Reseñas

Reseña del libro: Sinaí y los Santos, por James M. Todd III

Por Paul Alexander

Paul Alexander es el pastor de la Iglesia Grace Covenant de Fox Valley en Elgin, Illinois.
Artículo
21.05.2018

RESUMEN

En lo que se refiere a relacionar el Antiguo Testamento a la vida cristiana, tenemos varias opciones. Algunos cristianos se ven a sí mismos como si aún estuvieran bajo la ley moral (33-37), otros bajo nueve de los 10 mandamientos (excepto el día de reposo, 37-39), y aún otros como bajo ninguna de las leyes del Antiguo Testamento porque Jesús las cumplió, por tanto ven el antiguo pacto como algo muy irrelevante para el cristiano y la iglesia (39-42). Pero James M. Todd afirma que, aunque es verdad que Jesús cumplió las leyes del antiguo pacto y por ello los cristianos están ahora bajo la ley de Cristo, la cual es el amor, el antiguo pacto aún permanece relevante para los cristianos ya que «las Escrituras cristianas y su mensaje permanecen en continuidad con el mensaje del Nuevo Testamento» (42-44).

Si interpretamos el antiguo pacto y su código moral en el contexto literario y narrativo de las Escrituras, pronto descubrimos que la ley moral resumida en los diez mandamientos es parte de un pacto del cual no somos parte (14-15, 62). Incluso en aquel entonces, no regía a todas las naciones; regía a Israel como el mediador sacerdotal de Dios para las naciones que incidentalmente Todd utiliza para argumentar contra los cristianos que buscan ejercer presión para la exhibición de las diez palabras en edificios gubernamentales.

Pero lo atestiguan ambos, tanto el incidente del becerro de oro (63-67) como Nadab y Abiú (68-69), ni las personas ni los sacerdotes pudieron obedecer las leyes que Dios había dado. Por tanto, con cada rebelión eran añadidas nuevas leyes, motivo por el cual Pablo dice en Gálatas 3:19 «¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones» (70). Las narraciones de la rebelión del Pentateuco, entonces nos enseñan a esperar inhabilidad y rebelión humana cuando nos enfrentamos con la ley divina.

Y eso es exactamente lo que obtenemos. Los pecados de Israel luego del Sinaí parecen multiplicarse, ilustrando a través de la narrativa lo que Pablo enseña mediante un precepto: «pero la ley se introdujo para que el pecado abundase» (77, Romanos 5:20). Pero mientras Dios respondió a los pecados de Israel de antes del Sinaí con misericordia, respondió a los pecados luego del Sinaí con ira (72-88; especialmente 79), dando sentido a la nota enigmática de Pablo de Romanos 4:15 «pues la ley produce ira; pero donde no hay ley, tampoco hay transgresión» (80). Lo que es más, el Pentateuco es auto consciente del inminente fracaso en el Cántico de Moisés (Deut. 31) y la necesidad de que Dios sea quien circuncide sus corazones (Deut. 30:6). Incluso Moisés no tuvo esperanza en el Pacto Mosaico.

Ya que el Pentateuco por sí mismo compara el Antiguo Testamento con los Diez Mandamientos (Dt. 4:13; Ex. 34:28), es improbable en el mejor de los casos que los cristianos puedan eliminar el decálogo y el día de reposo, y aplicar el resto directamente a la vida en Cristo bajo el Nuevo Pacto (93). Debido a que el Nuevo Testamento considera el día de reposo como un asunto de conciencia en Romanos 14, Gálatas 4, y Colosenses 2, somos presionados fuertemente a hacer de los otros nueve mandamientos algo directa y universalmente vinculante, ya sea para cristianos o no (95-103).
La razón principal de Todd para esto es la apologética: «Sosteniendo [los Diez Mandamientos] como la regla de vida para los cristianos modernos presenta varios asuntos que podrían en última instancia terminar dañando el testimonio de la iglesia a los ojos de un mundo que observa» (105). Esos asuntos están modelando una mala hermenéutica que al final nos lleva a ser cargados con hipocresía por presionar leyes morales en no creyentes mientras descuidamos las leyes ceremoniales para creyentes. «¡Hah!» dicen ellos. «Ustedes prohíben la homosexualidad basada en Levítico 18:22 para todos los demás, pero se visten de mezcla de algodón y poliéster en flagrante indiferencia de Levítico 19:19. ¡Qué arbitrario e hipocrita!».

En lugar de tratar a los Diez Mandamientos como nuestro resumen moral, Todd nos dirige a la ley de Cristo ̶ amar a Dios con todo nuestro corazón y fuerzas, y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, citando Marcos 12:29-31, Juan 13:34-35, 1 Corintios 9:21, y Gálatas 6:2 (108-112). En lo que se refiere a la interacción moral con una cultura incrédula, Todd dice que los cristianos son mejores utilizando argumentos de la ley natural que aquellos fundamentados en los Diez Mandamientos. Él también cita importantes diferencias en el motivo y los medios de la obediencia a Dios bajo el antiguo y el nuevo pacto. Bajo el antiguo pacto, Israel obedecía para convertirse en una nación santa (120, citando Ex. 19:5-6), considerando que en el nuevo pacto obedecemos porque ya somos una nación santa (122, citando 1 Pedro 2:5-11). Bajo el antiguo pacto, los medios de obediencia eran la vieja naturaleza, considerando que bajo el nuevo pacto los medios de obediencia es la nueva naturaleza empoderada por el Espíritu, habiendo Dios escrito su ley en nuestros corazones (122).

Así que, ¿por qué entonces deberíamos molestarnos leyendo las leyes en el Antiguo Testamento? Todd responde: «nuestra habilidad de comprender la historia bíblica y de interpretar más tarde libros bíblicos relacionados directamente con nuestro conocimiento e interpretación de las leyes del antiguo pacto». Él entonces traza tres temas ̶ el tabernáculo, el sacrificio y la santidad ̶ y utiliza un acercamiento bíblico-teológico para mostrar cómo el conocimiento de la ley del Antiguo Testamento enriquece nuestro entendimiento de la revelación del Nuevo Testamento y su cumplimiento en Jesús (127-142).
Él también muestra como el conocimiento de la ley para los reyes en Deuteronomio 17 ilumina las historias reales de Salomón y sus sucesores en Reyes (148-151). Todd continua para demostrar exitosamente una lectura específicamente cristiana del Pentateuco mediante el descubrimiento de temas orgánicos de «cambio de corazón, un rey que viene, y el regreso de Israel a la tierra» (153; 153-176). Pero él hace más al trazar aquellos mismos temas a través de los profetas y en el Nuevo Testamento para mostrar la continuidad del todo.

FORTALEZAS

La apologética cultural de Todd para abordar la relación entre la ley el cristiano es convincente. Espero que su argumento dirija a más cristianos a fundamentar su razonamiento público sobre la homosexualidad en los textos que Todd recomienda que tratan con la ley natural y el nuevo pacto (Génesis 1-2; Génesis 19; Jueces 19; Romanos 1:26-27; 1 Corintios 6:9; 1 Timoteo 1:10; Judas 7).
No es que Levítico 18 sea menos cierto, o menos representativo del carácter y la voluntad eterna que Romanos 1. Tampoco es que sea menos claro. Pero hay un asunto de sabiduría aquí: ¿cuáles textos nuestra cultura escucha más fácilmente? Pedro dice aún de los escritos de Pablo que algunas personas torcerán lo que él dice a su propia destrucción ̶ su propia falta, no la de Pablo, sin duda. Igualmente, las personas torcerán Levítico 8 y su contexto en nuestra era de autonomía sexual. Una vez más, esto es su propia falta, pero tal vez es una marca de amor y sabiduría para argumentar a partir de textos que no son torcidos muy comúnmente.

Además, todo el enfoque de Todd parece como un correctivo informado pero suave al argumento «América Cristiana» que apela al derecho divino para exponer los Diez Mandamientos en las escaleras del Capitolio. Sus conclusiones son firmes, lo cual puede parecer vigorizante para algunos de los lectores de Todd. Pero su tono es irónico, y su lógica es justa ̶ por tanto no tire el libro en la licuadora sin antes considerar lo que está diciendo. Además, incluso si terminas teniendo un desacuerdo con él enérgicamente sobre el mejor uso de la Biblia en apologéticas culturales, hay mucho que podemos aprender aquí.
Por ejemplo, algunas de sus mejores cosas fue la narrativa «antes y después» del tratamiento de Israel con y sin la ley. Ilustra perfectamente algunos de las declaraciones más enigmáticas de Pablo sobre la relación de la ley, transgresión y castigo en Romanos 4:15 y 5:20. También da sentido a la macro-narrativa del Antiguo Testamento. Está enfocado en su análisis de los textos de rebelión que siguen muy rápidamente las pisadas de la instrucción legal, de culto y moral (por ejemplo, el becerro de oro, Nadab y Abiú). Sus encuestas temáticas del tabernáculo, el sacrificio y la santidad serán iluminadoras, aún incandescentes para los principiantes en la teología bíblica, y cálidamente motivadoras aún para el pastor-teólogo más experimentado.

DEBILIDAD

Tal vez, sin embargo, uno pudiera haber esperado un poco más de respaldo de no sólo lectura y conocimiento del Antiguo Testamento, sino predicándolo de manera expositiva. Aunque no dudo de que Todd afirma la exposición del Antiguo Testamento y se regocija en su resurgimiento, deseo que él exhorte a los pastores más directamente a exponer el Pentateuco centrado en Cristo.
Segundo, aunque estoy de acuerdo con su amonestación de utilizar la ley natural y las Escrituras que se relacionan con esto más frecuentemente en apologéticas culturales, el lector puede haberse beneficiado de una instrucción, entrenamiento y modelo más positivo (o por lo menos algunos recursos más recomendados) sobre cómo utilizar la ley natural en apologéticas culturales. El toma nota de J. Budziszewski varias veces, pero uno también piensa en el trabajo cuidadoso de David VanDrunen’s en la ley natural, tanto a nivel académico como popular, ninguno de los cuales es mencionado en la bibliografía.

A pesar de que Todd ve la ley apuntándonos hacia el evangelio, es menos claro que él ve el evangelio apuntándonos de vuelta a la ley. Por tanto, sí, la ley moral de Dios, tal como está encapsulada en los Diez Mandamientos, nos apunta hacia la ley del amor en el Nuevo Testamento. Pero si preguntamos al Nuevo Testamento, «¿qué significa amar a mi prójimo?» ¿No nos apuntará de vuelta a los ejemplos de obediencia de la ley a partir del corazón del Antiguo Testamento? Todd menciona esto de paso (107), pero parece merecer más atención.

Las leyes morales del Antiguo Testamento y la ley del amor en el Nuevo son mutuamente iluminadoras. Todd ve la ley del amor iluminando la ley moral, sin la última informando la primera más que como contexto literario (29, 144-151), trasfondo redentor-histórico, estructura bíblica-teológica, o una categoría establecida para ser cumplida por la obra y persona de Jesús (128-141; 152-176). Estas son todas correctivas bienvenidas para una lectura atomística de versículos particulares y subtramas, pero parece que los apóstoles enfatizan igualmente un sentido de ambas leyes y narrativas del Antiguo Testamento como ejemplos morales de amor y enfrentado las revelaciones del carácter y la voluntad de Dios, ya sea por prescripción o prohibición, analogía o contraste. Por ejemplo, considera el uso de Pablo de la narrativa del Pentateuco como ejemplo moral en 1 Corintios 10, o su uso de «no pondrás bozal al buey que trilla,» lo cual dice él «fue escrito para nuestro bien» en 1 Corintios 9:9-10). Para Todd, parece que necesitamos la Ley(es) como una ayuda hermenéutica, pero poco más (127).

En otras palabras, sería útil seguir una lectura de la instrucción de Todd con Pablo y la Ley de Brian Rosner. La cuestión de «¿cuáles leyes están los cristianos obligados a obedecer?» (como Todd pregunta en las páginas 13, 32, 33), es mejor parafraseada por Rosner: «la cuestión no es cuales partes de la ley… sino la ley como que» (29).
Si consideramos la ley como mandamientos, entonces Pablo repudia la ley como un pacto del cual no somos parte y reemplaza la instrucción de la ley con la ley de Cristo, la cual es el amor. Pero Pablo puede aún reapropiar la ley como sabiduría, ya que ilustra y confirma lo que significa vivir por la ley de Cristo aún cuando no estamos bajo la Ley Mosaica como pacto legal. Una vez más, como Rosner afirma, la cuestión no es cuales leyes obedecer sino ¿la ley como qué?

RECOMENDACIÓN

En general, Sinaí y los Santos alcanza su objetivo como una introducción útil que servirá como una herramienta de discipulado con creyentes menos experimentados, para responder muchas de sus preguntas persistentes. Sin embargo, debido a su tema arriesgado, inevitablemente da lugar a otras preguntas que necesitarán ser respondidas con lecturas adicionales. Sigue esto con una lectura cuidadosa de Brian Rosner en Pablo y la Ley en la serie NSBT, y tal vez un viaje a través de la Ley Natural de David Van Drunen en Viviendo el los Dos Reinos de Dios, y tu armadura cristiana estará aún más completa.

Traducido por Samantha Paz.