambio, debió haber reflexionado más ampliamente y orado por cosas con las que nuestros hermanos y hermanas ancianos también lucharan. Necesitaba reconocer la invisibilidad de su cultura: la que proviene de todos los jóvenes en nuestra iglesia; las personas que conforman la mitad de nuestra iglesia tienen menos de 35 años.

ii. Busca a quienes son diferentes a ti.

En un par de semanas, hablaremos acerca del valor de la similitud en una iglesia local. Hay formas en las que es realmente útil tener a otros hermanos y hermanas que compartan nuestras mismas experiencias en la vida. Pero tenemos que reconocer que debido a que esas relaciones son tan cómodas, gravitamos hacia ellas. Para decirlo de manera sencilla, si todas tus amistades en una iglesia encajan en el mismo molde, ¡tienes que romper el molde! Así que permíteme preguntarte abiertamente: ¿Tienes algún amigo, que solo sea tu amigo porque ambos aman a Jesús?

iii. Acepta el sacrificio como una manera de honrar a Dios.

Es muy posible disfrutar la idea de asistir a una iglesia diversa y, sin embargo, nunca levantar un dedo para conocer a alguien que realmente sea diferente a ti. Una cosa es decir: «Me gusta la diversidad», y otra bastante diferente invitar a alguien que sea distinto a ti a tu hogar, o a tu vida. Aquí es donde el consumismo en la iglesia debe morir. Nos sacrificamos no por lo que podamos obtener a cambio. Nos sacrificamos porque amamos a Dios.

Nos sacrificamos porque al hacerlo damos testimonio de nuestra fe. Nos sacrificamos para mostrar que valoramos la gloria de Dios más que nuestra comodidad inmediata. Amamos a Cristo por encima de la comodidad. Y eso es difícil de recordar mientras más tiempo permanezcas en una iglesia y mientras más tiempo sientas que las cosas no cambian. Pero confía en que Dios está obrando por amor de su nombre, y recuerda que no puedes ver todo lo que él está haciendo. Entonces, ya sea sacrificando nuestras preferencias musicales, o la forma en que nos gusta programar nuestro tiempo, o de lo que nos gusta hablar, o nuestro dinero, o conveniencia, o incluso, al igual que los creyentes en Hebreos, acompañando a quienes son víctimas de la injusticia, deberíamos tener la disposición de sacrificarnos por el bien de la unidad.

Nuestro hermano Thabiti ofrece un ejemplo útil. En el año 2010, en Juntos por el Evangelio dijo:

«No deberíamos ser como jugadores en el equipo de las estrellas de la NFL (Liga Nacional de Fútbol). Cada año, la NFL completa un proceso de selección de estrellas en el que los mejores jugadores de toda la liga son escogidos para jugar en un juego de estrellas para el equipo de su respectiva división. Los jugadores en cada división usan una camiseta del mismo color. La Conferencia Nacional puede ir de azul mientras que la Conferencia Estadounidense se viste de blanco. Sin embargo, aquellos que usan el mismo jersey de color no pertenecen realmente al mismo equipo. Durante el juego, cada jugador usa el casco que normalmente usa durante la temporada, para su equipo, el equipo que paga su contrato. Durante el juego de las estrellas, los jugadores no corren, golpean o corren el riesgo de lesionarse porque no están jugando para su verdadero equipo. Muy a menudo los cristianos actúan y piensan como jugadores del equipo de las estrellas. Llevamos camisetas que dicen: «Cristo», pero cascos que dicen: «cultura étnica» o «partido político». Nuestros partidos políticos o culturas étnicas son los equipos a los que realmente pertenecemos. Y muchos de nosotros no vamos a correr ni jugar demasiado, o arriesgarnos por aquellas personas que no forman parte de nuestra etnia, o de nuestro partido político, o de nuestro grupo de edad».

Hermanos y hermanas, existe una diferencia entre simplemente tolerarnos unos a otros y amarnos unos a otros. Por tanto, sacrifiquémonos no porque si quieres estar en una iglesia diversa, estas son las cosas que tienes que hacer. ¡No! ¡Sacrifiquémonos unos por otros por lo que Cristo ha hecho!

iv. Evita el temor al hombre.

No seas como Pedro en Gálatas 2 que cedió al temor al hombre y difamó la unidad entre judíos y gentiles por la que Cristo derramó su sangre.

El temor al hombre es venenoso por la diversidad que Dios le ha dado a una congregación. Puede hacer que evitemos a personas que el mundo dice deberíamos evitar, como lo hizo Pedro. Pero, por otro lado, puede hacer que estemos descontentos con la diversidad que Dios nos ha dado, deseando tener algo que el mundo alabaría. Debemos amar la diversidad en la iglesia local por las mismas razones que Dios lo hace. Así es como evitamos estos peligros.

  1. Conclusión

Entrevista acerca de vivir como parte de la minoría en una iglesia (alguien de algún país o cultura diferente):

  • Háblanos acerca de ti (¿dónde creciste, cuándo llegaste al D.C., cuándo te mudaste aquí?).
  • ¿Por qué viniste aquí en lugar de a una iglesia coreana?
  • ¿Cuáles fueron algunas de las cosas con las que menos te sentiste cómodo en CHBC cuando viniste por primera vez? ¿Qué sacrificios necesitabas hacer para sentirte completamente como miembro de nuestra iglesia?
  • ¿De qué maneras crees que el miembro promedio de la iglesia no se da cuenta de lo que es ser un miembro de CHBC que es coreano? ¿Qué crees que pasamos por alto los que no somos coreanos?
  • ¿De qué maneras podemos ser más considerados con nuestros hermanos y hermanas de Corea?
  • ¿Cómo ha usado Dios la diversidad de CHBC para su gloria en tu vida?