Oración

Tres ingredientes para una cultura de evangelismo en la iglesia

Por Mike McKinley

Mike McKinley (MDiv, Seminario Teológico de Westminster) es el pastor principal de la Iglesia Bautista Sterling Park en Sterling, Virginia. Anteriormente, sirvió en el personal junto a Mark Dever en la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, DC. Es autor de varios libros, incluyendo ¿Soy realmente un cristiano? y La plantación de iglesias es para los débiles.
Artículo
30.01.2023

Estoy convencido de que es mejor para tu iglesia tener una cultura de evangelismo que solo una serie de programas de evangelización.

En una iglesia con un enfoque de evangelismo basado en programas, compartir el evangelio puede convertirse principalmente en algo para ciertas personas (en algunos momentos) como cuando el equipo de evangelismo va de visita.

Pero en una iglesia con una cultura de evangelismo, cada miembro es animado a desempeñar un papel dentro del esfuerzo de la iglesia más grande, para alcanzar a las personas que los rodean con el mensaje de salvación en Jesús. Se convierte en parte de la vida de cada creyente.

TRES INGREDIENTES DE UNA CULTURA DE EVANGELISMO

Si estás buscando crear una cultura de evangelismo en tu iglesia local, aquí hay tres ingredientes que pueden ayudar.

1. El evangelio: el combustible para una cultura de evangelismo

El mensaje del evangelio es el combustible que alimenta una cultura de evangelización en una iglesia. Todos compartimos naturalmente las cosas que emocionan nuestros corazones. Si los Philadelphia Eagles ganaran alguna vez el Campeonato Nacional de fútbol americano (lo sé…), no tendrías mucha suerte al tratar de silenciarme al respecto.

Del mismo modo, si queremos crear culturas en nuestras iglesias en las que sea natural para los miembros hablar del mensaje del evangelio con los no cristianos, entonces tenemos que ayudar a nuestros miembros a enamorarse profundamente del evangelio.

Eso significa que deben entender el mensaje del evangelio. También significa que la belleza del mensaje del evangelio debe exponerse semana tras semana en nuestras iglesias. Cuando los cristianos comprendan realmente la profundidad de su pecado, la maravillosa santidad de Dios, la perfección de Cristo y la profundidad de su sufrimiento por ellos, el poder de su resurrección y el don de la vida eterna para todos los que se arrepientan y crean, nuestros afectos por Cristo crecerán.

El mensaje del evangelio también libera a los cristianos de las motivaciones que pueden conducirlos a rechazar el evangelismo. El evangelio dice que no tenemos que evangelizar para ganarnos el amor de Dios. Nuestra posición en la familia de Dios no depende de cuán frecuente o cuán bien compartamos el evangelio. En cambio, podemos estar seguros del amor de Dios, que nos libera de la abrumadora preocupación por las opiniones de la gente que nos rodea, y que nos hace temer de hablar de Jesús.

2. La oración: el poder de una cultura de evangelismo

En segundo lugar, una iglesia que comparte el evangelio debe estar comprometida con la oración. El evangelismo parece una tarea desesperada. Estamos llamando a personas espiritualmente muertas a abrazar la vida. ¿Cómo vamos a equipar y animar a la gente para ese trabajo? Parece totalmente inútil.

Por eso, una cultura de evangelismo debe comenzar con una cultura de oración. En la oración, los cristianos acuden al Señor confesando su insuficiencia para la tarea de la evangelización y su fuerza suficiente. Sólo Dios puede hacer que las semillas que sembramos broten para vida eterna en nuestros oyentes, y por eso debemos empezar por la oración.

En nuestra iglesia, esto ocurre especialmente los domingos por la tarde. Nos reunimos juntos como congregación para orar que el Señor difunda su evangelio a través de nosotros. Las personas comparten las conversaciones que han tenido sobre el evangelio durante la semana anterior, o las oportunidades que esperan tener en la próxima semana.

Este tiempo de oración sirve a varios propósitos. En primer lugar, encomienda estos asuntos al Señor, quien normalmente nos hace pedir antes de recibir estas cosas (Stg. 4:2).

Segundo, involucra a toda la iglesia en el trabajo de compartir el evangelio. No es una carga o un proyecto que emprendamos solos, sino que contamos con hermanos y hermanas para orar y animarnos.

En tercer lugar, este compartir deja en claro que la evangelización es obra de cristianos «normales». Las personas que piden oración no suelen ser pastores, ancianos o evangelistas dotados. Ellos son solo creyentes que han aceptado su vocación de compartir las buenas nuevas con la gente que les rodea.

Por último, este tiempo de oración ofrece a la gente un buen lugar para empezar a llegar a sus vecinos y compañeros de trabajo. Si la gente está nerviosa o insegura acerca de compartir las buenas nuevas, los animamos a empezar con la oración. Pueden orar para que el Señor les brinde oportunidades y para que llame su atención sobre personas que necesitan el evangelio. Es un primer paso mucho menos intimidante que salir corriendo con un folleto en la mano.

3. La formación: el modelo de una cultura de evangelismo

Un tercer ingrediente es la formación, es el modelo para una cultura de evangelismo. Recuerde que el objetivo es que nuestras iglesias tengan esta cultura en lugar de programas meramente evangelísticos. Pero eso no significa que no haya lugar para que los líderes de la iglesia organicen y equipen a las personas para compartir el evangelio. De hecho, el amor por el evangelio y la oración pueden no ser suficientes para motivar a los cristianos a un estilo de vida evangelizador.

Mientras que el evangelismo será algo natural para algunas personas en tu congregación, habrá muchos otros que aman el evangelio y oran fielmente, pero todavía necesitan ser equipadas para compartir el evangelio. He aquí algunas maneras en que los líderes de la iglesia pueden equipar a la congregación:

Recomendar buenos libros sobre el tema, Evangelism and the Sovereignty of God [El Evangelismo y la Soberanía de Dios], de J.I. Packer, y Speaking of Jesús [Hablando de Jesús], de Mack Stiles, son dos de mis favoritos. Lee libros relacionados con las personas que estás discipulando, regálalo a personas que los leerán, o ponlos a disposición en la biblioteca de tu iglesia.

Lleva personas contigo cuando tengas la oportunidad de compartir el evangelio. Cuando me invitan a dar una charla evangelística, llevo conmigo a alguien más joven de la iglesia. Es una buena oportunidad para darles un ejemplo de cómo compartir las buenas nuevas.

Dirígete a los no creyentes en tus sermones. Tu gente crecerá al escucharte a ti abordar personas que no conocen a Jesús con las demandas del evangelio. Tómate el tiempo para considerar cuidadosamente las preguntas u objeciones que un no creyente podría tener al mensaje de tu sermón, y luego habla de esos temas.

Organiza reuniones evangelísticas donde la gente pueda traer amigos y recibir ayuda para compartir el evangelio. Si tu iglesia puede organizar una reunión evangelística en un café o un programa como Evangelismo a Fondo, dará oportunidades para que ellos inviten a sus amigos y observar cómo también pueden compartir el evangelio.

MEJOR QUE EL MEJOR PROGRAMA

No existe un programa que pueda crear una cultura de evangelismo en tu iglesia. En cambio, se requerirá que los líderes de la iglesia enseñen, modelen y oren hasta que los miembros de la congregación se den cuenta de que compartir el evangelio es su privilegio y responsabilidad. Una iglesia con tal cultura será mucho más fructífera y eficaz que una iglesia con los programas y estrategias más eficaces.

 

Traducido por Alejandro Maizo