Clases esenciales: Sufrimiento
Sufrimiento – Clase 1: El problema del sufrimiento y la respuesta de la Biblia
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Clase esencial
Sufrimiento
Clase 1: El problema del sufrimiento y la respuesta de la Biblia
La sabiduría de Dios y un llamado a la confianza
- Introducción
Esta es tu última oportunidad para sufrir. En unos años, si eres cristiano, estarás en un lugar lejos del sufrimiento. Lejos del pecado. Lejos de la corrupción. Entenderás todo lo que Dios ha hecho y en el fondo de tu corazón sabrás que es bueno. Durante gran parte de tu existencia, vivirás por vista y no por fe. No obstante, así no es como es ahora, ¿cierto? Invirtiendo lo que Pablo señala en 1 Corintios 13: «mas entonces veremos cara a cara». Pero «ahora vemos por espejo, oscuramente». Entonces… viviremos por vista. Pero ahora vivimos por fe. Entonces… entenderemos. Pero ahora a menudo no lo hacemos. ¿Cómo puede Dios ser bueno y soberano y, sin embargo, haber permitido que estas cosas me sucedieran?
La vida cristiana se encuentra atrapada en esta tensión, entre nuestra experiencia y su aparente conflicto con el carácter de Dios como se afirma en la Biblia. Los filósofos lo llaman el problema del mal. Y vivir en esta tensión es un desafío, ¿no? Si vives lo suficiente, sufrirás. Sentirás los efectos de la vejez, te enfermarás, verás a un ser querido fallecer. Soportarás la constante lucha contra el pecado, la decepción que destruye tu alma, el miedo, la preocupación y el estrés. Todo eso aunado a los efectos de la guerra, el racismo, el desempleo, la pobreza, el abuso, gobiernos corruptos, la persecución, y la idea del sufrimiento parece suficiente para quebrantar cualquier fe.
¿O lo hace? El sufrimiento es un desafío, y es un desafío para la fe. Pero también es una oportunidad para la fe y, de hecho, el sufrimiento en esta vida es tu última oportunidad para complacer a Dios a través de la fe. La Biblia deliberadamente nunca provee una explicación para todo el sufrimiento. En cambio, cuando aborda el sufrimiento, nos hace un llamado a la fe. Pero no a una fe ciega que confía simplemente por confiar, sino a una fe fundamentada en la evidencia de la obra de Dios en este mundo. Y es precisamente esa clase de fe el objetivo de esta clase.
Porque, recuerda, esta vida es tu última oportunidad para vivir por fe, y es tu última oportunidad para usar las pruebas que Dios pone en tu camino para demostrar cuán grande es él. Matt y yo oramos para que Dios use esta clase con ese fin: crear y acrecentar la fe en Él[1], mientras escuchamos en sus promesas que nosotros como iglesia también podemos sufrir por causa de su gloria. 1 Pedro 4:12: nos insta: «Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido». Nos sorprenderemos si no estamos preparados. Esta clase está aquí para que podemos estar preparados.
- Panorama de la clase: A dónde nos dirigimos
Entonces, ¿cómo haremos eso? Observa el cronograma de la clase en el reverso de tu folleto. Las semanas 1 al 4 establecen un marco bíblico para el sufrimiento. En las siguientes semanas, aplicaremos ese marco. Y por último, como puedes ver en el título de la clase 10, nuestro objetivo es uno ambicioso: El sufrimiento como testimonio. No es una simple clase de supervivencia, sino una clase para prepararnos para usar el sufrimiento para traer gozosamente honor y gloria a nuestro Rey de una manera que sea dramáticamente atractiva a los que nos rodean. Como dice Pedro al escribir a la iglesia que padecía en 1 Pedro 2:12: «manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación». ¿Un cristiano sufriendo dentro del control de un Dios soberano, deseando vivir de tal manera que glorifique la excelencia de ese mismo Dios? Ese es el milagro que la fe produce. Y es nuestro tema estas próximas 12 semanas. Debido a que el tiempo es corto, y esta es tu última oportunidad para glorificar a Dios en tu sufrimiento, para acumular tesoros en el cielo que durarán por toda la eternidad, esta última oportunidad pasará en un cerrar de ojos. Sé que suena raro viniendo de alguien tan joven, pero es lo que la Escritura dice.
- El origen del sufrimiento
Ahora bien, con esto como nuestro objetivo, empezaremos el día de hoy mirando la Biblia como un todo para comprender su respuesta básica al sufrimiento. ¿Cómo lidiamos con el sufrimiento, específicamente el sufrimiento no merecido, en un universo gobernado soberanamente por un Dios misericordioso? Así comenzaremos con el origen bíblico del sufrimiento, y luego, daremos un vistazo a los lugares en la Escritura donde se aborda este problema más claramente. Ese es nuestro perfil para el resto de esta clase: el origen y la respuesta. ¡Comencemos!
¿De dónde proviene el sufrimiento? Ve al inicio de la Biblia. Dios crea todo bueno. Recordarás ese repetitivo estribillo: «Y vio Dios que era bueno»[2] que aparece a lo largo de los dos primeros capítulos de Génesis. No hay pecado, no hay sufrimiento, todo era lo que debía ser. Luego, Adán y Eva desobedecen a Dios e inmediatamente experimentan el dolor de estar separados de él. Ellos habían conocido la libre comunión con Dios, pero ahora se escondían de él (Gn. 2:8) y se encontraban en mutuo desacuerdo (Gn. 3:7, 12). En Génesis 3:16-19 vemos la maldición sobre la creación a causa del pecado:
«A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. 17 Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. 18 Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. 19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás».
El juicio trajo dolor físico, emocional y relacional; el juicio incluso maldijo la tierra. La rebelión contra Dios introdujo el dolor y el sufrimiento en la historia humana, y ya para Génesis 5, Adán está muerto, y nos encontramos con un segundo estribillo: «y murió… y murió… y murió» mientras vemos que la muerte continúa venciendo.
No obstante, por supuesto, la Biblia no termina allí. Y para el tiempo en que llegamos al final de la Biblia vemos nuevamente esa visión del paraíso. En Apocalipsis 21:1-4 leemos:
«Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron».
Ese es el fin del sufrimiento. Y es el fin del pecado, porque en el cielo nuevo y en la tierra nueva «no entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero» (Ap. 21:27). Como lo expresa Don Carson:
«Entre el inicio y el final de la Biblia, existe el mal y existe el sufrimiento. Pero el punto que debe observarse es que desde la perspectiva de la gran historia de la Biblia, ambos están profundamente relacionados: el mal es la causa primitiva del sufrimiento, la rebelión es la raíz del dolor, el pecado es el origen de la muerte»[3].
Entonces, ¿por qué existe el sufrimiento? El origen del sufrimiento es el pecado. En ese sentido, todo sufrimiento se debe al pecado. Pero, ¿significa esto que cada vez que sufrimos es porque hemos pecado y Dios no está castigando por ello? Para responder eso, vayamos al libro de Job.
- Lo que Job enseña acerca del sufrimiento
Al igual que parte de los salmos u otra literatura sapiencial[4], Job es un libro que habla realísticamente acerca del sufrimiento. Cuando observamos el capítulo 1, se nos presenta un hombre que era «perfecto y recto» (1:1,8). Tenía un gran familia (1:2), muchas riquezas (1:3a), y una reputación honorable (1:3b). Desde una perspectiva externa, todo marchaba bien. En el resto de los capítulos 1 y 2, el telón se levanta en el cielo y nosotros, los lectores, escuchamos una conversación entre Dios y Satanás. En Job 1:9-12 leemos:
«Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de balde? 10 ¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto, sus bienes han aumentado sobre la tierra. 11 Pero extiende ahora tu mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu misma presencia. 12 Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió Satanás de delante de Jehová».
En unos pocos versículos, Job pierde sus riquezas, su familia y su reputación, y casi al final del capítulo 2, su salud. De estos dos primeros capítulos, podemos hacer tres observaciones acerca del sufrimiento:
A. El sufrimiento es real. A diferencia de, digamos, algunas religiones orientales que niegan la realidad del sufrimiento y el dolor, la Biblia sugiere que el sufrimiento es real. Es un problema. Algunos de nosotros en nuestra iglesia tenemos, creo que una visión más budista que cristiana acerca del sufrimiento. Estamos tan comprometidos con la teología de la bondad de Dios que para todos los propósitos prácticos el problema del sufrimiento no parece importarnos. Pero si no es un problema, no requiere fe. Y sin fe es imposible agradar a Dios. Razón por la cual la experiencia de Job es tan importante. El sufrimiento es real. Y es un problema.
B. Dios es soberano sobre el sufrimiento. Aunque Satanás es quien causa que Job sufra, tuvo que obtener el permiso de Dios para hacerlo. Servimos a un Dios que «hace todas las cosas según el designio de su voluntad» ( 1:11b). Job no tuvo la perspectiva ‘detrás de escenas’ que se nos da a los lectores, pero conocía a su Dios lo suficiente como para decirle a su esposa: «¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?» (Job 2:10a). Job sabía que el problema que enfrentaba venía «de Dios».
William Henry Green, en su libro, The Argument of the Book of Job Unfolded, dice acerca de Satanás:
Con todo su odio por Dios y desprecio contra Su pueblo, no puede emanciparse de ese control soberano, que lo ata al servicio de Dios. Está, en todos sus planes blasfemos, pese a él mismo, haciendo la obra de Dios[5].
Hablaremos más acerca de la soberanía de Dios más adelante en la clase, pero basta para decir que un estímulo que recibimos en medio del sufrimiento, un «ancla del alma» como señala el autor de Hebreos, es que Dios no se sorprende por el sufrimiento y él no comete errores. El dolor infligido por un Dios soberano es como la diferencia entre el bisturí de un cirujano y la navaja de un criminal. Él está en control. Él es bueno. Él es bueno para con nosotros, sus hijos.
C. Existe algo así como el ‘sufrimiento inocente’. Aunque el pecado es la principal causa de todo sufrimiento, no todo sufrimiento se debe a un pecado específico. Esta es una lección clave del libro. Los amigos de Job llegan para convencerlo de arrepentirse de cualquier pecado que haya ocasionado esta calamidad. Ciertamente un Dios soberano y bueno no habría permitido esto a menos que Job hubiese pecado gravemente. Pero sabemos que la verdadera historia es en realidad lo contrario. ¿Por qué Job sufre? ¡Por ser especialmente recto! Ese fue el argumento de Satanás en primer lugar, ¿no es así? Aunque el sufrimiento en ocasiones refleja un pecado específico[6], deberíamos tener cuidado de no presumir que conocemos la mente de Dios. Piensa en los discípulos que le preguntaron a Jesús acerca del hombre ciego: «¿Quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él»[7]. Si tan solo los amigos de Job hubiesen entendido eso.
Lo que nos lleva a una cuarta enseñanza del libro de Job acerca del sufrimiento: nuestro trabajo no es entender, sino confiar. Las lecciones que hemos visto hasta ahora provienen de una perspectiva bastante omnisciente. Pero piensa en todo esto desde la perspectiva de Job. Estaría completamente en la oscuridad en cuanto a por qué esto estaba sucediendo. ¿Por qué Dios estaba haciendo esto? ¿Qué estaba pasando? En un momento dado, Job había deseado tener una entrevista con Dios: «¡Quién me diera quien me oyese! He aquí mi confianza es que el Omnipotente testificará por mí, aunque mi adversario me forme proceso» (Job 31:35). Había llegado a exigirle a Dios que se explicara. Bueno… ¿qué pasa cuando recibe su reunión?
Capítulo 38, Dios rompe su silencio y dice a Job: «¿Quién es ese que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría? Ahora ciñe como varón tus lomos; Yo te preguntaré, y tú me contestarás» (Job 38:2-3). Lo que sigue a continuación es un bombardeo de preguntas, cada una recordándole que él no es Dios.
- Job 38:4: «¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra? Házmelo saber, si tienes inteligencia».
- Job 38:12: «¿Has mandado tú a la mañana en tus días? ¿Has mostrado al alba su lugar».
- Job 38:22-23: «¿Has entrado tú en los tesoros de la nieve, o has visto los tesoros del granizo, que tengo reservados para el tiempo de angustia, para el día de la guerra y de la batalla?».
- Job 38:31-32: «¿Podrás tú atar los lazos de las Pléyades, o desatarás las ligaduras de Orión? ¿Sacarás tú a su tiempo las constelaciones de los cielos, o guiarás a la Osa Mayor con sus hijos?».
- Job 40:2: «¿Es sabiduría contender con el Omnipotente? El que disputa con Dios, responda a esto».
- Job 40:8b: «¿Invalidarás tú también mi juicio? ¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?».
¿Por qué Dios es tan duro? No es porque Job haya pecado. Dios deja bien en claro eso (42:7). Pero la insistencia de Job en que Dios se explicara, lleva a Dios a expresar: «¿Me condenarás a mí, para justificarte tú?». Dios no solo no se explica ante Job, es enfático en que de ninguna manera Job merece o llegará a recibir una explicación.
Dios es Dios y Job no. Dios debe ser adorado, no cuestionado de tal manera que se le acuse de injusto. ¿Podemos preguntar «por qué» o «por cuánto»? Ciertamente. Vemos esto a través de los salmos. Pero siempre dentro de un marco de confianza. Como Creador, Dios tenía una perspectiva infinitamente mejor que la de Job y es infinitamente más sabio[8].
Y así, la justa respuesta de Job a Dios no es un clamor pidiendo entendimiento, es un clamor de arrepentimiento. «De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza» (Job 42:5-6).
Esta es una percepción fundamental que Job nos ofrece acerca del tema del sufrimiento. Hay cosas que no comprenderemos porque simplemente no somos Dios. (Los padres ven una sombra de esto con sus hijos). Lejos de ser una respuesta tangente a una pregunta difícil, es reconocer que no adoramos a un Dios que podemos poner en una pequeña caja. Él es un Dios a quien «los cielos y los cielos de los cielos no pueden contener» (2 Cr. 6:18b). No. Lo que aprendemos de Job es que nuestro llamado no consiste en confiar en nuestra entendimiento de la situación, sino en confiar en Dios[9]. Job establece un patrón que se mantiene a lo largo de la Biblia: Dios no explica con frecuencia nuestro sufrimiento. En cambio, nos llama a confiar en él a pesar de nuestra falta de entendimiento.
Sin embargo, ¿cómo podemos confiar en él? ¿Estamos llamados a tener una confianza ciega? «Sí, el libro de Job tiene todo el sentido del mundo. Dios es Dios. Yo no. ¿Pero eso es todo? Debo confiar, en lugar de entender, pero Señor, siento que necesito más que eso. ¡Ayúdame a confiar!».
Bueno, para Job eso era todo lo que había. La evidencia que Job tenía de la fiabilidad de Dios provenía de lo que podía ver del carácter de Dios revelado en la creación. Sal, mira por la ventana, maravíllate con lo que Dios ha hecho, y entonces, sobre esa evidencia, confía en él mientras destruye tu vida en pedazos. Eso es cierto. Pero es duro. Job tenía una fe increíble. En su bondad, sin embargo, Dios nos ha dado mucha más evidencia para nuestra fe. Y vemos eso cuando miramos el resto de la Biblia.
- El resto de la Biblia
A medida que los libros de la Biblia progresan de principio a fin, vemos que el propósito de Dios en el sufrimiento, —y la evidencia para nuestra fe— es mucho más nítido. Así que examinemos esa evidencia.
El Éxodo es la fiesta debutante de Dios, por así decirlo, el momento en que decidió entrar en el escenario internacional. Y cuando entra, Israel ha sido esclavizado en Egipto durante 400 años. Las palabras de José, que los condujo allí, casi parecen burlonas en ese momento: «Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo». ¿Cómo es posible que 400 años de esclavitud estén destinados para bien? Pero como Dios le dice a Faraón directamente (9:16), todo esto sucede, «para que mi nombre sea anunciado en toda la tierra». Y así, con una sola mano, Dios arruina a la nación de Egipto y guía a su pueblo. Los conduce a un callejón sin salida: atrapados entre el mar Rojo, por un lado, y el ejército perseguidor de Egipto, por el otro, y luego separa el mar, salva a su pueblo y destruye al ejército más poderoso de la tierra. Dios deja a las naciones paganas con tal temor que los filisteos todavía hablan de estos acontecimientos en 1 Samuel, cientos de años después[10]. Y así en el Éxodo, el pueblo de Dios ve lo que Job nunca vio: que Dios puede usar el sufrimiento para proclamar su poder a las naciones.
Noemí: Del drama internacional, entonces, pasemos al breve libro de Rut. Dios ha demostrado usar grandes crisis nacionales para el bien, pero ¿qué hay de la vida de una pobre viuda? El libro se establece como una prueba de la acusación de Noemí contra Dios: «en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso». No obstante, para el final del libro Dios ha derramado misericordia sobre Noemí, su acusadora, y vemos cómo su bendición con el nacimiento del rey David fue más allá de lo que incluso Noemí podría haber soñado.
Habacuc: El siguiente en nuestro tour es el profeta Habacuc, quien presencia el trato más conciso del problema del sufrimiento en toda la Biblia. Habacuc se queja ante Dios por permitir que el malvado triunfe sobre el justo. ¿Cuál es la respuesta de Dios? No te preocupes: Juzgaré a la nación a través de los caldeos. Lo que es incluso peor, ¿no es así? Y al igual que con Job, la respuesta de Dios a las quejas de Habacuc sobre el sufrimiento inocente no es una explicación, sino un llamado a la confianza. Habacuc 2:20: «Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra». Y, sin embargo, a diferencia de Job, Éxodo o Rut, para cuando llegamos a Habacuc, Dios nos da su gran declaración de propósito para toda la historia. Capítulo 2, versículo 14: «Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar».
Dios trabaja todas las cosas para su gloria. Hay un fuerte propósito apoyando todo lo que él hace. Al igual que el Éxodo, o un pastor de ovejas asesinado a un gigante, o la derrota de 185 000 asirios mientras el pueblo dormía, Dios está esculpiendo la historia precisamente para que solo una divinidad de fuerza infinita pueda rescatar. Y luego lo hace. Y ese es exactamente el punto. La gloria es de Dios. Y así, con tal evidencia apuntando a la habilidad de Dios para cumplir su máxima declaración de propósito, Habacuc es llamado a confiar. Como leemos en el capítulo 2, versículo 4: «mas el justo por su fe vivirá». Nuestra postura no es de cuestionamiento, sino de confianza.
Y eso es lo que Habacuc hace. Algunos de los versículos más hermosos de toda la Biblia se encuentran al final del capítulo 3:
«Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación» (3:17-18).
¿Cómo rayos puede decir eso? Porque confía en los mejores propósitos de Dios.
Pero, por supuesto, Dios no ha terminado. Job: no cuestiones a Dios, confía en él. Éxodo: Dios puede convertir una gran tragedia en un gran bien. Noemí: incluso a nivel individual. Habacuc: porque todo lo que él hace es por un gran bien supremo: la proclamación de su gloria a las naciones. Y eso nos lleva al Nuevo Testamento. Donde vemos que todo lo que él hace no es solo para su gloria, sino también para nuestro bien.
La cruz: Allí, en la cruz de Jesucristo, Dios usa el sufrimiento más injusto en la historia del universo, para el más grandioso de los propósitos. La principal prueba en la base de nuestra fe es el sufrimiento que Dios inflige en su propio hijo, el sufrimiento que merecíamos, para que podamos ser considerados justos. El mal utilizado para la gloria de Dios. Y, como leemos en Romanos 8:28, para nuestro bien. «Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados».
Y en esta vida, eso es lo que tenemos: el problema del sufrimiento, un llamado a la fe, y la evidencia para reforzar esa fe. Pero la historia no termina allí. Hagamos una última parada en nuestro tour de la Biblia: el libro de Apocalipsis.
Apocalipsis: Porque en el final de los tiempos, y el inicio de la eternidad, no hay más tensión. No hay más fe. Como cantan los ángeles en Apocalipsis 15:
«Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos,
Rey de los santos.
¿Quién no te temerá, oh Señor,
y glorificará tu nombre?
Pues sólo tú eres santo;
por lo cual todas las naciones vendrán
y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado».
¿Notaste el tiempo en pasado de esa última frase? Todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado. Hoy, no podemos entender por qué Dios hace lo que hace. Es doloroso. Abate el alma. Y así vivimos por fe. Pero un día, todos veremos. Y adoraremos. Porque la aparente contradicción dejará de exisitir. Veremos la verdad de los caminos de Dios, y todo será revelado.
[1] Ro. 10:17; He. 4:2
[2] Gn. 1:4, 10, 12, 18, 21, 25, 31; 2:9, 12, 17, 18
[3] How Long O Lord.
[4] e.j. Eclesiastés
[5] The Argument of the Book of Job Unfolded, pg. 63f…Al mover el cielo y la tierra para lograr la perdición de aquellos a quienes Cristo ha rescatado, en realidad los está preparando para la gloria… está obligado a ser lo que más aborrece, y está más alejado de sus intenciones y deseos. . . contribuir con los planes de la gracia.
[6] e.j. 2 Cr. 26:17-20; 1 Co. 11:30; Jn. 5:14
[7]Juan 9:1-3
[8] Ver esta sabiduría es lo que llevó al apóstol Pablo a declarar: «¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero?» (Romanos 11:33-34). Y ten en mente que estas palabras de Pablo siguen la sección más dolorosa de su carta a los Romanos. «tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas». Pablo escribe, alabando a Dios por una dolorosa falta de entendimiento.
[9] Pr. 3:5
[10] 1 Samuel 4:8
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