Evangelización

Tres consejos para compartir tu fe en el trabajo

Por Greg Forster

Greg Forster (PhD, Yale University) es el director de Oikonomia Network, profesor adjunto invitado de fe y cultura en Trinity International University, y el autor de numerosos libros y artículos.
Artículo
04.02.2022

Recibimos la siguiente pregunta:

Acabo de comenzar un trabajo en el mundo ejecutivo después de seis años en el ministerio vocacional. Una razón que tuve para dejar mi trabajo cristiano fue la oportunidad que tendré de evangelizar, pero podría usar algunos consejos para comenzar. ¿Tienen alguna sugerencia sobre cómo compartir mi fe en el lugar de trabajo?

¡Que interesante! Aprecio tu corazón por alcanzar a las personas perdidas con las buenas nuevas y tu audacia en buscar una nueva ocupación. Permíteme compartir una declaración profunda sobre evangelizar en el trabajo, y darte algunas sugerencias prácticas.

“Gánate el derecho a que te escuchen”. Esto viene de Bill Peel, director del Centro para la Fe y el Trabajo en la Universidad LeTourneau. Como él explica, hemos pasado de un entorno cultural donde se pensaba que el cristianismo tenía algo importante qué decir sobre la vida, a un entorno hoy en día donde se piensa lo contrario. En general, las personas no nos escucharán hasta que logremos obtener el derecho a que nos escuchen.

No se trata de hostilidad hacia Dios, aunque eso es un factor. También se debe a dividir las cosas entre lo que es sagrado y secular. Me refiero a pensar —como lo hacen muchos, si no es que la mayoría de los cristianos de hoy— que la religión se trata de cosas eternas, por lo que no siempre se aplica a nuestras actividades diarias. Dios no hallará lugar en el trabajo si a Dios no le importa nuestro trabajo diario y se preocupa por él; no simplemente como una excusa para darle tratados a las personas, sino por el trabajo en sí mismo.

Así que aquí hay tres sugerencias prácticas:

1. VE EL TRABAJO EN SÍ COMO MINISTERIO

A la gente no le gusta que la hagan menos o que la manipulen. Si solo estás en ese lugar de trabajo para ganarte su conversión, lo sabrán y lo resentirán. El excelente desempeño en el trabajo en sí, por su propio bien, junto con el trato humano a los clientes y compañeros de trabajo, te dará el derecho a que te escuchen. Por ejemplo, Pablo y las tiendas de campaña que fabricaba: este trabajo no habría sido una estrategia de evangelización viable si hubiera hecho tiendas de mala calidad. El hecho es que no has dejado el ministerio a tiempo completo. La palabra “ministerio” simplemente significa “servicio”. Todos los cristianos, sin excepción, están en servicio de tiempo completo a Jesucristo, y al mundo que tanto le importa a Él. Lo que sea que haga un cristiano —sea escribir informes, conducir camiones, barrer pisos— es ministerio a Dios y al prójimo. Cuando se hace de una manera que honra a Dios, es un testimonio poderoso que atrae a las personas hacia el testimonio verbal.

2. SÉ PACIENTE

Ganarte el derecho a que te escuchen lleva tiempo. No debes esperar oportunidades evangelísticas rápidamente. Confía en que mientras trabajas con fidelidad, Dios usará tu historial de excelente desempeño y trato humano a las personas para despertar los corazones de quienes te rodean. Tengo un familiar que vino a Cristo después de su retiro. Se convenció de que Cristo estaba vivo después de reflexionar sobre décadas de haber visto a cristianos hacer su trabajo diario de manera tan diferente.

3. EVANGELIZA RELACIONALMENTE

Sé que toda la idea de “evangelismo de relación” se ha usado a veces para evitar la proclamación verbal del evangelio. Pero podemos hacer ambas cosas, y te animo a evangelizar relacionalmente en el trabajo. Eso significa no reducir el evangelio a un montón enlatado de puntos. Cuando surgen oportunidades, concéntrate en responderle a la persona que tienes delante, y confía en que a medida que el Señor trabaja en ella, crecerá más su respuesta al evangelio. Esto es especialmente importante en el trabajo, donde la dinámica relacional puede ser compleja y los límites son importantes.

¡Bendiciones en tus esfuerzos!

 

Artículo publicado primero en Coalición por el Evangelio