Evangelización

Supera las objeciones al evangelismo

Por Kevin McKay

Kevin McKay es el pastor principal de la Iglesia Grace Harbor en Providence, Rhode Island.
Artículo
08.02.2023

A nuestras iglesias les encanta ver conversiones y oír los testimonios. Pero, ¿por qué no quieren compartir el evangelio?

OBJECIONES SUPERADAS

Aquí hay tres objeciones comunes para evangelizar que he oído de las personas, y algunas pautas para ayudar a nuestra gente a superarlas.

1. No sé qué decir

Objeción # 01: «No sé qué decir». La gente argumenta que no conocen el evangelio lo suficientemente bien como para compartirlo. Ninguno en su iglesia puede realmente verbalizar esta objeción, pero pueden sentirla. Hacen todo lo posible por invitar a amigos a la iglesia y orar por ellos. ¿Cuál es la solución? Podemos infundir confianza en nuestros miembros asegurándonos de que lo comprendan y enseñándoles a explicarlo.

En la iglesia que pastoreo, le pedimos a cada persona que quiera unirse a la iglesia que explique el evangelio. Esto ayuda a asegurar una membresía regenerada, pero también es cómo comenzamos a entrenar a nuestros miembros para el evangelismo. Algunos miembros luchan para explicar el evangelio, y esa lucha los impulsa a escuchar más atentamente los domingos por la mañana, o a leer un libro como ¿Qué es el evangelio? De Greg Gilbert.

Otros comparten el evangelio con claridad, y simplemente respondo a su explicación con algo como: «Gloria a Dios. Tienes una buena compresión del evangelio. Les aliento a buscar y orar por más oportunidades para compartirlo con otros».

Otra manera en que podemos afrontar este argumento es usar cada sermón para compartir el evangelio con los no cristianos, y esto catequiza a nuestra congregación en el evangelio. Quiero predicar las verdades del evangelio a lo largo del mensaje, pero también quiero que escuchen el evangelio resumido, de una manera que pueda reproducirse fácilmente en uno o dos minutos.

Si hay algo que los cristianos deberían poder explicar, es el evangelio. Si no predicamos claramente el evangelio el domingo, ¿cómo podemos esperar que nuestra gente lo predique durante la semana?

2. No quiero

Objeción # 02: un tranquilo «No quiero». Este es otro que a menudo se siente más que verbalizarlo. En nuestra iglesia, tratamos de abordar esto en la predicación, las relaciones de discipulado y la oración.

Predicamos las realidades del cielo y el infierno junto con la naturaleza temporal de este mundo. En ese contexto, verdades como el perdón llegan a ser más atesoradas y celebradas.

Nos preguntamos unos a otros cómo estamos obedeciendo el mandato de Dios de compartir las buenas nuevas de Jesucristo.

Y finalmente oramos regularmente para que el Espíritu cree una cultura de evangelismo en nuestra iglesia.

De esta forma, nos exhortamos unos a otros y le pedimos al Espíritu que fije nuestra mente y nuestro corazón en la eternidad, y que veamos a las personas desde dicha perspectiva.

3. No sé qué hacer

Objeción # 03: un honesto «No sé qué hacer». Algunos miembros conocen bien el evangelio y quieren compartirlo. Sin embargo, son tan dados a pensar en un programa o método que la evangelización que se haga, hará que se sientan frustrados por su falta de evangelismo. No evangelizan porque no tienen tiempo para establecer una nueva actividad. O en iglesias como la nuestra, no pueden encontrar los programas que lo hagan por ellos.

Pero el cuerpo de la iglesia es el programa de Dios para el evangelismo. Jesús dijo que la gente sabría que somos sus discípulos por la forma en que nos amamos unos a otros (Juan 13:34-35).

Entonces les decimos a nuestros miembros que se acerquen a sus amigos incrédulos viviendo como miembros fieles de la iglesia que se aman unos a otros en Cristo, y luego inviten a esos amigos a ser parte de sus vidas. El Espíritu Santo usa esto para que escuchen el evangelio.

Un amigo que había servido como misionero en Asia central entre los musulmanes me dijo que su equipo había descubierto la panacea para convertir a los musulmanes: exposición prolongada a la Biblia y exposición prolongada a los cristianos. Ese principio funciona en todas partes, porque Dios obra a través de su Palabra y su pueblo.

Por su gracia hemos visto a un hombre joven criado como ateo comenzar a abrirse al cristianismo debido a los matrimonios que vio en la iglesia, y luego llegar a la fe. Hemos visto a un joven educado en un hogar cristiano darse cuenta de que no era cristiano porque vio a miembros de nuestra iglesia comprometidos a vivir vidas santas juntos de una manera en que él no lo era.

Como dijo una vez Francis Schaeffer, el cristianismo es un asunto individual pero no es individualista [1]. Al invitar a las personas a presenciar la vida corporativa de la iglesia, los no cristianos obtienen una mejor imagen del evangelio mismo.

El poder del testimonio corporativo de la iglesia no reemplaza completamente el aspecto personal del evangelismo. En todo caso, sirve para superar el obstáculo específico de no saber cómo comenzar una conversación.

Las conversaciones evangelísticas frecuentemente surgen de la atractiva apologética de la vida cristiana. Cuando nuestras vidas encarnan la sana doctrina, ayudan a dar sentido a lo que es bueno y correcto en el mundo, de la misma manera que la doctrina del pecado da sentido a todo lo que está mal en el mundo.

No son solo los nuevos cristianos los que quieren compartir su fe. Son los cristianos creciendo juntos en su conocimiento y amor unos a otros por el evangelio, que quieren ser más que meros espectadores, y así hablan.

Traducido por Renso Bello

 

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[1] Francis SchaefferEl Dios que está ahí (InterVarsity Press, 1998), 176.