Pastoreo

Por qué los pastores deben supervisar el ministerio de mujeres

Por Camryn Zamora

Camryn Zamora es diácono del ministerio de la mujer en la Iglesia de la Comunidad Evangélica de Abu Dhabi.
Artículo
21.06.2023

Una de las fábulas de Esopo cuenta la historia de un grupo de toros que vivían en un campo. Un león intentó atacarlos, pero juntos lo ahuyentaron.

Un día, los toros se pelearon por un trozo de hierba y se separaron obstinadamente, alejándose lo más posible unos de otros. El león aprovechó la ocasión y devoró a los toros uno a uno.

El ministerio de mujeres puede sentirse a veces como esos toros, cada uno separándose en su propia «parcela de hierba», lejos del resto de la iglesia. Los críticos del complementarianismo argumentan que el liderazgo masculino oprime a las mujeres. Tal vez sea tentador para las iglesias complementarias reaccionar a esta crítica con un enfoque de no intervención, permitiendo que los ministerios de mujeres se conviertan en un espacio donde a las mujeres se les da independencia de los ancianos: un lugar para que ejerzan sus dones libres de la supervisión de los pastores hombres.

Estoy convencida de que, aunque la hierba parezca más verde, las mujeres, al igual que los hombres, necesitan supervisión y cuidado pastoral.

Soy miembro de la Evangelical Community Church of Abu Dhabi (ECC), donde sirvo como diácono del ministerio de mujeres. Gracias a la perseverancia de los santos fieles, la ECC ha cambiado y madurado en los últimos cincuenta años.

Cuando mi familia llegó por primera vez, nuestra iglesia acababa de experimentar un importante cambio en su política, pasando del liderazgo de una «junta de la iglesia» administrativa mixta a una pluralidad de ancianos. El ministerio de mujeres mejoró rápidamente al quedar bajo el cuidado de pastores bíblicamente cualificados.

Anteriormente, el ministerio de mujeres funcionaba de forma muy independiente, con sus propios estatutos, miembros y consejo de liderazgo. Organizaba sus propias finanzas, planes de estudio y programas sin la ayuda de los pastores.

Las líderes hacían todo lo posible por ministrar a las mujeres y, por la gracia de Dios, sus esfuerzos daban fruto. Las mujeres formaron lazos de compañerismo amoroso, y algunas crecieron en su conocimiento de Dios.

Pero las mujeres sufrían por la falta de supervisión de los ancianos. Era común que las mujeres, incluso miembros de la iglesia, asistieran a eventos de mujeres, pero nunca al culto congregacional. Muchas mujeres veían el ministerio de mujeres como su iglesia más que como un ministerio dentro de la iglesia. Algunas de las lecciones y planes de estudio eran poco sólidos. Surgieron disputas entre las líderes. En una ocasión, una mujer dio una charla que había plagiado de un reconocido falso maestro.

Pero tal vez el mayor daño fue para las mujeres que estaban atrapadas en pecados paralizantes o situaciones quebrantadas. En varios casos, no recibían atención pastoral porque sus casos permanecían aislados.

Cuando me convertí en miembro de la ECC, las cosas estaban empezando a cambiar cuando los ancianos recién nombrados comenzaron a supervisar los ministerios dentro de la iglesia. Desde que nuestro ministerio de mujeres está bajo el cuidado pastoral, las hermanas de nuestra iglesia han sido equipadas, nutridas, unidas y protegidas mucho mejor que cuando funcionaban de forma autónoma.

¿Por qué? He aquí una breve mirada a la razón detrás de cada uno de estos beneficios.

EQUIPADAS BÍBLICAMENTE

Nuestras iglesias necesitan mujeres teológicamente sólidas. Las hermanas que están equipadas y deseosas de discipular a otras mujeres son un tremendo beneficio para todo el cuerpo. Por tanto, la iglesia debe esforzarse por crear una cultura de mujeres que puedan manejar correctamente la Palabra y discipular a otras para que hagan lo mismo. La supervisión pastoral es el camino más seguro no solo para equipar a las santas, sino también para desarrollar una cultura de discipulado en la que las hermanas se sientan competentes y comisionadas para ministrarse unas a otras.

En la ECC, los ancianos equipan a las mujeres de varias maneras. La mejor manera de que un pastor ame a las mujeres de la iglesia es asegurarse de que se les enseña la Palabra a través de la predicación y la enseñanza fieles. Nuestros pastores también nos dan la bienvenida a las clases junto con los internos pastorales, alientan nuestra participación en los talleres de Simeon Trust, e incluso proporcionan retroalimentación sobre los manuscritos antes de que nos enseñemos públicamente unos a otros.

Estos apoyos comunican el profundo compromiso de nuestros ancianos con las mujeres de la congregación. Quieren que nuestras hermanas florezcan bajo la rica enseñanza bíblica de hermanas bien instruidas para que podamos fomentar una cultura de discipulado (Tito 2:3).

Como beneficiario de un pastorado fiel, me regocijo en Efesios 4:11-12, que Cristo nos dio pastores «a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo». Nuestros ancianos no han comprado nuestra satisfacción manteniéndose al margen, y valoran demasiado a nuestros miembros como para «vivir y dejar vivir».

En cambio, invierten tiempo y recursos en nosotras para que estemos bien equipadas para discipular a otras mujeres.

Cuando los pastores aseguran la sana doctrina en el ministerio de las mujeres, no degradan a las mujeres como inferiores. Por el contrario, nos tratan amorosamente como semejantes portadoras de la imagen de Dios y coherederas de Cristo.

ALIMENTADAS CON AMOR

Aunque el culto congregacional es donde mejor se cuidan nuestras almas, también necesitamos ser nutridas individualmente. Cuando los pastores supervisan el ministerio de mujeres, se aseguran de que ninguna sufra en silencio. Las mujeres pueden tener un fuerte sistema de apoyo a través de sus hermanas. Sin embargo, ¿cuánto más dulce es ser amada y cuidada no solo por nuestras hermanas sino también por nuestros hermanos?

La supervisión pastoral asegura que las hermanas están siendo cuidadas por todo el cuerpo. El cuerpo crece en Cristo cuando se mantiene unido por todas las coyunturas de que está dotado (Ef. 4:15-16). Pablo intervino en Filipos para instar a Evodia y Síntique a que se pusieran de acuerdo en el Señor. Estas mujeres se asociaron con Pablo, y él se preocupó por ellas lo suficiente como para rogar a la iglesia que se involucrara en su reconciliación.

Como nuestros pastores en la ECC supervisan el ministerio de mujeres, conocen las necesidades de nuestras hermanas. Es habitual que tomen la iniciativa de pedir a una mujer madura que se reúna con una hermana que tiene dificultades. Y del mismo modo, comunicamos las necesidades de nuestras hermanas a nuestras mayores, para que puedan orar y ministrarnos.

Las mujeres no somos silos, que solo ministramos y somos ministradas por mujeres. Somos parte de una familia de hermanos y hermanas, que se preocupan por las necesidades de los demás bajo el liderazgo bíblicamente prescrito de nuestros pastores.

ARMONIOSAMENTE UNIDAS

Es cierto que los ancianos no pueden ministrar a las mujeres de la misma manera que ellas. Sin embargo, las mujeres necesitan supervisión pastoral para ministrarse bien unas a otras. Necesitamos su orientación en cuestiones de presupuesto, calendario, elección de planes de estudio, etc.

Necesitamos supervisión en estas áreas porque la iglesia funciona como un solo cuerpo. Nuestros pastores conocen la iglesia desde un punto de vista especial: ven todo el cuerpo. Tienen que supervisar lo que es mejor no solo para las manos, sino también para los pies. Deben considerar si un acontecimiento fortalecerá a todo el cuerpo, o si solo servirá a unos pocos; y cuándo hay que centrarse en los necesitados y no en los sanos (1 Co. 12:21-26). Prestan atención a cuando el cuerpo está sangrando en lugares que el resto no podemos ver. Por tanto, hacemos bien en confiar en su liderazgo y someternos a ellos cuando supervisan incluso algunos de los asuntos más mundanos del ministerio.

En la ECC, elegimos nuestro plan de estudios con nuestros pastores. Ha habido ocasiones en que hemos querido estudiar un tema, pero los pastores nos pidieron que estudiáramos otro tema que consideraban que sería de mayor beneficio para nuestras hermanas en esa temporada. Nunca nos hemos arrepentido de haber seguido su recomendación.

Nuestros ancianos tienen Santiago 3:1 como un recordatorio aleccionador: los maestros se enfrentarán a un juicio más estricto. Los pastores asumen esa carga por nosotras asegurándose de que lo que estudiamos es bíblicamente sólido. Hay respeto y colaboración mutuos, y su supervisión alivia una carga que la autonomía impone innecesariamente a los ministerios.

FIELMENTE PROTEGIDAS

Quizás el mayor beneficio de la supervisión pastoral es que protege a las mujeres de la iglesia. Hebreos 13:17 dice: «Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta».

La idea de «velar» me recuerda lo que hace mi marido cada vez que caminamos juntos. Me coloca en el interior del camino, interponiéndose entre el peligro más cercano y yo. No lo hace con mala intención. No me está diciendo que es más fuerte o más capaz; está anteponiendo mi vida a la suya.

Los buenos pastores suelen hacer lo mismo por nosotros, y por eso es un placer someternos a ellos. Se interponen entre el rebaño y la influencia de los falsos maestros. Pablo encargó a los ancianos de Éfeso que protegieran el precioso rebaño de Cristo de los lobos (Hechos 20:28-30).

Cuando nuestros pastores supervisan el ministerio de mujeres, no indica desconfianza, sino más bien que cuando los lobos ataquen, los pastores llevarán la peor parte, no las ovejas. Al hacerlo, imitan al Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas (Juan 10:11-15).

EL DISEÑO DIVINO

Todo esto muestra el diseño bueno y glorioso de Dios para su Iglesia. En su soberana sabiduría, el evangelio se muestra maravillosamente cuando nos sometemos humildemente al liderazgo pastoral y nos regocijamos en la bondad de Dios por habernos dado a estos hombres. Keri Folmar escribe: «Tu feliz sumisión a la autoridad de los ancianos será para tu propio beneficio. Prosperarás, y tus ancianos te servirán a ti y al cuerpo de la iglesia con alegría»1.

Así que, aunque podría ser tentador ver la supervisión pastoral como algo restrictivo para las mujeres, ya que no ocupamos el cargo de anciano, mi experiencia ha sido radicalmente diferente. Una supervisión pastoral robusta ha comunicado amor, cuidado y valor a nuestras mujeres miembros. Y cuando las mujeres buscan un «espacio autónomo» para ejercer su independencia y liderazgo, de hecho, se están separando del rebaño, poniéndose en peligro de ser eliminadas.

Pastores, algunas mujeres pueden tener la tentación de encontrar su propio pedazo de pasto, pero por favor, por el bien del evangelio y de nuestras almas, ¡no nos dejen!

 

Traducido por Nazareth Bello

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[1]. Keri Folmer, How Can Woman Thrive in the Local Church? (¿Cómo pueden las mujeres prosperar en la iglesia local?) (Crossway, 2021).