Pastoreo

¿Quieres ser pastor?

Por Sean DeMars

Sean DeMars es pastor de la Iglesia de la 6ta. Avenida en Decatur, Alabama. Anteriormente sirvió a los pueblos de Perú predicando, enseñando y viviendo la Palabra de Dios. Puedes encontrarlo en Twitter en @SeanDemars.
Artículo
07.11.2023

Un joven de veintitantos años está sentado en la banca de la iglesia, cautivado por el poder del sermón de su pastor. La exégesis es precisa, las ilustraciones impactantes, el celo palpable, y él está absorto en la Palabra de Dios. Todo cobra sentido cuando piensa: «Esto es lo que quiero ser. Esto es lo que quiero hacer con mi vida. Quiero ser pastor».

¡Alabado sea Dios!

La iglesia siempre necesita más pastores, y cuando un joven expresa un deseo sincero de realizar esa noble tarea (1 Ti. 3:1), la iglesia debería celebrarlo.

¿Pero qué pasa si este joven aspira a algo que no entiende? ¿Qué pasa si —de forma bastante errada— piensa que ser pastor es sólo predicar grandes sermones, dirigir grandes reuniones, estudiar, escribir y orar cuarenta horas a la semana?

Mi objetivo con este artículo no es asustar a los jóvenes para que se alejen del ministerio, sino darles una visión más clara de cómo es la vida del pastorado y desafiarlos a que consideren el costo antes de entrar en ella (Lc. 14:28-29). El ministerio pastoral es un ministerio de sacrificio, la mayor parte del cual es imprevisto.

Este es mi llamado al aspirante a pastor: hermano, considera el costo.

1. CONSIDERA EL COSTO EMOCIONAL

Jesús, el gran pastor, lloró por el rebaño (Lc. 19:41). Su ministerio conllevó una profunda angustia emocional (Lc. 22:44).

No somos mayores que nuestro Señor (Jn. 15:20). El ministerio evangélico implicó un costo emocional para Jesús, y también lo hará para nosotros. Las deserciones de la fe te sacudirán. El bloqueo mental te cansará. Las ovejas que muerden te frustrarán, te entristecerán y te herirán. Y como Jesús te ama, te humillará (2 Co. 12:7-10). El ministerio pastoral no es fácil; no se supone que deba serlo.

La buena noticia es que Dios mostrará su poder en tu debilidad emocional. Pero no te equivoques, el ministerio te pasará factura emocional (2 Co. 11:28, Fil. 2:28). Si no lo hace, algo anda mal.

2. CONSIDERA EL COSTO FAMILIAR

Tener una familia que sirva a tu lado en el ministerio será, en muchos sentidos, una bendición (1 Co. 9:5). Sin embargo, los aspirantes a pastores deben saber que su familia experimentará el costo del ministerio con ellos.

Poco de tu vida familiar permanecerá intacta por las pruebas y dificultades del ministerio. Esto no es teórico. Me refiero a tu esposa e hijos. Ser hijo de un pastor, incluso en una iglesia sana, tiene sus desafíos. Ser esposa de un pastor, incluso en una iglesia realmente sana, puede ser bastante difícil. Aunque recibas la mayoría de los impactos directos, es casi seguro que tu familia recibirá parte de los disparos.

Sin duda, la proximidad de la familia de un pastor a la iglesia trae bendiciones únicas. Pero no existe tal cosa como una bendición absoluta en un mundo caído. Incluso en las iglesias donde la «esposa del pastor» no se considera un cargo, y donde a los hijos de los pastores se les permite ser simplemente niños, tu familia experimentará la vida en la iglesia local de manera diferente a todos los demás, y a veces dolorosamente.

3. CONSIDERA EL COSTO ESPIRITUAL

Mi amigo Shai Linne dice que Satanás tiene flechas de fuego especiales para los pastores. Creo que tiene razón, sobre todo si eres el pastor que más predica.

Incluso en iglesias con responsabilidades de predicación compartidas, el pastor principal será el que imparta la mayor parte de la enseñanza pública, lo que significa que sus palabras serán sometidas sistemáticamente a un mayor escrutinio por parte de la congregación. Hablará más, lo que significa que sus errores ministeriales recibirán mayor exposición. El ministerio en el púlpito del pastor titular representará, en cierto sentido, la posición doctrinal de la iglesia, lo que significa que será un pararrayos para la controversia, los desacuerdos y los ataques.

Los pastores deben soportar las críticas como Moisés (. 12:1), las falsas acusaciones como José (. 39:11-20), el abandono y la traición como Pablo (2 Ti. 4:10), y deben asumir la cruz del amor sacrificial como Jesús (Jn. 13:34).

4. CONSIDERA EL COSTO FÍSICO

Probablemente has visto las fotos comparativas de presidentes al comienzo de su primer mandato y al final de su segundo mandato. En la primera foto, el recién nombrado presidente luce joven, viril y fuerte; en la segunda foto, el veterano presidencial se ve demacrado, cansado y viejo. Los trabajos duros desgastan el cuerpo. Ser pastor es como muchas otras bendiciones en un mundo caído: muy bueno pero muy duro.

Los madrugones y las noches en vela son demasiado frecuentes. Una apretada agenda ministerial fácilmente deja de lado el tiempo para hacer ejercicio con regularidad. Comer (o no comer) por estrés es habitual.

Puede que nos guste pensar que nuestros cuerpos son de hierro fundido, pero la Escritura nos dice que son más bien vasijas de barro (2 Co. 4:7), que se agrietan con demasiada facilidad bajo una presión constante.

CONCLUSIÓN

El joven que se siente intimidado por el ministerio público del púlpito debe saber que el pastor que predica a la iglesia también debe pastorearla.

Ser pastor en la iglesia de Dios es una vocación noble y una vida bien empleada (1 Ti. 3:1). Sin embargo, el aspirante a pastor nunca debe olvidar que el llamado pastoral es un llamado a sufrir.

Es mi oración que cualquier joven que lea este artículo se levante, por la gracia de Dios, y abrace tal llamado, sabiendo que esta aflicción ligera y momentánea producirá una gloria futura incomparable (Ro. 8:18, 1 P. 5:10).

 

Traducido por Nazareth Bello.