COVID-19

¿Qué debería hacer con los que no pueden o no quieren ir a la iglesia cuando comencemos a reunirnos?

Por Nick Gatzke

Nick Gatzke es el pastor principal de la Iglesia Old North en Canfield, Ohio. Lo puedes encontrar en Twitter en @nickgatzke.
Artículo
19.10.2020

Para más recursos relacionados con COVID-19, visite nuestra sección: COVID-19 y La Iglesia.


Hay muchos asuntos complicados para las iglesias a considerar cuando decidan empezar a reunirse de nuevo durante la pandemia de COVID-19. Asumimos que la gran mayoría de nuestros miembros están esperando ansiosamente nuestras reuniones de nuevo. Sin embargo, habrá algunos que estén menos ansiosos. Aquí hay cinco consideraciones para pastorear a aquellos que no pueden o no desean asistir.

  1. TRATA DE IDENTIFICAR LAS CIRCUNSTANCIAS

Las razones por las que alguien podría no querer asistir a las reuniones de la iglesia varían enormemente y nuestra respuesta pastoral se dirigirá a tales razones. No querer y no poder son dos categorías muy diferentes y cada una tiene sus razones. Por ejemplo, hay grandes diferencias entre el que teme volver, el que está inmuno-comprometido, y el que simplemente quiere quedarse en casa y ver una transmisión en directo porque es más conveniente. Identificar las razones fundamentales y las circunstancias personales del individuo será esencial para pastorear bien.

  1. EXHORTA DESDE LAS ESCRITURAS

Para aquellos que no están dispuestos a reunirse hay una gran oportunidad de abrir las Escrituras y explicarles la verdadera naturaleza de la iglesia como pueblo reunido y por qué es tan importante reunirse físicamente. Promover una eclesiología bíblica viene en forma de recordatorios y enseñanzas interpersonales que pueden ser maravillosamente alentadoras para el cristiano.

  1. TEN GRACIA Y PACIENCIA

Toma tiempo para que las conversaciones se asimilen en la medida en que la Palabra hace su trabajo y en que el Espíritu guía y convence. La gracia y la paciencia ayudan a aquellos que podrían ser ovejas más débiles. Es una forma de mostrar el amor por nuestros hermanos y hermanas (1 Co.13:4) y modelar la obra de Dios, quien ha sido tan paciente con nosotros (Col. 3:13; 2 P.3:9).

  1. NO TE RINDA CON ELLOS

En el aumento de la actividad que rodea a la reapertura podría ser fácil dejar atrás a los creyentes que se han alejado. Sin embargo, parte de nuestra tarea pastoral es cuidar de las personas de forma constante. Si una persona no está dispuesta a regresar, podría ser útil asignar a un anciano para que se ponga en contacto regularmente para darle ánimo.

Si una persona no puede reunirse debido a razones de salud u otras circunstancias, podemos cuidar de ellos como lo hacemos con los que están encerrados y podemos encontrar maneras de seguir atendiéndolos. Si una iglesia está transmitiendo en vivo el servicio dominical durante la pandemia, sería útil continuar la transmisión en vivo durante el período de transición hasta que se levanten las restricciones y el riesgo haya disminuido.  Algunas congregaciones están instalando salas específicas en sus edificios para que los que están en riesgo puedan seguir reuniéndose de alguna manera. En cualquier caso, se necesita un cuidado y un estímulo continuo tanto para los que no quieren como para los que no pueden.

  1. DISCIPLINA SI ES NECESARIO

Si una persona ha profesado a Cristo y se ha comprometido a ser miembro de la iglesia, pero incluso después de que la crisis de COVID-19 haya terminado, decide no volver a la adoración corporativa por razones que los ancianos identifican como pecaminosas, entonces la iglesia no tendrá otra opción que ejercer disciplina por la decisión de esa persona de vivir en el continuo pecado de abandonar la congregación (He. 10:24-25). Esto supone que no han comenzado a asistir a otra iglesia que predica el evangelio. Por supuesto, los ancianos y la congregación necesitan practicar la paciencia aquí, incluso mientras continuamos advirtiendo, amonestando y eventualmente disciplinando a aquellos que se rehúsan a reunirse con el pueblo de Dios.

Reunirse de nuevo será una gran alegría para muchos y un desafío único para algunos. Asegurémonos de que nadie se quede atrás.


Traducido por Renzo Jr. Bello