Soltería

Pastorear a los solteros en la Era del Yo

Por Sam Allberry

Sam Allberry es uno de los pastores en St Mary's Anglican Church, Maidenhead, Inglaterra. También es autor del libro Is God Anti-Gay? (¿Es Dios anti-gay? Lo puedes encontrar en Twitter como @SamAllberry.
Artículo
01.07.2022

Cuando el filósofo francés René Descartes declaró célebremente: «Pienso, luego existo», estaba (entre otras cosas) estableciendo una tendencia que ha alcanzado su pleno desarrollo en nuestros días: comenzar la respuesta a las mayores preguntas de la vida con el «yo». Nos encontramos viviendo ahora mismo en «la Era del Yo» [1]. Si la unidad básica de la vida es el «yo», entonces el objetivo fundamental de la vida es mi propia sensación de plenitud, sobre todo sexualmente.

Este contexto hace que la vida cristiana de la soltería sea aún más desafiante, y el que pastorear sanamente a los solteros sea aún más urgente. Cada generación se ha enfrentado a la presión de considerar la ética sexual cristiana como innecesariamente restrictiva. Pero hoy nos enfrentamos a la formidable presión cultural de ver esa ética como peligrosa para nuestra salud psicológica y una amenaza existencial para el bien de la sociedad. Sin un cuidadoso pastoreo, muchos de nuestros solteros se verán atrapados en las corrientes sociales y serán alejados de Cristo.

Entonces, ¿cómo podemos pastorear a los solteros en estos tiempos? Hay tres verdades en las que debemos sumergir especialmente a la iglesia, y especialmente a nuestros solteros.

1. El estado civil no es el principal determinante de la realización y la felicidad

Es fácil pensar que lo es. Culturalmente, el mensaje que escuchamos constantemente es que una vida sin pareja apenas es una vida, y desde luego no puede ser plena. Un amigo mío vio tres películas seguidas en un vuelo de larga distancia: una comedia, una película de superhéroes y otra más seria. Dijo que cada una de ellas reflejaba este mismo mensaje: eres un profundo perdedor si no te sientes realizado románticamente. A veces el mensaje en la iglesia no es tan diferente. Tal vez sustituimos el matrimonio por la realización romántica, pero le damos la misma importancia.

Gran parte de la vida eclesiástica está estructurada en torno a las parejas casadas y las familias, por lo que puede resultar difícil saber cómo encajar como persona soltera. A menudo hablamos del matrimonio como si fuera el propósito de la vida cristiana, algo en lo que nos graduamos de la soltería.

Por tanto, es comprensible que muchos en nuestras iglesias sientan que la oportunidad de casarse va a ser el factor más importante para determinar si pueden ser felices en la vida. Los mensajes que nos rodean parecen reforzar esta idea.

Pero la Biblia nos muestra una forma de pensar muy diferente. No es el binario de soltero/casado el que determinará más profundamente nuestra potencial felicidad futura; es el binario de estar en Cristo o no. El repetido mensaje de Pablo a sus amigos filipenses no fue «regocijaos en el matrimonio siempre», ni siquiera «regocijaos en la realización romántica», sino «regocijaos en el Señor siempre» (Fil. 4:4). Él es el lugar donde se encuentra nuestra más profunda alegría y plenitud. Cuando encontramos nuestra máxima satisfacción en Cristo, nos damos cuenta de que, finalmente, no importa si estamos casados o solteros. No nos perderemos lo mejor de la vida si tenemos a Cristo.

La experiencia pastoral lo confirma. Incluso los mejores matrimonios nos decepcionan a veces. He conocido y pastoreado a muchas personas que pensaban que casarse saciaría los anhelos más profundos de la vida, solo para descubrir que puede incluso ampliar esos anhelos. Una vida en Jesús, no un anillo en un dedo, es lo único que puede satisfacer verdaderamente.

2. El matrimonio y la soltería no se trata de nosotros

En 1 Corintios 7:7, Pablo describe tanto el matrimonio como la soltería como regalos de Dios. Ambos llegan a nosotros como buenos regalos de nuestro generoso Creador. Ninguno de los dos debe ser degradado o menospreciado. Cada uno debe ser recibido con agradecimiento. Y como todos los buenos regalos de Dios, hay que administrarlos bien. Al igual que los dones espirituales de los que Pablo habla más adelante en la misma carta, el matrimonio y la soltería no son fines en sí mismos; son para el «provecho» común (1 Co. 12:7).

Por tanto, el propósito final de la soltería —y del matrimonio, por cierto no es mi propia sensación de plenitud o satisfacción. Es fácil practicar la «soltería egoísta», es decir, tomar las libertades y las oportunidades de la soltería como una forma de servir a nuestra propia felicidad. Podemos tomar la falta de compromiso matrimonial o de responsabilidad parental simplemente como un medio para hacer lo que queramos. Pero esto no es seguir el diseño de Dios para nosotros. Si lo que nos atrae es la falta de otras personas por las que sentirnos limitados, entonces hemos perdido no solo el sentido de la soltería, sino el sentido de la vida cristiana.

El positivismo de Pablo acerca de la soltería ––a menudo sorprendente para nuestros oídos contemporáneos–– se centra en las oportunidades que ofrece para el servicio, no para la realización personal. En lugar de las limitaciones familiares debe haber una devoción indivisa al Señor (1 Co. 7:35). Este es un resultado tan deseable para Pablo que deseaba «que todos los hombres fuesen como él»: solteros. Por tanto, lo que debería motivar a los solteros a permanecer solteros no es retrasar el compromiso, o tener más ingresos disponibles, sino la libertad de servir al Señor de maneras que no serían posibles o aconsejables si estuvieran casados.

3. La soltería piadosa es justo lo que necesitamos en la Era del Yo

A medida que nos enfrentamos a la Era del Yo en la que nos encontramos, podemos darnos cuenta de que muchas de estas oportunidades que tienen los solteros para dedicarse plenamente a Cristo y a su causa son precisamente lo que necesitamos en una época como ésta.

Tomemos solo un ejemplo: la Era del Yo carece desesperadamente de un sentido de comunidad. Los solteros no son los únicos que tienen algo que aportar en este frente, pero hay una forma única en la que la soltería puede utilizarse para lubricar la comunidad dentro de nuestras iglesias. Muchos solteros tienen una mayor capacidad para hacer amigos que los casados. En pocas palabras, es posible «hacer caber a más gente». Esa mayor capacidad puede permitir a los solteros entablar una amistad significativa con un espectro más amplio de personas, para formar amistades profundas entre generaciones y otros grupos.

Los solteros pueden tener más oportunidades que otros para moverse entre diferentes grupos demográficos y ser un medio de conexión, conectando a personas que de otro modo tendrían poca ocasión de conocerse. Los solteros pueden ser excelentes para presentar a personas dispares. Los solteros pueden ser un instrumento único para ayudar a fomentar las mismas formas de comunidad densa y diversa que necesitamos en este momento cultural, los solteros.

O considera las formas en que la soltería piadosa puede ser una respuesta a la profunda confusión que muchos experimentan cuando se trata de cuestiones de identidad y sexualidad. La satisfacción romántica o sexual es un factor muy importante: ha llegado a ser uno de los mayores bienes de la sociedad occidental contemporánea. Ahora bien, consideremos al cristiano soltero que encuentra sus anhelos más profundos en Cristo y vive al servicio de los demás con alegría. Estas personas son un contrapunto profético al mundo que nos rodea. La vida no se trata de nosotros. El sexo no se trata de nosotros. Hay uno que es un novio, uno tan completo en todas sus perfecciones que puede eclipsar incluso las experiencias románticas más intensas que este mundo puede ofrecer. Uno cuya vida futura con su pueblo es tan completa y plena que no necesitaremos casarnos ni darnos en matrimonio en la era venidera (Mt. 22:30).

Es probable que la Era del Yo esté con nosotros durante algún tiempo. Pero la respuesta a todas las «Eras» aparentemente inexpugnables de este mundo es el evangelio de ese hombre único, Jesucristo, cuya Palabra nos guiará siempre por buenos caminos, y cuya vida con nosotros es suficiente para todas nuestras mayores necesidades y anhelos.

Traducido por Nazareth Bello

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[1]. Véase la obra de referencia de Carl R. Trueman, El origen y el triunfo del ego moderno: amnesia cultural, individualismo expresivo y el camino a la revolución sexual (Wheaton, Illinois: Crossway, 2020) para más información al respecto. Una versión condensada y más accesible es Strange New World: How Thinkers and Activists Redefined Identity and Sparked the Sexual Revolution [Un mundo nuevo y extraño: Cómo pensadores y activistas redefinieron la identidad y provocaron la revolución sexual] (Wheaton, Illinois: Crossway, 2022), también de Carl R. Trueman.