COVID-19

¿Podemos celebrar la Cena del Señor «en línea»?

Por Bobby Jamieson

Bobby Jamieson es pastor asociado de la Iglesia Bautista Capitol Hill en Washington, DC. Él es el autor, de su más reciente libro, La Muerte y Ofrenda Celestial de Jesús en Hebreos. Puedes encontrarlo en Twitter en @bobby_jamieson
Artículo
21.05.2020

Nota del editor: Este artículo es una versión editada y resumida de ¿Podemos bautizar y tomar la Cena del Señor “en línea”? publicada originalmente en coalicionporelevangelio.org. Para más recursos relacionados con COVID-19, visite nuestra sección: COVID-19 y La Iglesia.


Para el próximo «quién sabe cuánto tiempo», las iglesias en muchas partes del mundo no podrán reunirse. Así que los pastores como yo están luchando amorosamente por encontrar soluciones. No hay un manual para esto. Cuando la iglesia no puede reunirse físicamente, ¿qué podemos hacer para animar y alimentar al pueblo de Dios?

La mayoría de las iglesias evangélicas transmiten en vivo algo parecido a su servicio dominical. Aunque alguien podría cuestionar la sabiduría de esta práctica, no creo que haya algo en las Escrituras que lo prohíba. Pero, ¿qué pasa con el bautismo y la Cena del Señor? ¿Pueden realizarse a distancia estos dos elementos del servicio de adoración de la iglesia? Con el bautismo, depende de lo que quieras decir con esto; con la Cena del Señor, la respuesta es definitivamente un no.

Permíteme enfatizar que mi objetivo con este artículo no es darle un jalón de orejas a ningún pastor, sino simplemente ir a las Escrituras en búsqueda de dirección. Cuando tenemos pocos precedentes prácticos a los que apelar, es aún más importante dejar que la Palabra todo suficiente de Dios dirija nuestros pasos.

LA CENA DEL SEÑOR

La Cena del Señor no puede llevarse a cabo cuando la iglesia está dispersa. Eso es porque el acto físico de reunirse es esencial, no incidental, para la ordenanza. En 1 Corintios 11, Pablo se refiere cinco veces al hecho de que celebran la Cena del Señor cuando todos se reúnen como iglesia, como una asamblea que se reúne en un lugar a la vez (por ejemplo, «Porque, en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay divisiones entre vosotros», 1 Cor. 11:18; cf. vv. 17, 20, 33, 34).

Pero, ¿es esto lo que han hecho, o lo que debemos hacer nosotros? ¿Es esencial para la ordenanza la presencia física de la iglesia entre sí? Pablo diría que sí. Considera 1 Corintios 10:17: «Porque un solo pan, nosotros, que somos muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos participamos de un solo pan». La Cena del Señor representa la unidad de la iglesia. Consuma la unidad de la iglesia. Reúne a los muchos que participan de los mismos elementos juntos, en el mismo lugar, y los hace uno. (Así que si el bautismo une al uno con los muchos, la Cena del Señor hace a los muchos uno.) Así que convertir la Cena del Señor en algo distinto a una comida de toda la iglesia, sentados juntos en la misma habitación, es convertirla en algo distinto a la Cena del Señor.

Así que no es el caso de que una Cena del Señor virtualmente mediada y físicamente dispersa sea menos que óptima: simplemente no es la Cena del Señor.

Todo sufrimiento implica pérdida; Cada pérdida es una forma de sufrimiento. En este momento, en medio de muchas otras pérdidas y sufrimientos, los cristianos de todo el mundo están sufriendo la pérdida de la comunión cara a cara semanal entre ellos. La compasión nos impulsa a mitigar esa pérdida como podamos. Pero no podemos borrarlo. Y entonces debemos aprender lo que Dios nos enseñará a través de la pérdida temporal de estas ordenanzas encarnadas, tangibles y necesariamente cara a cara, especialmente la Cena del Señor. La casa del banquete —juntos, en Cristo, en su Cena— está cerrada por ahora. ¿Qué aprenderá en esta visita providencialmente ordenada a la casa de luto (Eccles. 7: 2, 4)?

La Cena del Señor en sí misma está destinada no sólo a satisfacer nuestros corazones con la bondad de Cristo, sino también a avivar el deseo de ver su rostro: «Os digo que no volveré a beber de este fruto de la vid hasta el día en que lo beba de nuevo con vosotros en el reino de mi Padre» (Mateo 26:29).

Dejad que la ausencia de esta comida os haga tener aún más hambre de esa comida futura.